viernes, 27 de diciembre de 2013

Un cuento de Navidad de Anton Chéjov

Un regalo de Navidad de parte de Editorial El Aleph.

En la siguiente página, podrá descargar el libro, en formato PDF, ePub y Mobi, y tal vez pueda volver a regalarlo a familiares y amigos: http://www.elaleph.com/felicesfiestas.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Presentación de libros en la Biblioteca de Olivos

Marisa Calegari y Alberto Márpez.
El miércoles pasado se realizó en la Biblioteca de Olivos la Presentación de los Libros:
“Nuevos Secretos de la Ley de Atracción” y “Xiang Gong, El Arte Chino de la Salud Total”, de la editorial Lea, por los autores: Marisa Callegari y Alberto Márpez.

Fue un momento muy emocionante y ameno donde los autores charlaron y contaron las anécdotas de como se escribieron los libros y compartieron un brindis con todos los invitados.

Ya es el sexto libro publicado, y además adelantaron que para mediados del 2014 van a seguir escribiendo, esta vez la temática será de Yoga Bioenergético, que estará enfocado a eliminar tensiones y emociones negativas en la vida cotidiana.

Las publicaciones pueden adquirirse en la Biblioteca y en todas las librerías más importantes del país. Informes: 4794-7655.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Taller de escritura con ritmo de carnaval



El taller de escritura del Ateneo Popular Esteban Echeverría, coordinado por la escritora Nora Medan, presentó su octava antología anual, este año dedicada a los carnavales, de allí su título, Hechizos de Carnaval. La antología presenta cuentos y poemas de quince autores que concurren al taller. La presentación se realizó el viernes último en el auditorio del Ateneo, donde además se entregó el premio Esteban Echeverría, al músico, Antonio Varela, vecino de Tigre.

Más de doscientos invitados concurrieron el viernes último a la presentación de la antología, Hechizos de Carnaval, con cuentos y poemas de quince autores que concurren al taller de escritura del Ateneo Esteban Echeverría, coordinado por la escritora Nora Medan.

La presentación de la publicación se realizó en el auditorio del Ateneo (25 de mayo 1168); es la octava del espacio literario que, además, mensualmente edita un boletín digital con información literaria, biografías de escritores, efemérides y producciones del taller.

El taller literario del Ateneo funciona entre marzo y diciembre, los viernes de 17.30 a 19.30, no hay restricciones para ingresar, está pensado para la participación de adultos, y la inscripción permanece abierta todo el año, informó Medan en charla con Prensa Libre.

En el editorial del último boletín Medan señaló que con las antologías “comenzamos un viaje donde pudimos conectarnos con la lectura, la literatura, y por sobretodo la camaradería, y quizás con un poco de locura, porque sin locura la mano no escribe”.

Amenizaron el lanzamiento la cantante, Adriana Tagliafico, y el grupo de percusión, Tambores de ensueño, que presentó un colorido espectáculo con vestuario y escenografía afín con la temática carnavalera propuesta por los escritores.

Desde ese día también se pueden ver en el Ateneo las obras de la artista plástica, Ángela Damnotti -este año alrededor de 40- que es una de las concurrentes al taller de escritura y durante el año va recreando con el pincel los temas del taller de escritura.

Además de la antología y el marco musical durante la fiesta del taller de escritura se entrega el premio Esteban Echeverría, a vecinos destacados, y este año el galardón fue para el músico, Antonio Varela, concertista de guitarra y docente en el Conservatorio Filosinger, de Gral. Pacheco.

viernes, 6 de diciembre de 2013

RECOMENDADO: NARRADORES DE HOY (Centro Editor de América Latina).

* por Daniel Ortiz (Biblioteca Sudestada)

A partir de 1971 el Centro Editor de América Latina de Boris Spivacow puso a los kioscos y librerías una colección de narrativa contemporánea denominada Narradores de hoy. Libros semanales de edición y encuadernación sencilla –con menos diplomacia: de material de baja calidad- pero que ponían al alcance del gran público a lo más nuevo que producía la literatura universal. Y también ponía al alcance de autores muchas veces noveles o poco reconocidos, a un enorme público que de otra manera no los hubiera conocido. Sus tapas eran de una calidad artística excepcional y de vanguardia.

Germán Rozenmacher

Se publicaron ochenta y dos títulos, y muchos de esos libros fueron primeras ediciones o bien, a la postre, únicas ediciones hoy inhallables. Por eso la alegría de los voluntarios de la Biblio que al revisar una donación recién llegada se encontraron con dieciocho ejemplares de esta colección, en perfecto estado de conservación, lo que suele ser difícil cuando uno tiene la suerte de hallar a estos libros en una batea de libros usados de la Avenida Corrientes.
El director de la colección, Luis Gregorich, la armó según su gusto y, como ha referido, “le llevaba las listas de nombres a Boris y él nunca hizo ninguna objeción.” Así armó un catálogo cuya mitad eran autores nacionales. Y de los autores de lenguas extranjeras podríamos destacar la nota de color de que algunos fueron traducidos por Kordon, Pizarnik o el mismo Gregorich.

Entre los libros hallados hay algunos autores que luego fueron muy conocidos, pero que por los principios de los setenta, en plena dictadura, eran jóvenes con cierta trayectoria pero poco publicados: pongamos en esta lista a los nacionales Liliana Hecker, Vicente Battista o el algo más maduro Andrés Rivera; y a su lado, a algunos autores de lenguas europeas ya conocidos como Alfred Jarry, Arnold Wesker o Marguerite Duras. También, autores desconocidos en Latinoamérica, como el neoyorquino William Melvin Kelley (“joven escritor negro” dice la contratapa) cuya primera novela Un tambor diferente se tradujo y publicó en la colección cuando ya había editado en inglés otros cuatro títulos.

Pero entre los libros recibidos los hay también de muy buenos autores que no consiguieron, luego, engrosar el canon literario nacional, y cuyas obras no han sido reeditadas. Mencionemos entre ellos a El fideo más largo del mundo, de Bernardo Jobson o a Los trabajos nocturnos de Amalia Jamilis. Y, en el caso de otros autores, como Adolfo Colombres o Ricardo Feierstein, si bien reconocidos y premiados, no resultan de conocimiento masivo. Pero todos tuvieron cabida en esta colección.

En la Biblio contamos con más ejemplares de Narradores de hoy: es el caso de Renacimiento negro, de Langston Hughes, Cuentos completos, de Germán Rozenmacher (el primer volumen de la colección), Los avispones, de Peter Handke, Con otra gente, de Haroldo Conti, Cuerpo presente y otros cuentos, de Augusto Roa Bastos y probablemente se nos escape algún título entre nuestros casi 7500 ejemplares.

Podríamos también lamentar a los autores cuyos libros de esta colección nos faltan: Manauta, Kordon, Moyano, Costantini, Tizón y otros menos conocidos que me permito recomendar: Pablo Urbanyi (Noche de revolucionarios), Valentín Fernando (Baldío al sur) y Jorge Riestra (A vuelo de pájaro).

En mayo de 1973 se publicó el último libro de esta colección: Reina del Plata, de Bernardo Kordon. No lo tenemos, pero no desesperamos.

* Daniel Ortiz
Biblioteca Sudestada
Aristóbulo del Valle 1631 - Florida - Tel: 4796-1286 E-Mail: bpsudestada@yahoo.com.ar - Web: http://www.bibliotecasudestada.com.ar/.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Eduardo Wilde: en el centenario de su fallecimiento

Por Jorge J. Cortabarría*

Nació como José Eduardo Wilde el 15 de junio de 1844, en Tupiza, Bolivia, donde se exiliaron sus padres tras las derrotas de Lavalle y Lamadrid ante Rosas, y falleció en Bruselas el 5 de septiembre de 1913.

Su abuelo paterno, Santiago Spencer Wilde, fue un inmigrante irlandés, en tanto que su padre, Diego William Wilde, fue médico y militar argentino que guerreó por la independencia. Su tío José Antonio Wilde (1813-1885) también fue médico y escritor, recordado por su libro “Buenos Aires desde setenta años atrás”. Su madre, Visitación García, era tucumana y su hermana de Fortunata García de García, la heroína que retiró de la pica la cabeza sangrante de Marco M. Avellaneda, padre del futuro presidente Nicolás Avellaneda.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, fundado por el general Justo José de Urquiza, donde conoció y se hizo amigo de Julio A. Roca, Olegario V. Andrade, Victorino de la Plaza y otros.
Contrajo matrimonio con Guillermina Oliveira César, cuando ella tenía 15 años y él 40. Ella era hermana de Ángela Oliveira César.
Arribó a Buenos Aires para desempeñarse como profesor de Matemática en la Escuela de Artes y Oficios. Por esa época empezó a colaborar en el diario “La Nación Argentina”, en la sección “Crónica local”. Posteriormente, en 1864, comenzó a trabajar en “El Mosquito”, famoso periódico de sátira política, en que firmó con seudónimos.

En 1864 inició sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, de donde egresó como doctor en Medicina en 1870, con una tesis premiada sobre “El Hipo”. Antes de recibirse interrumpió sus estudios para ayudar contra la epidemia de cólera de 1867-1868 y para desempeñarse como cirujano del ejército en la Guerra del Paraguay.
En 1865, Wilde se sumó a la Redacción de “El Nacional” y posteriormente a otros órganos de prensa.
En 1867 consiguió el puesto de director del “Boletín Oficial”, empleo que perdió tiempo después a causa de sus críticas al gobernador Adolfo Alsina.
En 1871 descolló en la lucha contra la epidemia de fiebre amarilla declarada en Buenos Aires. A causa de su lucha contra ese mal, lo contrajo.
En 1873 fue designado catedrático de Anatomía en la Facultad de Medicina de la UBA y director del diario porteño “La República”, desde cuyas columnas defendió el proyecto de parquización de Palermo. Después fue puesto al frente del Departamento de Higiene y Obras de Salubridad de la Nación. Por esos años, publicó “Lecciones de higiene” y “Lecciones de medicina legal y toxicología”.
Integrante del Partido Autonomista Nacional, en 1874 resultó elegido diputado provincial. Fue diputado nacional entre 1875 y 1879.
Crítico severo y tenaz del general Bartolomé Mitre, en 1880 apoyó la candidatura presidencial del general Julio Argentino Roca. Por ese tiempo colaboró en los diarios “La Tribuna”, “El Libre Pensador”, “El Nacional” y “El Diario”, de Buenos Aires.
En 1882 el presidente Roca le confió el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y bajo su dirección se sancionó, en 1884, la ley 1.420, de educación laica, gratuita y obligatoria, inspirada en la prédica de Domingo F. Sarmiento. Como ministro, creó numerosas escuelas, impulsó la fundación de un Observatorio Magnético en Córdoba y de un instituto de sordomudos, transformó en Hospital Escuela (actual Hospital de Clínicas) al antiguo Hospital de Hombres de Buenos Aires y cooperó en la sanción de los códigos de Minería y Penal.

Durante la presidencia de Miguel Juárez Celman (1886-1890), Wilde fue ministro del Interior hasta que dimitió en 1889 por discrepancias con el jefe del Estado respecto de una intervención federal. En el desempeño de este cargo, combatió la epidemia de cólera de Buenos Aires de 1886, creó el Hospital Fernández y el Instituto Bacteriológico de la Asistencia Pública, y aprobó el proyecto del futuro Teatro Colón, que se inauguró en 1908. En 1887 consiguió que se sancionara su proyecto de obras de aguas corrientes y de salubridad de la Capital Federal.
Intervino entusiastamente en el debate de la, a la postre, Ley de Matrimonio Civil, sancionada en 1888.
Tras su dimisión, Wilde viajó por primera vez al exterior y recorrió Europa (incluso Rusia) y Estados Unidos; publicó sus impresiones en “Viajes y observaciones” (inicialmente en el diario porteño “La Prensa” y después en un libro editado en 1892).

Combatió duramente la política del presidente Luis Sáenz Peña (1892-1895) y se mantuvo fuera del país entre 1892 y 1898, viajando por Europa, China, Japón, África, Chile, Perú, cuyos relatos recogió en su libro “Por mares y por tierras”, de 1899.
Presidió el Departamento Nacional de Higiene desde 1898, durante la segunda presidencia de Roca y, entre otras cosas, organizó una expedición médica dirigida por el doctor Carlos Malbrán al Paraguay para ayudar a combatir la peste bubónica en Asunción.
En 1900 fue nombrado ministro plenipotenciario ante los Estados Unidos y al año siguiente fue enviado a España y posteriormente a Bélgica, donde expiró desempeñando dicho cargo en Bruselas. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta. Alguna vez dijo que a su muerte quería que su esqueleto fuera colocado en una vitrina para poder seguir a través del vidrio la marcha de la vida humana.
Agnóstico, positivista, laicista y librepensador, fue proteccionista en lo económico.
En sus últimos años lo ganó el pesimismo y el escepticismo. Por ejemplo, dijo: “El hombre es un sujeto cuyo destino es ser engañado por las mujeres, por los amigos y por los demás hombres”; “la longitud de la vida se mide por el número de decepciones, sobre las cuales no hay experiencia que valga”.

El Hospital Municipal Dr. Eduardo Wilde, de la ciudad de Wilde (en el partido bonaerense de Avellaneda, y denominada así, se cree, en honor a su tío José Antonio Wilde), lleva su nombre.
Como escritor, Eduardo Wilde fue un fino prosista, pero de textos cortos, por lo que se lo considera uno de los principales exponentes de la “prosa fragmentaria” argentina decimonónica. Entre sus libros literarios se destacan “Tiempo perdido” (1878, que recoge textos médicos, literarios y políticos) y “Prometeo & Cía.” (1899). Entre sus relatos descuellan “La lluvia” (1880) y “Tini” (1881).

En su libro “El lenguaje de los argentinos”, Jorge Luis Borges escribió sobre Wilde: “fue autor de muchas páginas quizá inmortales y hasta de un folleto sobre álgebra y otro sobre gramática; habilidosa y viva universalidad, más parecida a la de Quevedo que a la especulativa de Goethe”. Y agregó: “Hay hombres soslayados y chúcaros… cuya total aventura humana es la de su obra: hay otros de vida cargada, cuya escritura es apenas un rato largo, un episodio de sus pobladísimos días. Wilde fue uno de ellos.” Según Borges, Wilde fue un “prosista criollo” fino y de garra, pero “sin dragonear jamás de paisanos ni de compadres, sin amalevarse ni agaucharse sin añadirse ni una pampa ni un comité”.

* Jorge J. Cortabarría, abogado, doctor UBA, historiador lujanense
[Publicado en
 Agencia ciudadana, de Luján]


De extrema urgencia: Algo más que palabras

Víctor Corcoba Herrero
Tenemos que acabar con la corrupción antes de que acabemos todos formando parte de ella. Con extrema urgencia, debemos luchar por un mundo más limpio de corazón, más auténtico y con mayor encarte de transparencia, que nos aleje de la podredumbre avasalladora, para asegurar el valor de la vida humana. De una vida con dignidad al menos. No es cuestión de legislar más. Muchas son las leyes en un hábitat descompuesto. Es cuestión de generar otras conciencias, otras culturas, otros pensamientos más respetuosos con el ser humano. La situación me repele. Nadie respeta a nadie que no sea poder. Nadie considera a nadie que no tenga mando. Hemos convertido el planeta en una selva de potestades. Sálvese el que pueda. Los ríos de violencia desprecian la sonrisa de un inocente. Cada día son más los ciudadanos que caminan con la tristeza como compañera de viaje. Y no es por vicio. Las desigualdades son cada vez más patentes. El potencial de falsedades nos dejan sin aliento. Cuando se vive en la mentira permanente se disipa la alegría, porque no hay verdad que nos gobierne.

En la actualidad, nos asfixia el nivel de perversión dominador. No podemos más. Son tan descaradas sus redes  que nos hemos dejado atrapar en sus miserias. Somos verdaderos esclavos de unas finanzas que nos devoran. Es el mayor obstáculo al crecimiento humano. Se estima que las naciones en desarrollo pierden entre veinte y cuarenta mil millones de dólares al año a causa de este delito. Hemos llegado a una degradación tan acusada que resulta difícil salir ileso de este perverso mercado, donde todo producto, incluida la vida humana, tiene su precio. Los hay que lo tienen todo y valen por ello una fortuna. Los hay que no tienen nada y valen por ello la exclusión. Aún hay más. Los hay que no tienen nada donde caerse vivos, y son catalogados por esta farsante sociedad del conocimiento, como productos de desecho. Sobran en todos los sitios. Nadie los quiere. Ni para explotarlos. Son la basura entre la basura, aunque tengan corazón, y sean de los nuestros, de nuestra propia especie humana. ¿Cómo hemos podido llegar a este grado de perversión?. El mercado es el que selecciona, el que provoca la inclusión o no, el que elimina, el que traza un estilo de vida a su capricho e intereses. No se puede caer más bajo, ciertamente.

Lo más importante ahora, es despertar, para poder escuchar el drama de tantas vidas truncadas, los clamores de tantas existencias perdidas, la angustia de tantos seres humanos muertos de miedo. Nos hemos dejado engatusar por palabras vacías y el daño social no tiene precedentes. Es el mal cristalizado en instituciones y dirigentes. El control de los Estados encargados de velar por el bien colectivo, de toda la especie en suma, no ha sido tal. El afán de poder y de dominar no conoce límites en muchos cabecillas. Esta es la bochornosa realidad. Sus lamentables efectos están ahí, triturando ciudadanos como si fueran objetos de deseo. Sin duda, la política, convertida hoy en un espectáculo de charlatanes, también ha dejado de ser una ventana de servicio para convertirse en el mayor escaparate de negocios, en la más rentable de las empresas. Para más desasosiego, también las gentes de pensamiento se han dejado adormecer por la indiferencia. La potencia intelectual se ha acomodado al servilismo, a las migajas recibidas, y es incapaz de plantarle voz a un poder sin alma, embriagado por el exceso de poder, y al que nadie le llama al orden.

Y cuando digo de poner las cosas en orden, me estoy refiriendo a ponerlas al servicio de todos los ciudadanos, sin distinción alguna. Por otra parte, si en verdad lográsemos una situación de transparencia óptima, estoy convencido que el bienestar social se globalizaría más pronto que tarde, y con ello, retornaríamos a los regocijos que ahora no tenemos, en parte, por la saturación de inmoralidades que nos injertan en vena a diario los altares corruptos.
               
                Víctor Corcoba Herrero/ Escritor

27 de noviembre de 2013