viernes, 26 de febrero de 2010

El cuento: de los orígenes a la actualidad (14) por Roberto Brey



14

Guy de Maupassant (1850-1893)


Maupassant se destacó por sus cuentos, tanto los naturalistas, inspirados por Zola, como los de género fantástico.
Según dice el crítico Jaime Rest: “Quienes opinan que Poe ‘cerró’ el cuento, en su afán de crear una atmósfera de sortilegio y premonición, piensan que Maupassant contribuyó a su ulterior ‘apertura’, mediante una adecuada dosis de realismo.”

Después de una infancia y adolescencia muy apegada a su madre (que sufrió una temprana separación), Maupassant asistió al mismo liceo en Ruan que Gustave Flaubert, al que conocería luego en 1867. Flaubert, quien lo tomó bajo su protección (tal vez jugando cierto papel de padre ausente), le abrió la puerta de algunos periódicos y le presentó a Iván Turgéniev y Emilio Zola.

El escritor viaja a París tras la derrota francesa en la Guerra Franco-Prusiana de 1870 (donde participó en el ejército) y trabaja como funcionario en varios ministerios (la atmósfera kafkiana del ministerio le inspirará “L'Heritage”), hasta que publica en 1880 su primera gran obra, “Bola de Sebo". El relato, con gran influencia de Flaubert, fue ponderado por éste.

Autor de multitud de cuentos y relatos (más de 300), sus temas favoritos son los campesinos normandos, los pequeños burgueses, la mediocridad de los funcionarios, la guerra franco prusiana de 1870, las aventuras amorosas o las alucinaciones de la locura: “La Casa Tellier” (1881), “Los cuentos de la becada” (1883), “El Horla” (1887). Este último es uno de los muchos cuentos de terror, que algunos reconocen a la altura de Edgar Alan Poe, y donde se ve la figura obsesiva y lo sobrenatural: “¿Quién sabe?”, “La noche”, “La cabellera”, son algunos de ellos.

Sus novelas fueron: “Una vida” (1883), “Bel-Ami” (1885), “Mont-Oriol” (1887), “Pierre y Jean” (1888), “Fuerte como la muerte” (1889) y “Nuestro Corazón” (1890).
La enfermedad venérea hereditaria que padecía su familia, y que lo llevará a la locura y a la muerte, tal vez haya sido también inspiración para algunos de sus relatos.

La crítica
Muchas veces Maupassant se mostraba disgustado con sus críticos. Para él, un crítico debía ser: “sin prejuicio alguno, ni opiniones preconcebidas, sin ideas de escuela, sin compromisos con ningún grupo de artistas”. También esperaba: “que comprenda, distinga y explique las tendencias más opuestas, los temperamentos más contrapuestos y admita las más diversas búsquedas del arte”.

Tal vez fuera mucho pedir, pero evidentemente era casi una obsesión, que lo llevó a escribir un largo prólogo en la novela “Pedro y Juan”. Allí se preguntaba: “¿Existen reglas para escribir una novela?”. Y se contestaba: “…lo que debería hacer un crítico inteligente es buscar aquello que menos se parece a las novelas ya escritas y estimular todo lo posible a los jóvenes para que emprendan nuevos caminos.”

Convencido de que el talento “procede de la originalidad, que es una manera especial de pensar, de ver, de comprender y de juzgar”, decía que el crítico debía “descubrir y alabar incluso los libros que no le satisfacen como hombre, pero que debe comprender como juez.” Y se quejaba de que ellos no fueran “más que lectores, y el resultado es que nos censuran casi siempre erróneamente o que nos elogian sin reserva y sin tino.”

Si el lector busca “satisfacer la tendencia natural de su espíritu”, decía, “pide al escritor que responda a su gusto predominante.” Y concluía: “Tan sólo algunos espíritus selectos piden al artista: «Escriban algo bello, en la forma que mejor les cuadre, según su temperamento.» El artista lo intenta y triunfa o fracasa.”

El realismo
Luego, en el mismo prólogo, Maupassant defiende su estilo: “…tras las escuelas literarias que han querido darnos una visión deformada, sobrehumana, poética, enternecedora, encantadora o soberbia de la vida, vino una escuela realista o naturalista que pretendió indicarnos la verdad, nada más que la verdad y toda la verdad.”
Pero le aclara a los críticos: “Echarle en cara (al escritor) que vea las cosas hermosas o feas, pequeñas o épicas, graciosas o siniestras, es como reprocharle estar configurado de tal o cual manera y no tener una visión que concuerde con la nuestra.”

Y allí mismo planteaba su visión de los diferentes estilos en pugna en la época:

“El novelista que transforma la verdad constante, brutal y desagradable, para lograr una aventura excepcional y seductora, debe, sin preocuparse demasiado por la verosimilitud, manejar a su antojo los acontecimientos, prepararlos y arreglarlos para complacer al lector, emocionarle o enternecerle. El plan de su novela no es más que una serie de combinaciones ingeniosas que conducen con habilidad al desenlace. Los incidentes se disponen y dirigen hacia el punto culminante, y el resultado final, que es un acontecimiento capital y decisivo, debe satisfacer todas las curiosidades excitadas al principio, poniendo un limite al interés y acabando de una manera tan completa la historia relatada, que ya no se desee saber qué les ocurrirá en el futuro a los personajes más sobresalientes.
En cambio, el novelista que pretende darnos una imagen exacta de la vida debe evitar cuidadosamente cualquier encadenamiento de hechos que pudiera parecer excepcional. Su finalidad no estriba en contarnos una historia, divertirnos o entristecernos, sino en forzarnos a pensar, a comprender el sentido profundo y oculto de los sucesos. A fuerza de observar y meditar, mira el universo, las cosas, los hechos y los hombres de cierto modo que le es
peculiar y que se deriva del conjunto de sus observaciones meditadas. Esta es la visión personal del mundo que intenta comunicarnos reproduciéndola en un libro.
Para conmovernos, como le ha conmovido a él mismo el espectáculo de la vida, debe reproducirla ante nuestros ojos con escrupulosa semejanza. Por lo tanto, deberá componer su obra de una manera tan hábil, tan disimulada y en apariencia tan sencilla, que sea imposible adivinar e indicar el plan, descubrir sus intenciones.
(…)
Por lo tanto, la habilidad de su plan no consistirá en la emoción o el hechizo, en un comienzo atractivo o en una catástrofe emocionante, sino en la hábil agrupación de pequeños hechos constantes, de donde se desprenderá el sentido definitivo de la obra. Si hace caber en trescientas páginas diez años de una vida para demostrarnos cuál ha sido, en medio de todos
los seres que la han rodeado, su significación particular y muy característica, deberá saber eliminar, entre los innumerables y menudos hechos cotidianos, todos los que le resulten inútiles, y destacar de una manera especial todos aquellos que pasarían inadvertidos para observadores poco perspicaces y que proporcionan al libro su interés y su valor de conjunto.


(…)
En resumidas cuentas, si el novelista de ayer escogía y relataba las crisis de la vida, los estados agudos del alma y del corazón, el actual novelista escribe la historia del corazón, del alma y de la inteligencia en estado normal. Para producir el estado que persigue, es decir, la emoción de la simple realidad, y para hacer resaltar la enseñanza artística que pretende descubrir, o sea la revelación de lo que es verdaderamente a sus ojos el hombre contemporáneo, deberá emplear tan sólo hechos de una verdad irrecusable y constante.”


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martes, 23 de febrero de 2010

Soy transparente

Ana María Manceda, nuestra colaboradora de hoy, nació en Tucumán y hace treinta y tres años vive en la Patagonia Argentina (San Martín de los Andes). Trabajó como docente y hoy es escritora, con varios libros publicados y numerosos premios.
Este poema recibió mención de honor en “Junín País 2003”.
Más detalles en: www.buceandoenelinfinito.blogspot.com

Soy transparente
no porque sea bella
etérea, luminiscente,
soy transparente
porque soy mamá
de un hijo adolescente.

El vaga por la casa
repartiendo de forma dadivosa
calzones, medias, zapatillas.
soberbia juventud sonámbula
no me ve, no me oye
pasa a mi lado
de figura de fantasma
dejándome la estela
del perfume a esperanza.
y se prende, mi amor
en ese aroma.

Yo sé
que estoy sembrando semillas
que germinarán
cuando él sea padre,
mientras tanto
desde mi transparencia
armo todo los días
este hogar de plantas
perros y gatos.

Soy transparente
tengo un hijo adolescente
pero sé
que en la historia de mi vida
esto es solo un rato.


Ana María Manceda

lunes, 22 de febrero de 2010

Falleció Martha Mercader

Martha Mercader falleció el miércoles 17 de febrero en la Ciudad de Buenos Aires. Escritora, autora, ensayista y política, sus restos fueron inhumados en el Panteón de Actores, en la Chacarita, el jueves. El 27 de febrero de 1927 nació en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires. Fue socia de Argentores por 43 años.

En 1948 se recibió de Profesora de Enseñanza Media de Inglés en la Universidad Nacional de La Plata, y en 1953 en la misma universidad obtuvo el título de Traductora Pública Nacional. En 1949 gana una beca del Consejo Británico que le permite conocer Europa, recorriendo Londres, París y Madrid.

Es en Madrid donde conoce a Juan Benet y a los correligionarios políticos (anarquistas) de Nicolás Sánchez Albornoz (con quien se casa en 1952, tiene dos hijos y se divorcia en 1960). De 1984 a 1989 vivió en España, donde fue directora del Colegio Mayor "Ntra. Señora de Luján de Madrid" (Min. de Educación de Argentina).

Además de su carrera en el campo de las letras -escribió novelas, cuentos y obras de -teatro, así como también ensayos, guiones para radio y televisión y trabajos periodísticos- Mercader se desempeñó como funcionaria en el campo de la cultura y tuvo actuación política.

Fue Directora de Cultura de la Provincia de Buenos Aires entre 1963 y 1966, y diputada nacional entre 1993-1997 por la Unión Cívica Radical. Su obra literaria más conocida es "Juanamanuela, mucha mujer" que vendió más de 100.000 ejemplares.

La obra

Teatro
. 1976 "Una corona para Sansón".
. 1982 "Amor de cualquier humor".

Televisión
. 1966 "Los cuentos de Tía Ñaupa"
. 1967 "Teleteatro del niño y su mundo"
. 1969 "Cosa Juzgada" (con Juan Carlos Gené)
. 1982 "Rostros de perfidia"
. 1982 “La jaula de la lujuria"

Radio
* 1966 "Mientras se hacía la patria"
* 1966 "Los cuentos de Maricastaña:

Cuentos
. 1966 "Octubre en el espejo".
. 1982 "De mil amores".
. 1982 "La chuña de los huevos de oro".
. 1983 "Decir que no".
. 1989 "El hambre de mi corazón".

Novela
. 1973 "Los que viven por sus manos".
. 1976 "Solamente ella".
. 1980 "Juanamanuela, mucha mujer".
. 1984 "Belisario en son de guerra".
. 2000 "Donar la memoria".
. 2001 "Vos sabrás".

Ensayos
. 1965 "Cultura. Problema político de la Provincia de Buenos Aires".
. 1992 "Para ser una mujer".

Cuentos para niños
. 1976 "Conejitos con hijitos".
. 1978 "Fuga".
. 1983 "Cuentos de un dormilón".
. 1984 "Una abuela y ciento veinte millones de nietos".
. 1997 "De amistades y encuentros".

Premios
. 1984 Premio Konex Diploma al Mérito en Literatura para Niños

viernes, 19 de febrero de 2010

El cuento: de los orígenes a la actualidad (13) por Roberto Brey


13

Flaubert

Para seguir con los franceses de la época, no se puede dejar afuera a Gustavo Flaubert (1821-1880), cuya obra cumbre fue la novela “Madame Bovary” (1856) Por entonces estaban en su apogeo los viajes de todo tipo (el desarrollo de los medios de transporte los hacía posibles), y por ende los relatos de viajeros. Por otra parte, el avance de la instrucción pública (y el crecimiento de la empresa periodística) permitía fenómenos como la novela por entregas y el folletín, al que muchos escritores estaban abocados, en una tarea casi esclavizante.

De familia adinerada, el padre de Flaubert, Aquiles, era un cirujano de renombre, librepensador y de carácter enérgico. En su clínica Gustavo conoce el sufrimiento y la muerte y desarrolla una sensibilidad especial, que le traería serios inconvenientes cuando ingresa al liceo. Esos años se verían reflejados en su “Memorias de un loco” donde expresa: “Esa sociedad infantil es tan cruel con sus víctimas como la otra pequeña sociedad, la de los hombres. Igual injusticia de la muchedumbre, igual tiranía de los prejuicios y de la fuerza (…) Allí fui ofendido en todos mis gustos: en clase, por mis ideas; en los recreos, por mis inclinaciones al salvajismo solitario. Desde entonces me convertí en un loco.”

En esta primera época se destacan sus cuentos de diferentes géneros, dramas, autobiografía y relatos de viajes. En 1845 inicia la escritura de su primera novela: “La educación sentimental”, mientras la época de “libertad” en Francia concluye con el aplastamiento de la revolución de 1848, cuando los obreros parisinos exigen el establecimiento de la República y el sufragio universal.

Desilusionado de muchos de sus amigos que eligen el privilegio antes que la justicia, se acentúa su aislamiento y se retira al campo donde empezaría a escribir su obra más famosa: “Madame Bovary”, que publica en seis entregas en la “Revista de París”. Un año después deberá sufrir un juicio por inmoralidad del que es sobreseído. Para el escritor y crítico Eduardo Romano la novela constituye: “una violenta réplica a toda la tradición de la narrativa sentimentalista y confesional y una declaración de principios antirromántica que abre una brecha de objetividad y precisión científica que será llevada a su última consecuencia por los naturalistas, si bien con menor cuidado estético que Flaubert.”

Madame Bovary (fragmento)
"Emma, que le daba el brazo, se apoyaba un poco sobre su hombro, y miraba el disco del sol que irradiaba a lo lejos, en la bruma, su palidez deslumbrante; pero volvió la cabeza: Carlos estaba allí. Llevaba la gorra hundida hasta las cejas, y sus gruesos labios temblequeaban, lo cual añadía a su cara algo de estúpido; su espalda incluso, su espalda tranquila resultaba irritante a la vista, y Emma veía aparecer sobre la levita toda la simpleza del personaje. Mientras que ella lo contemplaba, gozando así en su irritación de una especie de voluptuosidad depravada, León se adelantó un paso. El frío que le palidecía parecía depositar sobre su cara una languidez más suave; el cuello de la camisa, un poco flojo, dejaba ver la piel; un pedazo de oreja asomaba entre un mechón de cabellos y sus grandes ojos azules, levantados hacia las nubes, le parecieron a Emma más límpidos y más bellos que esos lagos de las montañas en los que se refleja el cielo. (...)Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. "

Como buen romántico, Flaubert estaba en contra de la sociedad burguesa de la época, aunque eso, de ninguna manera lo convertía en un revolucionario. Su animadversión era contra las ‘costumbres’ burguesas, no contra el régimen social.
Los románticos no publicaban para los “burgueses” sino, como diría Flaubert en una de sus cartas, “para amigos ignorados”.

Pero como bien analizaría el filósofo ruso G. Plejanov en una de sus conferencias en 1912, esa “insurrección” de los románticos no tendría consecuencias políticas, pero si narrativas. Flaubert fue uno de los realistas franceses que desterró los personajes artificiosos. “Hay que considerar a los hombres –dice- como se considera a los mastodontes o a los cocodrilos”. Por eso los suyos son verdaderos estudios científicos de los personajes. Claro que esa objetividad literaria la perdía en el ámbito social. En una carta a la escritora George Sand le diría: “Con el sufragio universal el número prevalece sobre la inteligencia, la instrucción, la raza e incluso el dinero, que vale más que el número”.

Flaubert influyó en forma notable sobre muchos escritores. Uno de ellos fue Emilio Zola, que lo reconoció como un modelo para los naturalistas. Otro fue Guy de Maupassant (1850-1893), quien sería una especie de continuador.
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martes, 16 de febrero de 2010

Poema para el bicentenario


María Catalina Pugliese, la colaboradora de hoy, tiene tres libros publicados y es socia de la Sade Delta Bonaerense


Sin olvido

Homenaje a mi país, en el año del Bicentenario


Un país sin libertad, un lugar a ciegas.
Un país sin ley justa, un doloroso juego,
sin respeto al presente ni cuidado al porvenir.

Un país sin derechos, un atropello a la vida,
a la propiedad, a la creación…
Nos dejaron desnudos, de confianza, de sueños.
Nos robaron trabajos, proyectos, dignidad...
Estamos inseguros, doloridos, resistiendo…

Comenzó el milenio con presagios negros,
ollas vacías y cacerolas ardientes…
El miedo, el terror pavoneó por la calle,
con descarado furor…Y se quedó …
Miramos al hermano con recelo y de reojo
paranoicos y secos.

Repongamos energías, resistamos atentos,
no olvidemos a los muertos…
a los muertos vivos y a los muertos muertos.
Que sean buenos tiempos, reales buenos tiempos,
para todos dentro y para todos fuera,
de ésta la casa Argentina…
tierra de sol y bonanza.
Qué pasará con nosotros
que boyamos entre borrascas

María Catalina Pugliese

sábado, 13 de febrero de 2010

Arte por mail: no todo son palabras


Sin título

Técnica: acrílico sobre papel

Año: 2009

Medida: 33 x 30 cm

Autor: Hernán Torres

jueves, 11 de febrero de 2010

Devaneos idiomáticos 6

por el Prof. Francisco Vázquez


Subtitulo es lo que está debajo del titulo. Si pongo a una novela como titulo por ejemplo “Rebeca”, y abajo agrego “historia de una bella mujer”, esta ultima frase será, sí, un subtitulo. Pero no lo es la traducción escrita que se suele poner debajo de las imágenes cinematográficas y televisivas, en español, que se llaman leyendas, o traducciones, pero no subtítulos. Les hubiese bastado a los seudo traductores ir a un buen diccionario para evitar el anglicismo. Ej: Subtitle:… leyenda (en películas). Subtitular… (cinem.): poner leyendas a (películas).- Simon y Schuster’s. International Dictionary.

La palabra inglesa bowl (boul, bol) tiene en castellano equivalentes. Es imposible que un utensillo tan común no posea voz que lo designe en todos los idiomas del mundo, aun los más primitivos. En castellano, naturalmente, las hay: cuenco, escudilla, tazón. ¿Por qué usar la de origen inglés, si existen las dichas, castellanas y, sin duda, más bonitas? El hecho de que la Academia se haya visto forzada a aceptar bowl con la forma de bol no le quita a ésta su condición de anglicismo, aceptado, pero anglicismo al fin. Rescatemos las palabras de rancia prosapia castellana.

En nuestro Delta del Paraná, las posadas se llamaron desde antiguo recreos. Veo hoy ir en regresión la palabra, al irse empleando otras que nunca han sido propias de la comarca: hotel, ríotel, etc. Fuera de desear que la voz tradicional no se perdiese.

Aviso para cocineros, mayormente los que guisan frente a las cámaras de la televisión: en castellano cocinar huevos, sin cáscara, en agua o caldo en lugar de aceite, exige el uso del verbo escalfar. Pochar, y huevos poché, son galicismos fácilmente excusables empleando el verbo castellano correcto: escalfar huevos, huevos escalfados.

La palabra más genuinamente nuestra para señalar a quien encabeza una orquesta es, sin duda, director. Ello no quiere decir que tal cual vez no podamos emplear la voz conductor; pero el abuso de este último vocablo, su uso permanente, obedece, seguramente, a influencia del equivalente inglés, conductor. Su uso frecuente puede ser tildado, pues, de anglicismo.

En una época se intentó erradicar el galicismo marrón, por castaño; una vez más los gramáticos perdieron, desdichadamente, la batalla. Hoy ya luce en el diccionario castellano marrón con sus acepciones de: 1)- Dícese del color castaño, o de matices parecidos. 2) – Dícese de lo que tiene este color. No se aplica al cabello de las personas ni al pelo de los animales, para lo cual, supongo, el diccionario reserva la voz española genuina, castaño. ¿No podría intentarse un rescate de la voz castellana, volviendo a usarla? ¡Entre tanta basura foránea, desconocida, de ignota ortografía y enigmática pronunciación, con tanta facilidad!..

En la computación argentina se usa el anglicismo mouse, prácticamente sin excepción. En otras partes del imperio idiomático castellano, entre otras, España, por lo que he podido ver, se usa la traducción ratón. ¿Por qué no tratar de generalizar la voz española? Con un pequeño esfuercito…

lunes, 8 de febrero de 2010

¡Hay tí desnudo!


Foto: Cristóbal Manuel

Un joven camina desnudo por las calles de Puerto Príncipe


PLAZA CEÑIDA


La desnudez de tu fondo
incompleto tu país de verbos
y el mito
de dar vueltas
esperar
vueltas
esperar
vueltas
y terminar en el mismo cimiento
cordón de lo bíblico
de lo innombrable
omiso
sin que lo otro
abjure de sus dichos
hechos
vueltas
hechos
insonoros

Juan Disante

lunes, 1 de febrero de 2010

El cuento: de los inicios a la actualidad (11 y 12) por Roberto Brey

11

Stendhal


Stendhal (1783-1842), seudónimo de Henri Beyle, estaba atento a los acontecimientos político-sociales de su convulsionada época, y al contrario de Balzac, profesaba un liberalismo anticatólico. Vivió todas las alternativas de las convulsiones posteriores a la Revolución Francesa y sus cambios sociales, y entre sus creencias, exaltaba el valor de la voluntad, como capaz de sobrepasar las trabas físicas de los hombres.
Activo militante político, los avatares de su lucha lo llevan a exiliarse en Italia durante varios años.

Convencido del peso de la política en la literatura, convencido también de la imposibilidad de escapar de la realidad, sus novelas son una especie de crónicas políticas, por los menos en “Rojo y Negro”, “La Cartuja de Parma”, “Lucien Leuden”, entre otras.

También es famoso su ensayo sobre el amor (“Del amor”), pero las novelas le llevaban la vida. “La novela es un espejo que se pasea a lo largo del camino”, escribió alguna vez, y siempre manifestó su intención de pintar cuadros de costumbres.
Los cuentos en Stendhal son desiguales, y algunos de ellos se recopilaron en sus “Crónicas italianas”. Su estilo irónico, seco, su poca afición por el sentimentalismo no lo hicieron el predilecto de un público que buscaba la evasión en las novelas, pero se lo reconoce por los temas que trata, un estilo discontinuo, el monólogo interior, la importancia de los fragmentos. Junto con Balzac, son los precursores del realismo francés.

Uno de sus cuentos: “El arca y el aparecido”, puede leerse en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/stendhal/arca.htmtextos/cuentos/fran/stendhal/arca.htm

12

Mérimée

Stendhal, hombre de pocos amigos, prefería “más los hombres extraordinarios que los ordinarios” y su mayor amigo fue Próspero Mérimée (1803-1870).
Éste trabajó como funcionario público y fue nombrado inspector general de monumentos históricos. Frecuentador de los salones literarios, supo interesarse por la historia, la arqueología y el folclore. Esos intereses lo llevaron a estudiar idiomas y a mostrar un particular interés por España y Rusia.

Entre sus primeras obras, se cuentan piezas teatrales, y una de ellas tiene una curiosidad, ya que sus protagonistas son la “Perricholli” y el virrey del Perú (personajes románticos muy renombrados en América durante el período colonial).

La mayor fama de Próspero Merimée, en parte proviene de “Carmen”, obra que dio lugar luego a la famosa ópera de Bizet. Admirador de Walter Scott y de Alejandro Pushkin, los críticos señalan a sus cuentos como lo mejor de su obra: mantiene un estilo seco (como el de los mejores policiales), con una mirada exterior que por momentos los vuelve crueles; así se transforma en una especie de testigo objetivo de la violencia y de la maldad del mundo. Entre ellos se destacan “Carmen Tamayo”, “La Venus de Ille” (1837), “El jarrón etrusco” (1840) y “Mateo Falcone” (1833). (Este último puede leerse en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/merimee/mateo.htm).


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