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Algo de historia China
El historiador Chou Ku-cheng cuenta que 2.500 años
antes de Cristo, los primeros pobladores se extendieron en las fértiles
llanuras que existían entre las márgenes de los ríos Amarillo y Yangtsé; y de
vivir primero de los frutos y de la caza, rápidamente pasaron a cultivar sus
propios alimentos; fundamentalmente cereales, y animales que supieron
domesticar: vacas, cerdos, venados, ovejas, entre tantos.
En el Li Chi, (o Li Ching) Libro de los Ritos, escrito hace más
de 2.000 años, se cuenta:
... «El
Estado era una comunidad de todos. Los más capaces y hábiles eran elegidos y
recomendados como jefes. La gente no sólo amaba a sus propios padres sino
también a los padres de los demás. Criaban no sólo a sus propios hijos, sino
también a los de otros. Los viejos podían vivir sus últimos años en paz. Había
trabajo para todos los que estaban capacitados para hacerlo. Se cuidaba a todos
los solteros, viudos, huérfanos inválidos.» Esto, aunque de dudosa exactitud, refleja
en parte el modelo primitivo de la vida social china.
El desarrollo posterior, durante los siglos en que dominó la dinastía Sia o Xia (XXII al XVIII a C.) y luego
la Shang (XVII a XI a C.) mostró las
divisiones de clases que se sucedieron; surge el régimen esclavista y la
utilización de seres humanos para mantener a las clases dominantes; aparecen
las primeras monedas, se crea el primer sistema numérico (indispensable para
las mediciones de tierras, determinar calendarios para la agricultura), y se
desarrolla la escritura, que pasa de la representación de objetos a la
expresión de ideas y relaciones.
Con el paso del tiempo, alrededor del 1100 a C., es derrocada la dinastía Shang y se inicia
el dominio de la Chou o Zhou, que
duraría hasta el 200 a C., durante el
cual se desarrollaría el sistema feudal, con estados vasallos y múltiples
categorías dentro de ellos. Aún para los siervos no esclavos, el sistema social
era peor que el de la época de los siervos de la gleba de Europa. Los cultivos se
diversifican, y aparece la morera (alimento de los gusanos que producirían la
seda), entre otros.
Según el Li Chi:
«Los
cultivos de tres años aseguraban una reserva para un año de consumo adicional,
en tanto que el cultivo de nueve años producía una reserva para tres años más»
Aún con las dudas lógicas sobre esa afirmación, se cree que los cultivos
permitían no solo satisfacer las necesidades los productores, sino que
producían sobrantes, lo que permitió el desarrollo de las artesanías y el
comercio.
Fue por los años que van de 722 a 480 antes de Cristo, conocidos como el
Período de la Primavera y el Otoño,
según la crónica histórica escrita por Confucio, cuando se producen grandes
cambios sociales. Nobles contra sus señores, mercaderes que llegan a tener más
poder que los nobles; diversas luchas internas, derrocamientos de señores, y
las tierras apropiadas por los señores vencedores.
Las divisiones se superan con la llegada al poder de la dinastía Chin o Qhin (221-206 a C.), se unifica el lenguaje escrito y culmina
el desarrollo de las corrientes filosóficas; y se construye la Gran Muralla
China, a instancias del líder Chi Shi Juang.
Mientras ocurría ello, se sucedían las guerras con los pueblos
fronterizos, con las pesadas cargas impositivas correspondientes.
Cuenta Ku-cheng: “el comercio del hierro y la sal, antes tan
lucrativos para los mercaderes, pasó a ser monopolio del Estado y éste
monopolizó la reventa, a precios más altos, de artículos que en algunas partes
del país se vendían a precios bajos. Los campesinos fueron enrolados en el
ejército en cantidades enormes, quedando así muchas tierras sin cultivar. La
pobreza se hizo tan aguda y general que creó un estado de crisis.
A comienzos del siglo I, Wang Mang, un
hombre emparentado con la familia imperial, cuyos hermanos eran todos altos
funcionarios militares, pero que, según se dice, era pobre y se sentía afectado
por los sufrimientos del pueblo, surgió con un programa de reformas. En el año
9 de nuestra era derrocó al emperador, subió al trono y trató de poner en
práctica sus ideas.”
Y esas ideas, durante los veinte siglos siguientes seguirían siendo
consideradas revolucionarias. La primera fue ordenar que toda la tierra se convirtiera
en propiedad imperial para que fuera re dividida. Como paso hacia la
emancipación de los esclavos, se prohibió su compra y venta. Había que cultivar
la tierra; el que no lo hiciera debía pagar impuestos triples. Funcionarios
estatales vigilaron los precios al público para que no hubiera abusos; se
establecieron impuestos a las principales actividades industriales y
comerciales; y con esos fondos se hacían préstamos a los pobres o a los que montaban
pequeñas empresas…
“Estas reformas no fueron, sin embargo,
totalmente llevadas a cabo, porque las sabotearon los poderosos terratenientes-funcionarios
encargados de hacerlas cumplir. La crisis continuó sin solución. El nivel de
vida no mejoró y estallaron revueltas campesinas de gran envergadura”, explica Ku-cheng.
Y continuaron las guerras y las nuevas divisiones, a las que se
agregaron luego las invasiones de los mongoles, entre otros pueblos nómades.
Se sucedían diferentes gobernantes y dinastías, con derroche y
crecimiento artístico por un lado y sufrimientos permanentes para las clases
trabajadoras que conducían a constantes
revueltas campesinas por otro, al tiempo que se va produciendo la
asimilación de los invasores.
Por fin se produce la unificación de China durante la dinastía Sung o Song, a partir del año 979 de
nuestra era y que duraría 300 años hasta la llegada de los mongoles, que
sometieron a los chinos por 100 años, aún con grandes resistencias populares en
todo el territorio.
Finalmente, para esta breve reseña, el éxito en la lucha contra los
mongoles correspondió a Chu Yuan-chang, quien había sido durante su juventud
monje mendigo, y subió al trono como fundador de la dinastía Ming (1368-1644). Sobre esto cuenta Ku-cheng:
“Por un lado Chu Yuan-chang tomó medidas para restaurar la producción
agrícola y, por el otro, estableció una monarquía despótica mediante una alta
centralización del poder político y militar. Ya consolidado, despachó enviados
a los países vecinos, tales como Corea, y las islas Liu Chiu, en el este, y
como Champa (en la actual Indochina), Siam, Cambodia, Java y Borneo, en el sur.
Durante la dinastía Ming se amplió enormemente el comercio con países
extranjeros (…) En respuesta a la buena voluntad de los emperadores Ming, más
de cincuenta países del sur de Asia mandaron representantes comerciales a
China, según consta en las Crónicas Ming. También llegaron enviados del
Imperio Bizantino, Holanda e Italia. De 1405 a 1430, grandes flotas, dirigidas
por el famoso navegante Cheng Je, hicieron siete viajes al sureste de Asia y a
los mares Indico y Arábico. Se establecieron relaciones comerciales con más de
treinta países, entre los cuales se contaban algunos del Golfo Pérsico y
algunos de la costa oriental de África.”
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