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Las luchas por la unidad y la independencia en Italia
En el clima de lucha permanente que vivió Italia durante el siglo XIX, participaron activamente los intelectuales, integrando movimientos liberales, grupos masónicos, logias secretas, entre la que se destacó en los primeros años del siglo, la de “Los carbonarios”. Esta secta, con ritos secretos, y un sistema de seguridad propio de todo grupo clandestino, luchó activamente contra los austríacos, por la libertad y la democracia en Italia.
Originada en los obreros del carbón, pronto logró adhesiones de todos los sectores sociales. Fue muy poderosa en los alrededores de Nápoles y desató una revolución en 1820, que fue luego aplastada sangrientamente por el gobierno imperial, al igual que otras rebeliones posteriores en otras partes de Italia. Su influencia se extendió a Francia y a España, participó en revoluciones, pero finalmente sucesivas derrotas militares, minaron su poder, y uno de sus primeros adeptos, el político y literato Giuseppe Mazzini fundó una nueva sociedad secreta llamada Joven Italia (que recuerda a la “Joven Alemania”) en la cual habrían confluido muchos ex adherentes de la Carbonería.
Justamente Giuseppe Mazzini (1805-1872), es para el crítico Francesco De Sanctis (1817-1883), el exponente de la “escuela democrática”, opuesto al grupo católico liberal de Manzoni.
Avanzado el siglo, la siguiente generación siguió adelante, tanto en sus anhelos de libertad, como en la profundización del romanticismo.
Pero es importante destacar la influencia que ejerció el crítico mencionado, especialmente a partir de la publicación de su “Historia de la literatura Italiana” en 1873, al año de la muerte de Mazzini y en el que moría Alessandro Manzoni. Al decir de María Cristina Giambelluca, la obra de De Sanctis, aunque hoy superada, “representó una revisión de la obra de arte como objeto autónomo con respecto a los esquemas exteriores y morales, y al mismo tiempo, vinculada con la época que la produjo”. Como historiador –explica- “resumió los méritos y los logros de las doctrinas románticas, al reunir en una obra coherente la consideración rigurosa de la obra literaria y el espíritu de la unidad nacional”.
Otros escritores de valía del período fueron:
Giosué Carducci (1836-1907), poeta demócrata y anticlerical, ganador del primer premio Nobel literario para Italia en 1906. Giovani Pascoli (1855-1912), el poeta de la vida campesina; Gabriele d’Annunzio (1864-1938), cronista de la decadencia, “pervirtió sus extraordinarios talentos en una literatura de la más baja categoría… con sus descripciones de pasión sensual y grosera obscenidad…”, dijo el mencionado Gardner con una visión ultra católica, aunque supo reconocer su valor.
Es posible mencionar también otras corrientes de la época inspiradas desde Francia por Zola, como el naturalismo y la literatura regional, crónica de las miserias y del dolor de la época, o de la vida de la pequeña burguesía (Matilde Serao 1856-1927 / Renato Fucini 1843-1922). También se puede recordar a Edmundo De Amicis (1846-1922), cantor de la virtud y el heroísmo, autor del famoso “Corazón” con su episodio “De los Apeninos a los Andes”, muy leído en los colegios argentinos. El romano Giambattista Maccari (1832-1868), el siciliano Luigi Capuana (1839-1915).
Pero el más destacado entre ellos y el que le da una nueva vida al “novello” (cuento), es Giovanni Verga (1840-1922). “Cavalleria rusticana”, uno de sus cuentos de “Vita dei campi” (1880) quedaría registrado como el mayor ejemplo del “verismo”, por su relato descarnado y naturalista de la vida en Sicilia.
Los Dragones, cuento de Luigi Capuana puede leerse en:http://www.epdlp.com/texto.php?id2=1611
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