viernes, 30 de julio de 2010

El cuento: origen y desarrollo (36) por Roberto Brey

36
Robert Luis Stevenson

(1850-1894)

Pero el que abre verdaderamente el camino del cuento breve en las islas británicas sería Stevenson.
Nacido en Edimburgo, Escocia, en el seno de una familia burguesa (puritana como la de Hawthorne), Robert Luis pasó una infancia feliz y despreocupada. Debido a la salud de su madre no cursó estudios de niño, por lo que a los 8 años era totalmente analfabeto. Durante su adolescencia, Robert acompañó a su padre en sus frecuentes viajes, lo que le sirvió de inspiración para algunas obras.

Sin vocación para la Ingeniería Náutica, a lo que lo había empujado su padre ingeniero, abandonó esos estudios por las leyes, y en 1875 empezó a practicar la abogacía. En 1876, a los 26 años, en Francia conoció a Fanny Osbourne, una norteamericana que le llevaba diez años, separada y con hijos. Se casó con ella en 1880, a los 30 años. La pareja vivió un tiempo en el Lejano Oeste norteamericano, y a partir de ese año, la salud de Stevenson comenzó a empeorar. El matrimonio se mudó a Edimburgo, luego a Davos, Suiza, y tres años más tarde partieron a Nueva York, donde Stevenson hizo amistad con Mark Twain. Tras una breve estadía en San Francisco, deciden realizar un viaje hacia las islas del Pacífico Sur.

Murió de un ataque cerebral, pero un año antes relató en una carta: "Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he escrito con la cabeza dando tumbos". Era conocida también su afición al alcohol, lo que le había acarreado diversos problemas de salud.

Más allá de la popularidad de Stevenson con obras hasta hoy reconocidas y con infinitas versiones para todo público, como “La isla del tesoro” o “Jekill y Hide”, el reconocimiento como cuentista lo eleva hasta alturas que sus propios colegas apreciaron. Es conocida la admiración que Jorge Luis Borges le profesaba, como para mencionarlo en un conocido poema:

“Me gustan los relojes de arena, los mapas,
la tipografía del siglo XVIII, las etimologías,
el sabor del café y la prosa de Stevenson.”

También lo usó como referencia en numerosas ocasiones. En una de ellas, su “Introducción a la literatura inglesa”, Borges dice:

"La breve y valerosa vida del escocés Robert Louis Stevenson (1850-94) fue una lucha contra la tuberculosis, que lo persiguió de Edimburgo a Londres, de Londres al sur de Francia, de Francia a California, y de California a una isla del Pacífico, donde, al fin, lo alcanzó. Pese a tal asechanza, o tal vez urgido por ella, ha dejado una obra importante que no contiene una sola página descuidada y si muchas espléndidas. Uno de sus primeros libros, las “Nuevas mil y una noches”, anticipa la visión de un Londres fantástico, y fue redescubierto mucho después por su fervoroso biógrafo Chesterton. Esta serie incluye la historia de “El Club de los suicidas”. En 1886 publicó “El extraño caso del doctor Jekyll y del señor Hyde”; debe observarse que esta breve novela fue leída como si fuera un relato policial y que la revelación de que los dos protagonistas eran realmente uno tiene que haber sido asombrosa. La escena de la transformación le fue dada a Stevenson por un sueño. La teoría y la práctica del estilo lo preocuparon siempre; escribió que el verso consiste en satisfacer una expectativa en forma directa y la prosa en resolverla de un modo inesperado y grato. Sus ensayos y cuentos son admirables; de los primeros citaremos Pulvis et Umbra; de los segundos Markheim, que narra la historia de un crimen. De sus extraordinarias novelas solo recordaremos tres: La resaca, El señor de Ballantrae, cuyo tema es el odio de dos hermanos, y Weir of Hermiston, que ha quedado inconclusa. En su poesía alterna el inglés literario con el habla escocesa. Como a Kipling, la circunstancia de haber escrito para niños ha disminuido acaso su fama. “La isla del tesoro” ha hecho olvidar al ensayista, al novelista y al poeta. Stevenson es una de las figuras más queribles y más heroicas de la literatura inglesa.”

Chesterton fue otro de sus admiradores: “El definido retorno a la simplicidad, como expresión de la ardiente sed de felicidad, éste es el único hecho recurrente de la historia; y ésta es la importancia del puesto de Stevenson en la historia literaria”, dijo. Y otro escritor, Marcel Schwob, su traductor en Francia, diría: “El realismo de Stevenson es perfectamente irreal y por eso es todopoderoso.”

“Markheim” de Robert Louis Stevenson puede leerse en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/steven/markheim.htm
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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