jueves, 25 de noviembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (53) por Roberto Brey

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Cervantes cuentista

Pasarían casi dos siglos para que pudiera hablarse de otra gran figura relacionada con el cuento en España: Miguel de Cervantes (1547-1616). Pero como también era época de poetas, sería imposible antes, no mencionar a Íñigo López de Mendoza, El Marqués de Santillana (1398-1458), introductor de la refinada poesía italiana en España, y creador de aquella bella Serranilla que muchos hemos estudiado en la escuela:
La moza de la Finojosa
Moza tan fermosa
non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.
Faciendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vencido del sueño,
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do vi la vaquera
de la Finojosa.
En un verde prado
de rosas y flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan graciosa
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
No creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
ni de tal manera,
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.
No tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dejara
en mi libertad.
Mas dije: «Donosa
(por saber quién era),
¿dónde es la vaquera
de la Finojosa?»
Bien como riendo,
dijo: «Bien vengades;
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es deseosa de amar,
nin lo espera,
aquesa vaquera
de la Finojosa.»

O aquel otro poeta castellano, Jorge Manrique (1440-1479)
Coplas por la muerte de su padre
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
(…)

Pero más allá de esa pequeña distracción con esos grandes poetas españoles, como se dijo, el cuento no tuvo sus cultores de valía hasta que Cervantes publica las “Novelas ejemplares” en 1613, a los 66 años (tres antes de su muerte).

Aunque no hay demasiados datos precisos sobre su vida y su obra (por ejemplo, no se conocen cuáles fueron sus estudios en la infancia y adolescencia), es posible que recibiera en su juventud alguna instrucción literaria. Con poco más de veinte años se fue a Roma y luego de recorrer Italia se enroló en la Armada Española y participó en 1571 en la batalla de Lepanto, donde a consecuencia de un disparo perdió gran parte de la movilidad de un brazo, por lo que se lo llamó el Manco de Lepanto.

Al regresar a España, en 1575, los corsarios asaltan su barco, lo llevan a Argel, donde pasa cinco años de cautiverio y a su regreso, en 1580, encuentra a su familia en la ruina. Con 37 años se casa con Catalina de Salazar y Palacios, de 19, e inicia su carrera literaria. Publica la novela "La Galatea" (1585), y sin demasiado éxito y casi en la ruina, es nombrado recaudador de impuestos para la Armada Invencible, pero termina en la cárcel, acusado de irregularidades en las cuentas. También fue excomulgado por tres veces ante el intento de cobrar a la iglesia los impuestos que ésta estaba obligada a satisfacer.

En 1605 publica la primera parte del Quijote; el éxito dura poco. En 1606 regresa a Madrid, en donde vive con apuros económicos. En sus últimos años publica las "Novelas ejemplares" (1613), entre otras obras. Sus poemas, muchos escritos durante su juventud, fueron incluidos casi siempre dentro de sus novelas, por lo que tuvieron poco reconocimiento.
Tampoco tuvo suerte en el teatro, donde fue eclipsado por el triunfo arrollador de Lope de Vega (su eterno rival) en la escena española.

Su mayor éxito sin duda fue su Quijote, donde, como era costumbre, incluyó varios relatos cortos que pueden considerarse casi como cuentos. Esa obra se cree fue iniciada durante su encarcelamiento, y debido a su éxito tuvo que soportar varios plagios. Recién hacia 1617, ya a su muerte, con las dos partes del Quijote publicadas juntas en Barcelona, empezó a tener el merecido reconocimiento que le faltó en vida.

Todavía en tiempos de Cervantes, el cuento como relato corto, concentrado y con punch como quería Poe, estaba lejos de prevalecer. Por el contrario, se buscaba darle unidad y marco a una serie de cuentos, lo que permitió el desarrollo de la novela, muchas veces como una sucesión de relatos cortos enlazados. Este tipo de relatos (la novela, o el romance), con mayor detalle del contexto social, con mayor desarrollo psicológico, prevalece durante mucho tiempo por sobre la rápida definición o la sorpresa final que traería luego el cuento moderno.

Muchos escritores de Europa, en los siguientes años incluyen relatos cortos en sus novelas, pero no se deciden por ese género como disciplina independiente, como ya se ha visto, hasta entrado el siglo XVIII.

Se puede leer cuentos de Cervantes en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/mcs.htm
El amante liberal en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/amanteli.htm
El casamiento engañoso en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/casamien.htm
El licenciado Vidriera en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/licencia.htm
La gitanilla en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/gitanill.htm
Rinconete y Cortadillo en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/rincone.htm
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jueves, 18 de noviembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (52) por Roberto Brey

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El cuento en España

Si en Egipto quedaron asentados por escrito algunos de los relatos más antiguos, no fue por casualidad. La escritura nació en Medio Oriente y los cuentos provienen de allí desde la “Historia de Sinué” hasta las “Mil y una noches”. Pero es en la Edad Media donde el cuento alcanza su primer momento de esplendor (que luego se vería sumergido por la novela), con el relato folclórico, la picaresca y los relatos morales. Es probable también que muchos de los relatos orientales hayan penetrado en Europa a través de la España musulmana, y se fueran mezclando con las tradiciones locales. Cómo encontrar orígenes ciertos a través de la mutua contaminación de historias orales que se iban enriqueciendo por un lado, y perdiendo o cambiando personajes y detalles al atravesar por distintos relatores a través del tiempo y los lugares.

Una de las más famosas recopilaciones fue la compuesta en latín por un médico sefardí: “Disciplina clericales”, quien al ingresar al cristianismo adoptó el nombre de Pedro Alfonso (c. 1050-1115). La obra consta de 34 relatos estructurados en diálogos, cuyo principal objetivo es trasmitir la sabiduría práctica. El mismo Pedro Alfonso cuenta su método y su intención:
“...hecha en parte de sentencias de filósofos y de sus comentarios, en parte de proverbios, fábulas y versos árabes y en fin de comparaciones tomadas de animales y pájaros. He también respetado la justa medida, ya que si escribiera más de lo necesario mis escritos serían más una carga que una ayuda para el lector. Yo quisiera que esta composición sea —tanto para los que la leen como para los que la escuchan— una ocasión para instruirse. Que gracias a lo que contiene, se acuerden de lo que han olvidado.”

Estos relatos fueron la base de otros cuentos, en recopilaciones, imitaciones o adaptaciones, efectuadas por distintos autores. Don Juan Manuel o Cervantes son de los más famosos que abrevaron en esas fuentes.

España puede considerarse el primer país europeo en desarrollar el cuento medieval, tomado de aquellas viejas leyendas y relatos populares con sentido moralizante, pero con intenciones literarias y no meramente informativas.

Giovanni Boccaccio (1313-1375) en Italia, Geoffrey Chaucer (1340-1400) en Inglaterra, Margarita de Navarra (1492-1549) en Francia y Don Juan Manuel (1282-1348) en España son las figuras más representativas de este nuevo modelo de cuento; pero como se puede advertir por los años, el adelantado es éste último.

Como ya se mencionó, es probable que la primacía española se deba a la influencia árabe, que permitió que se destacaran varios escritores, entre ellos Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, un clérigo de Guadalajara del que se sabe nació hacia 1283, estuvo encarcelado en la catedral de Toledo y escribió una única obra en verso, el Libro de buen amor. Con una postura crítica hacia el alto clero, en contra de la abstención sexual y con un rico y elaborado lenguaje, emparentado con la técnica del sermón, aunque con un tono popular y coloquial, que ofrece un panorama de la vida social de comienzos del siglo XIV. Se estima su muerte alrededor de 1350 ó 51.

De Don Juan Manuel (1282-1348) se sabe mucho más. Sobrino del rey Alfonso X el Sabio recibió los títulos de Príncipe, Señor y Duque de Villena, pero también un importante bagaje cultural que incluía idiomas y múltiples conocimientos. Su obra maestra es sin duda el Libro de Patronio o Conde Lucanor, concluida en 1335, un libro que consta de una cincuentena de cuentos (en realidad, apólogos, fábulas, alegorías e incluso pequeñas novelitas) precedida de un prólogo y con cuatro breves tratados en prosa. Con una amplia variedad de fuentes (desde relatos orales de sus sirvientes judíos y moriscos, pasando por la Disciplina clericalis y hasta sermones eclesiásticos), como conjunto puede ser considerado una novela, pero integrada por una variedad de cuentos con muy diversa temática. Para muchos críticos, como Jaime Rest, aquí se deja de lado la intención religiosa visible en Pedro Alfonso, para pasar a la educación política de los hombres de estado, escrito en un lenguaje muy culto, utilizando al personaje de Patronio como preceptor del conde Lucanor.

El estilo del infante Don Juan Manuel se caracteriza por la selección, la sobriedad y la precisión. Lo define él mismo de esta manera:

Sabed que todas las razones son dichas por muy buenas palabras et por los más
fermosos latines que yo nunca oí decir en libro que fuese fecho en romance; et
poniendo declaradamente cumplida la razón que quiere decir, pónelo en las menos
palabras que pueden seer.
Don Juan Manuel, Libro de los estados

Pedro Alfonso.
Los primeros 15 ejemplos de “Disciplina clericales”, se pueden leer en:
http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=2318

Cuento I Juan Manuel
De lo que aconteció al rey con un ministro suyo
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/juanma/i.htm
Cuento V Juan Manuel
De lo que aconteció a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el pico
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/juanma/i.htm
Cuento VII Juan Manuel
De lo que aconteció a una mujer que le decían doña Truhana
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/juanma/vii.htm
Cuento X Juan Manuel
Lo que sucedió a un hombre que por pobreza y falta de otra cosa comía altramuces*
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/juanma/x.htm
El conde Lucanor, completo
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/juanma/lucanor/lucanor.htm

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jueves, 11 de noviembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (51) por Roberto Brey

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Giovanni Verga (1840-1922)

Nacido en Catania (Sicilia) el 2 de septiembre de 1840, en una familia de origen noble y con tendencias liberales, a los diecisiete años escribe su primera novela, “Amore e patria”. Abandona la Facultad de Leyes, se dedica al periodismo y en 1861 funda el semanario político “Roma degli italiani”. Por entonces escribe novelas histórico-patrióticas, se establece en Florencia, donde frecuenta los salones literarios y conoce a muchos intelectuales de la época, entre ellos al anarquista ruso Mijail Bakunin (1814-1876, que fue un filósofo contemporáneo de Karl Marx, considerado uno de los "padres del anarquismo").

Por entonces Verga se inclina por la novela romántica, cuyo mayor ejemplo es “Storia di una caminera”, que resulta todo un éxito. Es recién en 1874, ya instalado en Milán, cuando, al decir del estudioso mexicano, Guillermo Fernández, ya influido por los naturalistas franceses, escribe “Nedda”. Al aparecer Nedda, Luigi Capuana –que además de narrador era un teórico del verismo (la versión italiana del naturalismo francés)- señaló que Verga había encontrado un “nuevo filón en la mina casi intacta de la narrativa italiana”. Efectivamente, ese ‘’boceto siciliano’’ indica un giro de noventa grados en la obra de Verga, que le da la espalda a la temática y al tono del romanticismo decadente para adherirse al movimiento verista.

Fernández cita a Corrado Simioni, quien señala: “El verismo, versión italiana del naturalismo, se aparta notablemente de las teorías de Zolá, y parece estar más directamente ligado al realismo manzoniano y a las lecciones de De Sanctis. (…) mientras los franceses describían generalmente el mundo del proletariado parisino, los italianos (…) volvieron la mirada a la realidad regional, que era, incluso desde un punto de vista político-social, la más importante en aquel momento. (…) la tierra natal, y el nostálgico embeleso de la infancia y el mundo primitivo ocupó el puesto del rigor científico.”

A partir de allí Giovanni Verga vuelve a su tierra natal, a describir los humildes ambientes de la Sicilia patriarcal. Esos serán sus personajes, “inmersos en un mundo que se hallaba a un solo paso de la animalidad, de la absoluta esencialidad”, al decir de Martínez.

Sus mejores obras se darían en esa época: “Vita dei campi” (cuentos:1880); “I Malavoglia” (novela: 1881); “Novelle rusticane” y “Per le vie”, dos series de cuentos publicados en periódicos y revistas, reunidos en volumen en 1883, así como también Mastro-don Gesualdo, que publicó en 1888. Estas obras hablan de la gente de su tierra natal, de su pobreza, del dolor, las pasiones y la tragedia en las que viven, sometidos a un ciego e implacable destino.

Salvo “Per le vie”, “estas obras están consideradas como el más alto logro del verismo y de la narrativa verguiana”, asegura Fernández, quien afirma que “halló en D.H Lawrence (famoso escritor inglés: 1885-1930) a su más apasionado traductor y divulgador en lengua inglesa”.

Lawrence aseguraba: “(Verga) Es el más grande novelista italiano después de Manzoni. Sin embargo, nadie le hace caso (...) Verga es un gran maestro del cuento. El libro Novelle rusticane y el volumen titulado Cavalleria rusticana (Vita dei Campi) contiene algunos de los mejores cuentos escritos en todo el mundo. En ellos hay unos tan breves y convincentes como los de Chejov. No obstante, nadie los lee. Son ‘demasiado deprimentes’, dicen. No deprimen ni la mitad de cuanto deprime Chejov. No entiendo el gusto del público.”

Sus últimos años Verga los pasa en Catania hasta su muerte (1922), salvo algunas breves estadías en Milán y Roma. Un año antes la Justicia milanesa le reconoce la coautoría de la ópera “Cavalleria rusticana”, en el juicio que le entabla a Mascagni.

El título de la obra “Cavallería Rusticana” es en italiano y no en español.
Lo de “cavallería” (con v corta) no tiene que ver con caballos, hecho que sí
sucede en la opereta “Caballería Ligera” de Franz von Suppé, de tan famosa
obertura. La traducción más acertada de ese título sería “Caballerosidad rústica
o pueblerina” y alude al código de honor que rige en una modesta comunidad
siciliana.


En esos años abandona el ‘verismo’ y su obra empieza a decaer, aunque su influencia pervive en
los escritores que desarrollarían luego el neorrealismo, como Pirandello, Pavese y Pasolini, entre otros. En 1947 Luchino Visconti realiza “La terra trema”, película basada en I Malavoglia y más tarde se puede encontrar en el cine de los hermanos Taviani, quienes también filman cuentos de Pirandello.

Cuatro cuentos de Verga se pueden leer en: http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf/giovanni_verga.pdf
Giovanni Verga habla sobre su obra en la dedicatoria del cuento L’amante de Gramigna, dirigida a Salvatore Farina: http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=2317

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martes, 9 de noviembre de 2010

Homos Gorilus

por Manuel Vicent *

No es lo peor que el hombre descienda del mono, como dijo Darwin, sino que está evolucionando directamente hacia el mono, como afirma Schopenhauer.

Conozco a algunos ejemplares humanos que solo se diferencian de los simios en que se afeitan todas las mañanas, se ponen desodorante en las axilas y que en vez de exhibir unas encías enormes, enseñan varias muelas de oro cuando se ríen. En concreto, hay monos que parecen graduados en Cambridge, si se comparan con algunos de nuestros congéneres.

Las torturas en las cárceles, las violaciones masivas como hitos de victoria, el fanatismo religioso que te condena al fuego eterno, los eructos que emergen del subconsciente más sucio de algunos políticos, son formas de comportarse que dejan a cualquier mono muy por arriba en la escala de nuestra especie. Cada uno de estos simios humanos pertenece a una clase distinta y se presenta con un disfraz característico.

Hay gorilas con el pecho cubierto de medallas, orangutanes con pistolón en la cadera, chimpancés con la mitra dorada, primates con un acta de diputado. También está el alcalde rijoso y el escritor narcisista que se masturban públicamente como macacos. Compáralos con un mono angelical y piensa quién es más cruel, más idiota y lúbrico. Solo en contadas ocasiones he tenido contacto directo con el mundo de los simios.

En un circo de Hamburgo vi a un orangután que fumaba un cigarrillo y se tragaba el humo con más estilo que Bogart. En el zoo de San Diego, en California, me quedé solo ante un chimpancé, los dos cara a cara. Traté de sostenerle la mirada durante unos minutos. Tuve que apartar los ojos porque aquel ser parecía decirme: "Lo sé todo de ti, te conozco hasta el fondo del alma".

En la reserva de Tsavo, en Kenia, asistí de cerca a una arenga militar. A la sombra de una acacia un mono instructor caldeaba los ánimos de un pelotón de babuinos. Según el guía, los estaba preparando para atacar a un bando enemigo, que a su vez también recibía instrucciones de otro demagogo para el combate. "Si no se matan, se aburren. Todos quieren ser héroes", dijo el guía.

Pero ningún mono escribe libros, pensé, ni siente la pulsión de la tortura, dos placeres, uno que lleva al hombre al ridículo, el otro que solo comparte con las ratas.

Manuel Vicent* Prolífico escritor y periodista español, nacido en 1936

jueves, 4 de noviembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (50) por Roberto Brey

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Las luchas por la unidad y la independencia en Italia


En el clima de lucha permanente que vivió Italia durante el siglo XIX, participaron activamente los intelectuales, integrando movimientos liberales, grupos masónicos, logias secretas, entre la que se destacó en los primeros años del siglo, la de “Los carbonarios”. Esta secta, con ritos secretos, y un sistema de seguridad propio de todo grupo clandestino, luchó activamente contra los austríacos, por la libertad y la democracia en Italia.

Originada en los obreros del carbón, pronto logró adhesiones de todos los sectores sociales. Fue muy poderosa en los alrededores de Nápoles y desató una revolución en 1820, que fue luego aplastada sangrientamente por el gobierno imperial, al igual que otras rebeliones posteriores en otras partes de Italia. Su influencia se extendió a Francia y a España, participó en revoluciones, pero finalmente sucesivas derrotas militares, minaron su poder, y uno de sus primeros adeptos, el político y literato Giuseppe Mazzini fundó una nueva sociedad secreta llamada Joven Italia (que recuerda a la “Joven Alemania”) en la cual habrían confluido muchos ex adherentes de la Carbonería.

Justamente Giuseppe Mazzini (1805-1872), es para el crítico Francesco De Sanctis (1817-1883), el exponente de la “escuela democrática”, opuesto al grupo católico liberal de Manzoni.
Avanzado el siglo, la siguiente generación siguió adelante, tanto en sus anhelos de libertad, como en la profundización del romanticismo.
Pero es importante destacar la influencia que ejerció el crítico mencionado, especialmente a partir de la publicación de su “Historia de la literatura Italiana” en 1873, al año de la muerte de Mazzini y en el que moría Alessandro Manzoni. Al decir de María Cristina Giambelluca, la obra de De Sanctis, aunque hoy superada, “representó una revisión de la obra de arte como objeto autónomo con respecto a los esquemas exteriores y morales, y al mismo tiempo, vinculada con la época que la produjo”. Como historiador –explica- “resumió los méritos y los logros de las doctrinas románticas, al reunir en una obra coherente la consideración rigurosa de la obra literaria y el espíritu de la unidad nacional”.

Otros escritores de valía del período fueron:
Giosué Carducci (1836-1907), poeta demócrata y anticlerical, ganador del primer premio Nobel literario para Italia en 1906. Giovani Pascoli (1855-1912), el poeta de la vida campesina; Gabriele d’Annunzio (1864-1938), cronista de la decadencia, “pervirtió sus extraordinarios talentos en una literatura de la más baja categoría… con sus descripciones de pasión sensual y grosera obscenidad…”, dijo el mencionado Gardner con una visión ultra católica, aunque supo reconocer su valor.

Es posible mencionar también otras corrientes de la época inspiradas desde Francia por Zola, como el naturalismo y la literatura regional, crónica de las miserias y del dolor de la época, o de la vida de la pequeña burguesía (Matilde Serao 1856-1927 / Renato Fucini 1843-1922). También se puede recordar a Edmundo De Amicis (1846-1922), cantor de la virtud y el heroísmo, autor del famoso “Corazón” con su episodio “De los Apeninos a los Andes”, muy leído en los colegios argentinos. El romano Giambattista Maccari (1832-1868), el siciliano Luigi Capuana (1839-1915).

Pero el más destacado entre ellos y el que le da una nueva vida al “novello” (cuento), es Giovanni Verga (1840-1922). “Cavalleria rusticana”, uno de sus cuentos de “Vita dei campi” (1880) quedaría registrado como el mayor ejemplo del “verismo”, por su relato descarnado y naturalista de la vida en Sicilia.

Los Dragones, cuento de Luigi Capuana puede leerse en:http://www.epdlp.com/texto.php?id2=1611

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