España: la generación del 98
1898 es el año de la intervención norteamericana en Cuba, con el pretexto de “defender las vidas y bienes de sus ciudadanos en la isla”, ante el sabotaje del crucero Maine.
La voladura de un buque estadounidense, el Maine, sirve de pretexto a la prensa de ese país para llevar al extremo los ánimos que, desde tiempo atrás, venían incitando contra España. Sin esperar ninguna investigación, al día siguiente, el Journal de Hearts publica en su tapa: "El Maine partido en dos en La Habana por un infernal artefacto del enemigo", lo que para muchos significó la final declaración de guerra que venían preparando los círculos más belicistas de Norteamérica. (Es de recordar que la figura de Hearst sirvió de modelo para que el director de cine Orson Welles hiciera el personaje central de su consagrada película "El ciudadano Kane".)
La guerra de liberación, que libraba el pueblo de Cuba contra el colonialismo español, se transformó así en una guerra entre España y EE.UU. que terminó con el triunfo de estos últimos en abril, en una batalla naval frente a Santiago de Cuba. Allí, siete acorazados norteamericanos destrozaron a siete barcos de madera españoles, pobremente armados, con 360 muertos del lado español y uno del otro.
La dura derrota concluyó con un tratado donde EE.UU. se queda con Puerto Rico y Filipinas, y todo se vuelve a cuestionar en España. Se propugnan reformas en todos los órdenes, se repudian las viejas lacras del sistema y se discute sobre los cambios que tendrían que venir; pero… poco cambia y continúa la alternancia entre conservadores y liberales en el gobierno.
Al alcanzar la mayoría de edad (16 años), en 1902 Alfonso XIII asume el trono de España. Desde 1885 había gobernado su madre, María Cristina de Austria, viuda de Alfonso XII. Por esos años se consolidan fuertes movimientos de independencia entre gallegos, catalanes y vascos, y aparecen organizaciones sindicales de carácter socialista, anarquista y comunista. La campaña de Marruecos y su semana trágica en 1909 (ver capítulo 84), la primera guerra mundial (1914-1918), donde España permanece neutral y la Revolución Rusa (1917), traen nuevos aires en un país que no logra salir de sus permanentes crisis que culminan con el régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera y la supresión de los derechos constitucionales.
En 1931 los liberales y republicanos ganan las elecciones y se proclama la República, pero el levantamiento militar del general Franco traería la guerra (1936-1939), la dictadura, y sumiría por largas décadas a España en el oscurantismo.
Aquella generación literaria de fines de siglo, abatida como toda España por el clima posterior al trágico año ’98 conformaría un grupo denominado luego “generación del 98”, unida por un sentimiento común, y decidida a dejar de lado los vicios que llevaron a España a su frustración.
El grupo, constituido por Azorín, Baroja, Unamuno, Antonio Machado, Bueno, Maeztu, Valle Inclán y Jacinto Benavente, entre otros, recogió diversos antecedentes, de los que se puede citar a Mariano José de Larra (ver capítulo 57) y Leopoldo Alas Clarín (ver capítulo 90) (Mariano Baquero Goyanes considera que algunos cuentos de Clarín permiten entender mejor el noventayochismo), el krausismo (ver capítulo 93) y los intelectuales que formaron el Instituto Libre de Enseñanza. Esas aspiraciones de integrar España a Europa, de solucionar los problemas de educación y de pobreza, de encontrar la “verdadera” España, recorriendo sus pueblos y poniéndose en contacto con sus verdaderos hombres, no tuvieron demasiado eco social, pero al menos terminaron en una trayectoria individual con importantes logros literarios.
El modernismo también es un movimiento que coincide en el tiempo con la generación del 98. Nacido en América, el nicaragüense Rubén Darío lo traslada a España, donde sus principales exponentes son Antonio Machado y Juan Ramón Giménez, pero al decir de Estrella Gutiérrez: “fue un movimiento principalmente literario poético y no social e ideológico como el promovido por la generación del 98”.
En cuanto al estilo literario, la generación del 98 se caracteriza por la sencillez, sinceridad y expresividad, puesta de manifiesto especialmente por José Martínez Ruiz, conocido por su seudónimo, Azorín, quien impuso un estilo y fue el más imitado de los escritores de su generación
La Generación del 98 estaba compuesta por un grupo de escritores nacidos entre 1864 y 1875, con una formación intelectual semejante, un estilo que rompe con la literatura anterior y una difícil situación social y política del país que los une: el desastre de 1898. Su guía era Miguel de Unamuno.
Los animaba el espíritu de protesta y rebeldía y adoptaron posturas políticas definidas, como el socialismo de Unamuno y Maeztu y el anarquismo de Azorín y Baroja. Estos últimos junto a Maeztu formaban un grupo y llegaron a escribir artículos bajo el nombre de "Los Tres". En 1901 publican un manifiesto en el que adoptan una postura reformista que los lleva hacia un hondo desengaño. En 1905, junto a Unamuno, abandonan el camino de la acción y se orientan hacía lo estético, dejando de lado muchos de sus ideales.
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