viernes, 31 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (58) por Roberto Brey

58

España en el siglo XVIII

Fray Benito Feijoo y Montenegro (1676-1764) catedrático de Teología en la Universidad de Oviedo es uno de los destacados de aquel período. Poco preocupado por las formas, en su obra encara temas de distintas ciencias y actividades humanas y, por su decisión de combatir las falsas creencias y las supersticiones entre el pueblo, fue llamado ‘el desengañador de las Españas’.

Ignacio Luzán (1702-1754) y el padre José Francisco Isla (1703-1781) con sus poesías y novelas, ya critican al barroco y participan del clasicismo.

José Cadalso (1741-1782), considerado un precursor del romanticismo, en su obra “Noches lúgubres”, trata de la muerte de su amada Ignacia y su intento de desenterrar el cadáver. Se afirma que por ello fue desterrado a Salamanca, donde lideraría una escuela literaria de escaso vuelo.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Se le considera importante dentro de la ilustración, pero sus escritos tienen un carácter jurídico, económico o histórico, antes que literario.

En el llamado grupo Madrileño se distingue Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), tal vez el más importante del siglo. En su teatro se muestra muy influenciado por la tendencia neoclásica, y como poeta se inspira en los autores españoles del siglo XVI. Como poeta, se destacan sus: Oda al torero Pedro Romero y Fiesta de toros en Madrid, narración en quintillas de una gesta del Cid, de la cual se dice que fue retocada y mejorada por su hijo Leandro. En prosa escribe una crítica a los escritores barrocos.
Como poeta respeta las normas neoclásicas, su obra más importante es Elegía a las musas. Y en su teatro se destaca “El sí de las niñas”.

En este período se destacan también los fabulistas Tomás de Iriarte (1750-1791), nacido en Canarias; tiene en su haber setenta y seis composiciones que critican los vicios de la literatura contemporánea, como “El burro flautista”, “Los dos loros y la cotorra” y “La mona”. Y Félix María de Samaniego (1745-1801), famoso por sus Fábulas morales, inspiradas en La Fontaine (1621-1695), con títulos como: “El parto de los montes” y “Las ranas pidiendo rey”. Hasta ese momento había muchos fabulistas clásicos traducidos, pero poca producción original en castellano. Su intención moralizante y didáctica queda expuesta en el prólogo en verso de las

Fábulas morales:
«Que en estos versos trato
de daros un asunto
que instruya deleitando».

EL BURRO Y EL FLAUTISTA

Esta fabulilla, salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora por casualidad.
Cerca de unos prados que hay en mi lugar,
pasaba un borrico por casualidad.
Una flauta en ellos halló, que un zagal
se dejó olvidada por casualidad.
Acercóse a olerla el dicho animal,
y dio un resoplido por casualidad.
En la flauta el aire se hubo de colar,
y sonó la flauta por casualidad.
"iOh!", dijo el borrico,"¡qué bien sé tocar!
¡y dirán que es mala la música asnal!"
Sin regla del arte, borriquitos hay
que una vez aciertan por casualidad.
(Iriarte)

EL LOBO Y EL PERRO

En busca de alimento
iba un Lobo muy flaco y muy hambriento.
Encontró con un Perro tan relleno,
tan lucio, sano y bueno,
que le dijo:
-Yo extrañoq
ue estés de tan buen año
como se deja ver por tu semblante,
cuando a mí, más pujante,
más osado y sagaz, mi triste suerte
me tiene hecho retrato de la muerte.
El Perro respondió:
-Sin duda alguna
lograrás, si tú quieres, mi fortuna.
Deja el bosque y el prado;
retírate al poblado;
servirás de portero
a un rico caballero,
sin otro afán ni más ocupaciones
que defender la casa de ladrones.
-Acepto desde luego tu partido,
que para mucho más estoy curtido.
Así me libraré de la fatiga,
a que el hambre me obliga
de andar por montes sendereando peñas,
trepando riscos y rompiendo breñas
sufriendo de los tiempos los rigores,
lluvias, nieves, escarchas y calores.
A paso diligente
marchando juntos amigablemente,
varios puntos tratando en confianza,
pertenecientes a llenar la panza.
En esto el Lobo, por algún recelo,
que comenzó a turbarle su consuelo,
mirando al Perro, dijo:
-He reparado
que tienes el pescuezo algo pelado.
-Dime: ¿Qué es eso?
-Nada.
-Dímelo, por tu vida, camarada.
-No es más que la señal de la cadena;
pero no me da pena,
pues aunque inquieto
a ella estoy sujeto,
me sueltan cuando comen mis señores,
recíbanme a sus pies con mil amores:
ya me tiran el pan, ya la tajada,
y todo aquello que les desagrada;
éste lo mal asado,
aquel un hueso poco descarnado;
y aun un glotón, que todo se lo traga,
a lo menos me halaga,
pasándome la mano por el lomo;
yo meneo la cola, callo y como.
-Todo eso es bueno, yo te lo confieso;
pero por fin y postre tú estás preso:
jamás sales de casa,
ni puedes ver lo que en el pueblo pasa.
-Es así.
-Pues, amigo,
la amada libertad que yo consigo
no he de trocarla de manera alguna
por tu abundante y próspera fortuna.
Marcha, marcha a vivir encarcelado;
no serás envidiado
de quien pasea el campo libremente,
aunque tú comas tan glotonamente
pan, tajadas, y huesos; porque al cabo,
no hay bocado en sazón para un esclavo.
(Samaniego)


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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Segundo premio en el concurso de relatos del Bicentenario del Parlamento de la Tercera Edad

La Magnolia del Bicentenario

de Liliana Pérez Sande

Por ese juego de escondidas que nos hace la memoria, no fue hasta que leí ese sitio de internet, que volvieron a mí los recuerdos:“En 1910, como parte de los homenajes por el centenario de la Revolución de Mayo, los italianos residentes en la ciudad decidieron construir en la Plaza San Martín un monumento del que actualmente no se tienen precisiones con relación a sus características ya que el mismo nunca fue erigido por causas desconocidas(…).
Lo cierto es que, durante los actos por los cien años de la gesta de Mayo de 1810, la colectividad italiana podría haber enterrado en algún punto del paseo público la piedra basal del monumento. Sin poder ser nunca encontrada hasta el momento (…). Fue como un relámpago emocional. Tratando de poner en orden mis pensamientos comencé a escribir este relato familiar que tanto disfrutaba escuchar de mis abuelos. Seguramente eran otras las palabras como la cronología de los acontecimientos y, sabiendo que la nostalgia siempre nos traiciona, lo más seguro es que todo sea una simple coincidencia.

Era la víspera del 25 de Mayo de 1910, cuando Vittorio, mi bisabuelo, llegaría sigilosamente a la Plaza San Martín, resguardando entre las ropas su “tesoro” y con la pala que lo acompañó tantos días de su vida, se dispondría a cumplir su sueño. Había llegado en el Príncipe Umberto un año antes del Centenario, desde el puerto de Génova lugar donde tantas almas partieron hacia un destino llamado América. Fue un interminable viaje donde muchas veces pensó que, en venganza, esas aguas amotinadas lo tragarían por haber abandonado su familia. La alegría por la llegada al Río de la Plata se perdió entre las infinitas colas y en un albergue obligatorio, entre pucheros y mate cocido dejaría de sentirse como un pasajero de tercera. El registro de ingresos sólo contenía monosílabos: Vittorio Guazzi. Veinte años. Masculino. Célibe/Núbile. Agricultor. Pocas palabras para definir a tantos seres que con su propia historia cambiarían también la de nuestra República.

Vittorio había llegado en el preciso momento en que se iniciaban las obras de la plaza San Martín. Allí se construirían los caminos internos y se plantarían los árboles que hoy forman parte de nuestro paisaje cotidiano. Para eso se necesitaba mano de obra barata y la llegada de inmigrantes era una oportunidad que la ciudad no iba a desperdiciar. El destino de él, como el de otros, fue contribuir en esa tarea que lo llenaría de orgullo.

Giuseppe, su compañero de aventuras, lo esperó en las afueras de la dársena y, entre alaridos y gestos de alegría, se fundieron en un abrazo fraternal. El viaje en tranvía lo llevaría a aquella casa de cuartos sin ventanas, a esa nueva citta que aprenderían a llamar Mataderos.
Era una multitud de familias que compartían la vida y las paredes y, para Vittorio, dormir en una habitación tan poblada le recordaba su casa natal. La llegada de un compatriota siempre era una fiesta donde, en largas mesas, se podían desnudar las tradiciones sin vergüenza.
Temprano, Vittorio partía hacia la Plaza con la pala a cuestas aunque su trabajo era cargar losetas, esperaba demostrar que él era un agricultor experimentado. Y fue aquel día que, por fin, tendría su oportunidad.

Habían traído esa hermosa Magnolia, decían desde la China, el viaje en barco la había sometido a extremos cuidados y su plantado requería de algún experto que no estaba entre los presentes. Decidir dónde debía ser ubicada se había transformado en una responsabilidad que nadie quería tomar y corrían el riesgo de perder tan exótica especie. Pero fue ante las palabras de Vittorio que no hubo dudas: “No le gustan los grandes calores ni las heladas tardías”.
Suficiente para entregarle al italiano el mando de la situación. Recorrió la plaza estudiando la trayectoria del sol, tomando un puñado de tierra entre sus manos, como si en ella estuviera la respuesta, determinó el lugar donde debería ser colocada. Todos lo siguieron con respeto y, obedeciendo sus instrucciones, la Magnolia fue plantada. Volvió al conventillo donde compartió la idea con sus amigos: llevaría una pequeña placa de mármol la cual Giuseppe prometió conseguir en el cementerio, y cuyo grabado diría “Vittorio Guazzi, italiano, plantó esta Magnolia en 1910”.
Lo miraron entre incrédulos y risueños, pensando que ese italiano orgulloso llegaría adonde se lo propusiera. La noche del 24 partió emocionado y, junto a los buenos augurios, fue decidido a cumplir lo planeado. Conociendo cada rincón de la plaza aprovechó la soledad de la noche. Se acerco a la Magnolia para cavar sin pausa hasta ocultar la placa y, con sumo cuidado, volvió a dejar la tierra tal cual estaba.

El 25 de Mayo la ciudad amaneció plena de festejos. El primero de ellos fue la ofrenda al General San Martín. Desde un lugar apartado y con la ropa todavía llena de tierra Vittorio participó emocionado de aquel momento, más por la Magnolia que por el Libertador. Hasta el final de sus días, en los infaltables paseos por la plaza, fue el custodio silencioso de aquel árbol de flores perfumadas.
Terminé de leer este relato, que compartió cada generación de mi familia, con el emocionado silencio de mis compañeros. Decidieron que en honor a mi bisabuelo merecía ser comprobada la existencia de esa placa. Iniciamos entonces una larga recorrida de trámites burocráticos y formularios extensos, pero obtener un permiso para “buscar un pedazo de mármol que un italiano decía haber enterrado” no resultaba ser importante para nadie y, hasta el día de hoy, no hemos tenido respuesta alguna.

La foto descolorida en el álbum familiar lo muestra sonriente, con la placa entre sus manos y esas letras que no se alcanzan a leer. Quizás una noche de éstas tome coraje y, con una pala, visite la Magnolia.

martes, 28 de diciembre de 2010

Los Abuelos de Cuento sanisidrenses recomiendan


El espejo africano de Liliana Bodoc
Editorial SM. Sugerido a partir de 10 años

El espejo africano nos despierta esa sensación de entusiasmo y fervor que algunos libros son capaces de provocar en sus lectores. El relato cuenta el viaje recorrido a lo largo del tiempo por un objeto tan singular como lo es un espejo, el cual va enlazando el destino de distintas personas en diferentes lugares y épocas. Su puerto de partida es África y su destino el Río de la Plata en el Sur de América, allá por el año 1779. La lectura nos lleva a escuchar el “tam tam” de los tambores africanos, a sentir la atmósfera del Buenos Aires colonial y a reflexionar sobre nuestra historia nacional.

El destino lo cruzará con el General San Martín y con otros personajes de la gesta libertadora. Dicen que ésta es “una historia que empezó hace dos siglos pero que aún no ha terminado”.
La trama nos invita a avanzar en la lectura para descubrir el enigma, pero a la vez no deseamos que la historia termine, porque su ambiente, sus olores y sus personajes nos transportan a otros mundos donde es necesario quedarse y habitarlos.
Liliana Bodoc, nacida en Santa Fe y criada en Mendoza, ha sido seleccionada este año para representarnos en el certamen internacional más importante de la literatura infantil, el premio Hans Christian Andersen.

Una excursión a los indios ranqueles de Lucio V Mansilla
Editoriales varias.
Sugerido a partir de 11 años

Para aquellos que no leyeron esta obra en su infancia o juventud, los invitamos a hincarle el diente y saborearla junto a los chicos. Para quienes ya la conocen, les sugerimos volver a leerla para disfrutar de un relato que se mantiene vivo. El libro cuenta en primera persona las experiencias vividas en el “país de los indios ranqueles” por el coronel Lucio V. Mansilla, un escritor de estirpe. Esta obra, además de capturar al lector por su calidad literaria, nos deja un testimonio etnográfico invalorable sobre la geografía de la pampa argentina y sobre los indios que la habitaban.

Mansilla nos cuenta con sencillez y respeto sus costumbres, la imaginería, su lucha por la defensa del territorio y su concepción de la vida y de la naturaleza. Además nos acerca al mundo de las cautivas y los gauchos, quienes también compartían con los indios estas vicisitudes y sus consecuencias
El coronel Mansilla logra recuperar, en el tono de su escritura, la cultura y la identidad de un pueblo originario que pronto iba a derrumbarse con la campaña al desierto comandada por el general Julio A. Roca. Publicado por primera vez en 1870, el libro fue construido en base a breves episodios o relatos llenos de aventura, humor y dramatismo que nos permiten descubrir las voces y las huellas de nuestros antepasados los indios.


Los cuentos de mis hijos de Horacio Quiroga
Editorial Alfaguara. Sugerido a partir de 8 años

Durante su estadía en Misiones, Horacio Quiroga, siendo padre de dos niños –Eglé nacido en 1911 y Darío en 1912- comienza a escribir para ellos y publica estos relatos en distintos medios gráficos, como las revistas Billiken y Caras y Caretas. Luego se editarán en libros que ya se han convertido en clásicos. Los Cuentos de la Selva y Cuentos de mis hijos son relatos indispensables para que los chicos se inicien en la lectura de este autor.

“Cuentos de mis hijos”, reúne diez relatos destinados a la infancia, de uno de los mejores cuentistas que ha dado nuestro continente americano. Quiroga amaba a los niños y por eso quería compartir con ellos su pasión por la naturaleza, mostrando la conducta de los hombres y su relación con los animales y las plantas. En sus cuentos, nunca dudó en compartir con los chicos los peligros del monte, el sufrimiento del hombre y su lucha por la supervivencia. Quiroga siempre quiso, con los niños, abrir sus preguntas sobre el sentido y el misterio de la existencia.


Colón agarra viaje a toda costa de Adela Basch
Editorial Alfaguara.
Sugerida a partir de 9 años

¡Agarren viaje y no se pierdan la lectura de esta aventura! La obra que hoy reseñamos ya es un clásico dentro del género teatral para niños. Estructurada en tres actos, divididos a su vez en varias escenas cortas. El texto nos muestra aspectos de la personalidad aventurera de Cristóbal Colón, quien a pesar de la indiferencia, los obstáculos y las burlas de los otros, no cesa hasta conseguir que los reyes de Castilla y Aragón le financien el viaje por mar hacia las tierras desconocidas.
Adela Basch, con un guiño a los adultos y también a los niños, reproduce formas tradicionales del teatro clásico español y las combina con expresiones coloquiales actuales de la lengua oral y escrita, logrando ese registro anacrónico que le imprime gran humor y comicidad al relato.

Colón agarra viaje a toda costa, es una obra de teatro para niños, escrita por Adela Basch, una autora que ya nos tiene acostumbrados al juego inteligente con el lenguaje. Otras obras de su autoría, que también toman episodios y personajes de nuestra historia son: “Don José de San Martín, caballero del principio al fin” y “Belgrano hace bandera y sale de primera”, editadas también por Alfaguara. En todas estas obras, la autora emplea con maestría diálogos rimados que resaltan el efecto paródico y cómico de las escenas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (57) por Roberto Brey

57

Volvamos a España

Será imposible avanzar en nuestro itinerario si no volvemos a la España que habíamos dejado allá por el siglo XVII. Algo tiene que ver Europa, y en particular la península, en la literatura de hispanoamérica.
Habíamos quedado en Francisco de Quevedo, apenas comenzado el 1600, y muy poco podremos hablar de cuentos, hasta entrado el siglo XIX.

La situación en España tampoco era demasiado halagadora, el absolutismo con sus guerras y su presión fiscal, provocan un descontento generalizado con sublevaciones en Portugal, Cataluña, Aragón, Navarra y Andalucía. España pierde territorios en los Países Bajos y a las interminables guerras, se suman como consecuencia la pobreza, las epidemias y la desesperada migración de la población del campo a la ciudad, buscando sobrevivir como sea.

Un rey débil y enfermizo, el Hechizado, también sirve de estímulo a otros monarcas europeos para intentar repartirse el territorio desprotegido y con un gobierno decadente.
En la literatura se consolida un período pesimista, que sigue en parte los pasos de escritores cono Quevedo o Manrique.

Un destacado de ese período es Baltasar Gracián (1601-1658), un jesuita con un estilo calificado dentro del barroco, que escribe “El Criticón” (1651-1657), una novela filosófica con tono alegórico y un conjunto de aforismos que, hasta hoy, sirve de tanto en tanto para distintos modelos de libros de autoayuda. La obra le valió la prohibición de seguir escribiendo por parte de su orden religiosa.

"-¡Oh vida, no habías de comenzar, pero ya que comenzaste no habías de acabar! No hay cosa más deseada ni más frágil que tú eres, y el que una vez te pierde, tarde te recupera: desde hoy te estimaría como a perdida. Madrastra se mostró la naturaleza con el hombre, pues lo que le quitó de conocimiento al nacer le restituye al morir: allí porque no se perciban los bienes que se reciben, y aquí porque se sientan los males que se conjuran. ¡Oh tirano mil veces de todo el ser humano aquel primero que con escandalosa temeridad fió su vida en un frágil leño al inconstante elemento! Vestido dicen que tuvo el pecho de aceros, mas yo digo que revestido de yerros. En vano la superior atención separó las naciones con los montes y los mares si la audacia de los hombres halló puentes para trasegar su malicia. Todo cuanto inventó la industria humana ha sido perniciosamente fatal y en daño de sí misma: la pólvora es un horrible estrago de las vidas, instrumento de su mayor ruina, y una nave no es otro que un ataúd anticipado. Parecíale a la muerte teatro angosto de sus tragedias la tierra y buscó modo cómo triunfar en los mares, para que en todos elementos se muriese. ¿Qué otra grada le queda a un desdichado para perecer, después que pisa la tabla de un bajel, cadahalso merecido de su atrevimiento? Con razón censuraba el Catón aun de sí mismo entre las tres necedades de su vida el haberse embarcado por la mayor. ¡Oh suerte oh cielo oh fortuna!, aun creería que soy algo, pues así me persigues; y cuando comienzas no paras hasta que apuras: válgame en esta ocasión el valer nada para repetir de eterno. "
(Fragmento de la primera parte de “El criticón”)

Su actitud, que se corresponde a la decadencia de la sociedad española, hace que se lo señale como precursor del existencialismo, y se asegure que influyó en los moralistas franceses, como La Rochefoucauld, y en el siglo XIX en la filosofía de Schopenhauer. A lo largo del siglo XVIII, ese absolutismo decadente va generando una nueva actitud intelectual, reconocida como la «Ilustración», que intenta romper con el principio de autoridad emanado de la divinidad y propugna el predominio de la razón. Este período conocido también como "Siglo de las Luces" o "Siglo de la razón", tiene como premisa la búsqueda de la felicidad a través de la cultura y el progreso. De allí deriva el “neoclasicismo”, como una vuelta a los valores de la antigua Grecia, a la armonía y a las reglas derivadas de aquel período. Lógicamente, como reacción a ese pensamiento, surge a fin de ese siglo el “prerromanticismo” y luego el “romanticismo”, que pone un mayor énfasis en los sentimientos y en las pasiones. Tanto el barroco como el clasicismo influyen en la literatura de América, que recién en el siglo XIX, y también con la influencia del romanticismo, alcanzaría su mayor autonomía de Europa.

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un menú de lectura para el verano

La receta se compone de los siguientes ingredientes:

Tómese "Sunset Park", el último de Paul Auster y sazónese con "El sueño del celta", del más novel de los premios, Vargas Llosa. Una pizca de "Los padecientes", la primera novela del dizque psicoanalista Rolón y dos cucharadas de "El cementerio de Praga", del insigne Umberto Eco. Revolver todo bien junto con "Operación Traviata" de Reato, "El escarmiento" del "Tata" Yofre y "¡Basta de historias!" del ya casi yanqui Oppenheimer.

Si no le gusta la nouvelle cuisine o lo minimalista y va por platos más conservadores, no fallarán "El último encuentro" o "La mujer justa", del húngaro Marai, ni "El curioso incidente del perro a medianoche", de Mark Haddon. O bien sin traducir "La sombra del viento" seguido de "El juego del ángel", del catalán Ruíz Zafón. O más acá en la historia "El corazón helado" de Almudena (no la virgen, la Grandes). Si de cocina criolla se trata, podríamos mechar con alguna novela nueva, "Pájaros en la boca", "Los peligros de fumar en la cama", o "Rupturas", una no ficción de Esther Feldman.

Para los chicos, además de milanesitas de lomo con fritas o gnocchi al filetto, les ofrecemos "Gaturro 16", lo último de Nik. Para 7 años "Ratones de cuento", de Patricia Suárez (sí, ganó el premio Clarín hace años, pero también escribe, y muy bien, para chicos). Para 9 y 10, "Cyrano" y "Babayaga", los hermosísimos libros-álbumes de Edelvives. Para más de 12, incursionemos en las más alocadas mezclas: si el sushi todavía no cuaja, ni tampoco la cocina vegetariana, la sangre de la saga de "Crepúsculo", o la de "Crónicas vampíricas" dará color y calor a la imaginación. Para estómagos sensibles, sugiero dos alternativas bien criollas: Falconi con "Caídos del Mapa" (ya va por el octavo, y también está en obra de teatro, todos de Quipu) y la Brandán Aráoz con miles de títulos, pero especialmente los de "Vecinos y detectives" (En Palermo Viejo, en Belgrano, en Bariloche).
Si se sintiera en algún punto indigestión, no se preocupen, con un par de horas al sol mirando el cielo azul sin hacer ni pensar en nada, ya están listos para otra dosis de mi receta.
Bon appétit. Y ¡Feliz Navidad para todos!

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

martes, 21 de diciembre de 2010

Primer premio en el concurso de relatos del Bicentenario del Parlamento de la Tercera Edad

La misiva del Portero
de Mónica Corbella

Santa María de los Buenos Ayres, 30 de mayo de 1.810.

Estimado don Rafael de Gómez y Cano:
Espero, querido amigo, que cuando recibas esta carta todos ustedes gocen de la buena salud. Por estos días, en Buenos Ayres respiramos un clima de efervescencia y agitación. Tú sabes que trabajo como Portero en el Cabildo de la Metrópoli y me ha tocado vivir, la jornada del 22 de mayo, una reunión que me ha dejado perplejo.

Como aquel día en la Península, cuando la Carmencita me miró profundo a los ojos y me susurró al oído que estaba enamorada de mí. Así han quedado de mareados los pensamientos en mi cabeza, que no es una cabeza dotada por el Creador, mas bien soy un burro de voluntad y tesón, que un adelantado de las ideas. Pero me ha tocado oír los discursos mas fervientes y temerarios en aras de lo que algunos Patriotas llaman “la libertad del Virreynato del Río de la Plata”.

Por la mañanita se reunieron en el Cabildo curas, abogados, doctores, militares, vecinos, alcaldes y gran parte de los criollos principales que habían llegado al puerto para averiguar qué era lo que estaba pasando. Algunas otras personas, muchas en realidad, se juntaron en la Plaza bajo la organización de los señores French y Beruti, mas conocidos como los Chisperos que les repartían armas y cintas blancas y rojas. Durante la jornada trataban de impedir que pasaran invitados realistas que no eran leales a la causa de la revuelta.

Las autoridades del Ayuntamiento pensaron que el grupo iba a tardar muchas horas en deliberar, ya que llegaron doce carretillas con escaños de la iglesia Catedral, la de Santo Domingo y algunas otras, y, por la tarde, iluminaron todos los faroles con velas mientras compartían bizcochos, chocolates y vino.

Nunca pensé ver tan cerquita a los hombres importantes peleando por sus ideas. De a ratos comían y bebían para recuperar la energía. Como cuando niños, Rafa, corríamos entre las vacas y luego teníamos que parar para volver a llenar de aire nuestros pulmones.

Voy al punto. El propósito de la congregación era decidir si el Virrey Cisneros tenía que seguir o no en su cargo. Como nuestro Rey Fernando está preso, las gentes hablaban de alguna forma nueva de mando, ya que él no puede gobernarnos desde el destierro.

El señor Obispo Benito de Lué y Riega fue el primero en hablar. Lo que dijo me sonó raro. Expuso que mientras hubiera un solo español libre en la tierra, debíamos seguir obedeciendo a España.


¡Hostia, que batahola se armó! Varios se sintieron irrespetados. Un abogado llamado Castelli fue el elegido para contestarle. Al comienzo habló un poco nervioso, pero luego hizo gala de esa manera tan linda y categórica que tiene para exponer. Repetía con ahínco que la soberanía había pasado a manos del pueblo de Buenos Ayres, ya que no existía más España en cabeza del Rey Fernando VII.

Castelli habló más y más lindo de lo que recuerdo, pero el Fiscal Villota le replicó que no tenían la facultad de decidir esta cuestión, sino que tendrían que ser las gentes de todos los pueblos del Virreynato las que opinaran. Castelli pareció dudar, pero entonces apareció en la reunión un hombre que aclaró todos los pensamientos de los dubitativos entre los cuales estaba yo: Juan José Paso.

Explicó con claridad que la Metrópoli no podía esperar a que representantes de todos los pueblos converjan en ésta y decidan qué hacer. El tema era por demás urgente a causa de la situación de la Península y también por estar Francia amezándonos.

Propició con las palabras justas la creación de una Junta Provisoria formada por Diputados de las provincias para gobernar a nombre de nuestro Rey, y vi llorar a varios hombres duros a causa de la emoción que los embargó mientras lo escucharon. Como cuando decidimos con la Carmencita subirnos al navío lleno de indeseables y fortalecernos noche a noche frente a nuestras angustias en pos de poder crecer.

Eso fue lo que este simple español sintió el día 22 de mayo en el Cabildo. No lograron convencerme otras voces de estar desobedeciendo a la Madre Patria, y mucho menos que reconociera en mí algún tipo de desagradecimiento.

He querido contarte mis vivencias de este día para que no pienses que me olvidé de ti y de nuestra España. Al contrario Rafael, después de oír hablar a tantos hombres justos desde los huesos, te relato esto con nuevos bríos. Como cuando nació el Josecito y fue un día lindo de sol en estas tierras generosas. Entonces lo tomé como una señal. Hoy también.

Dicen que esto es el comienzo de la “La Revolución”. Lo que sea que fuera Rafael, me siento distinto. Como hombre nuevo y libre. Valiente y arrojado. Ciudadano en vez de súbdito.
Me despido. Deseo que el esfuerzo de estos hombres dé frutos y no perezca en manos viles.

Dios me dé los días de vida suficientes para ver nacer a la Patria de los Criollos.

S.S.S.

Antonio Fernando Ruiz Díaz

jueves, 16 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (56) por Roberto Brey

56

América Hispana:

Otros antecedentes

Como otros antecedentes literarios, Jitrik tiene en cuenta a Ruy Díaz de Guzmán (1558-1629), un natural de Asunción, hijo del gobernador Irala, de madre mestiza, que escribió su Historia argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata. Es considerado más que nada como el primer historiador, junto con Garcilaso de la Vega, este último con mayores virtudes literarias, según Jitrik. El crítico argentino destaca también a Luis de Tejeda (1604-1680): “Un solitario poeta nacido en Córdoba, Argentina, (que) da un paso adelante en la posibilidad de pensar una literatura para la colonia.” (Que recién verían la luz siglos después, como varias de las obras mencionadas.) Sería una poesía de corte religioso, inspirada en Góngora y Quevedo.

Pero fuera de la crónica histórica o la poesía, poco y nada por estas tierras, pues hay que recordar que Carlos I de España (V de Alemania), había prohibido en el siglo anterior la difusión de las novelas, por considerarlos libros “mentirosos y disparatados”, al decir del estudioso Manuel Alvar (1923-2001); además de las prohibiciones de literatura no española que se mantendrían hasta el siglo XIX.

Juan María Gutiérrez (1809-1878), considerado por el escritor y crítico Juan Carlos Ghiano (1920-1990) como el primer historiador de nuestra cultura, entre otros méritos, escribió en diarios y revistas de su época sobre diversos escritores hispanoamericanos. Son trabajos enjundiosos, con escasa difusión, pero que supo rescatar Gregorio Weinberg (1919-2006).

Entre otros, Gutiérrez menciona y destaca, por orden cronológico a:
Pedro de Oña (1570- Lima 1643) fue un teólogo, poeta y funcionario colonial español, nacido en Chile. Su principal obra es “Arauco Domado”, escrita por petición de García Hurtado de Mendoza, fue rescatada del olvido por J.M.G. que la reeditó en 1849.
El ya mencionado Juan Ruiz de Alarcón (México1580- España 1639), Fray Juan de Ayllon (1605-1677), un poeta peruano seguidor de Góngora en América.

En su estudio, J.M.G. define la situación de la época: “Sus obras (dice refiriéndose a varios escritores americanos), reflejo débil y pálido del movimiento literario de Europa, no ejercieron influencia alguna (…) Por esto creemos que (se) pueden reunir noticias más o menos prolijas acerca de un escritor del nuevo mundo, pero que no es posible bosquejar una historia literaria”.

Juan Caviedes (Juan del Valle y Caviedes, Jaén 1645 - Lima, 1697), conocido como "El poeta de la Ribera" fue un poeta y dramaturgo nacido en España que vivió casi toda su vida en el Perú, constituyó otro descubrimiento de J.M.G. que rescató sus manuscritos. Lo consideró un poeta satírico y popular, que supo registrar a la sociedad, y tanto que su ingenio le permitía aún en la alabanza de la hermosura, hacer crítica de los médicos, una de las principales víctimas de sus escritos:
Lise, mi achaque es amor,
Y pues busca en ti remedios,
Y cual médico me matas,
Hoy te he de pintar con ellos.

Pedro Peralta Barnuevo (Lima 1663-1746) Al llamado “Monstruo de la erudición”, J.M.G. le dedica un importante trabajo, el primero que reunió la producción de Barnuevo, que además de un análisis literario es todo un estudio de la sociedad peruana de ese momento.

Juan Bautista Aguirre (Ecuador 1725 - Italia 1786). Fue otro descubrimiento de J.M.G. El escritor y poeta Aguirre es hoy considerado como uno de los precursores de la poesía hispanoamericana y ecuatoriana, y los críticos de ese país reconocen a J.M.G. su hallazgo, cuando rescató un libro manuscrito del ecuatoriano. Aguirre, que tomó los hábitos en la Compañía de Jesús, junto a ellos fue expulsado en 1767 y debió refugiarse en Roma, donde sobrevivió a duras penas. Abunda en su obra la poesía religiosa, pero no falta la picaresca, como en este epigrama dedicado a un personaje del momento en América:

A Zoilo

I
Zoilo, ayer tarde por chiste
Un quídam te dijo tonto,
Y tú, por vengarte pronto,
Adulador le dijiste;

Y a la verdad que lo era
El que tonto te llamó,
Pues tú no eres tonto, no,
Sino la misma tontera.

II
Tus mentiras estiras
Con progresos tan felices,
Que en dos palabras que dices
Dices Zoilo mil mentiras.

Por eso admirados todos
Juzgan con razón no poca,
Que hablas sólo por la boca,
Y que mientes por los codos.

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Concurso de Narrativa del Bicentenario del Parlamento de la Tercera Edad

Organizado por la escritora y docente Ana Bisignani, se realizó el Concurso de Narrativa del Bicentenario del Parlamento de la Tercera Edad del HCD de Vicente López, con un jurado compuesto por la profesora Nora Larrandart, el director de Prensa Libre Roberto Brey y la directora de Mil Milenios de Paz Inés Palomeque.

El concurso, que estuvo auspiciado por el Parlamento de la Tercera Edad cuya presidente, Amelia Domec, colaboró activamente con la iniciativa junto a la secretaria Hebe Tamburri, entregó los siguientes premios:

Mónica Corbella: 1er. Premio con La misiva del portero.
Liliana Gomes: 2º Premio con La magnolia del centenario.
Paula Pellegrini: 3er. Premio con Las cuatro baldosas del general.
Rosaura Pustelnik: 1ra.Mención especial con Un par de guantes negros.
María Elena Álvarez: 2da.Mención por Recuerdos patrios.
Lilia Elena Durand: 3ra. Mención por Gauchos.
Mario Doral: 4ta. Mención por Dos Siglos.
María Antonia Herrera: Diploma del HCD por Abanderado con guantes.
Mafalda Medina de Gallino: Diploma del HCD por Un 25 de Mayo.
Se entregaron, además, menciones y agradecimientos.

La entrega de premios se realizó en el segundo piso del HCD, Av. Maipú 2502, Vicente López ante el jurado, autoridades de HCD y el público.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (55) por Roberto Brey

55

América Hispana

Por supuesto que el arte estaba desarrollado mucho antes de que llegaran los conquistadores europeos a estas tierras que luego llamaron América. Especialmente en lo referido a escultura, pintura, música, arquitectura, danza… pero todavía la escritura estaba en sus primeras etapas. Es poco lo que se conoce, porque es mucho lo que destruyó el invasor, deseoso de desterrar las creencias y las tradiciones indígenas, para poder someterlos mejor e inculcarles su propia cultura.

Aztecas, mayas e incas fueron las principales civilizaciones nativas que vieron resignadas sus tradiciones culturales tras la conquista, y el incipiente desarrollo de la escritura, en especial entre los mayas, quedó trunco y, lo poco que pudo ser salvado, fue traducido a los idiomas europeos. Por eso hoy estamos obligados a hablar de “literatura hispanoamericana”, producida en su mayor parte por europeos y criollos, algunos de ellos incorporando tradiciones indígenas, pero influenciada principalmente por la literatura europea.


Fermín Estrella Gutiérrez señala la importancia de “las pocas obras en lengua
indígena, de las cuales han llegado noticias hasta nosotros”. La colección
“Teoamoxtli” o “Libro de la sabiduría” (700), de los aztecas; el Popol-Buj o
“Libro de las tradiciones”, de los mayas, rama de los quichés; y el Ollantay, y
los yaravíes de los incas, “para no citar sino las más importantes”.

Se pueden considerar como los primeros atisbos de escritura, aunque no literaria, a las crónicas escritas por los propios conquistadores o por quienes llegaron con ellos. El alemán Ulrico Schmidl (1509-1576), aquel que acompañara a Pedro de Mendoza, tal vez sea el mejor ejemplo en ese sentido. Sus relatos del sitio a los españoles en Santa María del Buen Ayre no es el único, pero la descripción, entre otras, de la antropofagia (y no precisamente de los indios), dio lugar a obras literarias muchos años después. Como el conocido cuento de Manuel Mujica Lainez, “El hambre”.

La estudiosa Susana Zanetti señala tres etapas de la literatura hispanoamericana (que coincide -con algunos años de diferencia- con lo señalado por diversos autores):
La primera, virreynal, anterior a 1800, con autores nativos y españoles, productores de crónicas, historias, poemas y algunos relatos.
De 1800 a 1830: Literatura de la independencia, vinculada a las revoluciones americanas.
De 1830 en adelante, una literatura política que participaba abiertamente en las luchas internas. Y que sólo después de 1880 se convierte en autónoma.

Dice Susana Zanetti: “…la emancipación cultural se produce hacia 1830, cuando las letras del ámbito iberoamericano se desprenden de la tradición neoclásica y enciclopedista que habían heredado de la España dieciochesca y de manera veloz o gradual comienzan a incorporar por cuenta propia los aportes del romanticismo y del positivismo europeos.”

Hacia el siglo XVI los primeros escritos surgen en Santo Domingo y luego en México y Perú, a medida que se afianza la conquista. Todavía son crónicas e historias, de las que se destacan “La historia verdadera de la conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo (1496-1584), o Pedro Cieza de León (1518-1560) con su: “Crónica del Perú”, o Alonso de Ercilla (1534-1594) autor de “La Araucana”.

Recién en el siglo XVII empiezan a aparecer los escritores nacidos en América y los centros culturales pasan a ser México y Perú, este último con Inca Garcilazo de la Vega (1539-1616), un nativo españolizado, quien en sus “Comentarios reales” describe la vida anterior a la conquista con mayores pretensiones literarias. En México se destaca, unos años después, Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), que se hace monja para poder seguir con su vida intelectual y no estar obligada a someterse a un marido (tendría un importante desarrollo poético). Quien no recuerda aquello de:


“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis…”

Otro escritor de la época fue Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639), el mexicano que produce obras de teatro como “La verdad sospechosa”, pero ya en España, y con poco acento americano.

El siglo XVIII no cambiaría demasiado las cosas. Juan Bautista Aguirre (1725-1786), un jesuita nacido en Ecuador produce poemas de tendencia barroca y será considerado el precursor de la poesía de ese país. El español Alonso Carrió de la Vandera (Concolorcorvo) con su “Lazarillo de ciegos caminantes”, casi cercano a la novela, pero que no deja de ser una crónica de viajes, entre Buenos Aires y Lima, en tono de picaresca. Noé Jitrik, entre otros críticos, destaca como un aspecto interesante del texto, “que menciona a los ‘gauderios’, designación que se aplicaría a los que después serían llamados ‘gauchos’ y que ha dado lugar a largas determinaciones acerca de este paradigmático personaje de las llanuras litoraleñas y pampeanas.”

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martes, 7 de diciembre de 2010

Fueron entregados los premios “Mujica Láinez” en San Isidro





Martine Teller, recibiendo de Ana Mujica, la hija de Manucho, el primer premio del certamen “Manuel Mujica Láinez 2010”

Se llevó a cabo la ceremonia de entrega de los premios del IV concurso literario de cuentos “Manuel Mujica Láinez” que organiza anualmente la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Isidro. La directora, Eleonora Jaureguiberry, explicó: “ésta es la cuarta edición de este premio. Mucha gente confió en nosotros cuando todavía no se perfilaba como un premio, sólo un proyecto, un sueño. Y también cuando fue la idea fuerte de volver a instaurar un premio de cuentos en la Argentina. Un premio a la tradición muy nuestra y que se estaba perdiendo por el avance de los de novela impulsados por las editoriales.”

“En nosotros –dijo- confiaron unas personas y una institución. La familia de “Manucho” -aquí está presente Ana, su hija- y a través de ella agradecemos esta vez con más énfasis porque este es el año del centenario del nacimiento de Manuel Mujica Láinez.”

El jurado trabajando.
Tras agradecer el apoyo brindado, como en ocasiones anteriores, al Banco Credicoop, al jurado, al personal de su dirección se refirió por último a los casi mil que presentaron sus obras. “En ellas –añadió- se vio el empeño, el amor, el cuidado y sobre todo, el talento invertido en esto. Y me congratula que este año el premio lo haya ganado una mujer cuyo trabajo leí y me conmovió mucho.”
Luego de sus palabras, habló el consejero regional para la zona norte de la institución de crédito, Juan Pinto, quien explicó el placer que le cabe a la entidad que representa en apoyar este tipo de emprendimiento cultural.

La ganadora del certamen junto a los miembros del jurado y la titular de la Dirección de Cultura
La ceremonia continuó con la premiación, en primer lugar a quienes fueron distinguidos con menciones, recibiendo medallas y certificados. Estos fueron Roberto Gelbert, Pablo Colacrai, Gabriel Sarobe, Daniel Fontecha y Andrea Fontan. Estuvieron ausentes Sergio Turovetzky, Atilio Verón e Isabel Alí.

El segundo premio fue recibido por Daniel González quien en esta ocasión representó a Pablo Pedroso, también ausente. Finalmente el primer premio lo recibió Martine Teller, de manos de la hija de “Manucho”, Ana Mujica.

El primer premio del concurso literario fue para la obra “El rey de los clavos”, el segundo fue para “Sabores caseros”, de Pablo Pedroso, también de Florida.

En tanto, las menciones fueron para “Redacción”; “Piano de Chopin”; “Por la literatura”; “Los espías”; “Dicho y hecho”; “La viuda”; “La caída de Rocío” y “Los dueños”.

Martine Teller ganadora del concurso recibió un premio de $ 2000, en tanto que Pablo Pedroso recibió $1000.
Los premiados también recibieron la colección de cuentos ganadores de la edición 2009 del concurso.

Durante la ceremonia se presentó la obra ”La Viajera”, incluida en el libro “Aquí vivieron”, de Manuel Mujica Láinez, teatro físico cuya puesta en escena y espacio estuvo a cargo de Oscar Araiz y Yamil Ostrovsky. La interpretación estuvo a cargo de Paula Almirón, Yamila Ramírez, Elena Ponce, Ignacio González Cano, Javier Bazán, Marcos Chávez y Ollantay Rojas, integrantes del grupo de danza de la UNSAM. Como actor invitado participó Pablo Goldberg

jueves, 2 de diciembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo: (54) por Roberto Brey

54

El siglo de oro

El siglo XVI y gran parte del XVII, fueron de grandeza para España. Las riquezas que eran extraídas de América, sirvieron en principio para aumentar su capacidad militar, con lo que se sucedieron las conquistas y las guerras por nuevos territorios. Mejores buques, mejores armas, grandes ejércitos, le permitieron ejercer un dominio casi absoluto sobre sus competidores europeos. Claro que aquellos no se quedaron atrás, y la expansión imperial de Europa significó un cambio fundamental en la relación de fuerzas en el mundo. Habría que esperar a las nuevas ideas que precedieron a la Revolución Francesa y a las rebeliones americanas para que la situación cambiara, por lo menos en parte.

Para España la decadencia llegó primero, y ya a finales del siglo XVII había sido superada por sus competidores.
Esa época significó también un largo momento de esplendor para las ciencias y las artes, aunque vinculado con el fulgor del oro, que se extraía por toneladas, gracias al martirio de millones de africanos y americanos esclavizados. Por eso fue llamado, el XVI, el “Siglo de Oro”, que extendió su influjo a lo largo de casi toda la siguiente centuria.

El desarrollo intelectual se vio reflejado, por ejemplo, en el número de centros culturales que se fundaron en este período: La Escuela de Náutica y de Cartografía de Sevilla, que se ocupaba de todo lo que se relacionaba con América, las Academias de Ciencias y Matemáticas, el Museo de Ciencias Naturales, el Jardín Botánico de Aranjuez, la Biblioteca de El Escorial, la Biblioteca Colombina de Sevilla, fundada por Fernando Colón, hijo del descubridor, el Archivo de Simancas, que actualmente conserva inapreciables documentos sobre la conquista y la colonización, etcétera.

Este auge cultural en todos sentidos fue preparado por las universidades españolas, que en el siglo XVI tuvieron fama internacional y recibieron innumerables alumnos de todo el orbe. Salamanca llegó a contar con unos 8.000 alumnos. Florecieron los historiadores y cronistas; la arquitectura, de la mano de nuevas tendencias, que produjeron, por ejemplo, El Alcázar de Toledo y el palacio anexo al de la Alhambra de Granada, La lonja de Zaragoza y la catedral de Málaga.

El Greco y Velázquez sobresalieron en pintura. En Teatro, Lope de Rueda (1544-1566), la figura fundamental de Lope de Vega (1562- 1635), Tirso de Molina (1571-1648), Juan Ruiz de Alarcón (1581-1639), Francisco de Rojas (1607-1660), Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), y una pléyade de escritores, además de la figura preponderante de Cervantes.

Por entonces además de las obras pastoriles, dramáticas o históricas que tuvieron gran auge, uno de los géneros más llamativos fue la picaresca.
El pícaro como figura simpática fue personaje de muchas literaturas, pero alcanzó un alto grado de sátira con Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas (1580-1645), en su obra más lograda, en 1604, “Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, exemplo de vagamundos y espejo de tacaños”. Quevedo ya había escrito obras políticas y morales, donde predominaba la sátira de personajes arquetípicos, que dejaban de lado los valores morales de aquella sociedad. El personaje principal era el vago, poco afecto al trabajo (que si bien era común en la clase alta, era criticado entre el pueblo bajo), presentado con simpatía, pero capaz de toda clase de tropelías, aunque no siempre dispuesto al delito mayor. El pícaro español es un hombre casi agradable, un producto de la sociedad de la época. El engaño, la hipocresía, el tratar de escalar a cualquier precio, eran considerados métodos eficaces para alcanzar la fortuna, algo que no se podía conseguir a través del trabajo.

El anónimo “El lazarillo de Tormes” irónico retrato de la sociedad del momento (donde aparecían los clérigos de doble moral), ya había mostrado los vicios de la época, al contar en primera persona la historia de un chico que, como guía de ciegos, va viviendo una vida de pícaro aunque finalmente se redime. Varias obras por el estilo se habían difundido posteriormente y debidas a variadas plumas, pero ninguna alcanzó la fama y la contundencia de El buscón, de Quevedo,
Claro que Quevedo ya se había encargado de satirizarlo todo, y hasta a sus propios colegas escritores. Después de una infancia rodeado de la nobleza, con estudios de teología y lenguas antiguas y modernas, sus primeros poemas ya parodiaban los del poeta y dramaturgo Luis de Góngora (1561-1627), lo que motivó que éste respondiera con otros poemas.

Esa vena satírica se destacó también en la letrilla (poesía muy popular, simple y satírica de la época), como "Poderoso Caballero es Don Dinero", donde ya aparecen los motivos de la posterior decadencia de España.

Poderoso caballero es don Dinero. (Selección)

Madre, yo al oro me humillo:
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y, pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero es don Dinero.

Es galán, y es como un oro;
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero es don Dinero.

Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y, pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y, pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y, pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero es don Dinero.

(Es recomendable escuchar la versión musical que hizo de este poema el cantante español Paco Ibáñez)

Hacia 1636 concluye Quevedo su última gran prosa satírica: “La hora de todos y la Fortuna con seso”, inédita hasta 1650. En ella Júpiter le pide a la Fortuna que adjudique por una hora a cada uno lo que verdaderamente merece. Ello conduce a ver las falsas apariencias, la otra cara de la realidad y la verdad oculta tras los velos de la hipocresía, operando por antítesis. Así se da la paradoja de que los médicos son en realidad verdugos, los ricos, pobres pero ladrones, y, en definitiva, se presencia una galería de tipos sociales, oficios y estados que es satirizada implacablemente.

Habría que mencionar también a Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635), con una vida agitada con lances amorosos por doquier, estudió con los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576). Sus problemas sentimentales y sus escritos satíricos le valieron infinitos problemas, incluso encarcelamientos, participó en varias guerras, y sus relaciones con las mujeres fueron incontables, aún después de ordenado sacerdote. Dentro de una infinita producción que incluyó poesía, novela y dramaturgia, es recordada entre las más famosas “Fuente Ovejuna”, con su relato de la rebeldía popular, que conserva hasta hoy su vigencia.

Hasta acá hay muy pocos cuentos en verdad. Habrá que esperar todavía algunos años para que aparezcan con mayor fuerza.

Historia de la vida del Buscón de Francisco de Quevedo. Capítulo 1, se puede leer en:
http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=2336

Historia de la vida del Buscón Francisco de Quevedo
http://www.ciudadseva.com/textos/novela/buscon.htm

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jueves, 25 de noviembre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (53) por Roberto Brey

53

Cervantes cuentista

Pasarían casi dos siglos para que pudiera hablarse de otra gran figura relacionada con el cuento en España: Miguel de Cervantes (1547-1616). Pero como también era época de poetas, sería imposible antes, no mencionar a Íñigo López de Mendoza, El Marqués de Santillana (1398-1458), introductor de la refinada poesía italiana en España, y creador de aquella bella Serranilla que muchos hemos estudiado en la escuela:
La moza de la Finojosa
Moza tan fermosa
non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.
Faciendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vencido del sueño,
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do vi la vaquera
de la Finojosa.
En un verde prado
de rosas y flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan graciosa
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
No creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
ni de tal manera,
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.
No tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dejara
en mi libertad.
Mas dije: «Donosa
(por saber quién era),
¿dónde es la vaquera
de la Finojosa?»
Bien como riendo,
dijo: «Bien vengades;
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es deseosa de amar,
nin lo espera,
aquesa vaquera
de la Finojosa.»

O aquel otro poeta castellano, Jorge Manrique (1440-1479)
Coplas por la muerte de su padre
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
(…)

Pero más allá de esa pequeña distracción con esos grandes poetas españoles, como se dijo, el cuento no tuvo sus cultores de valía hasta que Cervantes publica las “Novelas ejemplares” en 1613, a los 66 años (tres antes de su muerte).

Aunque no hay demasiados datos precisos sobre su vida y su obra (por ejemplo, no se conocen cuáles fueron sus estudios en la infancia y adolescencia), es posible que recibiera en su juventud alguna instrucción literaria. Con poco más de veinte años se fue a Roma y luego de recorrer Italia se enroló en la Armada Española y participó en 1571 en la batalla de Lepanto, donde a consecuencia de un disparo perdió gran parte de la movilidad de un brazo, por lo que se lo llamó el Manco de Lepanto.

Al regresar a España, en 1575, los corsarios asaltan su barco, lo llevan a Argel, donde pasa cinco años de cautiverio y a su regreso, en 1580, encuentra a su familia en la ruina. Con 37 años se casa con Catalina de Salazar y Palacios, de 19, e inicia su carrera literaria. Publica la novela "La Galatea" (1585), y sin demasiado éxito y casi en la ruina, es nombrado recaudador de impuestos para la Armada Invencible, pero termina en la cárcel, acusado de irregularidades en las cuentas. También fue excomulgado por tres veces ante el intento de cobrar a la iglesia los impuestos que ésta estaba obligada a satisfacer.

En 1605 publica la primera parte del Quijote; el éxito dura poco. En 1606 regresa a Madrid, en donde vive con apuros económicos. En sus últimos años publica las "Novelas ejemplares" (1613), entre otras obras. Sus poemas, muchos escritos durante su juventud, fueron incluidos casi siempre dentro de sus novelas, por lo que tuvieron poco reconocimiento.
Tampoco tuvo suerte en el teatro, donde fue eclipsado por el triunfo arrollador de Lope de Vega (su eterno rival) en la escena española.

Su mayor éxito sin duda fue su Quijote, donde, como era costumbre, incluyó varios relatos cortos que pueden considerarse casi como cuentos. Esa obra se cree fue iniciada durante su encarcelamiento, y debido a su éxito tuvo que soportar varios plagios. Recién hacia 1617, ya a su muerte, con las dos partes del Quijote publicadas juntas en Barcelona, empezó a tener el merecido reconocimiento que le faltó en vida.

Todavía en tiempos de Cervantes, el cuento como relato corto, concentrado y con punch como quería Poe, estaba lejos de prevalecer. Por el contrario, se buscaba darle unidad y marco a una serie de cuentos, lo que permitió el desarrollo de la novela, muchas veces como una sucesión de relatos cortos enlazados. Este tipo de relatos (la novela, o el romance), con mayor detalle del contexto social, con mayor desarrollo psicológico, prevalece durante mucho tiempo por sobre la rápida definición o la sorpresa final que traería luego el cuento moderno.

Muchos escritores de Europa, en los siguientes años incluyen relatos cortos en sus novelas, pero no se deciden por ese género como disciplina independiente, como ya se ha visto, hasta entrado el siglo XVIII.

Se puede leer cuentos de Cervantes en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/mcs.htm
El amante liberal en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/amanteli.htm
El casamiento engañoso en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/casamien.htm
El licenciado Vidriera en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/licencia.htm
La gitanilla en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/gitanill.htm
Rinconete y Cortadillo en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/rincone.htm
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