En esta novela encontramos personajes entrañables, inolvidables, seres humanos con contradicciones, héroes cotidianos que vivieron el desarraigo como algo trágico. Un árbol puede ser también un entramado, sus ramas pueden formar una textura, en definitiva, un texto literario. De la mano magistral de la autora, donde nuestro idioma revive en todo su esplendor, tenemos el placer de leer historias de vida con las que sin duda nos sentiremos identificados. Más allá de pertenecer o no a las corrientes de inmigrantes de pre o posguerra. Más allá de ser españoles, o italianos, o polacos, o alemanes. El disfrute está garantizado.
Hablamos también de "Finisterre", un texto que consideramos un poco "precuela" del libro en cuestión, novela epistolar e histórica, donde se entremezclan Oscar Wilde, Manuelita Rosas y la protagonista Elizabeth Amstrong, con los epígrafes de Rosalía de Castro y las coplas que se escuchaban cuarenta años antes en la pampa argentina, cuando el Restaurador gobernaba por primera vez estas tierras. En 1835 también había gente que cruzaba "La Mar Océana" como le gusta decir a María Rosa, desde Inglaterra a una Argentina en ciernes, ida y vuelta, una y otra vez. Y mientras se siguen tejiendo las historias. ¿Cuál será el delicado borde entre la ficción y lo real? ¿Cuántas cautivas gallego-irlandesas habrán pasado sus días aquí y luego se habrán vuelto a su otro lugar en el mundo, el fin de la tierra?
En este caso, lo cierto no importa, tan sólo lo verosímil. Y la autora logra que le creamos a pie juntillas. En "Finisterre" y en "Árbol de familia".
En la presentación del sábado tuvimos una voz nueva, dije, fue la de la actriz, cantante y narradora María Héguiz, quien nos encantó a todos. Sin excepción. Ella recreó momentos de "Árbol de familia" de un modo tan especial que hasta la autora, dicho por ella misma, creía estar escuchando las palabra escritas por otro… Ése es el hechizo que ejerce la Héguiz, al ponerse en el cuerpo de "La Embruxada", "Margot", "Julia" y especialmente "Doña Ana" en su diálogo final con su amiga Asunción.
El "finale" fue un brindis con Malbec, firma de ejemplares y la promesa de volver de ambas, autora y actriz, para la reedición próxima de "La princesa federal". Que así sea.
Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
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