Nicolás Gogol (1809-1852)
Para muchos fue el primer escritor realista ruso y también el que le daría forma definitiva al cuento moderno. Sin embargo, por lo visto hasta ahora, existen suficientes antecedentes como para pensar que el realismo se fue forjando tras de un largo proceso, producto de cambios sociales y económicos que se fueron dando a través de los tiempos, del trabajo y la experimentación de numerosos críticos y artistas, y de lectores que fueron estimando, consumiendo y necesitando un tipo particular de literatura. Por supuesto, no es imaginable que esté consolidado ni que no siga evolucionando (tanto el realismo como el cuento), tal como lo sigue haciendo el hombre junto a sociedad.
Pero, aunque no se considere a Gógol como el primer realista, Luis Gregorich diría que es él “quien desarrolla en primer término lúcidamente, sin concesiones, los postulados realistas en sus propias obras”, y afirma: “al menos sólo después de él puede hablarse de una escuela realista consolidada”.
Tal fue la influencia de Gógol en la literatura rusa, que el propio Dostoievski afirmó del más famoso de sus cuentos: “Todos hemos salido de “El capote” de Gógol”.
La familia de Gógol era de la baja nobleza de Ucrania (aunque propietaria de unos 200 siervos), pero el padre de Nicolás, que tenía afición por el teatro y había escrito algunas obras que le habían otorgado cierto prestigio, le trasladó su amor por los escenarios. Con la temprana muerte de su padre y ya adolescente, tuvo una mayor influencia de la religiosidad de su madre, lo que lo llevó a un cristianismo ortodoxo que dominó su vida hasta la hora de la muerte. Por otra parte, uno de los mayores impulsos literarios se debió a su amistad con Pushkin (ya en Petersburgo en 1831). Por entonces sus primeras obras fueron seguidas por otras que tomaban como base leyendas y tradiciones de Ucrania, trasmitidas a través del entorno familiar. (Su madre y las criadas de la casa fueron las que, según algunos autores, le dieron esa habilidad y conocimientos para representar a mujeres viejas, tanto en sus obras literarias como en las representaciones actorales del liceo.)
Luego de los estudios formales inició su vida laboral con un puesto menor en la burocracia zarista, lo que le daría nueva inspiración para sus personajes posteriores.
“Taras Bulba” será su primera gran obra, todavía dentro del romanticismo, pero ya con elementos de la historia y de la epopeya campesina de Ucrania, con el agregado de elementos fantásticos a los que siguió siendo afecto aún en sus obras más realistas.
Pero tal vez la cima del arte narrativo de Gógol se alcanza en su ciclo de los Cuentos de San Petersburgo, escritos entre 1835 y 1841, que comprende "El retrato", "La perspectiva Nevsky", "Diario de un loco", "La nariz" y "El capote", al que se suma la comedia “El inspector” (1836), con planteos realistas, el agregado de una aguda visión satírica y los elementos fantásticos mencionados.
“El inspector” fue la obra que mayor notoriedad le daría como escritor hasta ese momento, aunque quizás no de la manera que él hubiera deseado.
Es que personajes de la burocracia satirizados en la obra con gran precisión, no sólo atrajeron la risa del público, sino también el enojo de los representados, que produjeron incidentes en algunas de las representaciones.
Como lo que menos quería Gógol era molestar al régimen del que era partidario, el escritor partió al extranjero, donde viviría en adelante, particularmente en Roma, de donde ya no volvería sino en contados momentos. En Roma justamente escribiría “El capote”, rehace “Taras Bulba” y escribe “Almas Muertas” (1842), la que para algunos sería su obra más importante, o su primera novela, o la muestra de las profundas contradicciones en que vivía.
Gógol, que decía que sentía sobre sí la fija mirada de su enorme país, a pesar de sus convicciones políticas, religiosas y de origen social, no podía evitar ver la realidad tal cual era y trasladarla a sus obras. Y fracasó rotundamente cuando en una segunda parte de “Almas Muertas” incluyó personajes positivos como el virtuoso mercader Murázov y al terrateniente Konstanzhoglo. La intención por “mejorar” la obra le quitó convicción y veracidad, lo cual es imprescindible aún para la fantasía.
El filólogo S. Mashinski diría de sus sátiras: “Mucho antes de Gógol, la sátira tenía ya en Rusia una tradición considerable. Pero esa sátira encerraba un carácter didáctico, aleccionador. Fustigaba algunos defectos de la realidad, mas no ponía al descubierto su verdadero fondo… La sátira gogoliana fue mucho más lejos, pues fustigó los vicios fundamentales del régimen de vida.”
Pero en referencia a sus cuentos, son los escritos en su período de Petersburgo los que llegan a más alto nivel. El llega a los veinte años a la capital, que no es como la había imaginado: “Todos hablan de sus departamentos y colegios –le decía a su madre en una carta-, todo está aplastado, hundido en el fango de los ociosos, mezquinos menesteres…” Allí se queja del “hirviente mercantilismo”, de la burocracia y de los desalmados funcionarios que viven “en un cuartel de granito”. En Petersburgo, diría “todo, menos los faroles, respira engaño”. Por algo será el manifiesto agobio que muestra en “El capote”, donde el resignado y miserable empleado, objeto de burlas y humillaciones, junta peso sobre peso para lograr el sueño ansiado, comprar su capote nuevo, se lo roban antes de poder disfrutar de una mínima alegría, y encima cuando quiere recurrir a un alto personaje no escucha su dolor.
“Con profundo lirismo se muestra en “El capote” ese énfasis humanista de Gógol que había de ejercer tan enorme influencia en todo le desarrollo ulterior de la literatura rusa…”, explicaba Mashinski.
De “Almas muertas”, otro de los grandes escritores de la época A. Herzen escribía: “Era para volverse loco al ver esa manada de fieras, de nobles y funcionarios que vagan por las más profundas tinieblas, compran y venden ‘almas muertas’ de campesinos.”
“La repercusión de este libro fue semejante a la de “El inspector”; otra vez
amplios sectores de la burocracia rusa se sintieron atacados por las ácidas
descripciones de la novela; otra vez Gógol se sintió mortificado porque su libro
parecía contener tácitas propuestas de reformas liberales que él no compartía en
absoluto (…) Apocado, hipocondríaco, de débil constitución, con tendencia a
accesos místicos y a arranques de inspiración, Gógol escribía sus obras
iluminado por lo que él mismo consideraba “fuego divino”. Generalmente, sus
planes iniciales contemplaban la composición de una obra optimista, llena de
humor, inclusive con un fondo moral; pero a medida que iba trabajando aparecían
los tipos mezquinos, las miserias de la sociedad que iba describiendo, las
lacras individuales y colectivas que era imposible callar. Tan lejos fue Gógol
con esta contradicción consigo mismo que –abrumado por confesores y consejeros
fanáticos- terminó por convencerse de que el “fuego divino” era en realidad de
origen diabólico, y quemó el manuscrito de la segunda parte de “Almas muertas”,
a pesar de que con él se había propuesto suavizar en parte las asperezas del
primer tomo.”
Cuentos de Gógol:
“Diario de un loco”: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/diariode.htm
“El capote” http://www.islaternura.com/APLAYA/NoEresElUnico/gLETRA/GO/Gogol%20Nicolai%20Febrero%202006/Textos%20de%20Gogol.htm
“La nariz” http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/nariz.htm
“La feria de Sorochinetz” http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/feria.htm
“El capote” http://www.islaternura.com/APLAYA/NoEresElUnico/gLETRA/GO/Gogol%20Nicolai%20Febrero%202006/Textos%20de%20Gogol.htm
“La nariz” http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/nariz.htm
“La feria de Sorochinetz” http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gogol/feria.htm
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