viernes, 4 de junio de 2010

El cuento: origen y desarrollo (28) por Roberto Brey

28
Herman Melville (1819-1891)


“Si Emerson, Thoreau y Whitman son los profetas esperanzados, y Hawthorne es el alma puritana atormentada por la culpa, Melville es un titán perseguido por el mal”, lo definiría Nora Dottori. Pero para ella, éste no se encierra en la introspección: “sale a buscar el mal por el mundo, y no vuelca esta búsqueda en estructurados relatos, sino en una epopeya grandiosa, desgarrada y vital.”
Nacido en Nueva York y perseguido por la humillación que la quiebra comercial de la familia le produce, a los 15 años trabaja como empleado y al poco tiempo se embarca como marinero. Varios años transcurre en los barcos balleneros de la entonces floreciente industria, recorriendo el Pacífico y llegando a vivir con los indios de Tahití, y a su vuelta, a partir de 1846, traduce en libros las experiencias vividas.
“Typee” (1846) describe la vida en el paraíso indígena de Taipi, comparándola con el mundo occidental.

En “Omoo” (1847), en tono de comedia dramática describe la vida de los vagabundos y de la degradación que el blanco provoca en los indígenas. “Mardi” (1849), una alegoría de difícil interpretación y dos novelas con experiencias marineras, serían el prólogo a su obra más famosa: “Moby Dick” (1851). De una estructura singular, la simbólica persecución del mal, encarnado en la ballena blanca, era presentada como novela, pero en ella coexistían largas descripciones del mar, de la vida marinera, de la caza y de las ballenas en sí, de su mitología y de su inserción en la literatura y la leyenda.

Libro controvertido por sí mismo, toda la obra de Melville sufrió diferentes y contradictorios avatares hasta el presente, pero Moby Dick permitió múltiples interpretaciones. El horror representado en su blancura, en el capítulo ‘La blancura de la ballena’ puede hasta remitir a las páginas de Poe que rescata Borges del Nantucket de Arthur Gordon Pym como: “una sistemática pesadilla cuyo tema secreto es el color blanco”.

Los cuentos de Melville también hablan de la maldad humana, de las almas perdidas en un mundo incomprensible, como “Bartleby”, el cuento publicado 1856, tomado de sus experiencias tempranas como oficinista, las que curiosamente retoma en la Aduana de Nueva York después de la mala acogida con que fuera recibida Moby Dick. Para algunos, ese cuento puede haber sido producto de su decepción, encarnada en la decisión de Bartleby de “no copiar más”. Y para algunos influyó en otros escritores, como Emily Dickinson en su poema “There’s a certain slant of light”. Para otros, Batherbly permite prefigurar a Franz Kafka.

Melville escribe sobre su amigo, al que también consideraba su maestro, Nathaniel Hawthorne:

“A pesar de toda la luz de veranillo de San Martín que ilumina la parte de acá del alma de Hawthorne, el otro lado –como la mitad oscura del globo terráqueo- está envuelta en una oscuridad diez veces negra. Pero esta oscuridad no hace sino destacar más la aurora que lo mueve todo, avanza constantemente a través de él y circunnavega su mundo… Es cierto, sin embargo, que de esta gran potencia de oscuridad que hay en él deriva la fuerza de sus apelaciones a ese sentimiento calvinista de la Depravación Innata y el Pecado Original de cuyas visitaciones, en una u otra forma, no está siempre y enteramente libre ninguna mente que piensa profundamente. Pues en ciertos estados de ánimo ningún hombre puede pesar este mundo sin poner en el platillo algo que se parezca de algún modo al pecado original para nivelar la balanza desnivelada… Ahora bien, es esa oscuridad de Hawthorne la que me llama tanto la atención y me fascina tanto; esa oscuridad es la que produce la sombra infinita de su fondo, ese fondo contra el cual Sahkespeare destaca sus más grandes concepciones, las cosas que le han dado su fama más alta si bien más circunscripta como el más profundo de los pensadores… Hay en él esas cosas profundas y lejanas, esos destellos ocasionales de la verdad intuitiva, esas indagaciones breves y rápidas en el mismo eje de la realidad; son las mismas cosas que hicieron Shakespeare a Shakespeare. Por boca de personajes enigmáticos como Hamlet, Timón Lear y Yago dice hábilmente, o a veces insinúa, las cosas que sabemos son terriblemente ciertas, que sería todo menos locura que cualquier hombre bueno dijera o que insinuara. Atormentado por la desesperación, Lear, el rey frenético, se arranca la careta y dice las locuras de la verdad vital…”

El cuento más famoso de Melville, “Bartleby”, puede leerse en:
http://www.booksfactory.com/cgi-bin/schlabo/dl4.pl?bartleby_escribiente

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