El cuento ingles:
Thomas Hardy (1840-1928)
Hijo de un constructor de una localidad inglesa cercana a Dorchester, y de una madre que trabajó como cocinera y sirvienta, pero de una gran cultura, el novelista, al revés que Stevenson, ya había leído las obras completas de Virgilio, entre otras, con solo ocho años. De 1848 a 1856 asistió a la escuela local, donde aprendió latín, francés y alemán. Luego trabajó como constructor junto a su padre, y en 1865 publicó su primer artículo y envió varios de sus poemas a periódicos, pero fueron rechazados.
En 1871 publicó su novela Remedios desesperados, que había comenzado a escribir dos años antes. A ella siguieron Bajo el árbol del bosque (1872), Unos ojos azules (1873) y Lejos del mundanal ruido (1874). En los ochenta Hardy gozó de bastante prestigio y éxito económico y conoció en Londres a personajes de las letras, pero recién en 1888, publicó su primera colección de relatos breves, Wessex Tales.
En 1891 aparecieron dos nuevas novelas suyas, Tess de d'Urbervilles y A Group of Noble Dames. Durante los noventa viajó, a Dublín en 1893 y a Bruselas y Waterloo en 1896, para ambientar su poema sobre las guerras napoleónicas The Dynasts. En 1896 apareció una de sus novelas más importantes, Jude el oscuro. Tras su publicación, Hardy tomó la resolución de no escribir más novelas (algún crítico habló absurdamente de "Jude el obsceno") y dedicarse en exclusiva a la poesía. (En realidad, había recibido furiosas críticas del público más reaccionario, porque Hardy se atrevía a criticar la moral de la época y hablar a favor de la liberación de la mujer). No obstante, publicó La bienamada (escrita diez años antes) en 1897.
Lejos del mundanal ruido fue adaptada al cine en 1967; Tess, de Urberville llevada al cine por Polanski en 1979 (en el papel principal Nastassja Kinski).
Su esposa, con la que había compartido su vida durante tres décadas, murió repentinamente en noviembre de 1912. En febrero de 1914 se casó por segunda vez con Florence Emily Dugdale y siguió escribiendo sólo poesía hasta su muerte en 1928.
Hardy publicó un total de catorce novelas. La acción de todas ellas se desarrolla en el campo inglés, en una región bautizada por el novelista como Wessex y que es en realidad su Dorset natal. Utiliza el dialecto de Dorset como ejemplo de inglés antiguo y noble en trance de desaparición por el destino de la modernidad.
Según cuenta Manuel Rodríguez Rivero, en la introducción a El brazo marchito y otros relatos, Hardy escribió a lo largo de su vida cincuenta y tres relatos de extensión variada, treinta y siete de los cuales fueron ordenados por el escritor en cuatro volúmenes Wessex Tales (1888), A Group of Noble Dames (1891), Life's Little Ironies (1894) y A Changed Man (1913).
Publicados casi siempre en las revistas "familiares" de suscripción, las historias que se presentaban ilustradas por dibujantes prestigiosos, se fragmentaban para su publicación, y los escritores se veían muchas veces obligados a "editar" o suprimir de sus propios relatos aspectos, vocabulario o situaciones que pudieran entrar en conflicto con los gustos o la sensibilidad de los lectores. Este proceso de autocensura era conocido con el nombre de bowdlerization en recuerdo de Thomas Bowdler, que publicó (1818) una edición "convenientemente" expurgada de las obras de Shakespeare. Hardy tuvo que bowdlerizar en repetidas ocasiones algunos de sus relatos, lo que impide que ciertos cuentos alcancen mayor jerarquía.
A diferencia de lo que ocurría con las novelas de Wessex, los relatos están menos cargados de la "filosofía" del autor, lo que redunda en beneficio de los lectores. “En ellos Hardy sigue siendo el mismo escritor reflexivo que comparte las vicisitudes de sus personajes, pero se inhibe de las largas digresiones sobre lo divino y lo humano que a menudo lastran la acción de sus grandes novelas. Quizás por ello, y por el recurso a un punto de vista omnisciente siempre matizado por una benevolente ironía, sus cuentos equilibran el amargo pesimismo de aquéllas”.
Para Rivero, con la premisa de “Nada merece la pena ser contado a menos que la historia se salga de la experiencia más común de los hombres y mujeres a quienes va destinado”, los relatos se sitúan en “un sustrato vivido en el que bullía todo el acervo de baladas, folk-songs, mitos e historias orales del folklore de Dorset”. Y agrega: “con un gran sentido del lugar y cierto gusto por el melodrama y lo escabroso, Hardy tenía todo lo que podía desear para convertirse en uno de los grandes maestros del relato británico de finales de siglo. Su sentido de la observación y su ojo para el detalle aparentemente insignificante completan el cuadro.”
Una mujer soñadora puede leerse en: http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=2971
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