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martes, 1 de marzo de 2011

La lectura…


La lectura es un placer, es lo que opina cualquier lector, pero como va a enterarse un chico –o un no-lector– que la lectura es placentera si no lee. Ese problema, de siempre, que solía encontrar su respuesta, no en un desinterés innato del chico sino en la falta de lectores en la familia, actualmente parece hallar la causa en los nuevos medios, y juegos, electrónicos. De la Play Station, a Internet y los juegos en Red, sin descuidar la televisión los chicos ocupan todo su tiempo en tareas que les resultan placenteras y que no les significan un esfuerzo lector.

Sin embargo hoy en día, también, encontramos una mayor variedad de literatura infantil buenísima y al alcance de todos: Graciela Cabal, Javier Villafañe, Laura Devetach, Ricardo Nariño, Emma Wolf. Todos estos autores han producido una “generación” nueva de personajes y aventuras que bastaría que un chico las descubriera para deslumbrarse. Pero si los chicos no sueltan el Joystick del jueguito ¿cómo van a hacer para sostener el libro?

No se lo puede obligar, eso está claro. Que dominen las nuevos medios es positivo. No que conozca las páginas triple equis de Internet, pero sí que sepa, a fuerza de usarla, que Internet es una puerta a una Enciclopedia de dimensiones mundiales, y que, de hecho, para poder aprovecharla bien debe leer bien. Quizás hacerle comprender esto contribuya a acercarlo a la lectura. Repetimos, dijimos quizás porque no hay reglas absolutas.

Un escritor francés (Daniel Pennac), en un libro famoso (Como una novela) unos años atrás (1992) planteó con claridad una pregunta: ¿Dónde encontrar tiempo para leer? Y esto lo lleva a reflexionar que si alguien se plantea esta cuestión es porque lo que falta no es el tiempo para hacerlo, sino el deseo de leer, ya que es un hecho que (casi) nadie tiene tiempo (únicamente) para leer. Ni niños, ni adolescentes, ni mayores. “El tiempo para leer es siempre tiempo robado” robado al diario vivir.

El problema es, entonces, no prohibirles el acceso a los medios electrónicos, sino lograr despertarles ese deseo, y con todas las críticas que se le hagan, el mágico Harry Potter, nos muestra que los chicos, cuando hay una historia que vale la pena y bien presentada, ellos responden leyendo un tomo tras otro. La computadora no puede llevarse a la cama, un libro o una revista sí, el viejo truco de leerles algo todas las noches es indiscutiblemente una manera de despertar el interés del chico, sobre todo si se trasluce el entusiasmo del que lee. Eso es lo único que puede hacerse trasmitirles ese fervor o deslumbramiento por la lectura. Volviendo a otra frase del mismo escritor de antes (Daniel Pennac) de la misma manera que no se puede ordenar a una persona que ame a otra tampoco es posible ordenarle a nadie, y mucho menos a un niño, que lea, y disfrute de ello.

Antes los mayores se quejaban de que los chicos sólo leían historietas, luego de que se pasaban el día frente al televisor, ahora de que Internet o los juegos de computadoras lo vuelven una extensión de la computadora, mañana ¿de que nos quejaremos? Siempre habrá algo que desvíe al chico de la lectura, por la simple razón que la sociedad siempre tiene múltiples ofertas, para todos y de todo tipo. El libro siempre está y estará.

No perdamos la esperanza, los lectores no están en extinción aunque a veces lo parezca. Lo que nos debe quedar en claro es que el camino de la lectura no se puede transitar obligado, es la única conclusión válida.

Luis Alberto García

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El factor dios, por José Saramago

En algún lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición. Atado a la boca de cada una de ellas hay un hombre. En primer plano de la fotografía, un oficial británico levanta la espada y va a dar orden de disparar. No disponemos de imágenes del efecto de los disparos, pero hasta la más obtusa de las imaginaciones podrá 'ver' cabezas y troncos dispersos por el campo de tiro, restos sanguinolentos, vísceras, miembros amputados. Los hombres eran rebeldes.

En algún lugar de Angola. Dos soldados portugueses levantan por los brazos a un negro que quizá no esté muerto, otro soldado empuña un machete y se prepara para separar la cabeza del cuerpo. Esta es la primera fotografía. En la segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la cabeza ya ha sido cortada, está clavada en un palo, y los soldados se ríen. El negro era un guerrillero.

En algún lugar de Israel. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un palestino, otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha. El palestino había tirado piedras.

Estados Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comerciales norteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico, se lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban. Por el mismo procedimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, sede del poder bélico de Estados Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se cuentan por millares.

Las fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las víctimas se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica expectativa, de la muerte abyecta. En Nueva York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetido y sin novedad de una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el grado de ilusión conseguido por el técnico de efectos especiales, pero limpio de estertores, de chorros de sangre, de carnes aplastadas, de huesos triturados, de mierda. El horror, escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la estupefacción para saltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy' cuando aquellas personas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una muerte que fuese suya. Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover una piedra, un trozo de pared, una chapa de aluminio retorcida, y será una cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, un abdomen deshecho, un tórax aplastado. Pero hasta esto mismo es repetitivo y monótono, en cierto modo ya conocido por las imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de-un-millón-de-muertos, de aquel Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones en estadios llenos de gente, de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos soldados iraquíes sepultados vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas que arrasaron y calcinaron Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis vomitando cenizas, de aquellos camiones para retirar cadáveres como si se tratase de basura.

Siempre tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres humanos muertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de inventar. Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombre de Dios.

Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana.

Al menos en señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de proclamar en todas las circunstancias esta verdad evidente y demostrable, pero la mayoría de los creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo, sino que se yerguen iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios no es más que un nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una humanización real. A cambio nos prometía paraísos y nos amenazaba con infiernos, tan falsos los unos como los otros, insultos descarados a una inteligencia y a un sentido común que tanto trabajo nos costó conseguir. Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel. Durante siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibán, una organización terrorista dedicada a interpretar perversamente textos sagrados que deberían merecer el respeto de quien en ellos decía creer, un monstruoso connubio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía significa.

Y, con todo, Dios es inocente. Inocente como algo que no existe, que no ha existido ni existirá nunca, inocente de haber creado un universo entero para colocar en él seres capaces de cometer los mayores crímenes para luego justificarlos diciendo que son celebraciones de su poder y de su gloria, mientras los muertos se van acumulando, estos de las torres gemelas de Nueva York, y todos los demás que, en nombre de un Dios convertido en asesino por la voluntad y por la acción de los hombres, han cubierto e insisten en cubrir de terror y sangre las páginas de la Historia.

Los dioses, pienso yo, sólo existen en el cerebro humano, prosperan o se deterioran dentro del mismo universo que los ha inventado, pero el `factor Dios´, ese, está presente en la vida como si efectivamente fuese dueño y señor de ella. No es un dios, sino el `factor Dios´ el que se exhibe en los billetes de dólar y se muestra en los carteles que piden para América (la de Estados Unidos, no la otra...) la bendición divina. Y fue en el `factor Dios´ en lo que se transformó el dios islámico que lanzó contra las torres del World Trade Center los aviones de la revuelta contra los desprecios y de la venganza contra las humillaciones.

Se dirá que un dios se dedicó a sembrar vientos y que otro dios responde ahora con tempestades. Es posible, y quizá sea cierto. Pero no han sido ellos, pobres dioses sin culpa, ha sido el `factor Dios´, ese que es terriblemente igual en todos los seres humanos donde quiera que estén y sea cual sea la religión que profesen, ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las intolerancias más sórdidas, ese que no respeta sino aquello en lo que manda creer, el que después de presumir de haber hecho de la bestia un hombre acabó por hacer del hombre una bestia.

Publicado en Argenpress: http://cultural.argenpress.info:80/2009/11/el-factor-dios.html

lunes, 5 de octubre de 2009

Publicar e doppo morir

Los grandes escritores relatan siempre los avatares para publicar la primera obra, o la segunda, la tercera y así hasta que finalmente alguien los acepta, casi por afecto, sin calcular el futuro que les pueda deparar la literatura. En esta nota, los escritores zonales cuentan sus experiencias para hacer conocer sus obras, pero también cuentan su visión los pequeños editores locales y las librerías del barrio, donde la mayoría de las veces el vecino escritor tiene un lugar para llegar a sus lectores.

Alejandra Murcho es una prolífica escritora sanfernandina. Lleva publicados 13 libros y sus obras están en 18 antologías. Escribe desde los 15 años, siempre sobre temáticas locales, y le gusta investigar. Por propia decisión, regala sus libros, no los comercializa.
Su primera obra data de 1997, es de amor -Cartas llegadas a tiempo- e involucra a sus padres; además escribió sobre artistas regionales de diferentes géneros, «Todas las artes todas», y un libro sobre su bisabuelo, el poeta Leopoldo Murcho.
Comparte la literatura con la repostería. También ha escrito libros documentales (sobre escritores sanfernandinos de 1900 a 2004 por ejemplo) con otros escritores e historiadores como Roberto Carleo, Héctor Segura Salas y Hugo Bouloqc.

Marilyn Zumbo es docente de literatura en la Escuela Media N° 12 de San Isidro. Escribe desde los 14 años. Publicó, «Sophia» -la historia de vida de una mujer- en la editorial De los cuatro Vientos, mediante una edición de autor y ella misma se ocupa en la distribución.
Su experiencia para llegar a las librerías incluye recorridas por Planeta, Norma y otras editoriales. La escritura de su obra le llevó dos años y la tapa de su libro está ilustrada por el dibujante Juan Carlos López, que también prologó la obra.
Aunque llegó a firmar ejemplares de su escrito en la última Feria del Libro de la Argentina, la escritora reconoció: «Es difícil acceder a las grandes editoriales. A escritores no conocidos no se van a jugar a publicarlos».

El historiador Alberto Manfredi (h) escribió más de un centenar de artículos especializados y nueve libros, de su sola autoría, sobre historia local de San Isidro y San Fernando, y tres más en conjunto con Jorge André Lavalle, sobre San Isidro.
Entre otros publicó, «Familias Tradicionales de San Fernando»; una historia de la parroquia sanfernandina Ntra. Señora de Aranzazu, y una historia de las cuatro localidades costeras entre 1580 y 1650 (2009). También se desempeña en el Instituto Histórico de San Isidro.
Para Manfredi los promotores de este género suelen ser mecenas, entre otros, instituciones, vecinos o empresas. Sin embargo no se trata de soplar y hacer botellas pues «hay muchos improvisados y caemos todos en la misma bolsa» advierte.
«No hay conciencia de historia local en las escuelas: Un alumno sabe que San Martín cruzó los Andes, pero no que vino a San Fernando a reponer en su cargo al comandante militar Carlos Belgrano, hermano del creador de la bandera», señala el historiador.
Un párrafo aparte lo constituyen la falta de fuentes fidedignas y el difícil acceso a éstas y a los archivos municipales, por parte de historiadores -no ligados al poder local de turno- que investigan temas «no interesantes» para las administraciones municipales.

Estela Garrido, presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) Zona Norte, señaló que los certámenes literarios dan derecho a la publicación en una antología pero la mayoría de las veces se pagan.
«El primer premio puede ser la publicación, pero las menciones deben pagar si desean participar» puntualiza y recuerda: «tanto (Jorge Luis) Borges como (Mario) Benedetti siempre contaban que las primeras de sus obras no las recibía ninguna editorial»
Muchas editoriales pequeñas o medianas realizan ediciones de autor, es decir financiadas por los propios escritores en su totalidad, o arman paquetes donde el escritor debe comprar cierta cantidad de su propia edición.
La distribución y la publicidad de la obra corre por cuenta de los autores. Estos suelen dejar en consignación sus libros en las librerías de la zona. «A veces los escritores somos ingenuos. Aparecen editoriales, piden trabajos y después desaparecen», revela Garrido.
La SADE Zona Norte organiza antologías, publicaciones cooperativas con obras de los asociados, con 300 ó 350 páginas. Otro camino de la entidad para conseguir publicar es recibir auspicios de las comunas.
La obra de Ana Bisignani, El Destierro de la Reina, de Corregidor, está en las cadenas de librerías más conocidas. No es una edición de autor. La autora es una experimentada escritora de Olivos que también desde hace tiempo coordina talleres literarios.
El Destierro... le llevó dos años de trabajo, entre 2003 y 2005. La obra se iba a distribuir también en España, pero la crisis financiera global postergó la idea. En 1992 publicó «Nosotros somos», junto a otros dos autores; luego «Historia de una divorciada» (1998).
Antes de poder publicar pasó «por una gran peregrinación» de editoriales. La autora descree de los concursos, y destaca un sistema de publicación que ideó la editorial Dunken para que los talleres de escritura puedan publicar.

Editoriales
«Yo escribo y padecí los mismos inconvenientes. Como lo veo del otro lado, trato de facilitar las cosas», dice Hugo Boulocq, titular, desde 1986, de la editorial local Ocruxaves, sobre la tarea de publicar autores zonales.
La mayoría de los escritores sanfernandinos publica en Ocruxaves. «Las ediciones se consiguen por la mitad de precio que en una grande» indica seguro, sobre la posibilidad que estas editoriales pequeñas, zonales y de autor, le acercan a los escritores locales.
Ocruxaves nació como una revista literaria. La competencia de estos emprendimientos locales son las editoriales medianas y grandes que cobran, encubiertamente, a través de acordar con el escritor la obligación de que este compre cierta cantidad de la tirada.
Las cámaras del libro, generalmente, reúnen a las editoriales con peso económico. Para Boulocq los emprendimientos editoriales locales son «la posibilidad de publicar con un sello editorial» y «que no haya que hipotecar la casa para editar».
Los autores locales publican, en promedio, 100 números y si son docentes y más conocidos, 200 ó 300, además, actualmente la tecnología permite ediciones aún menores y fraccionadas de 50, 100 ó 150 ejemplares.
Luis Alberto García es profesor de historia y con los años estudió edición. Daba talleres de escritura. Desde 1998 es titular de Editorial AqL (Algo que Leer). Uno de los últimos trabajos del sello es Galerías, poesías y cuentos, con tapas de artistas plásticos zonales.
En los 70 se pusieron de moda los talleres literarios y esto dio pie a la formación de los noveles escritores y al afán de publicar después de practicar en los cursos. «Algunos libros vienen ordenados; en otros, el editor sugiere un orden y el diseño» explica García.
Editorial AqL También empezó como una revista literaria. Edita autores de Vicente López y San Isidro, pero también del interior y últimamente de Brasil. «Lo que más se edita es poesía» dice García y agrega: «este año por excepción se editaron muchos cuentos».
Por último, sostiene: «Hay de todo entre los escritores zonales. Muchos son gente que se jubila y empieza a publicar», y evalúa: «las librerías toman (obras) pero con poco espacio pues las editoriales grandes ocupan todas las estanterías».

Librerías
Tierra de libros
, en Acassuso, Tiene un espacio especial para autores zonales y presta el salón para las presentaciones de libros. No es casual. La titular del negocio, la licenciada Silvina Rodríguez, se graduó en letras y escribe criticas literarias.
«Los autores zonales son buscados» por el público, asegura Rodríguez, y explica que los escritores dejan los libros en consignación. Los nombres y temas, así como los precios, son variados, pero coincide con los editores en cuanto a que los de poesía abundan.
En La Boutique del Libro, de San Isidro, revelaron que salen más los libros de historia zonal. El librero se queja de que los autores aparecen de improviso a retirar las obras. Las presentaciones en el tradicional salón o el bar con el bucólico patio natural se cobran.
El Enebro, en San Fernando, justo frente al edificio comunal, recibe obras locales. La librera, Sara Sabah, recuerda que se inició en plena crisis de 2001 y que cuando apareció el libro de Manfredi, sobre familias sanfernandinas, fue uno de lo que más se vendió.
Sabah coincide en la profusión de títulos que reúnen poesía, y en la escasez de narraciones. Sobre los formatos evalúa: «Muchas veces les falta presentación» y sobre la venta revela que «funciona el boca a boca y la amistad»

Alejandro Yasnig, de El Códice, también en San Fernando, dice que no lo visitan editores zonales. Recibe en consignación obras de escritores locales y de Tigre, de los propios autores. En un anaquel del local destaca la obra de Manfredi sobre familias.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Un acto de amor

Por Horacio Verbitsky

El periodista hace una especie de crítica literaria sólo con algunas frases textuales y una foto. Fue publicado en Página 12 el 20-09-09.


El diario La Nación ha publicado un delicioso librito, Marcos Aguinis, semblanza de un escritor, redactado en tercera persona por el propio Aguinis, gurú del grupo Aurora de una Nueva República. Ninguna pluma podría decirlo mejor, por lo cual lo que sigue es apenas transcripción textual:



- “Al escribir La cruz invertida, que desmenuza la situación preconciliar de la Iglesia Católica, él mismo llegó a sorprenderse:
–¡Carajo, cuánto sé de todo esto!”.
- “A los doce años estalló su romance con la literatura”.
- “Tenía cualidades para ser concertista de piano y también mostraba habilidades para la escritura y el dibujo”.
- “Imbuido de rigor científico, no dudaba en ajustar la teoría a las evidencias”.
- “París tuvo también el raro privilegio de haber sido la ciudad que vio morir al Aguinis músico. A pesar de los aplausos en numerosos conciertos”.
- “Ambos habían nacido en Córdoba (aunque Maimónides en la que está del otro lado del Atlantico), ambos eran del año 35 (con un tabique de apenas ocho centurias), ambos debieron partir de su ciudad natal, ambos dedicaban gran parte de su vida al estudio, a la razón y a la crítica, ambos se interesaban por asuntos comunitarios, amaban la justicia y estaban abiertos a ideas ajenas”.
- “Aguinis conoció a teólogos progresistas que redactaban textos para el Concilio. El objetivo era aggiornar la Iglesia y favorecer la fraternidad, la justicia y el entendimiento recíproco. Los conocimientos religiosos de Aguinis los impresionaron y fue invitado a participar de las primeras reuniones ecuménicas que se hacían en el mundo. Quizás uno de esos jóvenes teólogos se llamaba Ratzinger”.
- “Hoy se reconoce a Refugiados: crónica de un palestino, como una obra de gran ecuanimidad y extraordinaria intuición”.
- “Con las manos en el cerebro del paciente, Aguinis sintió un suave golpeteo en su hombro. –Lo llaman desde Barcelona, quieren hacerle un reportaje –dijo una enfermera.
–Ahora no puedo.
–Es que están en cadena todas las radios y televisoras de España –agregó con timidez.
–Que conteste mi esposa.”
- “Los textos de Operativo siesta son un catálogo de la riqueza que habitaba en su espíritu: agudeza, humor, ternura, ironía, ojo crítico”.
- “Que los personajes hablen con entera libertad y defiendan sus convicciones, hace que las novelas de Aguinis exhiban una solidez que resiste el paso del tiempo”.
- “De todas sus numerosas columnas, hubo una que desbordaba tanta ironía que los encargados de la censura no fueron capaces de percibirla [...] Aguinis no fue molestado por semejante mofa porque la habían considerado un elogio”.
- “Carta esperanzada a un general se convirtió en el punto de arranque para su extensa y exitosa carrera como ensayista”.
- “Durante la última dictadura [publicó] una vibrante biografía de Guillermo Brown, encargada por la DAIA con el objetivo de donar su primera edición a la Marina. ¿Cómo se explica semejante dádiva a los opresores? [...] Escribió un libro tan hermoso que luego fue motivo de incesantes reediciones. Le enorgulleció enterarse de que, gracias a esa obra, se salvaron vidas”.
- “Ese ensayo se convirtió en una sorprendente enciclopedia de vicios, defectos e inmoralidades vistos bajo el paraguas de un áspero sentido del humor [y] completa una estupenda radiografía”.
- “La gesta del marrano ha sido elogiada como una de las grandes obras del siglo XX. Dosifica suspenso, belleza narrativa, escenas muy vívidas y retrata a un protagonista inolvidable. [...] Muchas personas han leído una sola novela en su vida; y buena parte de ellas eligió La gesta del marrano para su debut y despedida”.
- “La franqueza de Marcos Aguinis pega fuerte en un país resignado a la mentira, el fraude, la corrupción y los discursos hipócritas”.
- “Un hombre lo increpó en la calle.
–Por su culpa casi morimos mi mujer y yo. [...] Yo manejaba mi auto y no podía parar de leer La gesta del marrano, que lo tenía abierto sobre el volante”.
- “Elogio de la culpa incorporó una originalidad al género ensayo, porque lo apartó de su habitual carácter solemne. El libro rebasa picardía y hasta erotismo. [...] Es un estudio profundo y erudito que no deja percibir cuánta bibliografía lo sostiene del derecho y del revés, porque sus páginas bailan. Las conclusiones son admirables”.
- “Le atraen las mujeres pícaras y alegres”.
- “Una ficción conmovedora, electrizante. Varios personajes inventados son tan creíbles que no se los puede distinguir de los genuinamente históricos. La obra significó un aporte sustantivo para entender las falencias humanas. [...] Lo narra con mano maestra”.
- “Los iluminados es una obra grandiosa, [en la que] sobresalen seres entrañables y puros, impulsados por el amor y la búsqueda de la verdad. La obra es un aporte sustantivo al género, como las grandes novelas de Thomas Mann, Marcel Proust, Romain Rolland o Ian McEwan. Pese a su extensión, se lee con fruitivo placer y curiosidad. Los avatares de sus personajes tienen un desarrollo ajustado y punzante. El suspenso no da respiro”.
- “Rosendo Fraga insiste en que Aguinis heredó de Sarmiento su vena intelectual y su puño de acción. Otros dicen que es una curiosa mezcla de Sábato y Borges”.
- “Sonriendo, señala que imita a Johann Sebastian Bach, quien componía frente a su órgano de iglesia desde el desayuno hasta la cena”.
- “Sus lectores, amantes de su franqueza, humanismo y buen humor, le agradecen que, con frescos 74 años, se siente todos los días al teclado de su computadora para seguir pergeñando sueños”.


Poco se puede agregar. Gracias a La Nación y a Marcos Aguinis por este incomparable acto de amor.




http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-132079-2009-09-20.html

Devaneos idiomáticos 3

por el Prof. Francisco Vásquez



PÉRDIDAS Y GANANCIAS

¿Cuántas veces, en el terreno lingüístico, han pretendido mostrarnos lamentables pérdidas como provechosas ganancias? ¿Cuántas veces se nos ha contado la historia del “enriquecimiento” de la lengua, cuando en rigor la lengua se estaba empobreciendo y, para remate, ensuciando? Tomemos dos ejemplos, uno antiguo, y otro moderno:

Detalle (detallista, detallar): galicismos que ingresaron en nuestra lengua en el siglo XIX, y, a modo de comodín, fueron reemplazando infinidad de voces indígenas:
Como vemos, una voz foránea se ha usado, y se sigue usando, en lugar de minucias, pormenores, peripecias, circunstancias, prolijo, enumerar, por menudo, paso a paso, puntualizar, etc. Este extenso surtido de voces y expresiones españolas tiene la ventaja de poder aplicar a cada caso determinado, la palabra más apropiada, lo que no ocurre con detalle y detallar, que se aplican siempre a las distintas circunstancias vistas; como una zapatería que vendiese zapatos todos del mismo número. A eso suele llamársele “enriquecimiento”. Por supuesto, lector: la Academia ya cobijó hace mucho en su diccionario al barbarismo, concediéndole ¡seis artículos!: detalladamente, detallado/a, detallar, detalle, detallismo, detallista. Alguien me dirá: esas seis palabras enriquecen la lengua, pues contrapesan, aproximadamente, las nueve voces y expresiones castellanas que fueron reemplazando, lo cual no es así, pues lo que la Academia aprobó es toda una familia de voces derivadas de la palabra madre, detalle. Si hiciésemos lo mismo con las españolas reemplazadas, y con las que no se nos quedaron en el tintero: minucias, minucioso, minuciosamente, minuciosidad, etc., llegaríamos a varias docenas.

Estrés: hasta aquí, el ejemplo antiguo. El ejemplo moderno que paso a exponer, es estrés. Antes de que este vocablo inglés se colase en nuestro habla, nos manejábamos, según las circunstancias, con varios términos castellanos. Ejemplos: cansado – Nos sentíamos agotados – Se halla abrumado – Las tensiones me están matando- De puro fatigado, desistió – Me hallo sobrecargado de obligaciones – Es tanta la opresión, que el médico le mandó reposo – Es un día muy agitado>
Hoy, merced a la adquisición lingüística, las frases antecedentes serían: ¡Qué variedad!
Como ve el lector, han desaparecido los matices, la palabra o frase adecuada a cada situación, la diversidad (“varietas delectat”). Todo se resuelve con un solo vocablo, y algún miembro de su familia. Otro ejemplo de presunta riqueza y supuesto enriquecimiento lingüísticos.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Devaneos idiomáticos 2. por el Prof. Francisco Vázquez

S O C I A L E S
DECESOS

El mundo de la lingüística lamentó, tiempo atrás, la desaparición de dos miembros, activos y útiles, de su sociedad. Eran don Futuro Imperfecto de Subjuntivos (Q.E.P.D.), y su hermano, don Futuro Perfecto (también, como es natural, de Subjuntivo). No puede asimilarse a una sociedad simplista y poco alambicada, y ese primoroso arrequive del “lo que fuere sonará”, o del “quien lo hubiere hecho lo pagará”, lo perdimos, excepción hecha, acá en la Argentina, de algunas códigos legales, o del ambiente curialesco, en donde tal cual vez, los finados se aparecen, como en los viejos castillos ingleses, para espanto del desprevenido visitante. Nuestra sociedad lingüística castellana perdió con ellos dos valiosos miembros, y algo de la galanura y la preciosa complejidad que caracterizan, en lo que hace a su sistema verbal, a las lenguas latinas, en contraposición a la simpleza y desnudez, por ejemplo, de inglés usual. Recemos por el alma de estos dos malogrados servidores.
Pero no vinimos en realidad hoy a recordar a dichos difuntos, sino a uno que pronto lo será (sí, lector: nuestro periódico no hace necrologías solo de los muertos hechos y derechos, sino también en quienes están de llegar a serlo; digamos que para ir ganando tiempo y sacarse de encima la obligación).
Ello es que otro miembro de la honorable sociedad gramatical, simplote, llano, fácilmente usable y entendible, útil (útil a más no poder), que antaño creímos irreemplazable; un miembro honorable e inofensivo que cumplió con su tarea eficientemente desde hace siglos, está siendo ya velado, y a punto de ser enterrado, no sé si con los honores que le corresponden. Hablamos del Futuro Imperfecto de Indicativo. ¡Qué claro y simple suena “iré, comprará, volveréis”! ¿Puede pedirse algo más a la mano, algo más útil? ¿Qué lengua no tiene su equivalente? Pues, así y todo, este individuo tan eficaz y sin complicaciones, desde hace rato está siendo aperreado: primero lo rebajó una expresión antes no usada con valor de futuro: “voy a ir” por iré, “vamos a verlo” por lo veremos, etcétera. Sí, lector, ya sé, bien te oigo: “voy a ir” y “vamos a verlo” son expresiones castellanas correctas; pero te recuerdo que según muchos gramáticos el uso tradicional las reservó para actos que en este momento me dispongo a efectuar: “voy a comer” vale “me dispongo en este instante a comer”, “voy a partir” vale “me dispongo en este instante a comer”, etc.
Bien, ¡cuántas miles de veces no escuchamos modernamente el uso de esta expresión en lugar del Futuro Imperfecto de Indicativo! No lo habían matado, tal vez, mas lo tenían herido de gravedad. Pero, mal que mal, todos, individuos particulares e instituciones académicas, habíamos hecho la vista gorda ya que, en última instancia, la corruptela, que yo sepa, había nacido en el mismo seno de la lengua, y no nos había llovido de afuera. (¿Evolución, que le dicen?)
Pero ahora las cosas son muy otras; el puñal con que lo están atacando no es acero toledano, sino de fabricación, al parecer, inglesa: hablo del gerundio con valor de futuro. ¡Nada de “mañana saldremos de viaje”, como decían los abuelos, ni nada de “el mes que viene abriremos las puertas de la tienda”, como era tradicional! Ahora ya va siendo “mañana estamos saliendo de viaje”, “el mes que viene estamos abriendo las puertas…”. Uso, a mi entender, inglés, que, por lo menos acá en la Argentina (uno tiene la esperanza de que en el resto del dilatado imperio idiomático español las cosas no sean así), se está difundiendo a una velocidad y con una fuerza propias de las pestes más virulentas.

¡Pobre Futuro Imperfecto de Indicativo!; no te merecías esa suerte.

sábado, 15 de agosto de 2009

Devaneos idiomáticos 1. por el Prof. Francisco Vázquez

Manga estrecha y manga ancha

¿Qué ser humano normal no padece tal cual irregularidad? ¿Existe ese ejemplar perfecto al que no le podemos achacar ningún vicio, ninguna manía, ninguna cojera en ninguno de sus pies? No habría cosa más anormal que un individuo sin ninguna anormalidad.
Los gramáticos, los filólogos, los académicos de la lengua, ¿tienen acaso sus manías, sus temores, sus extravagancias? Por supuesto que sí; suelen dar ripio a la mano.

Tuve oportunidad de escuchar, el 11 de diciembre de 2007, en la “Fundación Litterae”, de Buenos Aires, una excelente disertación del profesor Alberto Gómez Font en la cual, entre otras muy interesantes cosas, nos hizo notar a los presentes la enorme cantidad de conferencias, congresos, simposios, encuentros, jornadas, etc., sobre un tema recurrente: “El idioma en los medios de comunicación”, expresado así, y sus variantes: “El idioma y los medios de comunicación”, o “La lengua y …”, o “La lengua en los medios de comunicación”, etc., etc.
Quiero aquí agregar de mi cosecha otra reiteración, de la que nunca he oído hablar. Para ello apelo a un recuerdo: El de la vieja solterona, la tía Fulana (omitamos, piadosamente, el nombre), a la que ya madurita, le dio por sentar plaza de”liberada”; un poco tarde, por cierto. Y comenzó a fumar, mal, ridículamente, sin tragar el humo, encendiendo a duras penas el pitillo, dejando colillas por todas partes. También se compró un auto, que guió de la forma más desmañada, como era de esperar, y con el que chocó con casi todos los sufridos árboles de la villa. Esas personas que a destiempo pretenden sentar plaza de “liberadas” siempre han dado que reír; como la tía del cuento.

¿A qué viene, precisamente, el cuento? Viene por la Academia, y por las Academias, y por los académicos, que también, a veces, dan que hablar, y pueden llegar a hacer, un poquito por lo menos, reír. Gómez Font, aquella tarde, se dejó en el tintero otra reiteración, otra insistente repetición, que se da desde hace algunas décadas (¿nada menos que décadas?) en el ámbito académico de la lengua: Me refiero a la Academia, y a las Academias correspondientes “liberadas”, haciendo profesión de manga ancha a los cuatro vientos, y temiendo, como el niño asustado teme al coco, que les vayan a colgar el sambenito de “puristas”.

Asista el lector a algunas jornadas de tema lingüística, o congresos, o el nombre que quisiere dárseles, y escuchara permanentemente esa blasonada liberación, ese permanente renegar de todo afán de purismo, exagerado o aunque más no fuese, moderado. Me recuerda a esos regímenes dictatoriales en donde el amedrentado ciudadano se ve precisado a hacer a cada rato profesión de fe con sus huesos en el calabozo.
Esa actitud de las academias y de los académicos tienen frecuentes consecuencias: Si vamos, en el Diccionario oficial, al artículo ENERVAR, veremos que la Academia pretende que signifique, al mismo tiempo, apaciguar y poner nervioso (poco más o menos), y si nos trasladamos a LÍVIDO, veremos que se nos quiere hacer creer que tal vocablo significa tanto AMORATADO como INTENSAMENTE PÁLIDO. Como si en un código se estableciese que el asesinato es un delito que debe ser castigado, y al mismo tiempo que es una acción no punible.
Contradicciones como ésas no hacen ningún favor a la lengua ni contribuyen a formar un buen diccionario, y no esgrimir la palmeta y dar un palmetazo cuando se hace necesario.

El Diccionario Panhispánico de Dudas es por cierto una obra magna, que ocupa sitio de honor en mi biblioteca. Merece todo nuestro respeto y alabanzas; lo recomiendo de continuo. No obstante también en él se hallan trazas de corruptela que estamos examinando. En el artículo BEIS (beige), por ejemplo, falta, a nuestro juicio, mención a la voz española, correcta y gráfica, para indicar ese color: TRIGUEÑO. Causa sorpresa que en una época en que hasta los niños de seis o siete años, sentados frente al ordenador (computadora), además de manejarlo con una destreza admirable, utilizan de corrido una nomenclatura formada en su mayoría por nuevas voces inglesas, de dudosa ortografía y pronunciación, no se aproveche esa viveza, esa facilidad, esa agilidad, para reintroducir en nuestro habla, por ejemplo, una voz como TRIGUEÑO, de fácil pronunciación y escritura, que está en todos los diccionarios, y es además gráfica y sugerente, pues por comparación con el más conocido de los cereales nos indica el color a que se refiere. ¿Subyace aquí el temor de ser tildados de retrógrados, de puristas, de pretender resucitar muertos? No descartamos esa posibilidad.
Si en dicho Diccionario de Dudas nos trasladamos a CLIC, vemos que se establece, contrariando elementales normas sobre pluralización, que el plural de dicho término es CLICS. Se nos presenta el mismo interrogante de antes. Y así por el estilo.

Haga el lector la prueba: lleve nota de cuántas veces en esos encuentros lingüísticos (si al lector se le ocurre asistir alguno) a la tía vieja se le antoja encender un cigarrillo, o manejar el coche… Es una reintegración tan frecuente como la que Gómez Front nos señalaba en la citada conferencia. No vaya a ser que… ¡Por Dios!
Sé que hablando así me arriesgo a que me imputen que pretendo resucitar el AGORA, el MESMO y el TUVÉREDES. Señores mal pensados: En mi barrio no nos reíamos de la tía Fulana porque no saliera a la calle velada, sino… por otras cosas.

jueves, 16 de julio de 2009

Mucha producción poética, pero poco consumo

Rodolfo Alonso, poeta, traductor y ensayista argentino, ex director y actual asesor del Paseo Cultural Quinta Trabucco en Florida, acaba de dar una interesante idea.
Se trata de un “impuesto”, para aplicar a quienes editen un libro de poemas: el compromiso de comprar durante un año, a razón de uno por mes, doce libros de poesías.

La idea, de quien nos deleita habitualmente con sus poesías en este blog (publicada el 11 de julio en el suplemento cultural “Ñ”), deriva de una realidad: son más los títulos de autores locales que se editan que el total de libros de poesía vendidos.
En general, la edición en nuestro país de un libro de poemas es financiada por el propio autor, y su escasa tirada ni siquiera circula; “…resulta de hecho apabullante la cantidad de libros de poesía que se publica”, afirma el autor.
Para Alonso, en este momento además “ya casi no se ejerce crítica literaria digna de ese nombre…” Además no existen personalidades que puedan ser ejemplo en ese terreno, dice, y agrega: se suceden las presentaciones y los nombres, la concurrencia casi siempre es por amistad o parentesco, los juicios que se dan a conocer en los medios son “siempre parejamente laudatorios”. Y más aún. Los libreros se niegan a recibir “ni siquiera en consignación algún libro de poesía (…) argumentando que eso no se lee, que eso no se vende, que eso no tiene salida.”
El poeta cree que existe una preferencia por producir poesía antes que consumirla, pero aún en esa actitud egocéntrica advierte como positivo “que cierta imagen ancestral del ser poeta sigue perdurando en el inconsciente colectivo, casi atávicamente, como modelo deseable, aunque ya no tenga entre nosotros ninguna vigencia digamos pública.”
La proposición concreta es: “que a toda persona interesada en publicar un nuevo libro de poemas se le aplique un impuesto, consistente en el compromiso ineludible de adquirir durante un año, a razón de uno por mes, otros doce libros de poesía argentina, a su libre elección.”
Y concluye Rodolfo Alonso en que las consecuencias pueden ser positivas: “o bien produciremos una drástica reacción en la como vimos inflacionaria aparición de libros de poesía, o bien obtendremos un radical aumento en su circulación, con el consiguiente progreso no sólo cultural y aún estético, sino inclusive industrial y comercial.”

lunes, 6 de julio de 2009

El rey Lear: las hijas y el padre

Relaciones peligrosas

(Reflexiones en torno a la obra de W. Shakespeare: El rey Lear )
por Lic. Rosa Mary Marrone

“Tengo causas de más para llorar,
pero este corazón ha de romperse,
antes que llore, en cien mil pedazos.
¡Oh, loco! Me enloquezco”

W. Shakespeare, El rey Lear.

Sigue pareciendo actual la tragedia de El rey Lear. Ahora como entonces -en el momento de su escritura-, continúan desplegándose a través del tiempo las dificultades para discernir entre el amor verdadero y el falso; para enfrentar la seducción por el poder y el horror a la vejez y a la impotencia; para desbordar la razón con la locura ante lo insoportable del dolor.

Héroe trágico dominado por el delirio en soledad, pese a la compañía fraterna de quienes no reconoce, Lear nunca llega a la sensatez. Aparecen destellos de comprensión de su situación llenos de venganza o de dolor, pero nunca asume su responsabilidad ante los errores cometidos. Deberá admitir el desvío de la locura.La insistencia en engendrar imprudencias no le permite atender las advertencias de la buena gente que lo rodea, es así que sus acciones van erigiendo un camino sin retorno, sostenido en el puro capricho.

Afianzándose en el disfrute que le provee la omnipotencia real, desea despojarse de las cargas del poder y del estado y sacudir las preocupaciones que abruman su edad, para confiarlos a fuerzas más jóvenes.
Pero su decisión dependerá de la respuesta a una pregunta ancestral por el amor: ¿quién me ama más?
Interpela de modo mayestático a sus tres hijas: “¿cuál de vosotras tres nos ama más?”. Lear sólo quiere ser amado, incluso a condición de ser engañado.Queda atrapado en las redes de la simulación y la lisonja de las palabras vacías de sus crueles e insaciables hijas, Gonerilda y Regania.
Descree del “amor que pesa más que las palabras” que Cordelia le provee con su sabia reflexión: “Ama y cállate”. No puede aceptar que lo amen sin demostraciones de palabras de amor.
Dominado por la cólera ante su silencio pudoroso, Lear se siente traicionado por su hija menor. “Era la que quería más. Pensé confiar a sus tiernos cuidados mi vejez”.
Lear cree que está hecho para ser amado, por eso confía en las dos hijas que juran amarlo, así él podrá disfrutar de la vida en libertad, de las fiestas, de las bromas.

“Ese viejo cretino”, ironiza Lacan, no comprende que con su acto se movilizan los destinos de quienes se devoran entre sí, condenados a la desgracia sin remisión.Como castigo por no transigir en los halagos fáciles, Lear despoja a Cordelia de sus derechos sobre las tierras y abdica de todo parentesco de sangre, desterrándola de su reino.
Es un acto cruel y despótico, pleno de poder absoluto. Pero a la vez es un acto de destrucción de los lazos de parentesco, como si éstos dependieran de su mera voluntad. Despecho y dolor de un padre que puede llegar a comerse a sus propios hijos, atrapa a este héroe desorientado en el momento de torsión de su historia.
Kent, su fiel servidor, a quien también expulsa por defender la honradez de su hija menor y denunciar la lisonja hipócrita de las dos mayores, se despide con profundo dolor del rey reprochándole que la libertad quede fuera del reino, y el exilio, dentro.Es Kent quien ubica la dimensión de Lear: santo patrono, rey, señor y padre, condensados con devoción en su persona.

Pero sólo Cordelia pone límites a la potestad edípica de su padre, sosteniendo que no todo su amor es para el padre; “aquel señor cuya mano tomara mi promesa se llevará la mitad de mi amor, de mis deberes y de mis cuidados”. Una hija indoblegable en su amor, sabe, no obstante, develar la impotencia, la imposibilidad de tenerlo todo.
Será “no-todo”, incluso tratándose del rey.
“De la nada, nada se obtiene”, sentencia Lear a Cordelia. Del mismo modo, Shakespeare nos muestra que transitando el sendero de los halagos fáciles y las elecciones equivocadas en el ejercicio del poder y de los sentimientos, sólo deviene la soledad y la desgracia a expensas de la maldad que se ha contribuido a entronizar.Serán las dos hijas, empalagadas de poder omnímodo cedido por su padre, quienes decidan producir el quiebre del linaje, la ruptura del orden generacional, el rechazo del pacto de honor y la fidelidad que su padre les ha ofrecido.
Perdidos los atributos de su majestuoso poder, se produce un cambio en la posición subjetiva de Lear, quizás como resultado de la infamia de sus dos hijas, quizás como desamarrado de su propia identidad, sostenida solamente en esos atributos reales. Anciano e inútil, sin lugar, sin ropajes ni séquito ni ejército, impotente para detener las guerras desatadas por sus hijas, Lear se preguntará vanamente “¿quién soy?”.

Se nos presenta una época caótica en que el amor se enfría, la amistad se pierde, los hermanos se dividen, los hijos contra el padre, el padre contra el hijo, intriga, falsedad, traición, desórdenes consuman el destino trazado de destierro y muerte para el rey. La ingratitud filial aparece como una irrupción en su conciencia -que será prontamente expulsada de ella-; sin embargo, no rechazará a sus hijas por concebirlas ajenas a su propio ser, sino por horror frente a su maldad que no se detiene ante el honor y el orden.El padre le dirá a una de sus crueles hijas:
“No nos veremos más, pero, con todo, tú eres mi sangre, mi carne, mi hija; o una enfermedad que está en mi carne, a la que necesito llamar mía: tú eres un absceso, una úlcera, un carbunclo en mi sangre corrompida”

Para comprender la naturaleza humana y el por qué de la crueldad, pregunta a los mendigos que penan en las tierras de su reino, si también han sido traicionados por sus hijas, en el momento en que se ha despojado de las ideas de su clase y desatendiendo las razones jerárquicas que ya no posee.
Incapaz de soportar tanto dolor, el rey empieza a perder el juicio. Junto a Cordelia va rumbo a la prisión donde les espera la muerte, soñando que cantarán como pájaros enjaulados, él le pedirá perdón y se reirán de los mariposones de la corte.

“¿Quién me puede decir quién soy?”, extraviado, clama el rey.“La sombra de Lear”, contestará el bufón.

La sombra del rey, como un alma perdida en los páramos que bordean el reino, vaga protegida por su locura.

jueves, 21 de mayo de 2009

“Grageas Idiomáticas” 5

El amigo Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, sigue colaborando con sus “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 41 al 50)

41) Solárium: Latinismo aceptado para designar el sitio más acondicionado para tomar el sol. Pero, ¿a qué haber ido a buscar afuera lo que tenemos dentro? En castellano existe una bella palabra para designar eso mismo, que debiera reemplazar al latinismo: Solana.
42) agarrar: En las comarcas lingüísticas, por ejemplo, la Argentina, donde el verbo coger se echa a mala parte, todo el sistema relacionado con el acto de apoderarse de algo, de recibirlo, de asirlo, se desmorona, y el agarrar y el tomar adquieren connotaciones y significados accesorios destinados a suplir al verbo de más uso en el castellano general, allí proscripto. En un estado lingüístico normal podríamos decir que quien ase de algo por sí, lo coge, quien lo recibe de otro, lo toma, y si la acción encierra fuerza, incluso desesperación, lo agarra, o se agarra. Es lo ideal, pues reserva un distinto verbo para cada una de estas distintas acciones. Desterrado coger, los otros dos verbos, agarrar y tomar, tratan de suplirlo en la forma que mejor pueden.
43) abolir: Tradicionalmente se lo ha considerado verbo defectivo, ya que solían usarse sólo las formas cuya desinencia empieza por i, En la hora de ahora se ha querido hacer uso del resto de las formas de la conjugación, y se han podido leer engendros como «Se abole la pena de muerte – Los nuevos poderes abolen la discriminación …» ¡Dios nos libre de semejante novedad! Las usuales hasta ahora son las formas en que, como dijimos, la desinencia del verbo empieza en i: «abolía – aboliesen – abolíamos -» Incluso la forma aboliemos, a pesar de que cumple con la regla, por poco usada nos suena mal. Manera sencilla de cumplir la reglita en las dos frases dadas: «Se abole la pena de muerte: Se ha abolido, o se está por abolir… - Los nuevos poderes abolen la discriminación: Han abolido, o abolirán…", según el sentido que quiera dársele.
44) apercibirse por percatarse: Por mucho que la Academia lo haya aceptado, al apercibirse por ‘percatarse, caer en la cuenta’, lo seguiré considerando un galicismo de tomo y lomo, digno de ser expulsado del campo de juego mediante la consabida tarjeta roja. Mal uso de apercibirse: Se apercibió de la presencia del policía, y se dio a la fuga (se percató, notó) – El ciervo, al no apercibir la presencia del tigre, siguió paciendo (al no percibir, al no presentir) -Apercibir en castellano significa preparar, prevenir. Buen uso de apercibir: Apercibieron el viaje con la debida anticipación. ”Hombre apercibido anda seguro el camino”, reza el refrán, en el sentido de “Hombre prevenido vale por dos”.
45) apurar, apurado y apuro han desalojado en la Argentina (ignoro lo que pase en otros puntos del imperio idiomático castellano) a las expresiones dar prisa, presuroso, de prisa y prisa. Con esto no estoy queriendo decir que apurar, apurado y apuro no sean voces correctas castellanas; pero el sentido primigenio de apurar ha sido el de averiguar, extremar (quiso apurar la verdad - apuró su celo hasta extremos intolerables); el de apurado, pobre, o dificultoso (se hallaba apurado de dinero – en trance tan apurado, me encomendé…), y el de apuro, aprieto, conflicto (es un buen auxiliar para semejantes apuros). La acepción americana de apurar, apurado y apuro, ya ha sido convalidada por la Academia en su Diccionario.
46) autostop: En algunas regiones donde no se usa nuestro ‘hacer dedo’, utilizan el anglicismo autostop. Nuestra expresión, además de gráfica, pues hace referencia al ademán de quien pide lo lleven moviendo el pulgar en la dirección hacia la que desea ir, tiene la virtud de ser netamente castellana. Conservemos nuestra terminología, que sería deseable importásemos a los sitios donde se utiliza la expresión bárbara.
47) beige: Palabra usada principalmente por mujeres y costureras. Es galicismo antiguo, incorporado, así, en crudo, por la Academia a su Diccionario, con la definición de ‘color castaño claro’. ¿No había palabra nuestra que significase ese color? ¡Por supuesto que sí!: Trigueño.
48) bistec: Anglicismo incorporado por la Academia a su Diccionario, por partida doble, ya que también incorporó bisté (¿qué no ha introducido en su lexicón desde hace unos años a esta parte la docta Corporación?). Nosotros no usamos esas voces pues en la zona de influencia de Buenos Aires se usa el anglicismo, pero argentinizado bife, al que se le agrega ‘de costilla’ cuando se trata de una chuleta. En el castellano general se emplea la voz filete para la loncha de carne sin hueso, y chuleta para la con hueso. En varias provincias argentinas la voz chuleta es de uso común.
49) bombacha: La prenda interior femenina llamada en la Argentina bombacha, es denominada bragas en España.
50) campus: Si había una voz importada que en español no habíamos menester, ésa es campus, pues para designar lo que éste significa tenemos ciudad universitaria, recinto o predios universitarios.

miércoles, 20 de mayo de 2009

A propósito de Amélie Nothomb

En este métier eventualmente nos puede ocurrir que un libro nos llegue en calidad de préstamo. Quizás porque nunca nos quedaríamos con los ejemplares ajenos, vaya uno a saber… El caso es que una clienta me acercó “Stupeur et tremblements” de esta autora (“Estupor y temblores”, editado por Anagrama). Fue un verdadero hallazgo.
Novela corta que transcurre en Japón, que cuenta las peripecias de una intérprete belga novel trabajando para una superior japonesa en una firma de la misma nacionalidad, nos mete en una realidad desconocida. Escrita en primera persona padecemos lo mismo que la protagonista, con la misma intensidad. “Estupor y temblores” se debían experimentar ante el emperador, y lo mismo sucederá en la novela, pero es inútil tratar de explicar lo inasible de esta narración. Experiencia intransferible como pocas, hay que leerla.
Este fin de semana Maximiliano Tomás, editor de Cultura del diario “Perfil” hace un comentario sobre esta autora que publicó hace poco otra novela “Ni de Eva ni de Adán” y no puedo dejar de mencionarla entre los recomendados.
Oraciones cortas y simples, juego con las palabras. Muchas duelen o llegan hasta lo más hondo, pero dista mucho de ser una lectura sentimental, más bien de lo más racional que he leído últimamente. Ironías constantes, humor ácido y hasta corrosivo son algunas de las características de la autora.
Amélie Nothomb es especial (nació en Japón, vivió en China, Laos, París y ahora en Bélgica –siguiendo los derroteros de su padre diplomático durante su niñez, es de nacionalidad belga-) y tiene una mirada hipercrítica sobre todo lo que le ocurre. El devenir de su vida está en cuestión siempre, es protagonista y testigo a la vez de sus narraciones.
Se podría empezar por cualquier de sus novelas, todas conforman un caleidoscopio como diría Hesse “no para cualquiera, solo para locos”.
En español y todas editadas por Anagrama: “Estupor y Temblores”, “Ácido sulfúrico”, “El sabotaje amoroso” (mosaico de su infancia en China, maravilloso), “Cosmética del enemigo” y “Antichrista”. Tengan en cuenta que en todas las portadas está su cara, en una extraña cronología de su vida. Ojalá disfruten de estas lecturas.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

martes, 28 de abril de 2009

“Grageas Idiomáticas” 4

El amigo Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, sigue colaborando con sus “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 31 al 40)

31) Bote: Palabra castellana proveniente del inglés, aceptada ya hace mucho tiempo. ¿Era necesaria teniendo, como tenemos, barca, esquife, canoa, piragua, chinchorro, etc.? No sé; pero ahí está, con su significación de «pequeña embarcación sin cubierta … etc.» ¿Quiere usted usarla, señor traductor? Pues úsela. ¡Pero que a un crucero de 30 metros de eslora, a un navío, a un buque, lo llame usted bote! ¡Por favor!
32) Reportar – Reporte: Traducir, por favor, el report inglés, por dar parte de, presentar informe sobre, comunicar, informar, enterar de, denunciar, delatar, según los casos y, según los casos también, usar de los sustantivos parte, informe, comunicación, comunicado, dictamen.
33) Barra – Compás: Los segmentos en que se divide una pieza musical, formando unidades rítmicas, en castellano se llaman compases, y no barras, mala traducción del inglés bar. Barra, en castellano y musicalmente hablando, significa la raya vertical que separa compases, pero no el compás.
34) Argolla – Aro - Carro: En la Argentina suenan muy mal las voces argolla y aro, por anillo, sortija, alianza. También suena mal la voz carro, por coche, auto, automóvil. A estas bellezas, y otras muchas, nos tienen ya habituados las calamitosas traducciones televisivas (¿Cobrarán algo esos traductores por la tarea que hacen? Sospecho que no; que los reclutan a la fuerza, como quien hace el servicio militar).
35) Canal de la Mancha: ¡Todavía hay traductores que vierten Canal Inglés, en lugar de Canal de la Mancha!
36) Guarismos: tres millones cien mil personas – ocho millones ochocientos mil dólares - ¿cómo expresarían ciertas traducciones estos guarismos? Seguramente así: Tres punto cien mil – ocho punto ocho millones de dólares.
En este tema se ha perdido el tino totalmente. A ello se suma la incertidumbre que provoca el uso de punto en lugar de coma. Entre nosotros desde antiguo se nos enseñó en la escuela que el punto servía para separar millones, miles, centenas, y la coma, para separar fracciones. Ejemplo: 10.157.822,75, lo que siempre hemos leído diez millones ciento cincuenta y siete mil ochocientos veintidós, con setenta y cinco (pesos, o la unidad que fuese). Hoy en día se nos quita la coma en donde antes estaba, y se nos pone punto, y hay puntos que se nos convierten en coma, con un total olvido de las prácticas y tradiciones locales.
37) Americano – América: Americano, usado por norteamericano o estadunidense, es incorrecto. Es verdad que el estadunidense es americano, tanto como el boliviano, el brasileño o el peruano, pues todos son nativos de este continente llamado América. Pero cuando queremos especificar de qué lugar preciso de América es oriunda la persona, debemos decir, en el caso de los Estados Unidos, norteamericano, estadunidense, o emplear, también, un tercer gentilicio, yanqui, que si bien en un principio y dentro de los Estados Unidos señaló al oriundo de la que por entonces se denominaba Nueva Inglaterra, pasó a ser después sinónimo de los dos vocablos anteriores.
América, por Estados Unidos, también es anglicismo.
38) Pelea – Riña: Gallo de riña hemos dicho en castellano siempre, refiriéndonos a los desventurados animalitos que se destinan a ese cruel entretenimiento. De más está decir que si quienes lidian son perros, o gatos, o escarabajos, o lo que fuere, también lo tradicional y autóctono en nuestra lengua sería llamarlos de riña. En las películas y series de la televisión traducidas del inglés siempre verá usted la expresión de pelea.
39) Una y media veces: En buen romance debe decirse una vez y media. En lugar de cuatro y media leguas, lo correcto es cuatro leguas y media, y así por el estilo.
40) Ascensor – Elevador: En español el aparato que sirve para subir y bajar personas entre los pisos de un edificio, se llama ascensor. Si está destinado a mercaderías, montacargas. Es evidente que el elevator inglés nos ha poblado la lengua española de elevadores por todos lados. Forzada por las circunstancias la Academia Española ha terminado por aceptar elevador como sinónimo de montacargas; pero reserva la voz ascensor para los artilugios destinados a personas.

lunes, 20 de abril de 2009

Chávez, el gran promotor de Galeano

Las venas abiertas de América latina, que el presidente de Venezuela Hugo Chávez regaló a Obama en la Cumbre de las Américas el fin de semana, avanza a grandes pasos en la venta de libros por Internet.
Según las agencias noticiosas internacionales la edición en inglés está agotada y el libro se convirtió en un suceso de ventas, por lo menos en los Estados Unidos.
El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, que tiene actualmente un programa en el canal “Encuentro”, había publicado su libro en 1971, y había sido un éxito de ventas con su denuncia del saqueo de riquezas al que era sometida América Latina, en particular por el gobierno de los Estados Unidos.
En estos días, Galeano había comentado que aunque el libro tuviera casi 40 años de antigüedad era totalmente vigente en cuanto que “lamentablemente” –dijo- la situación no había cambiado.

miércoles, 15 de abril de 2009

“Grageas Idiomáticas” 3

Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, aceptó gentilmente colaborar con “Prensa Libre literario”, enviando unas “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 21 al 30)
21) Pronunciación de iniciales. Cuando se habla en castellano, las iniciales que designan a ciertas instituciones deben decirse igualmente en castellano: H.S.B.C. (hache-ese-be-ce) – E.S.P.N. (e-ese-pe-ene) – Eich-es-bi-si o i-es-pi-en se reservan exclusivamente para cuando uno está hablando en inglés. Jamás escuché a los locutores de la B.B.C., en sus programas en castellano para las naciones de habla hispana, transmitiendo desde el mismo riñón del mundo de habla inglesa, decir bi-bi-si, que reservan solamente para cuando hablan en inglés. Ciertos “moños” con que algunos “adornan” su elocución suelen ser de muy pocos quilates.
22) Artículo indeterminante. Al traducir del alemán al castellano a veces se hace preciso suprimir el artículo indeterminado, necesario, suponemos, en la lengua germana, pero inconveniente en ciertos casos en la nuestra. Veamos ejemplos tomados de la música clásica: “Eine Alpensinfonie” (Ricardo Strauss); mal traducido: “Una sinfonía alpina”; correcto: “Sinfonía alpina” – “Ein Heldenleben” (también de Strauss); mal traducido: “Una vida de héroe” ; correcto: “Vida de héroe” – “Ein deutsches Requiem” (Brahms); mal traducido: “Un réquiem alemán”; correcto: “Réquiem alemán”.
23) Clima – Tiempo: En castellano distinguimos clima de tiempo. La voz clima es más abarcadora y general: «El clima de la Argentina. El clima de España». Tiempo es más local y momentáneo: «Hoy tendremos buen tiempo. Se está descomponiendo el tiempo» Adefesios como «hoy tendremos buen clima, y se está descomponiendo el clima», son propios de las pésimas traducciones televisivas a las que, por desgracia, estamos acostumbrados.
24) Área: Área, en castellano, es de uso restringido, generalmente reducido al ámbito de la geometría o de la administración: El área del círculo, tal asunto es propio del área de su ministerio. En inglés, si nos atenemos a lo que se ve y oye en televisión, se aplica a troche y moche, lo que origina, en manos de los pésimos traductores que las empresas del ramo emplean para tan delicado menester, un uso abusivo: «Revisemos toda el área (sector); la inundación anegó el área (paraje); se inflamó esta área de su cuerpo (parte); no hallamos en el área al prófugo (lugar); no la vimos en ninguna área (sitio); el terremoto conmovió el área (comarca), etc.
La palabra área, en sí, es correcta. Lo que no es correcto, sino barbarismo (más precisamente, anglicismo), es el uso obsesivo del término, como vemos en las lamentables traducciones televisivas.
25) Relámpago – Trueno – Rayo: Nadie ignora que en castellano el relámpago es luz, el trueno ruido, y el rayo un disparo que puede destruir, herir o matar.
Vaya a saber por qué indescifrable alquimia, en las traducciones televisivas a menudo vemos que «fulano fue herido o alcanzado por un relámpago». Ninguna de las acepciones que da el diccionario, ni los usos y costumbres lingüísticos castellanos, abonan, ni han abonado jamás, semejante terminología. Lo que allí corresponde es rayo.
26) Tuteo generalizado. Las lenguas de las naciones civilizadas brindan al hablante, en su trato con el prójimo, generalmente dos tratamientos: el menos formal, que en castellano llamamos tuteo, y el más formal, que en nuestra lengua se expresa actualmente con el usted, y su plural, ustedes. Así ocurre en italiano, en alemán, en francés. Alguna vez oí a alguien decir que, al tener el inglés sólo el pronombre you tanto para la segunda persona del singular cuanto para la segunda del plural, carecía de ese doble tratamiento, lo que no es verdad: en dicha lengua se suple el doble juego de pronombres por otro uso: Quienes, empleando nuestra terminología, no se tutean, se dirigirán entre sí usando nombre y apellido, anteponiendo generalmente la voz señor, o señora, o un título o dignidad, y el apellido, o el nombre y el apellido. «Buenos días, señor Smith - Veo que ha llegado temprano, señora Martha Williams - Doctor Fox: ¿desea que le sirva más bebida?, etc.» Esta forma de hablarse equivale a nuestro tratamiento de usted. Si las partes se ponen de acuerdo y comienzan a prescindir de los títulos académicos y otras dignidades (doctor, profesor, coronel), y eliminan del mismo el apellido, y empiezan a llamarse por sólo el nombre de pila, o, aún mejor, por un sobrenombre, entonces se ha producido en ese caso lo que en español denominamos tuteo. Lo verá el lector a menudo en la televisión.
El doble tratamiento denota finura en la masa de los hablantes, y evolución cultural. Un único tratamiento, por el contrario, indica rudeza, da indicio de una cultura rudimentaria y poco evolucionada. Ese tuteo generalizado que, con buen éxito, por desgracia, pretende abrirse paso entre nosotros, iniciado hace años según mis sospechas en España, es grandemente perjudicial a nuestra cultura. Quita importantísimos matices a la lengua, empobrece sensiblemente el trato diario entre quienes hablamos el idioma castellano. Iguala lo que no debe igualarse.
27) El tuteo en la publicidad: He leído una anécdota muy graciosa: Un grupo de japonesas hacía turismo por Europa. Las conducía un guía que a fin de que no se le perdieran en la multitud, enarbolaba un banderín para que lo siguiesen. Tuvo el guía necesidad de ir al baño, y creyó aclarárselo a sus pupilas. Guardó el banderín; poco después se llevaba una descomunal sorpresa: Cual obedientes borreguitas, las japonesitas, en fila, ¡se le habían ido a meter en el baño de hombres!
Tiempo ha, consecuentemente con este conato de tuteo universal que se intenta en castellano, a un publicitario se le ocurrió tutear al público objeto de su reclamo, expediente impropio, ya que tal pregón va destinado a multitud de individuos que no tiene con el comerciante ninguna relación personal que lo justifique. Inmediatamente otros publicitarios se sintieron tocados por la “genialidad”, y lo imitaron (¿A qué pensar yo, si ya lo hizo otro por mí?); y ahí se fueron, dóciles, tras el banderín, como sumisos borreguitos, y hoy día casi no hay anuncio, incluso los oficiales, en que no se endilgue el vos aun al Cardenal Primado.(¡Fuerte personalidad la de nuestros propagandistas!).
28) Tropa: En castellano la voz tropa es un sustantivo colectivo que abarca a un número más o menos grande de individuos. Cuando se oye, por ejemplo, «desembarcaron 270.000 tropas», evidentemente se está confundiendo tropas con soldados.
29) Mal uso de la palabra Corte: El court inglés, traducido por corte en lugar de juzgado o tribunal, es sin duda anglicismo, a despecho de que la Academia pueda citar ocasionalmente en su diccionario la voz corte con esa significación.
Un argentino me podrá objetar; «¿Y nuestra “Corte Suprema de Justicia”?» Respondo: El anglicismo proviene de la fuente de nuestra Constitución Nacional: la Constitución norteamericana.
30) Mal uso de pronombres personales: El pronombre personal que precede a verbos suele ser innecesario en castellano; las desinencias que se aplican en la conjugación española indican, generalmente, por sí mismas, la persona de que se trata: amo, amas, ama, amamos amáis, aman. En el ejemplo anterior no cabe la menor duda de que el amo se refiere a yo, amáis, a vosotros, aman a ellos, etc. «Ella llegó a la casa, y entró. Ella veía las paredes sin cuadros, ella se sintió…» Así suelen traducir los malos traductores: Como en inglés nuestro recurso de la desinencia no se da, allí sí es indispensable indicar la persona mediante el pronombre. La traducción literal afea la elocución, y llega a tornarla intolerable.
No obstante empleamos en español a veces igualmente el pronombre en ciertos casos: a) Para dar más énfasis a la expresión: «¡él, justamente él vino a decirlo!». En el ejemplo anterior todos saben que el hablante se refiere a José; no obstante emplea el pronombre para dar más fuerza a su exclamación. -b) Para evitar, en ciertos y determinados casos, confusiones, cuando la desinencia, por sí, no aclara el sentido (se están refiriendo a Juan y María): «Hablaba demasiado». Dicho así, sin pronombre, no sabemos si quien hablaba demasiado es él o ella. Fuera de estos casos de excepción el castellano es parco en el uso de los pronombres (también el italiano); lo contrario constituye un galicismo o anglicismo cargante, insoportable.

viernes, 10 de abril de 2009

Rodolfo Alonso en Cuba y Venezuela


La Editorial Arte y Literatura, de La Habana, tiene en prensa una amplia antología del poeta argentino Rodolfo Alonso: “Ser sed”, con prólogo de Juan Gelman y que incluye 150 poemas escogidos (1952-2005).
Por su parte, la Editorial El Perro y la Rana, de Caracas, tiene en prensa también el más reciente libro de poemas de Rodolfo Alonso: “El arte de callar” (1993-2002), con introducción de Juan José Saer. La misma obra obtuvo en 2006 el Premio del Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia).
Rodolfo Alonso ha sido especialmente invitado al VI Festival Mundial de Poesía Venezuela 2009, que se realizará en Caracas desde el 29 de junio al 4 de julio próximo.
Como se recordará, Rodolfo Alonso dirigió durante 9 años el Centro Cultural Paseo Quinta Trabucco de Vicente López, donde continúa actualmente como director artístico.

jueves, 9 de abril de 2009

Literatura desnarigada


Por Juan Disante

“¿Hay alguien ahí?”, grita el centinela del
Palacio de Elsinger en que el espectro del Rey,
entre brumas, aparecerá ante su hijo Hamlet.

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Palabra pensada, palabra dicha, palabra escrita, palabra iluminada por los megabits. La Web democratizó los procedimientos de comunicación y sus soportes. Las personas se siguen agrupando por el lenguaje, el motor de su gregarismo. Pero, aún no sabemos para qué usar esa democracia virtual del decir. Libertad sietemesina por añadidura. Sustituyó el qué y el cómo por el quién. ¿Quién envía esto? La necesidad de vínculo con otro ser humano. Tal vez la búsqueda de un afecto binario. ¿Placer?
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En la tradicional literatura en papel hay algo de misterio. Aquello que se sugiere en la evocación. Aquello que puede avecinarse con el devenir de las palabras entintadas. Es una entidad la que nos habla. Es la voz callada de un narrador oculto. El libro es elegido por nosotros entre pilas de otros tomos. No hay sugerencia. Podemos darle más importancia al contenido que al autor. Pero sólo nos rige el instinto, el gusto, el quid. El mensaje es indirecto, sesgado. La decisión es nuestra.
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En la computadora “alguien” envía el texto digital. Entonces, el misterio se traslada a ese mensajero. El autor o el contenido es dictado a santo de un viboreante camino de certezas que, generalmente, viene avalado por una larga fila de transmisores. Alguien nos dijo: “…”, y nosotros lo reenviamos. Y usted, lo mejor que puede hacer es reenviarlo a todos los que pueda.
Ese alguien detrás de su pantalla, lleva sobre su cabeza un casco con pluma, enchufes y vaya a conocer sus inquietudes. Tiene calidad electrónica. Tal vez no haya escrito ese texto, pero lo importante para nosotros es saber qué le está ocurriendo y quién es. El qué y el cómo por el quién. El ejecutor.
Lo literario siempre es recóndito y anchuroso, por esto que, cuando ofrece un desvío de acercamiento en la Web, se produce la ilusión de un roce de piel.
En vez, la piel del papel impreso, parabién, afianza las distancias. Al tacto, produce exfoliación de conjeturas.
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La lectura de literatura en los libros no es idéntica a la que surge de la tecnología electrónica. En el papel se avanza, se detiene, se retrocede.
Es un ir y venir. Un papirotazo al seso. Se puede abandonar la lectura para retomarla desde distintas topografías. Durante varios días, queda girando en la mente del lector la idea de lo leído para analizarlo sin apuro. Por considerar.
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La palabra en la Web de algún modo obliga al apuro. La luz incidente dispensa ojos. Hay que apurar porque en algún otro sitio “alguien está esperando”. El rostro ignoto asoma su nariz, puede llegar a tener forma. La nariz pretende arrastrar a la lengua. Por donde, pueden ser narices rotas, como la de las estatuas de la Antigua Roma. Así y todo, uno puede llegar a comprometerse, porque el compromiso es siempre impresionista.
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Abrazados a los libros, el empeño asume otro rostro. No hay olfatos quebrados, hay verbosa habla. Hay un estigma de la memoria que no se mide en higas. Aun cuando el placer de las invocaciones siempre es distante, propio de nuestra interioridad, porque surge de nuestro singular.
Con una nariz enteriza siempre preferiremos sentir el aroma a tinta y papel en nuestras manos, aquél bálsamo que nos lleva indeciblemente a la lengua materna.

miércoles, 8 de abril de 2009

Licenciados en Letras, ¿una especie en extinción?

Cuando un hijo tiene decidido qué estudiar, los padres suelen estar felices. O no. Todo depende de la carrera elegida. "Te vas a morir de hambre con eso" solía ser un leit-motiv en los '90 cuando la alternativa era una humanística.
A 20 años vista, y como suele ocurrir en estos casos, estamos peor. Según la nota del diario Perfil de la semana pasada, la matricula de la carrera de Letras cayó un 25% con respecto al año anterior. Y después de todo, ¿a quién le interesan las Letras?
Recuerdo que mucha gente pensaba que estudiar esta carrera era para aprendices de escritores. Me pregunto si alguna vez uno podría aprender a escribir en la querida Facultad de Puán. Me parece al menos dudoso.
Qué puede hacer un Licenciado en Letras hoy en día, cuál es su campo laboral, cuáles sus skills o habilidades distintivas, son cuestiones que cualquier estudiante debe ver en una nebulosa.
Creativamente hablando, sugiero dos salidas laborales interesantes: la enseñanza de español para extranjeros (ya sea en institutos o en forma privada), y el armado de cursos customizados (es decir, a medida del cliente) para empresas sobre ortografía, uso de mayúsculas, acentuación de monosílabos, verbos irregulares y otras lindezas que los nativos y hablantes de la Argentina destrozan en forma sistemática (Es de mayor relevancia en este momento, donde la comunicación vía correos electrónicos es fundamental y no todos los diccionarios de Windows están cargados como se debe). De más está decir que todos aquellos que egresen de Letras podrán dar clases en escuelas secundarias (si se animan), hacer críticas literarias en medios variopintos o montar talleres de escritura para aquellos que aspiren a ser émulos de Borges y/o Cortázar… O bien como es el caso más extendido, terminar trabajando en otros menesteres y despuntar el vicio de la escritura o de la lectura crítica en lugares recoletos (llámese bondi, ñoba, cama, etc.). Pero esta parte de la historia es la más conocida y posiblemente la menos redituable. En tiempos de crisis vale doble entonces buscar una buena salida laboral donde normalmente no la hay.
Mientras tanto, vaya mi homenaje a mis amigas licenciadas en Letras que de alguna manera, se la rebuscan día a día. Chicas, ustedes saben de quiénes hablo.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

martes, 31 de marzo de 2009

"Grageas idiomáticas" 2

Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, aceptó gentilmente colaborar con “Prensa Libre literario”, enviando lo que él llama “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 11 al 20).
11) Hay dos palabras curiosas en español, que han ido perdiendo su significado original, para ir pasando a querer decir exactamente lo contrario: enervar y lívido. Enervar comenzó su carrera con el significado de debilitar, quitar fuerzas, y la ha concluido con el de irritar, tal vez porque la segunda acepción del equivalente francés tenga ese significado. Lívido, por su parte, comenzó significando amoratado, y acabó su aventura con el sentido de intensamente pálido, manteniendo la Academia ambas acepciones en ambas palabras. Por tanto, enervar significa al mismo tiempo aplacar e irritar, y lívido, amoratado e intensamente pálido. ¡Aderézame esas medidas!

12) La flauta, usada generalmente en la orquesta sinfónica, que el intérprete toca dirigiéndola a un costado de su rostro, por su peculiar posición se ha llamado “travesera”, es decir, que va colocada de través. En la Argentina, vaya Dios a saber por qué, se ha dado insistentemente en llamarla traversa.¿Qué significado tiene en castellano la palabra traversa? En primer lugar, digamos, ya que de adjetivo estamos tratando (un califcante de flauta), que no existe en nuestra lengua el adjetivo traverso/a. La única palabra vigente en el diccionario es el sustantivo femenino traversa, que para colmo significa en su primera acepción un madero del carro, y en la segunda, un cabo propio de la náutica. En conclusión, corresponde decir, sin duda alguna, flauta travesera.

13) La palabra más genuinamente nuestra para señalar a quien encabeza una orquesta es, sin duda, director. Ello no quiere decir que tal cual vez no podamos emplear la voz conductor; pero el abuso de este último vocablo, su uso permanente, obedece, seguramente, a influencia del equivalente inglés, conductor. Su uso frecuente puede ser tildado, pues, de anglicismo.

14) En nuestro Delta del Paraná, las posadas se llamaron desde antiguo recreos. Veo hoy ir en regresión la palabra, al irse empleando otras que nunca han sido propias de la comarca: Hotel, ríotel, etc. Fuera de desear que la voz tradicional no se perdiese.

15) El anglicismo bingo, ya incorporado al diccionario académico, vino a suplantar malamente a la palabra tradicional lotería. Las pocas diferencias que puedan reconocerse entre uno y otro juego no justifican en manera alguna el reemplazo de la voz castellana por una extranjera.

16) A propósito: Locución adverbial con que se expresa que una cosa es adecuada u oportuna para algo: «Esa herramienta es a propósito para golpear». También locución adverbial con que se expresa que una cosa al ser mencionada, ha sugerido o recordado la idea de hablar de otra: «A propósito de José, ayer lo vi en la iglesia». De propósito: Con intención determinada, voluntaria y deliberadamente: «No lo hiciste sin querer; lo hiciste de propósito». El uso ha reducido estas locuciones a sólo una: A propósito. El diccionario ya da a propósito como equivalente de de propósito, lo cual no es bueno, pues hemos restado un modo de expresión al acervo lingüístico castellano. Diferenciar funciones con palabras y expresiones diferentes y específicas, enriquece y perfecciona los medios de expresión.

17) La conjugación de los verbos errar y apretar, según cánones gramaticales, ha sido prácticamente derogada en la Argentina. Verbo errar, presente de indicativo (forma académica): Yo yerro, tú yerras, él yerra, nosotros erramos, vosotros erráis, ellos yerran. En la Argentina: Yo erro, tú erras, él erra, nostros erramos…ellos erran. (Así en los demás modos y tiempos). Verbo apretar (forma academica):Yo aprieto, tú aprietas, él aprieta, nosotros apretamos, vosotros apretáis, ellos aprietan. En la Argentina: Yo apreto, tú apretas, el apreta… ellos apretan. (Observaciones similares para los otros modos y tiempos). Por supuesto, a extranjeros que conjugan correctamente estos verbos el uso generalizado argentino les debe de sonar espantoso. ¿Podremos algún día enseñarle a la gente la conjugación correcta de los verbos apretar y errar? ( Si no lo hace la escuela…)

18) Periódicamente se pone de moda el uso de aros o brazaletes en los tobillos. En el momento en que esto escribo lo está, aun entre los hombres, que con varonil ímpetu han dado en abrazar en los últimos años cuanto uso femenino en el vestido y el adorno se les ponga a tiro. Se les suele llamar a esos adminículos pulseras, denominación incorrecta, pues esa prenda deriva su nombre de pulso, es decir, de la zona del brazo que llamamos muñeca. La palabra más correcta para las de los pies es ajorca, teniendo en cuenta que ajorcas se pueden llamar según el diccionario también los aros que se ponen en muñecas y brazos.

19) El monedero que se coloca con una correa en la cintura se ha llamado tradicionalmente escarcela. Al reinstalarse el uso de los mismos en la Argentina hace algunos años, renació con el nombre de riñonera, palabra que no hallo en mis diccionarios. ¿Será que al principio se los usó a las espaldas, para pasar a ocupar después la parte delantera de la cintura? El antiguo dicho «tiene el riñón bien cubierto», en el sentido de tener el individuo riqueza, ¿no abona, en cierta medida, la nueva voz?

20) Uso reprobable de la preposición A: Se considera el procedimiento A seguir; su proyecto figura entre los asuntos A tratar hoy; éstas son cuentas A cobrar; depósito de mercaderías A despachar; cartas A contestar; lecciones A estudiar, y otras expresiones análogas, son incorrectas por el uso galicado que en ellas se da a la preposición a. Es propio del genio de la lengua francesa decir, v.gr.: le projet Á étudier, une question Á traiter, le comédie Á représenter, pero estas formas sintácticas no pueden volcarse literalmente al castellano, en el cual corresponde reemplazar la a, o esta preposición y el infinitivo que la sigue, por otra preposición más adecuada, por una oración de relativo o por otro giro. Así, los ejemplos dados pueden trocarse en se estudia el procedimiento que habrá de seguirse; su proyecto figura entre los asuntos que se tratarán hoy; éstas son cuentas al cobro, o pendientes de cobro; depósito de mercancías pendientes de despacho; cartas por contestar; lecciones que hay que estudiar. Enciclopedia Sapiens de la Lengua Castellana. Año 1956 -tomo III- pág. 1076, “Dificultades del Idioma”.

lunes, 30 de marzo de 2009

EL ESPACIO

Por Juan Disante

En narrativa, las relaciones entre espacio y personajes crean parte del contexto y de las circunstancias.
En general se dice que en los cuentos priman las circunstancias: mis circunstancias y yo. Mientras que, en la novela, el personaje es el rey omnipresente: primero yo, luego las circunstancias.
Por eso, el lugar geográfico y el ambiente en que se sitúan los personajes, crea el clima.
La historia también se determina por la forma en que se presenta.
Usualmente se considera que el espacio en que se sitúa el personaje es el marco.
Pero no siempre es el marco (secundario). A veces es fundamental, porque da el sentido definitivo.
Por ejemplo, un personaje puede situarse en un espacio en que se sienta seguro, o todo lo contrario:
“Rápidamente, Iba cayendo la noche. Durante horas deambuló nervioso a lo largo del bosque oscuro. Miraba hacia atrás a cada paso. Se sentía que era espiado y perseguido. Comenzó a correr. De repente vio una luz. Se apresuró hacia la casa que no conocía y abrió la puerta. Con un suspiro aliviado cerró tras de sí con un golpazo y corriendo un gran cerrojo. ¡Libre por fin!”. (¿El supuesto peligro había quedado afuera?)
Tanto el espacio interior como el exterior operan como condicionantes en este ejemplo.
Y viceversa, puede considerarse inseguro un espacio interior, pero con un significado diferente. (¿El peligro surgía adentro?)
En ambos ejemplos el espacio posee una función altamente simbólica.
Los objetos que componen un espacio tienen un rango especial.
En una historia a veces se presentan los objetos con sumo detalles. Mientras que en otras historias cabe presentar el espacio en forma vaga, o implícita.
Dependerá el papel que juegan los objetos para el pensamiento o la acción del personaje.
Si cierto acontecimiento se sitúa en el pueblito “aymará” de Tilcara, en Jujuy, significará algo distinto para el lector que conoce bien ese lugar, que para el que no lo conoce aún.
En un cuento de Roberto Arlt, la atmósfera opresiva de una pensión en el barrio de Barracas, nos da la idea que el personaje está soportando una situación de agobio y soledad que no desea.
Los que ya conozcan esa atmósfera serán capaces de visualizarla mucho más inmediatamente, pero el escritor deberá tenerla muy en cuenta al componer la totalidad de un cuadro con el cual quiera sustentar determinado mensaje o tesis.