martes, 28 de febrero de 2012

Novedades de marzo de la Bestia Equilátera

La soledad del lector

Un hombre se propone familiarizarse con
el espacio que habita. Mientras observa
el movimiento a su alrededor, lee, acumula citas
y toma apuntes. Escritores, filósofos, artistas,
la historia del arte y la cultura. 
Crea, con pocos elementos, una especie de
teatro de cámara con dos personajes, el
Protagonista y el Lector, y una playa o
un cementerio como escenarios posibles.
Ese es el relato aparente de esta novela, su engañosa superficie.
A poco de avanzar, las citas y los apuntes nos van asomando
a un universo en el que debemos desplazarnos como
en el tablero de un juego misterioso, tal vez genial,
cuyas piezas son la vida, la muerte, el amor, el suicidio,
la enfermedad, el arte como juego, el arte como extrema
experiencia vital.
David Markson, quien debutó en la década del sesenta
como uno de los más avezados narradores de
género —policial, western—, encontró en los últimos años
de su vida la clave única de un proyecto narrativo sorprendente
por la sencillez de sus recursos y admirable por su alcance y profundidad.

“Hipnótico”.
Kurt Vonnegut Jr.

“Nadie, excepto Beckett, puede ser tan divertido y tan
triste al mismo tiempo”.
Ann Beattie

“El punto más alto que podamos encontrar en la ficción
experimental de los Estados Unidos”.
David Foster Wallace
  

David MarksonDavid Markson

nació en Albany, Nueva York, el 20 de diciembre de 1927.
Mientras estudiaba en Columbia, inició correspondencia con Malcolm Lowry. Se hicieron muy amigos, como lo prueba el epistolario de Lowry. La tesis de Markson sobre Bajo el volcán se publicó en 1978. Mientras trabajaba como periodista, se dedicó a investigar (y sobrevivir) la bohemia de la década del cincuenta en compañía de escritores como Conrad Aiken, Dylan Thomas, Jack Kerouac. Es este último el que influye sobre todo en las primeras novelas de Markson. Como escritor de policiales —Epitaph for a Tramp (1959) y Epitaph for a Dead Beat (1961)—, muchos críticos aseguran que no encuentran otro parangón que Chandler. La primera puede leerse también como un comentario trágico sobre el adulterio, lo contrario de una moraleja cínica sobre la libertad sexual; la última le permite ironizar sobre el tipo de existencia bohemia que compartió con los escritores que se sacrificarían en su propia leyenda, como Allen Ginsberg. Hay que considerar que estos libros Markson los escribía por encargo, por dinero, y que sin embargo la exigencia de calidad nunca cedió ante las facilidades y garantías del género. La obra posterior acusa ya la influencia del existencialismo y las lecturas filosóficas. Son parejamente admirables: Wittgenstein’s Mistress (1988), Springer’s Progress (1990) y la serie que inicia La soledad del lector (1996): This is not a Novel (2001), Vanishing Point (2004) y The Last Novel (2007). David Markson murió en Nueva York en 2010.  

viernes, 24 de febrero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (110) por Roberto Brey

110

Más hispanoamericanos

 José María Roa Bárcena (1827-1908). Nacido en Veracruz, México, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, y se destacó por su pensamiento conservador reflejado en el periodismo y en “Recuerdos de la invasión norteamericana (1846-1848) por un joven de entonces” (1883). Partidario del Imperio, le ofreció la corona a Maximiliano, pero descontento con la actuación de éste por sus ideas liberales, se negó a colaborar en su administración. A la caída del Imperio sufrió dos años de prisión, no obstante que la misma prensa liberal, reconociendo la honradez de sus convicciones políticas, abogó por él. Después de haber recobrado su libertad se retiró a la vida privada, para dedicarse al comercio y al cultivo de sus aficiones literarias.


La crítica considera hoy al cuento “Lanchitas” (1878) como la mejor obra de ese género escrita hasta ese momento en México. Ese cuento, además, está considerado como uno de los iniciadores del género fantástico o de terror y figura en varias antologías de escritores del siglo XIX de todo el mundo.

Como lo hicieron luego varios escritores hispanoamericanos (como la ya señalada Juana Manuela Gorriti y Ricardo Palma, Roa toma leyendas populares, ya no andinas o peruanas, sino mexicanas, para recrearlas como cuentos. Los hechos rompen con el orden natural sin explicación en la leyenda, y son tomados como reales. En el cuento, en cambio, el lector se adapta a una fantasía y la acepta como una elaboración artística, sin tenerla efectivamente como real o probable.

La leyenda en que se basa Lanchitas surge del hecho de que un sacerdote es solicitado para tomarle confesión a un moribundo a altas horas de la noche.
Cuando este regresa, se da cuenta de que se olvidó una prenda junto al moribundo. Cuando al otro día envía por ella, le comunican que esa casa está deshabitada desde hacía mucho tiempo, pero la prenda estaba en el lugar indicado.

“Roa recupera y funda la fruición de lectura que caracteriza a la mejor literatura, gracias a una mano maestra en la descripción, en el ritmo, en el lenguaje, en los diálogos. Como si por un momento se despojara de la ideología dejase a lado las intenciones políticas inmediatas y panfletarias, así como actitudes religiosas y morales y se decidiese sencillamente a narrar bajo el viejo encantamiento del que hablara E.M. Foster, nos cuenta algunos de los relatos más estremecedores e interesantes de la literatura mexicana del siglo XIX. Es allí un iniciador, un  fundador, un maestro al que es preciso volver una y otra vez para aprender a disfrutar”, escribe el académico uruguayo Jorge Ruffinelli.

Y el mismo José María Roa Bárcena, que se preocupó por recopilar y estudiar antiguas leyenda mexicanas, cuenta así la leyenda de La llorona: "La Llorona, era a veces una joven enamorada, que había muerto en vísperas de casarse y traía al novio la corona de rosas blancas que no llegó a ceñirse; era otras veces la viuda que veía a llorar a sus tiernos huérfanos; ya la esposa muerta en ausencia del marido a quien venía a traer el ósculo de despedida que no pudo darle en su agonía; ya la desgraciada mujer, vilmente asesinada por el celoso cónyuge, que se aparecía para lamentar su fin desgraciado y protestar su inocencia."


Justo Sierra Méndez (1848-1912). Nacido en Campeche, México, fue hijo de un destacado jurista yucateco. Inició sus estudios en Mérida y posteriormente se matriculó en el Liceo Franco-Mexicano de la ciudad de México. Pasó luego al Colegio de San Ildefonso y, en 1871, se tituló de abogado. Frecuentó las tertulias literarias de Ignacio Manuel Altamirano y se dio a conocer a través de sus colaboraciones en El Monitor Republicano, la revista El Renacimiento y los periódicos El Domingo, El Siglo XIX, La Tribuna, La Libertad y El Federalista. Llegó a ser ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, cargo desde el cual fundó en 1910, la Universidad Nacional de México. Escribió una serie de cuentos, reunidos luego con el título La Sirena y otros cuentos, que según él dijo, podía haberse llamado: de Amor y muerte, pues están impregnados de "lirismo sentimental y delirante". La Sirena, figura también en alguna antología de cuentos fantásticos. Sin embargo, Sierra ha pasado a la historia como uno de los artífices del Porfiriato, quizá el más crítico entre los allegados al dictador mexicano y un reconocido humanista de principios del siglo XX.


Vicente Riva Palacio (1832-1896). Su carrera pública abarcó desde ser diputado suplente en el Congreso Constituyente que elaboraría la Constitución política mexicana expedida el 5 de febrero de 1857, hasta gobernador del Estado de México y del Estado de Michoacán. Fue también magistrado de la Suprema Corte de Justicia y ministro ante la Corte española. Su actividad en el campo militar fue bastante destacada en la resistencia contra la intervención francesa. Participó, como articulista, en los periódicos La Orquesta y El Ahuizote. De su obra literaria, es muy conocida su novela “Monja, casada, virgen y mártir” (1868).
Entre la ficción y la historia, su escritura tiene intención manifiesta de entretener y divertir, al estilo de Dumas, con intrigas, misterios y fantasmas, mezclando sus investigaciones históricas con una rica inventiva, estirados para crear suspenso y, como era habitual en la época, poder ser publicado por entregas en los periódicos de entonces. Uno de sus cuentos, La máquina de coser, forma parte de un estilo más anecdótico y más cercano en el tiempo.

La sirena de Sierra Méndez, puede leerse en:
La máquina de coser de Riva Palacio en:
El nido de jilgueros en:


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miércoles, 22 de febrero de 2012

Libros: ¡Si hasta Marilyn leía a Joyce!

Como habíamos quedado el mes pasado, he aquí el resto de los libros que pudimos leer y recomendar para un verano pletórico de cultura. Sí, por qué no, este año puede ser el de la vuelta a la lectura, un hábito mucho más sano (y más barato) que el cigarrillo, por ejemplo.

Y si quiere ahorrar, puede seguir otras recomendaciones, de ediciones no tan nuevas, pero no por eso menos buenas, en este blog prensalibreliterario, donde puede seguir la "Historia del cuento universal" y los enlaces para leer en Internet la mayoría de las obras que allí se mencionan.

Pero que quede claro, el verdadero placer se consigue con un libro en la mano.

Y ahora las recomendaciones que nos habían quedado fuera de la vez anterior (la foto de Marilyn Monroe con el libro de Joyce es como para recordar que todos pueden sentir el placer de leer, no importa el trabajo que tengan):

Honorato de Balzac es uno de los más grandes novelistas franceses de todas las épocas y su obra novelística es cuantiosa. Pero hay una novela, “Ursule Mirouët”, casi desconocida, recientemente editada por “La Compañía”, una editorial que se especializa por rescatar joyas literarias actuales y clásicas, que tienen ciertas particularidades. Como ésta, que reúne varias obsesiones delescritor; una mezcla de realismo y de magia, en medio de una lucha entre aristócratas y burgueses ambientada en 1830, le sirve como desarrollar una aventura romántica, con gran fervor católico, notable simpatía por la monarquía y además con el despliegue de teorías sobre la vida de ultratumba y sus variantes. Y escrito como para atrapar entre las redes de la trama.

Septiembre 2011, 256 páginas. 12 x 19 cm. $ 72.

“La gloria secreta” de Arthur Machen (galés, 1863-1947), por primera vez traducida al castellano. De él dijo Jorge Luis Borges: “puede, alguna vez, proponernos fábulas increíbles, pero sentimos que las ha inspirado una emoción genuina. Casi nunca escribió para el asombro ajeno; lo hizo porque se sabía habitante de un mundo extraño”. En la Inglaterra, comienzos del siglo xx. Un joven que tiene visiones religiosas. Un profesor con debilidad por el castigo. Una novela sobre el Santo Grial, el folclore celta y la niñez encantada. Una sátira sobre el sistema educativo. Un elogio de la poesía y la embriaguez. Contra la vida mediocre, la gloria secreta.Edita con la calidad de siempre La Bestia Equilátera.

Septiembre 2011, 312 páginas, 13 x 20 cm, $89.

“Noches en Fitzrovia” es una selección de escritos autobiográficos de otro escritor británico, Julian Maclaren-Ross (1912-1964), escrito en forma casi novelesca, recorre París y Londresdesde la vida bohemia y profesinal, recorriendola vida de otros escritores, como Dylan Thomas, Graham Greene. Fue el más celebrado dandy del Soho de los años cuarenta y cincuenta. Vivió en el mismo mundo que sus personajes: hoteles y estaciones de tren, pubs llenos de humo, deudas, calles oscuras, prisión, paranoia, amores correspondidos aunque imposibles. Escritos en el que se mezclan realidad y ficción.

La Bestia Equilátera. Septiembre 2011, 248 páginas, 13 x 20 cm, $73.

También es pósible recomendar a otro autor argentino, que habla de nosotros y de nuestros escritores, en un ensayo necesariamente reeditado. “Realismo y realidad en la narrativa argentina” de Juan Carlos Portantiero (1934-2007), publicado en 1961 por primera vez, está considerado hoy como un documento invalorable para conocer parte de ese debate en torno al realismo en un momento de transformación de la literatura argentina.

Editorial Eudeba, 14 x 19,5 cm, 148 páginas, $ 42.

De todos los libros políticos que salieron este año, para despotricar o elogiar, elegimos para empezar uno que tiene lo suyo. Porque no es común que un ministro de la nación escriba un libro, y porque tampoco lo es que un presidente, en este caso presidenta, escriba su prólogo. Aunque fuera solo por eso, vale la pena “Zonceras argentinas y otras yerbas”, que Aníbal Fernández escribió casi a pedido del mítico Arturo Jauretche, cuando en su famoso “Manual de zonceras argentinas” dejó páginas en blanco para ser completadas por el lector. En este caso, el ministro las completó largamente y luego las editó. Una recopilación de frases hechas, de títulos que nunca se confirmaron y una serie de zonceras muy propias de muchos de nosotros. Tiene su encanto.

224 páginas, 13 x 19.5 cm, editorial Planeta (Abril 2011), $ 49.

Para seguir con la onda, por qué no “El flaco” de José Pablo Feinmann, un relato de esa relación de respeto y admiración mutua que supieron conseguir, entre el filósofo y el presidente, hasta el distanciamiento, cuando Néstor Kirchner reclamaba mayor compromiso y el escritor y filósofo, quiso mantenerse¿en su Torre de Marfil? un poderoso mail de Néstor, y una escriturajugosa, cuya lectura siempre da placer.

Otra edición de Planeta (Abril 2011), de 320 páginas, 15 x 23 cm,$ 89.

Y para los antikirchneristas furiosos también hay, de la misma editorial Planeta (Noviembre 2009). “El dueño”escrito por el periodista Luis Majul, es un catálogo de todo lo malo que puede ser un hombre, y todo el daño que le hizo a Majul y a la Argentina el fallecido Kirchner. Es actualidad, no hay mucho de investigación, pero sí de opinión personal. Es ameno aunque no muy riguroso.

520 páginas, 15 x 23 cm, $ 109.

Para terminar con la política, en esta serie que analiza el movimiento más polémico e interesante de la Argentina: el peronismo y sus variantes. Una pequeña editorial (Piloto de tormenta – enero 2011) dio a conocer “Juan Perón, filosofía peronista”, que rastrea los orígenes filosóficos del ex presidente, su pensamiento y su concepción del Estado y del hombre y sus principales propuestas económicas, sociales y políticas.

192 páginas, 14 x 20 cm. Se consigue en: www.pilotodetormenta.com
Y de la misma editorial, uno que ya hemos recomendando en estas páginas: "Gente que no", de varios autores. "Postpunk, darks y otros iconoclastas del under porteño en los 80". Su historia, su evolución... y lo que están haciendo hoy.

240 páginas. 17,5 x 17,5 cm.

viernes, 17 de febrero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (109) por Roberto Brey

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Juana Manuela Gorriti (continuación)

En 1874 se estableció en Buenos Aires, donde se dedicó a recopilar e imprimir su producción y a escribir relatos autobiográficos, como el texto titulado "Lo íntimo", editado luego de su muerte, en Buenos Aires, en 1892.
En 1879 regresa a Lima donde fallece su hija Mercedes. Entre 1880 y 1886 viaja entre Lima y Buenos Aires. En 1886, anciana y enferma regresó desde Buenos Aires a Salta en ferrocarril, acosada por el presentimiento de la muerte, para visitar los escenarios de su infancia.
Para muchos, precursora de la novela argentina, pues los cimientos de la actual están en la generación del 80, significó un siglo de avance por el sólo hecho de haber tenido que valerse por sí misma, en un mundo hostil e insensible a sus aspiraciones.

Justamente, es la estudiosa argentina Alicia Poderti, quien asegura: “La historia de la novela en Argentina se inicia con la publicación de su relato La Quena, en 1848”. En realidad, desde 1845, cuando la Revista de Lima publicó los primeros capítulos La quena, su primer relato de unas 60 páginas, siguió escribiendo casi sin interrupción).
Para Poderti: “La escritura de Juana Manuela Gorriti, innovadora del discurso femenino y el imaginario nacional, se va construyendo sobre su propia biografía, en la que se conjugan las incipientes historias nacionales de tres países: la Argentina andina, Bolivia y el Perú. En su producción es posible descubrir la forma en la que se creó un espacio femenino dentro de las comunidades de cada país, la historia de las representaciones nacionales formativas, el lugar de la literatura en las sociedades poscoloniales y la intimidad de las guerras independentistas, en las que a la mujer le cupo un lugar fundamental.”

Además de la novelesca vida de Juana Manuela Gorriti y su prolífica labor literaria, también es reconocida por su libro de cocina autóctona: "La cocina ecléctica", reconocido no sólo por su valor gastronómico, sino también como aporte documental de recetas folclóricas argentinas, de otros países latinoamericanos y de la  cocina europea de su época. Una anécdota cuenta que las empanadas son llamadas en Bolivia "salteñas" debido a que como esposa del presidente boliviano Belzú difundió su preparación y consumo en ese país.

Otra estudiosa argentina, María Gabriela Mizraje, dice al respecto: “Cocina ecléctica (1890) puede recorrerse como pot-pourri de la memoria en que todo sucede hasta el hartazgo. Lugar donde probar lo local, otro mapa, un recorrido geográfico-gastronómico donde el plato puede funcionar como bandera, sinécdoque de la nacionalidad y excusa de las historias. Tradición de mujeres que (se) entregan (con) sus recetas. En Cocina ecléctica se guarda en verdad una receta literaria: cómo agotar las posibilidades de la femineidad en la escritura, la marca temática que constituye una decisión formal, lícita de imitaciones, como lo prueba Emilia Pardo Bazán.
 “La escritora del triunfo de la femineidad y los derechos de la mujer queda, sin embargo, inmersa en las contradicciones que su contexto le imprime. Demasiado romántica para ser estéticamente vanguardista, demasiado emancipada para resultar tradicional, Juana Manuela Gorriti corre y descorre a lo largo de sus textos los perfiles de la mujer que idealiza para las demás (virgen, esposa, madre).”

Y agrega describiendo la escritura toda de Gorriti: “si las recetas recorren una geografía heterodoxa y proceden de diferentes manos, el circuito de lecturas, tradiciones y apuestas que cruza las decisiones literarias de Gorriti reconoce, por lo menos, las filiaciones indígenas y española, lo gauchesco y lo norteamericano, los gustos de Paris, de Italia, de Alemania. Gorriti mezcla en citas y referencias, en emulaciones e inhumaciones estos derroteros textuales de la cultura universal que le han acercado el doctor general -su padre-, el canónigo, el coronel, el otro doctor, la biblioteca de los franciscanos; Juana Manuela no ignora a Poe ni a George Sand, a La Rochefoucald ni al canto quichua, a José Hernández, a Ricardo Palma o a Emile Zola. Mujer de su tiempo, intelectual al día del circuito posible por estos puertos del Atlántico, dedica, difunde, alude y construye tales cruces (...) Estuvo entrenada en crítica, en arte, en historia. Supo de las encrucijadas políticas y de las determinaciones económicas. Supo que la Bolsa de Comercio era una fagocitadora a la cual resultaba preciso temer (y esto lo entendió de manera absolutamente sagaz, moderna y previsora). Supo que el fin de siglo sacudiría las luces de toda la inmigración agazapada y que la inminencia política cambiaría algunos derroteros de la patria. Supo que el dandysmo achataba los méritos de la gesta patriótica de la Independencia y que los ponchos empezaban a caer allá donde se henchían las capas. Supo de la diferencia entre ser patricio terrateniente y ser aristócrata. Y supo, finalmente, que su apellido sufría un último destierro.”

José María Torres Caicedo (1830-1889), un colombiano que en 1863 prologó una edición de sus obras y que era un estudioso de la literatura argentina de entonces, la describe así: “Belleza de cuerpo, nobleza de sentimientos, elevación de ideas, bondad de corazón, prendas del alma, gracia en el decir y talento para contar; eso, más que eso, las decepciones y las lágrimas, forman la aureola que brilla sobre la inspirada frente de esta literata americana.”

De Juana Manuela Gorriti se puede leer “Quien escucha su mal oye”, en:
Las obras completas se pueden leer en: http://www.google.com.pe/books?id=DBqfgbR3keEC

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martes, 14 de febrero de 2012

La gloria secreta de Arthur Machen

“La gloria secreta es la historia de un individuo desafortunado que se da la cabeza contra la pared desde el principio hasta el fin. No puede pensar ni hacer nada siguiendo la corriente del mundo; incluso cuando "obra mal", lo hace de una manera sumamente inusual y excéntrica. Quedará a criterio del lector determinar si era un santo que había perdido su rumbo en el siglo o un pobre loco subdesarrollado; en lo que me atañe, no estoy a favor de ninguna de las dos opciones.” Con esta frase presentó su novela Arthur Machen (Arthur Llewellyn Jones 1863-1947).
Famoso y olvidado, autor de culto luego en Estados Unidos y con seguidores en todo el mundo, icono de la literatura fantástica (y con un trabajo teórico todavía no muy rescatado), no hay mucho de él en castellano: Los tres impostores (que Borges publicó en su Biblioteca Personal), esta novela hoy editada por La bestia Equilátera…
Machen nació en las serranías de gales, “fuente de la matiere de Bretagne, que pobló de sueños la tierra”, cuenta Jorge Luis Borges, quien admiraba al escritor que consideraba creador de obras maestras. “Toda ficción es una impostura; lo que importa es sentir que ha sido soñada sinceramente”, dice a propósito de él.
De alguna manera, el origen de Machen puede explicar su interés por conectar la leyenda del Santo Grial con la desaparecida Iglesia Celta, predominante en las islas británicas durante los siglos V, VI y VII. Él realiza su investigación como “una travesía por tierras mágicas y olvidadas”. Y la novela surge de esa búsqueda, unida a una fobia que despiertan en él, ciertos aspectos de la educación británica, especialmente los cánticos estudiantiles y el rugby, considerado como “disciplina educativa y una guía para la vida”.
Esa unión temática, escrita en 1907 y publicada en 1922, como “La gloria secreta” produjo innumerables elogios por la precisión de su lenguaje y el lirismo de las imágenes que evocaba. Aquí tal vez quepa aquello de que las palabras pueden provocar imágenes que valen más que la visión de la imagen misma.
Pero bien, lo que podía haber sido una loca historia de tradiciones celtas mezclada con la crítica de la educación inglesa de principios del siglo XX, a lo “The Wall”; 0 sea, una especie de novela naturalista pero con visos fantásticos, se convierte, por efecto de las palabras, en un texto de culto para algunos, o de admiración religiosa para otros.
Estructurada como la biografía del joven Ambrose Meyrick, el relato detalla las peripecias del estudiante, y su trasformación exterior, para preservar su interior y obtener algún día esa gloria secreta para la cual se sabe predestinado. Y junto con las digresiones del autor, donde critica a la educación británica (“una de las principales tareas del sistema es matar, destruir, aplastar y  y reducir a nada cualquier poder de imaginación que el susodicho pueda haber poseído originalmente…”); o se burla del moderno desarrollo capitalista (“las chimeneas de las fábricas de Lupton vomitando su humo fétido, las sórdidas calles rojas… brumosas, ahogadas en su propio polvo. Para ríos estaba el Waed, que corría como aceite negro entre sus negras márgenes… mientras las paredes de las fábricas vomitaban  en sus aguas sus venenos hirvientes… Lupton era un lugar muy próspero.” A pesar de todo,  Meyrick se mantiene puro en el muladar gracias al encantamiento. El encantamiento, esa vía adoptada por Meyrick para salir de un pozo profundo y espantoso que era la vida.
Junto a ello están las opiniones que el protagonista expresa sobre el realismo. “Zola es un realista, no –como suponen los imbéciles- porque haya descripto –más bien minuciosamente- imágenes y sonidos y olores y emociones desagradables, sino porque era un poeta, un vidente; porque, a pesar de su pseudo filosofía y su materialismo barato, veía el verdadero corazón, la realidad de las cosas…”
Machen supo oponer a las canciones estudiantiles los antiguos poemas de la tierra de Gwent, mezclando en la novela su propia voz con las de los protagonistas en forma directa, en un llamado apasionado “a restaurar la imaginación vital y exuberante”.
Acaso para Machen la vida era el eterno libar en el Santo Grial, en “la Copa Eterna en una altísima y dichosa sempiterna Taberna”.
Editorial La Bestia Equilátera, 312 páginas, $89 


viernes, 10 de febrero de 2012

El río, las islas delteñas y una civilización extinguida en la Mesopotamia asiática

Dos novelas en un mismo libro, una de un autor consagrado y otra de uno que recién empieza, es la propuesta de la Colección Doble Mano de la editorial Outsider. Una interesante modalidad, que puede leerse en detalle en el reportaje a los responsables de la editorial, publicado en Prensa Libre Literario (http://prensalibreliterario.blogspot.com/2011/09/outsider-una-renovacion-en-la-edicion.html).

El objetivo es que los que están por afuera del mercado publiquen su primera obra como los que ya están en el círculo literario, y que éste, al mismo tiempo, pueda generar un mecanismo de renovación.
En este caso el padrino es Federico Jeanmaire (ganador de los premios Clarín y Emecé) y su novela “Los zumitas”, ya editada en 1999. El nuevo es Juan Martín Guastavino, con su primera novela “El silencio del río” (finalista del Premio Clarín).

De Jeanmaire ya se habló mucho, sus obras publicadas pasan la docena, y Los zumitas tiene el particular atractivo de ser presentada como el resultado de la investigación sobre una civilización de la mesopotamia asiática, pero que en cierta forma parodia y satiriza al mundo real.

La historia, que evoca lejanamente un cuento de Borges, es enviada a un famoso locutor de radio que debería difundirla para que no quede ignorada, ante la próxima muerte de su autor, un hombre de 92 años que añade a ella sus particulares comentarios. Escrita en forma de breves cuentos (o “como entradas de enciclopedia”) describe diversas características y creencias, de una civilización atea, feminista y de vocación pacifista, y con un particular sistema de gobierno, que da para las elucubraciones sociológicas más dispares.

En el caso de “El silencio del río”, es mucho lo que se podría decir. En primer lugar porque más allá de los consagrados Horacio Quiroga, Enrique Wernike y  Haroldo Conti, no son muchos los escritores que tuvieron esa especial visión del río y de las islas del Paraná, de esa forma de vida que llega con sus particularidades hasta nuestros días.

Relatado en una primera persona que parece ir creciendo desde la visión del niño nacido en islas, que recuerda con su mirada los días de la infancia, con sus incomprensiones, con sus misterios familiares, con su entramado sentimental y que, en la búsqueda de una salida a ese mundo cerrado y agobiante, parece ser empujado a un retorno permanente, luego de sus experiencias con la gente de tierra firme.

Desde la mirada infantil de la tradicional procesión náutica con la imagen de la virgen, de esa vida isleña que conforma caracteres y sentimientos, con el avatar del agua y sus caprichos, de la estrecha y particular relación que se va creando entre padres y hermanos, verdaderos y sustitutos, el protagonista profundiza en ese mundo y en él, desde esa visión ingenua y desde la distancia, que le ofrece luego, su vida en la ciudad.

El recorrido que transita a través del relato, que muestra su crecimiento, que intenta profundizar en sus sentimientos y en sus vivencias para entenderse y entender mejor, lo va llevando por una serie de peripecias que, de alguna manera, son como pruebas que aceleran su desarrollo personal y que lo van acompañando en la toma de decisiones en su vida.

En definitiva, imperdible para quienes conocen o han vivido en el clima especial de las islas, porque lo van a ver reflejado con la máxima autenticidad; pero también para todos los que quieran adentrase en mundos originales. Dos novelas, dos visiones de realidades diferentes, originales, pero que implican caminos de conocimiento.

Y como si fuera poco, a un precio de 45 pesos. Como que no hay excusas para llegar a la buena lectura. 

miércoles, 8 de febrero de 2012

La misma sangre y otros cuentos

Es realmente un placer poder apreciar a un escritor casi desconocido en nuestro país. Y ese placer es debido a La Compañía, una editorial que se especializa en rescatar, para los ávidos lectores argentinos, obras valiosas de escritores reconocidos.

En este caso se trata del escritor norteamericano William Goyen (1915-1983) presentado, nada menos que por The New York Times, como “uno de los mejores cuentistas norteamericanos de todos los tiempos”.

Estos cuentos constituyen una forma de penetrar en un particular territorio de Texas, en Estados Unidos, con su clima, su gente y su idiosincrasia; un lugar real, aunque extraño, pleno de misterio, de tradiciones y de conductas no siempre comprensibles, pero que forman parte de un todo llamado el Sur norteamericano, que tan bien supieron describir Faulkner y Tennessee Williams, Carson McCullers, Flannery O'Connor y Cormac McCarthy, entre otros, englobados, según los críticos, en el “gótico sureño”.

Claro que ya es una tradición desde los primeros años en la literatura norteamericana el intentar desentrañar un espíritu común, a partir de las particularidades de una región. Y en muchos escritores norteamericanos se encuentra ese descubrimiento de lo fronterizo, esos choques interculturales, las amplitudes territoriales, y la lucha por ocupar un lugar sin importar las formas, tan propio de las primeras descripciones que dejaron Fenimore Cooper o Mark Twain.

El fatalismo y la naturaleza hostil, el conflicto racial, el puritanismo hipócrita, las conveniencias sociales y una violencia escondida, pero siempre presente, en personajes en ebullición por dentro, llenos de contradicciones pero dispuestos a cumplir con lo que demanda el momento y el lugar; intentando adaptarse y sobre todo vivir, luchando contra la soledad y las amenazas latentes.

El libro tiene un agregado imprescindible, el posfacio de Esther Cross, que ubica a Goyen en su mundo, con su historia y su pasión por narrar su aldea: “No puedo librarme de donde he nacido”, lo cita, y en los cuentos es donde mejor expresa ese lugar que lo tiene  atrapado.

Imposible no advertir la presencia de Faulkner en sus escritos, pero Cross nos indica que sus cuentos son más precisos del este de Texas, con un paisaje “pastoral, fluvial, con sombras de árboles, misterioso y embrujado”. Como el embrujo y el misterio que Goyen intentaba descubrir en sus personajes sumergidos en ese mundo donde las pasiones se muestran con toda plenitud.

Imposible pasar por alto la experiencia de Willian Goyen, que invita a sumergirse en otro mundo, pero que también es éste.