martes, 28 de abril de 2009

“Grageas Idiomáticas” 4

El amigo Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, sigue colaborando con sus “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 31 al 40)

31) Bote: Palabra castellana proveniente del inglés, aceptada ya hace mucho tiempo. ¿Era necesaria teniendo, como tenemos, barca, esquife, canoa, piragua, chinchorro, etc.? No sé; pero ahí está, con su significación de «pequeña embarcación sin cubierta … etc.» ¿Quiere usted usarla, señor traductor? Pues úsela. ¡Pero que a un crucero de 30 metros de eslora, a un navío, a un buque, lo llame usted bote! ¡Por favor!
32) Reportar – Reporte: Traducir, por favor, el report inglés, por dar parte de, presentar informe sobre, comunicar, informar, enterar de, denunciar, delatar, según los casos y, según los casos también, usar de los sustantivos parte, informe, comunicación, comunicado, dictamen.
33) Barra – Compás: Los segmentos en que se divide una pieza musical, formando unidades rítmicas, en castellano se llaman compases, y no barras, mala traducción del inglés bar. Barra, en castellano y musicalmente hablando, significa la raya vertical que separa compases, pero no el compás.
34) Argolla – Aro - Carro: En la Argentina suenan muy mal las voces argolla y aro, por anillo, sortija, alianza. También suena mal la voz carro, por coche, auto, automóvil. A estas bellezas, y otras muchas, nos tienen ya habituados las calamitosas traducciones televisivas (¿Cobrarán algo esos traductores por la tarea que hacen? Sospecho que no; que los reclutan a la fuerza, como quien hace el servicio militar).
35) Canal de la Mancha: ¡Todavía hay traductores que vierten Canal Inglés, en lugar de Canal de la Mancha!
36) Guarismos: tres millones cien mil personas – ocho millones ochocientos mil dólares - ¿cómo expresarían ciertas traducciones estos guarismos? Seguramente así: Tres punto cien mil – ocho punto ocho millones de dólares.
En este tema se ha perdido el tino totalmente. A ello se suma la incertidumbre que provoca el uso de punto en lugar de coma. Entre nosotros desde antiguo se nos enseñó en la escuela que el punto servía para separar millones, miles, centenas, y la coma, para separar fracciones. Ejemplo: 10.157.822,75, lo que siempre hemos leído diez millones ciento cincuenta y siete mil ochocientos veintidós, con setenta y cinco (pesos, o la unidad que fuese). Hoy en día se nos quita la coma en donde antes estaba, y se nos pone punto, y hay puntos que se nos convierten en coma, con un total olvido de las prácticas y tradiciones locales.
37) Americano – América: Americano, usado por norteamericano o estadunidense, es incorrecto. Es verdad que el estadunidense es americano, tanto como el boliviano, el brasileño o el peruano, pues todos son nativos de este continente llamado América. Pero cuando queremos especificar de qué lugar preciso de América es oriunda la persona, debemos decir, en el caso de los Estados Unidos, norteamericano, estadunidense, o emplear, también, un tercer gentilicio, yanqui, que si bien en un principio y dentro de los Estados Unidos señaló al oriundo de la que por entonces se denominaba Nueva Inglaterra, pasó a ser después sinónimo de los dos vocablos anteriores.
América, por Estados Unidos, también es anglicismo.
38) Pelea – Riña: Gallo de riña hemos dicho en castellano siempre, refiriéndonos a los desventurados animalitos que se destinan a ese cruel entretenimiento. De más está decir que si quienes lidian son perros, o gatos, o escarabajos, o lo que fuere, también lo tradicional y autóctono en nuestra lengua sería llamarlos de riña. En las películas y series de la televisión traducidas del inglés siempre verá usted la expresión de pelea.
39) Una y media veces: En buen romance debe decirse una vez y media. En lugar de cuatro y media leguas, lo correcto es cuatro leguas y media, y así por el estilo.
40) Ascensor – Elevador: En español el aparato que sirve para subir y bajar personas entre los pisos de un edificio, se llama ascensor. Si está destinado a mercaderías, montacargas. Es evidente que el elevator inglés nos ha poblado la lengua española de elevadores por todos lados. Forzada por las circunstancias la Academia Española ha terminado por aceptar elevador como sinónimo de montacargas; pero reserva la voz ascensor para los artilugios destinados a personas.

Para qué sirve la Feria del Libro

Todavía se escucha el famoso “Para qué sirve”. Muchos piensan que es sólo un evento eminentemente comercial. Y qué duda cabe. Lo es, pero le da lugar a todos. Y si no, pregúntenle a los chicos de la Escuela Nro 10 “Julio A. Roca” de Martínez. Es el segundo año consecutivo que les toca ir a narrar a la Feria. Por supuesto, esto no es una casualidad. Es el fruto del trabajo sostenido con Graciela Sarcone, la coordinadora de Lengua, a la cabeza y Adriana Padín y Alejandra Cevasco (directora y bibliotecaria respectivamente) como pilares. Y los chicos, claro está. Este sábado 2 de mayo a las 14 hs. van a estar narrando en la Feria en la sala Roberto Arlt en el Encuentro Internacional de Narración Oral. En esa escuela pública todos hacen maravillas con nada. O sea, tienen ganas. Tienen una gran voluntad. Le sacan tiempo al tiempo. Son espíritus inquietos. No se rinden. Este sábado estamos todos invitados. Desde Tierra de Libros los apadrinamos (estuvieron este sábado pasado en la librería narrando en forma gratuita para la comunidad) y esperamos verlos y sobre todo escucharlos regalando historias por mucho tiempo más.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

lunes, 27 de abril de 2009

Arte por Mail

Una imagen para disfrutar

Nombre: VERMÚ
Técnica: MIXTA SOBRE PAPEL
Año: 2009
Medida: 29 X 21 CM
torreshernan.blogspot.com

Gauguin recuerda a Francia en Mururoa

Poema de Rodolfo Alonso

“¿Te dejé por Tahití, triste madrastra,
para morir soñándote, pintando
tu nevada Bretaña? Al color libre
y salvaje huí, a adormecerme
en los senos cobrizos de Tehura,
al resplandor del tamarindo, lejos
de tus gendarmes. Pero estabas allí:
jueces, archivos, sables, mercaderes.
¿Morí una vez, lejos de ti, ajeno,
y he de verme morir en Mururoa?
¿Volveré a ver morir lo que admiraba
por obra tuya nuevamente, madre
mortal? ¿Qué puede un maorí, qué pueden
brujos sabios contra el hechizo blanco,
seco, ácido, letal, inexorable?
La dulce vida no será la misma.
¿Libertad, igualdad, fraternidad?
La gracia huye espantada, suicidándose,
a arrojarse en el mar. En sus abismos
que alguna vez creímos insondables.
Bajo el altar del atolón, el cáncer
de coral su misa negra extiende.
Francia, nodriza cruel, si quieres luz
cría vida. Si sueñas con abismos
que sean tus abismos, no los de otros,
sino en tu propio suelo. ¿Te arrastrarás,
así, tú misma al muro? ¿Ya ni en la paz
de los abismos crees, reina árida?”

jueves, 23 de abril de 2009

Claudia Piñeiro: “el punto de vista femenino es muy difícil correrlo”

La escritora Claudia Piñeiro, premiada autora de la novela, Las viudas de los jueves, inauguró el programa de talleres literarios que la municipalidad de Tigre organizará en once centros culturales, sociedades de fomento y bibliotecas del distrito. Piñeiro compartió una charla personal y de técnica literaria.

El acto fue en la Biblioteca Popular Sarmiento, junto a talleristas, docentes y escritores locales. La escritora local Isabel Zwanck, ausente con aviso, le dedicó una carta. La acompañaron el presidente de la Biblioteca, Oscar Scotto, el titular de cultura comunal, el actor Juan Vitali, y el Secretario de Gobierno, Eduardo Cergnul.

Piñeiro, que es Contadora, recordó que la escritura: "no me pareció una profesión posible”. También que al averiguar sobre Sociología, aconsejada por una psicóloga vocacional, los propios alumnos de la, por entonces, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, le “aconsejaron” no seguir por el riesgo de “terminar muerta en una zanja”.
La novelista recordó a algunos de sus maestros, como Enrique Medina, Alicia Steimberg, Alicia Osorio y María Inés Andrés. Valoró el aprendizaje en talleres literarios para iniciarse en el oficio, y relató cómo accedió a trabajar como guionista de televisión. También contó que incursionó en la dramaturgia.
Su obra "Cuanto vale una Heladera" fue estrenada en el ciclo Teatro por la Identidad 2004 y publicada por el Ministerio de Educación. También publicó las novelas "Tuya", "Un ladrón entre nosotros", "Serafín, el escritor y la bruja". En 2005 obtuvo el Premio Clarín de Novela 2005, y el premio Iberoamericano Fundalectura de Colombia.
Sobre la llamada escritura femenina la autora sostuvo: "uno lee El Padre de Kafka y no dice ‘es literatura masculina’, por ser la historia de un padre con un hijo, pero si lee sobre una madre y su hija dice ‘es literatura femenina’. Eso es por la incapacidad de generar un universal a través de la mujer, algo que sí se permite a partir del hombre".

Piñeiro, además, explicó: "La primera reacción es decir ‘yo no hago literatura de género. No existe tal literatura, solo existe la buena y la mala literatura’. Esto es porque, en general, lo de ‘literatura femenina’ se usa en forma despectiva. Lo mismo cuando se dice ‘tal novela parece de taller’ ¿Qué es una novela de taller? No sé".
Luego redondeó la idea: "Cuando uno pasa esta primera sensación te das cuenta de que ‘Vos sos una mujer’ y, por lo tanto, el punto de vista femenino es muy difícil correrlo, porque la que escribe es una mujer. Si escribe un chino tendrá el punto de vista de alguien que nació en China.

lunes, 20 de abril de 2009

Chávez, el gran promotor de Galeano

Las venas abiertas de América latina, que el presidente de Venezuela Hugo Chávez regaló a Obama en la Cumbre de las Américas el fin de semana, avanza a grandes pasos en la venta de libros por Internet.
Según las agencias noticiosas internacionales la edición en inglés está agotada y el libro se convirtió en un suceso de ventas, por lo menos en los Estados Unidos.
El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, que tiene actualmente un programa en el canal “Encuentro”, había publicado su libro en 1971, y había sido un éxito de ventas con su denuncia del saqueo de riquezas al que era sometida América Latina, en particular por el gobierno de los Estados Unidos.
En estos días, Galeano había comentado que aunque el libro tuviera casi 40 años de antigüedad era totalmente vigente en cuanto que “lamentablemente” –dijo- la situación no había cambiado.

Una latita de cerveza

por Juan Disante

En la autopista Panamericana, a la altura de Rosario, Santa Fe, un alegre automovilista, de esos de escape libre, arrojó desaprensivamente una latita de cerveza por la ventanilla. La latita salió con fuerza hacia arriba dando varias volteretas espectaculares en el aire, hasta que la fuerza de gravedad se lo permitió, y comenzó su caída con la misma suavidad de un planeador balanceado por el viento.
Mirando por el espejo retrovisor, el automovilista sonreía ufano. Le había gustado la rara cabriola. Sentía que, después de paladear, a 160 kilómetros, esa delicia fermentada con la última tecnología de aquella excitada ciudad de Munich en Alemania, había valido la pena completar el placer revoleando bien lejos el aluminio descartado. De ningún modo hubiera sido lo mismo conservarlo, para arrojarlo al cesto de desperdicios más próximo. No. Esos pequeños placeres hay que dárselos en vida. Es como palpitar un gol.
Pero, claro está que la latita siguió su errático curso, para buscar algún destino más trascendente, mas wagneriano. Entonces fue que, cuando en su caída llegó al pavimento, picó de punta para volver a elevarse portentosamente en el aire y producir ocho o nueve saltos mortales, como aquellos que vemos en la función matinée de los circos. Siguió con varios serpenteos ostentosos, por sobre el lomo de una ráfaga de aire y así demostró todo el despliegue que puede ofrecer lo importado para dar un buen espectáculo extra. Cuando volvió a caer, giró con elegancia sobre sí misma y proyectó a contraluz vivísimos rayos de colores en todas direcciones, pasando del azul eléctrico, al plata histriónico, con el vértigo encandilante de un calidoscopio.
Al tocar tierra nuevamente, la latita, lejos de abandonarse, se apoyó de costado y reinició un zigzagueante deambular –coqueto y aspaventero- a lo largo de la calzada, como para volver a despegar y ofrecer mucho más. En ese preciso momento, otro auto que venía detrás, rozó apenas a la latita que pegó un musical brinco y volvió en un tris para comenzar a ensayar una seguidilla de pasos de baile flamenco, de aquellos que gustan tanto a la colectividad alemana. Entonces ensayó avances, retrocesos. Cuatro pasos al costado. Dos giros al ritmo de castañuelas. ¡Olé! El quejumbre de algún cantaor gitano arrobado por la fiesta. El sonar de guitarras y palmas a un contrarritmo saleroso, y giros. Muchos giros… Bueno, luego lo que se sabe: los saludos, luces, aplausos. El bis atronador pidiendo más y más. Cartel. Fama. “La cerveza alemana ofrece ese toque de más”.
Lo imprevisible fue que por la carretera seguía avanzando el tránsito, hasta el punto en que un tercer distraído automovilista fue encandilado por el metálico resplandor y la algarabía de la fiesta gitana. Dio un golpe de volante y aplicó los frenos instintivamente. De ese modo, la latita fue aplastada tras un estruendoso final, sin mayores contemplaciones, sin reparar siquiera en su maestría centroeuropea. Su pasado de gloria quedó tan chato como deleznable para la historia.
La maniobra del último conductor fue de tal suerte inesperada que, otro vehículo que lo seguía, lo embistió ruidosamente. Los conductores, quebrados por la desgracia, bajaron de los autos y comenzaron a discutir.
Mientras tanto y a toda velocidad, venía avanzando una apiñada cadena de coches que, sucesivamente, volanteaban para intentar frenar, y finalmente terminaban chocando unos contra otros sin solución de continuidad. La colisión de todos los que llegaban al último accidentado, hizo que se formara una larga fila india a lo largo de cientos de kilómetros. Como si fuera un único animal; un fantástico y dilatado gusano de crecimiento permanente e imparables encontronazos.
Al cierre de este escrito, la patética sucesión de choques no ha llegado a su fin y amenaza con ingresar a Buenos Aires. Las autoridades y el ejército no saben cómo actuar y los medios televisivos se han apostado con antelación sobre los puentes para poder filmar el arribo de las colisiones y tener la primicia de la posible sangre corrida.
Algunos economistas recibidos en Harvard dicen que es necesario prohibir la importación de cervezas alemanas que ofrezcan un plus.

viernes, 17 de abril de 2009

Lost story


Estaba feliz. Una vieja amiga me mandó el libro desde Inglaterra. Todavía no había sido editado en castellano.

Era el último libro de cuentos de Haruki Murakami. Yo ya había leído otros libros suyos, ya era adicto, y ahora había recibido mi ansiada dosis.

Lo fui leyendo despacio, degusté cada una de sus palabras. Elegía los cuentos al azar, según el día, según mi estado.

Pero había uno en particular que, al hojear el cuento a seguir, me llamó la atención. Y pensé: "Este lo dejo para el final.

"No soy un buen lector, leo muy despacio. Un libro me dura mucho tiempo. Este me llevó unos cuatro meses.

Pero todavía me quedaba el cuento más preciado, ése que había guardado parael final.

Fue una mañana, en el tren, cuando terminé de leer "The Shinagawa Monkey"(El mono de Shinagawa), me puse a buscar el próximo, el último. Pero no lo encontré. Lo busqué y lo volví a buscar. Pero el cuento ya no estaba. Creo que se llamaba "El año del ojo". Pero el cuento había desaparecido del libro.

El último cuento que me faltaba leer estaba perdido.

Martín Wilson
La Lucila

miércoles, 15 de abril de 2009

“Grageas Idiomáticas” 3

Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, aceptó gentilmente colaborar con “Prensa Libre literario”, enviando unas “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 21 al 30)
21) Pronunciación de iniciales. Cuando se habla en castellano, las iniciales que designan a ciertas instituciones deben decirse igualmente en castellano: H.S.B.C. (hache-ese-be-ce) – E.S.P.N. (e-ese-pe-ene) – Eich-es-bi-si o i-es-pi-en se reservan exclusivamente para cuando uno está hablando en inglés. Jamás escuché a los locutores de la B.B.C., en sus programas en castellano para las naciones de habla hispana, transmitiendo desde el mismo riñón del mundo de habla inglesa, decir bi-bi-si, que reservan solamente para cuando hablan en inglés. Ciertos “moños” con que algunos “adornan” su elocución suelen ser de muy pocos quilates.
22) Artículo indeterminante. Al traducir del alemán al castellano a veces se hace preciso suprimir el artículo indeterminado, necesario, suponemos, en la lengua germana, pero inconveniente en ciertos casos en la nuestra. Veamos ejemplos tomados de la música clásica: “Eine Alpensinfonie” (Ricardo Strauss); mal traducido: “Una sinfonía alpina”; correcto: “Sinfonía alpina” – “Ein Heldenleben” (también de Strauss); mal traducido: “Una vida de héroe” ; correcto: “Vida de héroe” – “Ein deutsches Requiem” (Brahms); mal traducido: “Un réquiem alemán”; correcto: “Réquiem alemán”.
23) Clima – Tiempo: En castellano distinguimos clima de tiempo. La voz clima es más abarcadora y general: «El clima de la Argentina. El clima de España». Tiempo es más local y momentáneo: «Hoy tendremos buen tiempo. Se está descomponiendo el tiempo» Adefesios como «hoy tendremos buen clima, y se está descomponiendo el clima», son propios de las pésimas traducciones televisivas a las que, por desgracia, estamos acostumbrados.
24) Área: Área, en castellano, es de uso restringido, generalmente reducido al ámbito de la geometría o de la administración: El área del círculo, tal asunto es propio del área de su ministerio. En inglés, si nos atenemos a lo que se ve y oye en televisión, se aplica a troche y moche, lo que origina, en manos de los pésimos traductores que las empresas del ramo emplean para tan delicado menester, un uso abusivo: «Revisemos toda el área (sector); la inundación anegó el área (paraje); se inflamó esta área de su cuerpo (parte); no hallamos en el área al prófugo (lugar); no la vimos en ninguna área (sitio); el terremoto conmovió el área (comarca), etc.
La palabra área, en sí, es correcta. Lo que no es correcto, sino barbarismo (más precisamente, anglicismo), es el uso obsesivo del término, como vemos en las lamentables traducciones televisivas.
25) Relámpago – Trueno – Rayo: Nadie ignora que en castellano el relámpago es luz, el trueno ruido, y el rayo un disparo que puede destruir, herir o matar.
Vaya a saber por qué indescifrable alquimia, en las traducciones televisivas a menudo vemos que «fulano fue herido o alcanzado por un relámpago». Ninguna de las acepciones que da el diccionario, ni los usos y costumbres lingüísticos castellanos, abonan, ni han abonado jamás, semejante terminología. Lo que allí corresponde es rayo.
26) Tuteo generalizado. Las lenguas de las naciones civilizadas brindan al hablante, en su trato con el prójimo, generalmente dos tratamientos: el menos formal, que en castellano llamamos tuteo, y el más formal, que en nuestra lengua se expresa actualmente con el usted, y su plural, ustedes. Así ocurre en italiano, en alemán, en francés. Alguna vez oí a alguien decir que, al tener el inglés sólo el pronombre you tanto para la segunda persona del singular cuanto para la segunda del plural, carecía de ese doble tratamiento, lo que no es verdad: en dicha lengua se suple el doble juego de pronombres por otro uso: Quienes, empleando nuestra terminología, no se tutean, se dirigirán entre sí usando nombre y apellido, anteponiendo generalmente la voz señor, o señora, o un título o dignidad, y el apellido, o el nombre y el apellido. «Buenos días, señor Smith - Veo que ha llegado temprano, señora Martha Williams - Doctor Fox: ¿desea que le sirva más bebida?, etc.» Esta forma de hablarse equivale a nuestro tratamiento de usted. Si las partes se ponen de acuerdo y comienzan a prescindir de los títulos académicos y otras dignidades (doctor, profesor, coronel), y eliminan del mismo el apellido, y empiezan a llamarse por sólo el nombre de pila, o, aún mejor, por un sobrenombre, entonces se ha producido en ese caso lo que en español denominamos tuteo. Lo verá el lector a menudo en la televisión.
El doble tratamiento denota finura en la masa de los hablantes, y evolución cultural. Un único tratamiento, por el contrario, indica rudeza, da indicio de una cultura rudimentaria y poco evolucionada. Ese tuteo generalizado que, con buen éxito, por desgracia, pretende abrirse paso entre nosotros, iniciado hace años según mis sospechas en España, es grandemente perjudicial a nuestra cultura. Quita importantísimos matices a la lengua, empobrece sensiblemente el trato diario entre quienes hablamos el idioma castellano. Iguala lo que no debe igualarse.
27) El tuteo en la publicidad: He leído una anécdota muy graciosa: Un grupo de japonesas hacía turismo por Europa. Las conducía un guía que a fin de que no se le perdieran en la multitud, enarbolaba un banderín para que lo siguiesen. Tuvo el guía necesidad de ir al baño, y creyó aclarárselo a sus pupilas. Guardó el banderín; poco después se llevaba una descomunal sorpresa: Cual obedientes borreguitas, las japonesitas, en fila, ¡se le habían ido a meter en el baño de hombres!
Tiempo ha, consecuentemente con este conato de tuteo universal que se intenta en castellano, a un publicitario se le ocurrió tutear al público objeto de su reclamo, expediente impropio, ya que tal pregón va destinado a multitud de individuos que no tiene con el comerciante ninguna relación personal que lo justifique. Inmediatamente otros publicitarios se sintieron tocados por la “genialidad”, y lo imitaron (¿A qué pensar yo, si ya lo hizo otro por mí?); y ahí se fueron, dóciles, tras el banderín, como sumisos borreguitos, y hoy día casi no hay anuncio, incluso los oficiales, en que no se endilgue el vos aun al Cardenal Primado.(¡Fuerte personalidad la de nuestros propagandistas!).
28) Tropa: En castellano la voz tropa es un sustantivo colectivo que abarca a un número más o menos grande de individuos. Cuando se oye, por ejemplo, «desembarcaron 270.000 tropas», evidentemente se está confundiendo tropas con soldados.
29) Mal uso de la palabra Corte: El court inglés, traducido por corte en lugar de juzgado o tribunal, es sin duda anglicismo, a despecho de que la Academia pueda citar ocasionalmente en su diccionario la voz corte con esa significación.
Un argentino me podrá objetar; «¿Y nuestra “Corte Suprema de Justicia”?» Respondo: El anglicismo proviene de la fuente de nuestra Constitución Nacional: la Constitución norteamericana.
30) Mal uso de pronombres personales: El pronombre personal que precede a verbos suele ser innecesario en castellano; las desinencias que se aplican en la conjugación española indican, generalmente, por sí mismas, la persona de que se trata: amo, amas, ama, amamos amáis, aman. En el ejemplo anterior no cabe la menor duda de que el amo se refiere a yo, amáis, a vosotros, aman a ellos, etc. «Ella llegó a la casa, y entró. Ella veía las paredes sin cuadros, ella se sintió…» Así suelen traducir los malos traductores: Como en inglés nuestro recurso de la desinencia no se da, allí sí es indispensable indicar la persona mediante el pronombre. La traducción literal afea la elocución, y llega a tornarla intolerable.
No obstante empleamos en español a veces igualmente el pronombre en ciertos casos: a) Para dar más énfasis a la expresión: «¡él, justamente él vino a decirlo!». En el ejemplo anterior todos saben que el hablante se refiere a José; no obstante emplea el pronombre para dar más fuerza a su exclamación. -b) Para evitar, en ciertos y determinados casos, confusiones, cuando la desinencia, por sí, no aclara el sentido (se están refiriendo a Juan y María): «Hablaba demasiado». Dicho así, sin pronombre, no sabemos si quien hablaba demasiado es él o ella. Fuera de estos casos de excepción el castellano es parco en el uso de los pronombres (también el italiano); lo contrario constituye un galicismo o anglicismo cargante, insoportable.

lunes, 13 de abril de 2009

Ultimo tango en Rosario


Poema de Rodolfo Alonso *


Guitarra, bandoneón
y despiadada música:
bajo la cruda luz,
dos rostros descarnados
chirrían con la espesa
danza de los suburbios.

Pero ya nadie baila.
Apenas unos viejos
intentan rescatar
--patética efusión--
los relumbres de antaño.

¿Y adónde se quedaron
tanta pasión y fuego,
tanto ardor, tanto vuelo
provocador y propio?
¿Qué los hizo dejar
de ser y, antes, ser?
¿El tango fue algún modo
(“perdonen la tristeza”)
o era esencia, sentido?

Las impares parejas
se rozan removiendo
música despareja.
La juventud vivida
¿permanece, resurge?
Inquieta, interminable,
¿hace de sus cenizas
un carnaval remoto,
un carnaval futuro?
* Rodolfo Alonso. Poeta, traductor y ensayista argentino, nacido en Buenos Aires a fines de 1934. Es una de las voces más reconocidas de la poesía latinoamericana contemporánea. Fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia “Poesía Buenos Aires”. Publicó más de 20 libros. Fue el primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina. Tradujo también a muchos autores de diversos idiomas, entre ellos Giuseppe Ungaretti, Marguerite Duras, Cesare Pavese, Paul Éluard, Carlos Drummond de Andrade, Eugenio Montale, Jacques Prévert, Guillaume Apollinaire, Murilo Mendes, Pier Paolo Pasolini, Rosalía de Castro, Manuel Bandeira, Charles Baudelaire, Paul Valéry, Stéphane Mallarmé, Olavo Bilac. Antologías de su obra poética fueron publicadas en Bélgica, España, México, Colombia, Francia, Brasil, Venezuela y, en breve, Chile, Italia y Cuba. Premiado en Argentina, España, Venezuela, Brasil, Colombia, EEUU.

viernes, 10 de abril de 2009

Rodolfo Alonso en Cuba y Venezuela


La Editorial Arte y Literatura, de La Habana, tiene en prensa una amplia antología del poeta argentino Rodolfo Alonso: “Ser sed”, con prólogo de Juan Gelman y que incluye 150 poemas escogidos (1952-2005).
Por su parte, la Editorial El Perro y la Rana, de Caracas, tiene en prensa también el más reciente libro de poemas de Rodolfo Alonso: “El arte de callar” (1993-2002), con introducción de Juan José Saer. La misma obra obtuvo en 2006 el Premio del Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia).
Rodolfo Alonso ha sido especialmente invitado al VI Festival Mundial de Poesía Venezuela 2009, que se realizará en Caracas desde el 29 de junio al 4 de julio próximo.
Como se recordará, Rodolfo Alonso dirigió durante 9 años el Centro Cultural Paseo Quinta Trabucco de Vicente López, donde continúa actualmente como director artístico.

jueves, 9 de abril de 2009

Literatura desnarigada


Por Juan Disante

“¿Hay alguien ahí?”, grita el centinela del
Palacio de Elsinger en que el espectro del Rey,
entre brumas, aparecerá ante su hijo Hamlet.

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Palabra pensada, palabra dicha, palabra escrita, palabra iluminada por los megabits. La Web democratizó los procedimientos de comunicación y sus soportes. Las personas se siguen agrupando por el lenguaje, el motor de su gregarismo. Pero, aún no sabemos para qué usar esa democracia virtual del decir. Libertad sietemesina por añadidura. Sustituyó el qué y el cómo por el quién. ¿Quién envía esto? La necesidad de vínculo con otro ser humano. Tal vez la búsqueda de un afecto binario. ¿Placer?
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En la tradicional literatura en papel hay algo de misterio. Aquello que se sugiere en la evocación. Aquello que puede avecinarse con el devenir de las palabras entintadas. Es una entidad la que nos habla. Es la voz callada de un narrador oculto. El libro es elegido por nosotros entre pilas de otros tomos. No hay sugerencia. Podemos darle más importancia al contenido que al autor. Pero sólo nos rige el instinto, el gusto, el quid. El mensaje es indirecto, sesgado. La decisión es nuestra.
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En la computadora “alguien” envía el texto digital. Entonces, el misterio se traslada a ese mensajero. El autor o el contenido es dictado a santo de un viboreante camino de certezas que, generalmente, viene avalado por una larga fila de transmisores. Alguien nos dijo: “…”, y nosotros lo reenviamos. Y usted, lo mejor que puede hacer es reenviarlo a todos los que pueda.
Ese alguien detrás de su pantalla, lleva sobre su cabeza un casco con pluma, enchufes y vaya a conocer sus inquietudes. Tiene calidad electrónica. Tal vez no haya escrito ese texto, pero lo importante para nosotros es saber qué le está ocurriendo y quién es. El qué y el cómo por el quién. El ejecutor.
Lo literario siempre es recóndito y anchuroso, por esto que, cuando ofrece un desvío de acercamiento en la Web, se produce la ilusión de un roce de piel.
En vez, la piel del papel impreso, parabién, afianza las distancias. Al tacto, produce exfoliación de conjeturas.
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La lectura de literatura en los libros no es idéntica a la que surge de la tecnología electrónica. En el papel se avanza, se detiene, se retrocede.
Es un ir y venir. Un papirotazo al seso. Se puede abandonar la lectura para retomarla desde distintas topografías. Durante varios días, queda girando en la mente del lector la idea de lo leído para analizarlo sin apuro. Por considerar.
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La palabra en la Web de algún modo obliga al apuro. La luz incidente dispensa ojos. Hay que apurar porque en algún otro sitio “alguien está esperando”. El rostro ignoto asoma su nariz, puede llegar a tener forma. La nariz pretende arrastrar a la lengua. Por donde, pueden ser narices rotas, como la de las estatuas de la Antigua Roma. Así y todo, uno puede llegar a comprometerse, porque el compromiso es siempre impresionista.
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Abrazados a los libros, el empeño asume otro rostro. No hay olfatos quebrados, hay verbosa habla. Hay un estigma de la memoria que no se mide en higas. Aun cuando el placer de las invocaciones siempre es distante, propio de nuestra interioridad, porque surge de nuestro singular.
Con una nariz enteriza siempre preferiremos sentir el aroma a tinta y papel en nuestras manos, aquél bálsamo que nos lleva indeciblemente a la lengua materna.

miércoles, 8 de abril de 2009

Licenciados en Letras, ¿una especie en extinción?

Cuando un hijo tiene decidido qué estudiar, los padres suelen estar felices. O no. Todo depende de la carrera elegida. "Te vas a morir de hambre con eso" solía ser un leit-motiv en los '90 cuando la alternativa era una humanística.
A 20 años vista, y como suele ocurrir en estos casos, estamos peor. Según la nota del diario Perfil de la semana pasada, la matricula de la carrera de Letras cayó un 25% con respecto al año anterior. Y después de todo, ¿a quién le interesan las Letras?
Recuerdo que mucha gente pensaba que estudiar esta carrera era para aprendices de escritores. Me pregunto si alguna vez uno podría aprender a escribir en la querida Facultad de Puán. Me parece al menos dudoso.
Qué puede hacer un Licenciado en Letras hoy en día, cuál es su campo laboral, cuáles sus skills o habilidades distintivas, son cuestiones que cualquier estudiante debe ver en una nebulosa.
Creativamente hablando, sugiero dos salidas laborales interesantes: la enseñanza de español para extranjeros (ya sea en institutos o en forma privada), y el armado de cursos customizados (es decir, a medida del cliente) para empresas sobre ortografía, uso de mayúsculas, acentuación de monosílabos, verbos irregulares y otras lindezas que los nativos y hablantes de la Argentina destrozan en forma sistemática (Es de mayor relevancia en este momento, donde la comunicación vía correos electrónicos es fundamental y no todos los diccionarios de Windows están cargados como se debe). De más está decir que todos aquellos que egresen de Letras podrán dar clases en escuelas secundarias (si se animan), hacer críticas literarias en medios variopintos o montar talleres de escritura para aquellos que aspiren a ser émulos de Borges y/o Cortázar… O bien como es el caso más extendido, terminar trabajando en otros menesteres y despuntar el vicio de la escritura o de la lectura crítica en lugares recoletos (llámese bondi, ñoba, cama, etc.). Pero esta parte de la historia es la más conocida y posiblemente la menos redituable. En tiempos de crisis vale doble entonces buscar una buena salida laboral donde normalmente no la hay.
Mientras tanto, vaya mi homenaje a mis amigas licenciadas en Letras que de alguna manera, se la rebuscan día a día. Chicas, ustedes saben de quiénes hablo.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

viernes, 3 de abril de 2009

Un escritor que no necesita librería

Se sabe que en los trenes se pueden conseguir desde caramelos hasta herramientas, pero hasta ahora ningún escritor había salido a vender sus propias obras. Ninguno hasta que Zelmar Acevedo Díaz decidió recorrer la línea TBA ofreciendo sus creaciones, que además edita, arma y compagina. En 1999 fue reconocido con el Premio Casa de las Américas por la novela La dama de cristal, pero este no es el único premio.
Las obras de Zelmar Acevedo Diaz se puede leer en España, Cuba y Uruguay. Franja de Honor de la SADE y Premio Manuel Llano (Santander) en narrativa breve, en 2001, el prestigioso Casa de las Américas dos años antes, el escritor ofrece sus cuentos de San Isidro a Belgrano, todas las noches.

La experiencia de armar su obra y ver como los lectores la leen es difícil de encontrar entre la mayoría de los escritores. Su primera novela la escribió a los 23 años. pero hoy reniega absolutamente de ella. Saquemos boleto, amigo lector y viajemos para conocer a Zelmar Acevedo Díaz.
En este reportaje, el escritor cuenta cómo se inició en la literatura desde la adolescencia, sus géneros preferidos, algunos avatares de la vida, y las razones que lo llevaron a los vagones de TBA a difundir y vender su literatura.

-¿Recuerda cómo fue que empezó?
-Recuerdo que empecé a narrar en unas vacaciones de verano en una estancia de unos tíos en la provincia de Buenos Aires. Pasaba los veranos enteros con mis primos, y con mi hermano habíamos formado un club de fútbol, jugábamos al Vóley, nadábamos, andábamos en bicicleta. Nos habíamos apoderado de una de las habitaciones de la estancia y de noche nos encontrábamos, y yo contaba historias, oralmente, otras les contaba películas que había visto, las transformaba en cuentos. Ese fue el origen de mi predisposición a narrar, que después trasladé a la literatura.
-¿Y después?
-Empecé a estudiar la carrera de técnico en corrección de texto, para iniciarme en el periodismo, entrar a algún periódico. Y eso vino acompañado de un descubrimiento de la literatura iberoamericana. Me acuerdo de que por esa época comencé a leer autores iberoamericanos. Me inicié con (Mario) Vargas Llosa, y con una novelita del tamaño de La guerra del fin del mundo, que para mi es una de las más grandes novelas épicas que se hayan escrito en nuestro continente.
-¿Cambió su visión, al contar con estos nuevos elementos?
-Allí tuve un profundo cuestionamiento de todo lo que había escrito hasta ese momento. Y empecé con un cuento que, después, sobre la base de esta crítica feroz que yo siempre me hago, vi que estaba muy mal escrito como cuento y que quedaba para una historia más amplia. En la sintaxis, en el tratamiento del tema, en la comunicación entre el lector y el autor. Empecé a descubrir todos los defectos, algunos rescaté.
Con, La dama de cristal, Acevedo Díaz terminó ganando el premio Casa de las Américas (La Habana, Cuba), de novela, en 1999. Fue finalista de varios certámenes nacionales e Internacionales. También escribió la novela Grupo de Elite. Ambas novelas son consideradas por el autor "muy políticas". Y en teatro escribió Crónicas un tanto extrañas y Jaque a la dama.
Zelmar hace todo el proceso, salvo imprimirlo. Arma en la computadora los originales, los pliega, los compagina y los abrocha. "El imprentero me da las hojas en las cajas y yo lo armo. Un tratamiento del autor al lector es imposible. No hay puentes", explica y sigue la conversación
-¿Cómo es que llega a los trenes?
-Lo que ocurrió fue que me presenté en todas las editoriales y periódicos y nadie me respondió. Después iba a estudiar encuadernación industrial y había dos muchachos anotados y no se dio. Me comuniqué con un encuadernador artesanal y trabajé un año con él, le ofrecí trabajar gratis a cambio de aprender el oficio. Y me puse a trabajar.
-Estaba en plena búsqueda...
-Entonces, en el año 91 aparecen colecciones y fascículos, con lo cual de diez o quince tomos que recogía en la bicicleta por los quioscos pasaron a ser 100 por día. Me asocié con un primo con taxi, la cuestión es que tuve un taller de encuadernación como 15 años. Me fue bien, pero se vio afectada mi literatura. Eso me molestó mucho. Cuando dejaron de sacar los fascículos el taller quebró.
-Era empezar todo de nuevo...
-Me vi desocupado pero no me desesperé, porque con tantos oficios y además con energía. Y se me ocurrió. Empecé a imprimir mis cuentos. Al principio salí a venderlos a la calle, en Corrientes y San Martín, en la Capital. Pero a cada persona que me acercaba era como si me acercara armado para arrinconarlo contra la pared. Después los ofrecí en los bares, en esta misma zona. Pero la gente estaba en otra, charlando, no leían. Y una noche me pregunté ¿qué pasará en los trenes? Que la gente allí no hace nada, mira por la ventanilla, lee, habla por teléfono, pero está más predispuesta a hojearlos a ver de qué se trata.
-¿Cuáles son sus mejores lectores?
-Los jóvenes tienen la frescura de indagar en cosas muevas. Me impresiona hasta el día de hoy que paso por los vagones a recoger los cuadernillos o a cobrar, ver a la gente leyendo. Algo que por regla general el autor no tiene la oportunidad de presenciar. O cuando uno te dice que se pasó de estación leyendo. Es muy satisfactorio.
-¿Es de hablar con los pasajeros-lectores?
-La gran sorpresa fue cuando me vuelvo a encontrar con los pasajeros y empiezo a enterarme de cosas, comentarios, preguntas, criticas. Algunos me dicen que retomaron la lectura que era un hábito que habían perdido. Me dicen que no son lectores.
-¿Cómo planeó la venta?
-Desde el principio encaré una venta muy personalizada, asiento por asiento, no es que me puse a gritar desde una esquina para que se supiera que no ofrecía un panfleto evangelista o un volante publicitario, sino un cuento. Y empecé a trabajar de noche vendiendo cuando los otros se están yendo, más tranquilo. Hay clima menos denso que de día con los otros vendedores, que cuidan su lugar como un espacio vital. Los trenes están más descongestionados. Puedo transitar en el vagón. Permanentemente produzco e imprimo.