viernes, 27 de agosto de 2010

El cuento: origen y desarrollo (40) por Roberto Brey


40
Alemania
Italia
España

Europa supo desarrollar en diversos países el relato corto. Sin embargo, los aportes decisivos, siempre en la opinión de quien escribe esta reseña, se dieron fundamentalmente en los ámbitos mencionados hasta aquí, por lo menos con la fuerza y la cantidad de autores que hoy mantienen el reconocimiento general. Sin embargo, es innegable que el cuento seguía desarrollándose como género y escritores de todos los continentes se fueron distinguiendo por variadas razones en el siglo XIX.

En este capítulo están dedicados algunos párrafos y algunas obras a los tres países mencionados en el título, sin quitarle méritos a los que, por ahora, no pueden ingresar en esta arbitraria antología.

Alemania

La ya mencionada estudiosa de la literatura, Nora Dottori, define los comienzos de la literatura norteamericana influenciada por las concepciones románticas de Europa: “los cuentos de Washington Irving hacen suponer el impacto del ‘märchen’ alemán (con el término märchen se define un género literario propio del romanticismo alemán, que deriva de las leyendas populares, de las fábulas, pero como relato alegórico, simbólico, puede ser entendido según el ángulo de percepción desde el cual es considerado); la obra de Poe trasunta una incesante nostalgia de la cultura del viejo mundo; las narraciones de Fenimore Cooper, aunque inspiradas en episodios de la vida local, dejan entrever el antecedente de Walter Scott.” Señala los llamados a la independencia cultural de Emerson y Thoreau, y marca las diferencias existentes, a mediados del siglo XIX, entre dos escritores: “mientras en Hawthorne se destaca el ascendiente europeo, en Melville hay una búsqueda de recursos épicos que tal vez respondía a la vastedad del territorio americano y a las concepciones expansionistas imperantes.”

Entonces, es posible inferir que antes del desarrollo del cuento moderno, existía, como en Rusia por ejemplo, una amplia tradición cuentística que, en todo caso, el esfuerzo de los hermanos Grimm supo rescatar y reunir en una vasta compilación; toda una literatura cuentística, que si bien se consideró por mucho tiempo como del ámbito infantil, de alguna manera remite a las tradiciones centro europeas, que se manifestaron durante años en la tradición oral.

Märchen, mitos y epopeyas

Para la crítica literaria de origen francés, Marthe Robert (1914-1996), una germanista apasionada: “El término alemán Märchen, diminutivo de un arcaísmo que significa, al mismo tiempo, «novela corta» y «tradición», no tiene exactamente los mismos ecos maravillosos de nuestro «cuento de hadas» (francés). Comenzando porque el Märchen germánico no concibe al hada con los atributos propios de la tradición céltica; hace de ella simplemente una «sabia» o una comadrona que, como partera y guardiana de los ritos del alumbramiento, vela por el niño a cuyo nacimiento ayudó y encarna su destino.” (Prefacio a los Cuentos de Grimm, París, 1959, y Sur le papier, París, 1967.)

Algunos comparan ese estilo vinculado a los sueños, con las imágenes que ofrece el "Cirque du Soleil", y muchos escritores alemanes como Hoffmann, Contessa, Tieck, Eichendorff y Novalis, entre otros, lo han practicado con diferentes resultados.

Como detallaba Propp (ver 1ª. Parte, Cap.2), ese estilo implica una forma cerrada, trasmisora de tradiciones diversas, que necesariamente deriva en un “final feliz”, aleccionador.

Así lo explica Robert: “Sea cualquier cosa lo que ocurra en los espacios fabulosos por los que el cuento finge extraviarse, siempre se trata de demostrar, a través del ejemplo de un héroe sufriente, digno de lástima a causa de su misma tierna edad, que se puede ser débil, deforme, de baja cuna, sin los afectos del hogar, torturado con refinamiento por un entorno inhumano y, sin embargo, alcanzar el poder supremo –la realeza, símbolo de una felicidad perfecta y garantizada «hasta el fin de sus días»– mediante la virtud mágica del amor y de una alianza con una persona de alto rango. Lo cual demuestra también el hecho, increíble para el niño, de que, efectivamente, se puede crecer y, al llegar a mayor, alcanzar lo que, de pequeño, parecía más inaccesible.”

Desde antiguo también se conocen poemas épicos como Hildebrandslied (El cantar de Hildebrand) del que se conserva un fragmento del año 800. Allí se describe el enfrentamiento e inicio de una batalla entre el héroe legendario Hildebrand y su hijo. Como otras leyendas con personajes como Teodorico, rey de los ostrogodos; Atila, rey de los hunos; y Sigfrido, la mayoría de las obras fueron escritas en latín. Como el Walthariuslied (Cantar de Walter, alrededor del 930), escrito por Ekkehard, abad de Sankt Gallen, que cuenta la fuga del héroe Walter de la corte de Atila y su boda posterior. La mayoría de estos relatos no se conservaron escritos, al igual que la literatura oral popular, que sólo a partir del siglo XIV empezaron a perpetuarse a través de la escritura.
También se desarrolló la Minnesang, o lírica cortesana, compuesta por poetas líricos llamados Minnesänger.

Desde los Volksmärchen o “cuentos populares” o Folktales, hasta la creación del Kunstmärchen o “cuentos artísticos” a partir de E. T. A. Hoffmann, hay todo un camino. Si la novela procede de la epopeya, el cuento tiene su origen en el mito (más antiguo y prestigioso) y que permitiría que la imaginación del autor actúe con mayor libertad y creatividad.

Un antecedente: Till Eulenspiegel
El típico pícaro de pueblo, que en Alemania recibió el nombre de Till Eulenspiegel, que algunos comparan con el Lazarillo de Tormes o con Tom Jones, era una de esas historias que con infinidad de anécdotas se contaban popularmente. Tal vez la primera publicación de algunas de las anónimas historias, se deban a Hermann Bote alrededor de 1510/15, escritas en alto alemán (el idioma que luego se oficializó como el administrativo), pero proveniente de alguna otra versión en bajo alemán (considerado luego un dialecto).

Pero la versión más reconocida fue la de Johann Fischart (1545-1590), quien la relató en forma de verso. Fischat escribió varias obras entre 1575 a 1581, cuando trabajaba para un pariente, impresor de Estrasburgo. En 1581 Fischart fue contratado como abogado, se casó y fue magistrado, y parece haber abandonado la escritura hasta su muerte. Sus escritos satíricos y humorísticos tuvieron cierta popularidad.

Treinta años después de la muerte de Fischart, cuando ya había sido olvidado casi por completo, llamó la atención del público de nuevo, con Johann Jakob Bodmer (1698-1783), un crítico y literato suizo que participaba en una sociedad patriótica donde se discutían temas culturales y se publicaba una revista. Seguidores de Rousseau, criticaban la vida de los poderosos, su arbitrariedad y la situación de los campesinos. Por ese camino rescatan tradiciones y personajes, tales como Till. En ese grupo también participaba Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781), considerado el poeta alemán más importante de la ilustración, que tuvo gran influencia (también con sus trabajos críticos) en la evolución de la literatura alemana).
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