jueves, 9 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (55) por Roberto Brey

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América Hispana

Por supuesto que el arte estaba desarrollado mucho antes de que llegaran los conquistadores europeos a estas tierras que luego llamaron América. Especialmente en lo referido a escultura, pintura, música, arquitectura, danza… pero todavía la escritura estaba en sus primeras etapas. Es poco lo que se conoce, porque es mucho lo que destruyó el invasor, deseoso de desterrar las creencias y las tradiciones indígenas, para poder someterlos mejor e inculcarles su propia cultura.

Aztecas, mayas e incas fueron las principales civilizaciones nativas que vieron resignadas sus tradiciones culturales tras la conquista, y el incipiente desarrollo de la escritura, en especial entre los mayas, quedó trunco y, lo poco que pudo ser salvado, fue traducido a los idiomas europeos. Por eso hoy estamos obligados a hablar de “literatura hispanoamericana”, producida en su mayor parte por europeos y criollos, algunos de ellos incorporando tradiciones indígenas, pero influenciada principalmente por la literatura europea.


Fermín Estrella Gutiérrez señala la importancia de “las pocas obras en lengua
indígena, de las cuales han llegado noticias hasta nosotros”. La colección
“Teoamoxtli” o “Libro de la sabiduría” (700), de los aztecas; el Popol-Buj o
“Libro de las tradiciones”, de los mayas, rama de los quichés; y el Ollantay, y
los yaravíes de los incas, “para no citar sino las más importantes”.

Se pueden considerar como los primeros atisbos de escritura, aunque no literaria, a las crónicas escritas por los propios conquistadores o por quienes llegaron con ellos. El alemán Ulrico Schmidl (1509-1576), aquel que acompañara a Pedro de Mendoza, tal vez sea el mejor ejemplo en ese sentido. Sus relatos del sitio a los españoles en Santa María del Buen Ayre no es el único, pero la descripción, entre otras, de la antropofagia (y no precisamente de los indios), dio lugar a obras literarias muchos años después. Como el conocido cuento de Manuel Mujica Lainez, “El hambre”.

La estudiosa Susana Zanetti señala tres etapas de la literatura hispanoamericana (que coincide -con algunos años de diferencia- con lo señalado por diversos autores):
La primera, virreynal, anterior a 1800, con autores nativos y españoles, productores de crónicas, historias, poemas y algunos relatos.
De 1800 a 1830: Literatura de la independencia, vinculada a las revoluciones americanas.
De 1830 en adelante, una literatura política que participaba abiertamente en las luchas internas. Y que sólo después de 1880 se convierte en autónoma.

Dice Susana Zanetti: “…la emancipación cultural se produce hacia 1830, cuando las letras del ámbito iberoamericano se desprenden de la tradición neoclásica y enciclopedista que habían heredado de la España dieciochesca y de manera veloz o gradual comienzan a incorporar por cuenta propia los aportes del romanticismo y del positivismo europeos.”

Hacia el siglo XVI los primeros escritos surgen en Santo Domingo y luego en México y Perú, a medida que se afianza la conquista. Todavía son crónicas e historias, de las que se destacan “La historia verdadera de la conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo (1496-1584), o Pedro Cieza de León (1518-1560) con su: “Crónica del Perú”, o Alonso de Ercilla (1534-1594) autor de “La Araucana”.

Recién en el siglo XVII empiezan a aparecer los escritores nacidos en América y los centros culturales pasan a ser México y Perú, este último con Inca Garcilazo de la Vega (1539-1616), un nativo españolizado, quien en sus “Comentarios reales” describe la vida anterior a la conquista con mayores pretensiones literarias. En México se destaca, unos años después, Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), que se hace monja para poder seguir con su vida intelectual y no estar obligada a someterse a un marido (tendría un importante desarrollo poético). Quien no recuerda aquello de:


“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis…”

Otro escritor de la época fue Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639), el mexicano que produce obras de teatro como “La verdad sospechosa”, pero ya en España, y con poco acento americano.

El siglo XVIII no cambiaría demasiado las cosas. Juan Bautista Aguirre (1725-1786), un jesuita nacido en Ecuador produce poemas de tendencia barroca y será considerado el precursor de la poesía de ese país. El español Alonso Carrió de la Vandera (Concolorcorvo) con su “Lazarillo de ciegos caminantes”, casi cercano a la novela, pero que no deja de ser una crónica de viajes, entre Buenos Aires y Lima, en tono de picaresca. Noé Jitrik, entre otros críticos, destaca como un aspecto interesante del texto, “que menciona a los ‘gauderios’, designación que se aplicaría a los que después serían llamados ‘gauchos’ y que ha dado lugar a largas determinaciones acerca de este paradigmático personaje de las llanuras litoraleñas y pampeanas.”

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