lunes, 23 de enero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (108) por Roberto Brey

Manuel Isidoro Belzú.
108


Primeros escritores hispanoamericanos (3)

Juana Manuela Gorriti (1818-1892) es una de las primeras cuentistas. Nació el 15 de julio de 1818, en Horcones (Salta). Hija del general José Ignacio Gorriti y Doña Feliciana Zuviría, y sobrina del célebre político y canónigo Juan Ignacio Gorriti, la familia emigró a Bolivia durante el tiempo de Juan Manuel de Rosas.

La escritora se casó en La Paz, a los 15 años, con el capitán Manuel Isidoro Belzú (hombre impetuoso y de valor temerario). Lo había conocido en Tarija, mientras su familia permanecía como huéspedes de Don Fernando María Campero Barragán, el hijo del último Marqués de Yavi. De la unión nacieron dos niñas: Edelmira y Mercedes. Las constantes infidelidades y escapadas revolucionarias de Belzú, los llevan a la separación, pese a algunos inútiles intentos de reconciliación.

La familia Gorriti en pleno.
La pasión política de Belzú lo pone a la cabeza de un batallón, que en el palacio gubernamental exige la renuncia del presidente Ballivian. Es detenido, destituido y expatriado al Perú, donde vivía su esposa.

Un nuevo intento, lo pone al frente de un ejército con el propósito de derrotar al gobierno de su país. Entra triunfante en la Paz y se proclama Presidente de la República en 1848.

Juana, sola en Lima, abre una escuela mixta de educación primaria, donde tuvo origen su famoso salón literario, que llegó a congregar a las personalidades más sobresalientes. Sus cuentos y novelas fueron publicados y difundidos en Chile, Colombia, Venezuela y Argentina y -luego de la caída de Rosas-, también en Madrid y París. Por esa época ya había recibido el aliento del escritor peruano Ricardo Palma para su carrera literaria.

El historiador Alcides Aguedas ubicó a Belzú entre uno de los más representativos "caudillos bárbaros" que gobernaron la República Boliviana, en medio de la permanente inestabilidad política, luego del derrocamiento del mariscal Andrés de Santa Cruz (1838).

Belzú, con su talento y carisma logró que las multitudes de indígenas y mestizos de La Paz lo veneraran y acompañaran en sus intentos. El 26 de marzo de 1865 Belzú logró que un levantamiento popular tomara la ciudad de La Paz, ocupando los lugares públicos, deponiendo al dictador Mariano Melgarejo y proclamando nuevamente a Belzú como presidente. Sin embargo, Melgarejo, al frente de una pequeña división de coraceros, secundados por el coronel Narciso Campero Leyes, se abrió paso desde las lomadas de El Alto hasta el Palacio de Gobierno frente al cual, en la Plaza, la multitud se emborrachaba como festejo del triunfo. Melgarejo ingresó al Palacio y desoyendo las súplicas de Campero, ultimó de un disparo a Belzú, tomó el cadáver ensangrentado y lo presentó a la multitud. Melgarejo interrogó "Belzú ha muerto ¿quién vive ahora?", la multitud horrorizada respondió "¡Viva Melgarejo, ¡Larga vida a Melgarejo!". Narciso Campero en sus memorias describe que luego de este hecho, el cadáver de Belzú fue ultrajado y abandonado en el primer piso del Palacio, hasta que su esposa Juana Manuela Gorriti se presentó para reclamarlo.

Ella lo despide con elocuentes palabras: "El 27 de marzo de 1865, dos días después de la fecha de la carta de Ud., Belzú, mi marido, el hombre que enlutó mi destino entero, vencedor de un combate en el que el pueblo derrotó al ejército, fue asesinado por el general que mandaba éste. Vinieron a decirme que Belzú había caído atravesadas las sienes de un balazo, y yo corrí en medio del combate; llegué hasta donde yacía el desventurado ya cadáver, lo levanté en mis brazos y en ellos lo llevé a casa: a ese hogar que él había abandonado tanto tiempo hacía! Con mis manos lavé su ensangrentado cuerpo, y acostándolo en su lecho mortuorio, lo velé y no me aparté de él hasta que lo coloqué en la tumba. La misión de la esposa parecía ya acabada; mas he aquí el pueblo que me rodea y me pide más: me pide que lo vengue. Sí: lo vengaré con una noble y bella venganza, haciendo triunfar la causa del pueblo que era la suya".

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lunes, 16 de enero de 2012

Libros recomendados: ¡A leer que se acaba el mundo!

Como todos los años, en el inicio de las vacaciones, es bueno que uno se plantee algunos objetivos. Por ejemplo, leer más puede ser uno de ellos. En tiempo de corridas, cuando se cree no poder terminar con todos los asuntos que tiene en mano, es bueno pensar en relajarse un poco y sentarse a leer algo bueno.

Es que uno se propone dejar de lado el televisor y la PC y hacer algo más productivo. Por ejemplo, meterse dentro de una historia, pero no a la manera de estar adentro y “olvidarse todo”, sino usando la imaginación, descubriendo caras, paisajes y caracteres en medio de las palabras; es volver a esa aventura inmensa de descubrir personajes, enterarse de cosas ignoradas. Parar, pensar, releer, o apasionarse intentando adivinar un desenlace o deseando que no ocurra lo que se prevé que va a ocurrir. En fin, entrar en el mágico mundo de la lectura.

Una novela, un cuento, hasta un ensayo político, pueden servir para despertar la imaginación, repensar, precisar las ideas, cambiar opiniones, discutir con uno mismo y con el autor y, finalmente, salir más enriquecido de la aventura de los libros.

Por todo eso, que quizás usted comparta, es que queremos recomendarle algunos de los libros que pudimos leer este año, y que bien valen un acercamiento en estos días en los que se puede pactar una tregua con la falta de tiempo, para tomar distancia de las cosas que parecían tan importantes durante el año.

Aquí van las recomendaciones, con todas las precauciones y prevenciones del caso:
La editorial La Compañía (dedicada al rescate de joyas literarias, presenta un libro de cuentos de un autor, de culto en los Estados Unidos, pero casi desconocido en la Argentina: William Goyen (1915-1983). Novelista y dramaturgo, pero en especial cuentista, junto con William Faulkner y Tenessee Williams, se inscribe, para algunos críticos, en el denominado género “gótico sureño”. “La misma sangre y otros cuentos”, con traducción y posfacio de Esther Cross.
Marzo de 2008, 160 páginas, 12 x 19 cm, $ 65.

Siguiendo con La Compañía, viene bien leer un libro de conversaciones, en especial si estas tienen que ver con la lectura, los libros, y se realiza entre hombres apasionados por la literatura. Se trata de las charlas de Alberto Manguel con el editor francés Claude Rouquet, “Conversaciones con un amigo”, un relato más apasionante que literario, habla de su nacimiento en Buenos Aires, su niñez en Israel (su padre fue el primer embajador argentino en Israel), su pasión por los libros, su vuelta a la Argentina, y sus trabajos en Europa, Tahití y Canadá. Hoy vive en un castillo en Francia rodeado por miles de libros.George Steiner lo definió como "un don Juan de las bibliotecas". Entre sus novelas, ensayos y libros difíciles de clasificar, se destacan: Guía de lugares imaginarios, Noticias del extranjero, Una historia de la lectura (Premio Médicis), Diario de lecturas, El regreso, La biblioteca de noche, Todos los hombres son mentirosos.
Mayo de 2011, 246 páginas, 12 x 19 cm, $69.

“Los Zunitas” había sido editado en 1999, su autor, Federico Jeanmaire fue ganador de los premios Clarín y Emecé. Esta reedición es en realidad una forma de introducir a un escritor, Juan Martín Guastavino, en su primera novela “El silencio del río” (finalista del Premio Clarín). Un objetivo manifiesto de la editorial Outsider en esta colección Doble Mano es introducir a los autores desconocidos por los ya consagrados. Y en este caso con una edición doble: de un lado se lee una novela, del otro la novela siguiente.
Enero 2011, 126 páginas, 14 x 21.5 cm. $45.
Volvamos a Outsider; nació en 2010 con el objetivo de tender un puente entre dos mundos: el de la literatura emergente, representada por autores que aún no fueron publicados, y el de la literatura visible que encarnan los grandes nombres de la escena cultural argentina. Lograron el apoyo de escritores consagrados para promocionar a jóvenes valores que difícilmente pudieran tener acceso a las grandes editoriales, la edición de los primeros libros y la llegada a las librerías.
Así se llega al segundo volumen de la Antología Outsider: 13 cuentos de consagrados como Guillermo Martínez, Federico Andahasi, Gabriela Cabezón Cámara o Sergio Olguín y de otros con menos conocimiento público. Una forma de acercarse a lo más nuevo.
Enero 2011, 160 páginas, 14 x 21.5 cm. $45.

Una novela y un libro de cuentos de la editorial Eterna Cadencia.
De Daniel Guebel, escritor, guionista, periodista y dramaturgo nacido en 1956, un inclasificable. “El caso Voynich”. Un manuscrito del siglo XVI descubierto por un emigrado ruso en un monasterio italiano a principios del siglo XX despierta la curiosidad internacional, pero nadie puede descubrir su contenido ni su autor. ¿Manual de alquimia, un mapa de las estrellas, mensajes extraterrestres o un código cifrado para espías ingleses? Un caso verídico, investigado por Guebel, donde mezcla la ficción y la realidad, con humor e ironía, referencias a la historia, y acompañado por un fragmento del auténtico manuscrito.
Octubre 2009,120 páginas, 14 x 22 cm.

Los cuentos (hasta ahora inéditos) son del japonés Kobo Abe (1924-1993). “Cuentos siniestros” es una selección de relatos escalofriantes, no porque remitan a los clásicos cuentos de terror japoneses, sino por la sencillez y precisión con que se relatan insólitas situaciones del mundo cotidiano. Escritos en los cincuenta,impactan por ser actuales, y de cierta manera denunciar un mundo que impone un “progreso” apabullante para el individuo de las grandes urbes. Imposible dejar de leerlos.
Noviembre 2011, 160 páginas, 14 x 22 cm.

Y seguimos con el terror, pero de otro tipo: Lo mal que se habla y se escribe en los medios. “¡Cómo destrozan el idioma en los medios de comunicación!” del profesor Esteban Giménez (con larga trayectoria en el periodismo), es un manual útil para todos. No sólo para quienes trabajan en los medios, sino también para jueces, médicos, chefs, políticos y todos los que quieran mejorar su escritura y su dicción. Términos y expresiones más comunes, argentinismos, hipercorrección, lo que acepta la Real Academia, curiosidades y mucho humor…
Gram editora, marzo 2011, 232 páginas.

“La Bestia Equilátera”, (joven editorial que se destaca por la calidad de sus publicaciones y la originalidad de los títulos) nos trajo este año varias novedades de peso. "El señor de la luz" de Maurice Renard (1875-1938), es una de ellas. Con la excelente traducción debida a la pluma del escritor César Aira, en esta época en que los adultos sufrimos por interesar a los adolescentes en la lectura, es bueno que aparezcan novelas que bien pueden interesar a los jóvenes por su agilidad y la mezcla que propone entre el policial, lo fantástico y el romanticismo. Renard, admirador confeso de Edgar Alan Poe, apela a los mejores recursos para construir una historia apasionante, escrita en 1933, que tiene que ver con la reciente invención del cinematógrafo, la fantasía de los Hofmann y el espíritu de aventura e imaginación de Julio Verne.
Julio 2011. 352 páginas, 13 x 19,5 cm, $ 76.

La Bestia Equilátera publica también “La intromisión” , de Muriel Spark (1918-2006), editada en los años ochenta por Emecé con el título “Vagando con intención”, una de las novelas más autobiográficas de Spark (nacida en Escocia, poeta, novelista y cuentista), donde relata sus inicios en el mundo de las letras. La heroína de día trabaja redactando biografías secretas que se guardarán bajo llave. De noche consuela a la esposa de su amante. Mientras, escribe su primera novela y todo le sale mal, en Londres durante la posguerra, en tanto la ficción toma el mando y la vida se empieza a parecer más y más a la de los desafortunados personajes de la novela.
Noviembre 2011, 256 Páginas, 13 x 20 cm, $73.

Por ahora es bastante, para la próxima semana nos quedan otras novelas, algún ensayo, periodísticos y políticos, todos líbros que vale la pena tener en cuenta. Si el espacio lo permite, seguiremos hablando de ellos.

Hasta la próxima.

R.B

Link Permanente: http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=4229

viernes, 13 de enero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (107) por Roberto Brey

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Primeros escritores hispanoamericanos (2)

El ecuatoriano Juan Montalvo (1832-1889), es reconocido fundamentalmente como ensayista, y se lo integra a otras tres figuras del género de la misma época: el portorriqueño Eugenio María de Hostos (1835-1903), el boliviano Gabriel René-Moreno (1836-1908) y el argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888). Su celebridad llega a ese cuento ya mencionado (“Gaspar Blondin”) (Cap. 105), publicado en agosto de 1858 en “El cosmopolita” y considerado uno de los precursores americanos de los cuentos de terror.

Juan María Montalvo Fiallos nació en Ambato y murió en París, de pensamiento liberal y considerado la cumbre del individualismo burgués, “fue un maestro de la diatriba, de la sátira, del ataque a sus enemigos personales, más que a los de Ecuador, su patria”, dice Susana Zanetti. De marcado anticlericalismo y opositor feroz a los dictadores Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintemilla, al primero lo atacó en la revista El Cosmopolita, y al segundo en su Las Catilinarias, publicado en 1880 (“sátira, caricatura y sarcasmo que maneja con destreza y sin par” -S.Z.-). A partir de 1869 debió escapar de su país, en medio de la soledad y la pobreza pasó por Colombia, Panamá, Francia, para radicarse al fin en Lima. En 1876 vuelve a la patria, de la que se aleja en 1879, para morir fuera de ella, pero ya con un reconocido éxito literario. Entre sus ensayos destacan Siete Tratados (1882) y Geometría Moral (póstumo, 1902). También escribió una secuela de Don Quijote, llamada “Capítulos que se le olvidaron a Cervantes”, es una continuación del Quijote ambientada en América, en la cual Montalvo se preocupaba mucho de demostrar la perfección lingüística a la que llegó Cervantes, en vez de desarrollar sus personajes.

En el ensayo hispanoamericano de la época se consideró que la barbarie era el obstáculo para el avance de la civilización, la propagación de la cultura. Montalvo de acuerdo con esta idea, calificó como barbarie, entre otras cosas, el uso de la fuerza bruta, los actos de opresión imperialista, el despotismo de los gobiernos, y el fanatismo religioso.

La escritora española Pardo-Bazán (Cap. 93-94) opinó sobre él: “Tendrá hoy España, hasta seis escritores iguales a Montalvo, en el conocimiento y manejo del idioma, pero ninguno que lo aventaje".
Juan Valera (Cap. 90) por su parte dijo: "Todos los ciudadanos del Ecuador, a no ser que la pasión los ciegue por completo y los extravíe, convienen unánime en que fue Montalvo el escritor de mayor talentos saber y facundia que ha florecido en aquellos países en la mitad del siglo XIX".

El escritor uruguayo José Enrique Rodó, también dio su parecer: "La lengua de Castilla se mira en el estilo de Montalvo como una madre amorosa en el hijo de sus entrañas. Cervantes, en quien la intención novelesca conserva mucha parte del candor del primitivo épico, tuvo la divina inspiración del estilo, como su arte insufo, pero careció, en fuerza de su propia absoluta naturalidad, de la conciencia del estilo, que es intensísima y predominante en Montalvo, artista refinado y precioso, cuyas afinidades, dentro de la clásica prosa castellana, ha de buscarse, mucho más que en Cervantes, en Quevedo o Gracián. La Literatura de Montalvo tiene asentada su perennidad, no solo en la divina virtud del estilo, sino también en el valor de la nobleza y hermosura de la expresión personal que lleva en sí. Pocos escritores tan apropiados como él para hacer sentir la condición reparadora y tonificante de las buenas letras."

Rodó, Unamuno, Varela, Pardo Bazán, fueron algunos de los que rescataron su valor.


De Montalvo puede leerse “Gaspar Blondin” en:
http://www.utpa.edu/faculty/jmmartinez/Cuentos/cuemongaspar.pdf

Capítulos que se le olvidaron a Cervantes en:
http://es.wikisource.org/wiki/Cap%C3%ADtulos_que_se_le_olvidaron_a_Cervantes

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martes, 10 de enero de 2012

“Los cuentos siniestros” de Kobo Abe


Kobo Abe es realmente una sorpresa. Uno normalmente no puede conocer demasiados escritores japoneses, más allá de los best seller o tienen una gran difusión, a partir de esos arreglos que los suplementos literarios suelen hacer con ciertos editores.

Kobo Abe (1924-1993), es alguien que nos quedó en el camino a muchos, y eso que se hizo conocido (es una forma de decir), cuando el director de cine japonés Hiroshi Teshigahara (1927– 2001) hizo película su novela, “La mujer de la arena”, en 1964, producción que fue nominada al Oscar, además de recibir el premio especial del jurado en el festival cinematográfico de Cannes. Kobo fue el autor del guión, trabajo que realizó en otras oportunidades con el cineasta mencionado.

Era la época en que el cine, que llegaba de todo el mundo, servía para conocer algo sobre países más o menos exóticos. Así pasó con Rashōmon, del gran director Akira Kurosawa, hoy considerada una obra maestra, que hizo visible en los 50 al autor del cuento “En la arboleda”, en la que se basa Rashōmon: Akutagawa Ryūnosuke (1892-1927). Lo mismo ocurrió con el filme Kwaidan (1964), de Masaki Kobayashi (1916 - 1996), otro Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, que unía cuatro relatos escritos por Lafcadio Hearn (1850- 1904), basados en antiguos mitos japoneses.

Época perimida por completo desde que la industria cinematográfica estadounidense determina sobre lo que se puede ver en gran parte del mundo.

Pero Kobo Abe no estaba ganado por los mitos japoneses. “Los cuentos siniestros” (hasta ahora inéditos) editados por Eterna Cadencia, son una selección de relatos escalofriantes, no porque remitan a los clásicos cuentos de terror japoneses, sino por la sencillez y precisión con que se relatan insólitas situaciones del mundo cotidiano.

Tal vez, como algunos dicen, por haber vivido muchos años en la Manchuria ocupada por Japón, una tierra de nadie en la que fue testigo de varias guerras… o porque fue de niño un gran lector de Kafka, lo cierto es que junto a sus convicciones marxistas y al empuje del existencialismo de la época, en estos cuentos se percibe su gusto por el absurdo y por colocar a sus personajes en situaciones inverosímiles o extremas, producidas por la realidad.

Escritos en los cincuenta y sesenta, impactan por ser actuales, y de cierta manera denunciar un mundo que impone un “progreso” apabullante para el individuo de las grandes urbes. Tal vez no importen tanto los personajes en sí, como las situaciones en que se encuentran, por algo no tienen nombre, solo una inicial que los hacen uno más en el sistema que los aplasta. La selección de los cuentos empieza con la desesperación de quien busca un empleo y cuando cree haber encontrado el ideal descubre una pesadilla; continúa con “El perro” (tal vez uno de los puntos más altos en la medida de lo siniestro), una experiencia terrorífica, donde una inocente mascota puede transformarse en un monstruo egoísta. Otros relatos entran en el territorio de la mejor ciencia ficción, o llevan al extremo problemas como el de la ancianidad, que en cierto momento en Japón fue cuestión de Estado.

En fin ¿Alguna vez usted imaginó encontrarse con un cadáver (no un fantasma sino uno real, con sangre y todo), en su propia casa? ¿O estar dentro de la mente de un boxeador en el momento culminante de su pelea?

El miedo, la soledad, la alienación, son tratados en tono de sátira, de absurdo absoluto, con un estilo que obliga a leer sin descanso, en un vértigo que empuja hacia el final inesperado, pero que suele ser el único posible.


“Los cuentos siniestros” de Kobo Abe
Editorial Eterna Cadencia
Noviembre 2011, 160 páginas.

viernes, 6 de enero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (106) por Roberto Brey


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Primeros escritores hispanoamericanos

Ramón de Palma (1812-1860) nació en La Habana, siguiendo la tradición familiar se recibió de abogado y, según sus biógrafos, las privaciones en su juventud le dieron un carácter melancólico y sombrío. Periodista, dramaturgo, novelista y poeta, en 1842 publica su primer libro de poesías, “Aves de paso”. Sus ideas y acciones a favor de la libertad de Cuba lo llevaron a la prisión al final de su vida.

Es su relato breve Una Pascua en San Marcos, al decir del crítico Alfonso Fornet, De Palma muestra uno de los extremos de la pirámide social, el mundo blanco, retratando a un “parásito inescrupuloso y engreído (...) trasunto literario de una realidad histórica, no sólo la representación sino el destino de su clase. Mientras que con El Ranchador de Morillas -dice- la crueldad y la violencia irrumpen en nuestra narrativa”. En este caso es la muestra del otro extremo de la pirámide, el mundo negro.

Pedro José Morillas (1803-1881). Nacido en Santo Domingo en 1803, muy joven se trasladó a Cuba, y en La Habana se hizo abogado y fue catedrático de la Universidad. Dejó algunas notas sobre los últimos años que pasó en Santo Domingo, que fueron insertadas por Antonio Del Monte y Tejada (1783-1861) en su Historia de Santo Domingo. En La Habana publicó en 1847, “Breve tratado de Derecho Administrativo español, general del reino y especial de la Isla de Cuba”, que se reimprimió corregido en 1865. Volvió a Santo Domingo en 1861, con motivo de la re anexión a España y tradujo y adaptó el Código Civil francés, que regía en Santo Domingo sin haberse vertido al español.

La importancia para profundizar en los orígenes de la literatura centroamericana de las narraciones breves: “Una pascua en San Marcos” de Ramón de Palma y “El Ranchador” de Pedro José Morillas, la marca una reciente edición crítica, donde el académico cubano Roberto Méndez Martínez, en la presentación de la edición, se pregunta: “¿Por qué dar a la luz con tanto cuidado estas obras de parcos valores estéticos, que están lejos de anunciar los méritos de nuestra novelística mayor?” Él mismo contesta: “porque son valiosísimos documentos para conocer el pensamiento y la conducta de un sector de la sociedad de aquel siglo, al menos, la del Occidente azucarero de la Isla y con ella, algunos de los conflictos que marcarían nuestra cultura de manera singular. A la vez, son piezas clave para el estudio de lo que podría llamarse la protohistoria de la narrativa cubana”.

Para él, Morillas había realizado “obras mediocres”, y explica: “…este misterioso autor entra en nuestras letras únicamente por los valores de El Ranchador”.

Dice Méndez Martínez:

El escritor ofrece sus doncellas inocentes hasta la tontería, sus galanes superficiales y botarates, sus propietarios que dividen el tiempo entre el juego, el galanteo y los proyectos de ascenso social, mientras que el horror está a las puertas. Cuando alguien hace violencia a la niña Aurora, es muy sencillo culpar a los negros y el autor escribe sucintamente: “y no se perdonó ninguna clase de medios para descubrir el agresor”, es decir, mientras los visitantes continúan su aventura folletinesca, a sus espaldas, el cepo, el bocabajo y otras torturas, ponen el verdadero sabor de época, ese que Morillas en su relato concibe como una maldición: para él los negros apalencados son a la vez bestias y víctimas y otro tanto son los ranchadores, porque toda la sociedad está marcada por ese estigma: la misma naturaleza de los cafetales sembrados al modo racionalista, con sus estatuas, fuentes y lagunas con esquifes, es la que presencia la cacería enloquecida de hombres y los incendios que reducen a cenizas cualquier ilusión de libertad. Estas dos novelas deben leerse así, como un diálogo imposible entre la sociedad que se ve y cuya falsedad la convierte en galería de esperpentos y la que se oculta, porque lleva en su interior los gérmenes de la disolución de una época: el salón y el palenque, el galán y el ranchador, el piano y el machete, la laguna de Anfitrite propicia para los amantes y el valle donde se asesina a mansalva”.

En el siglo XIX el abolicionismo se erige como tema literario. Varios novelistas cubanos trataron el tema de lo que denominaban «institución abominable». Ponían énfasis en los vicios de la clase esclavista, en la nobleza del esclavo y la inhumanidad del esclavista. Era una forma de hacer conocer las relaciones sociales imperantes, las verdaderas relaciones entre amos y esclavos.

A los ya mencionados se suma Félix Tanco Bosmeniel (Bogotá, 1797- Estados Unidos, 1871). Muy joven se trasladó con su familia a Cuba, amigo de Domingo del Monte. En 1844 estuvo encarcelado por abolicionista. Colaboró en numerosas publicaciones periódicas. En 1838 escribió su novela corta "Petrona y Rosalía" de tema antiesclavista, que integraba una serie de cuadros de costumbres cuyo conjunto llevaría el titulo "Escenas de la vida privada en la isla de Cuba", hoy extraviados. “El niño Fernando” es parte de esa trama: “el hijo de familia caprichoso, inmoral e improductivo…” En 1869 se trasladó a Nueva York.

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