viernes, 11 de junio de 2010

El cuento: origen y desarrollo (29) por Roberto Brey

29

Henry


James

(1843-1916)

Una vida de aristócrata fue la que tuvo Henry James en su país. Nacido en Nueva York, dentro de una familia irlandesa que resolvió todos los problemas económicos para varias generaciones, desarrolló su amor por la cultura europea, como producto de los viajes promovidos por su padre, que lo consideraba como parte ineludible de su educación. Intentó tomar, tanto de Europa como de América, lo mejor de ambas culturas, pero finalmente llegó a naturalizarse como británico poco antes de su muerte.

Como Irving y Hawthorne, James también vivió en Europa y conoció innumerables intelectuales. Europa fue el destino de muchos (intelectuales y nuevos ricos) para adquirir ese barniz de cultura y de urbanidad, que pudieran alejarlos del “salvajismo” de América. Para ellos era inocultable la admiración que sentían por el viejo continente, la patria de sus ancestros. Todo lo contrario de lo que ocurría con Mark Twain, que en su literatura solía burlarse de lo que para otros era el inigualable carácter europeo.

Según el crítico Jaime Rest, Henry James se inspira en Europa para obtener su literatura de más alta calidad. Y el propio James, en uno de sus cuentos analiza horrorizado el destino de un norteamericano, que de no haber obtenido la cultura europea, se hubiera convertido en un mediocre comerciante sin aspiraciones trascendentes. Sin embargo, Rest rescata “un gran sentido crítico y un absoluto equilibrio en el análisis de los sentimientos encontrados que origina el enfrentamiento de culturas…” Y sugiere que ese tema no sólo deriva de la experiencia del escritor en sus viajes por Europa, sino también por la influencia que recibe de Hawthorne.

Y sobre el tema es el propio Henry James quien escribe en un ensayo biográfico sobre Hawthorne: “Un hombre que tuvo el honor de llegar al mundo nada menos que en el día (4 de julio de 1804) en que la gran República sufre su más agudo ataque de autoconciencia... y es saludado por el tañido de campanas y el trueno de los cañones... recibe por esto el encargo de realizar algo grande”.

Para su biógrafo, León Edel, James no tiene nada que ver con ese individuo esquivo y distante con el que a veces se lo identifica, sino que por el contrario, tuvo vinculaciones con casi todos los escritores más importantes de la época, entre los que nombra a Browning, Stevenson, Daudet, Turguéniev, Emile Zolá, Maupassant, Conrad, H.G.Wells, Kipling. Edel asegura que James domina la literatura de los Estados Unidos “porque las ramificaciones de su carrera son abundantes –y complejas-, en comparación con las vidas más simples y las obras más simples de otros novelistas norteamericanos. En verdad, el llamado ‘renacimiento’ del interés por la obra de James ha consistido en descubrir que es una gran figura mundial de las letras, un verdadero puente entre el movimiento romántico y todo lo que es ‘moderno’ en el arte del siglo veinte.”

Como se dijo antes, si dos fuerzas gigantescas atraviesan la literatura norteamericana de fin del siglo XIX, una de ellas bien podría estar representada por Henry James con su cosmopolitismo y la otra por quienes intentan encontrar una voz propia, una fuerza ‘nacionalista’, encarnada en la literatura de Mark Twain.

Cuentista
Para Jaime Rest, la capacidad novelística de James es incomparable, aunque su “detallado análisis de la conciencia y de la conducta a veces deriva hacia una atmósfera enrarecida que puede fastidiar al lector” no acostumbrado. Pero también asegura: “…la naturaleza del cuento moderno –con su característico manejo de una realidad fluida y caleidoscópica- se presta sobremanera para el temperamento de James, que halló esta forma muy apta para el despliegue de su estrategia irónica.”

Rest cree que el centenar de relatos cortos que escribió son de una “calidad excepcionalmente uniforme”, pero rescata algunos relatos que tipifican esa percepción. Los fantásticos: “El altar de los muertos”, “Los amigos de los amigos”, “La fuente sagrada”, “Otra vuelta de tuerca”. Experiencias de artistas: “La Lección del maestro”, “La figura en el tapiz”, “El árbol de la ciencia”, “Lo real”.

James también ejerció la crítica literaria (“El arte de la ficción”, “El futuro de la novela” y centenares de artículos sobre escritores), incursionó en el teatro con éxito escaso y escribió varios libros de viajes y tres volúmenes de autobiografía.

Si bien James puede ser considerado un narrador realista (sin militancia en el realismo como movimiento artístico, aclara Rest), se destaca en la indagación del hombre y su mundo circundante, “a través de un detenido estudio de los niveles más profundos de la relación interpersonal, en los cuales se cargan de sentido las actitudes inexpresadas y las palabras superficialmente imprecisas.”

La ambigüedad fue considerada una de las características de su escritura, que indaga en la condición humana, en los móviles que guían a su personajes, que generalmente terminan en el fracaso y la muerte a causa de sus antagonistas.

Uno de sus relatos más famosos (llevado al cine en numerosas adaptaciones) es “Otra vuelta de tuerca” (1898, año en que nace Hemingway), que cuenta la historia de una institutriz que debe educar a dos niños huérfanos en una apartada y rica mansión. Contratada por el tío de los niños, se encuentra con una difícil situación cuando empieza a descubrir extrañas conductas en ellos y conoce la historia de la muerte de la persona a quien sustituye y de la relación sentimental que la unía a un jardinero que trabajó en la casa con anterioridad. Aparentemente la relación influía en los niños y, de alguna manera, sigue presente a través de apariciones que sólo ella ve. Por sus características, el drama que se desata y su final bien puede ser considerado un perfecto relato de terror. Claro que algunos críticos se inclinan por acentuar el carácter psicologista de la historia, poniendo en duda los hechos, que bien pueden estar sólo dentro de la mente de la trastornada institutriz. En el relato, la historia proviene de la lectura realizada por un tercero, de la crónica de los hechos que dejó escrita la protagonista (un recurso común entonces), por lo que de esa manera el autor parece desentenderse por completo de la autenticidad de la narración.
Pero lo que más pesa en la historia es que por primera vez aparece un niño protagonizando un relato terrorífico (para colmo son dos), lo que le da mayor efecto al relato, acentuado además por la ambigüedad señalada, que posibilita las diversas interpretaciones que produce.

Cabalmente reconocido después de su muerte, James se convirtió en el escritor más representativo del cosmopolitismo y un precursor de las innovaciones literarias del siglo XX.

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