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El matadero
En 1838 Echeverría funda la “Joven Generación Argentina”, donde se reúnen los intelectuales que habían participado del “Salón literario” de Marcos Sastre, que había sido disuelto por Rosas. Allí se leen las “Palabras simbólicas” que se transformarían luego en el “Dogma socialista”. Allí escribe también “El matadero”, aunque sólo sería publicado muchos años después por José María Gutiérrez.
Para el crítico argentino Íber Verdugo (muerto en 1998) se trata de una obra de denuncia de la situación social y política, donde se critica un sistema y se asimila la descripción del horror de un matadero de esa época con la situación del país, y la muerte de las reses a lo que ocurría con los enemigos del régimen rosista. De alguna manera quiso mostrar a la clase culta (que él mismo integraba) sometida a las clases más bajas. Las descripciones son realistas, pero reduce la situación, para nada simple, a una lucha entre el bien y el mal, del héroe romántico frente a la turba ignorante, compuesta por diferentes tipos humanos a los que muestra despreciables. De alguna manera esa figura forma parte del ideal romántico. Pero como también dice Verdugo, es una visión “que mutila en parte la realidad, y en parte la deforma, porque se pone al servicio de un propósito de persuadir, de convencer, con el punto de vista del autor. Es en cierto sentido, literatura de propaganda”.
Manifiesto antirrosista, por supuesto, teniendo en cuenta la postura política de Echeverría, pero también, de acuerdo a su espíritu romántico y liberal, manifiesto contra el poder, como cuando dice: “…el caso es reducir al hombre a una máquina cuyo móvil principal no sea su voluntad sino la de la Iglesia y el gobierno. Quizá llegue el día en que sea prohibido respirar aire libre, pasearse y hasta conversar con un amigo, sin permiso de autoridad competente.”
Pero volvamos al cuento como tal, publicado recién en 1871 por Gutiérrez, quien dice en el prólogo: “Su indignación se manifiesta bajo la forma de la ironía. En una mirada descubre las afinidades que tienen todas las idolatrías, todos los fanatismos, y comienza por las escenas a que dan lugar los ritos cuaresmales, para descender por una pendiente natural que los mismos hechos establecen, hasta los asesinatos oficiales que son la consecuencia del fanatismo político inoculado en conciencias supersticiosas.”
En su “Historia de la literatura americana” (1958), el crítico francés Robert Bazín afirma que “El matadero” “es el primer cuento argentino”. Y agrega: “Echeverría abría el camino al realismo con una obra maestra. Los destazadores, las negras del arrabal, su lenguaje, la pintura de los tormentos del joven y de su muerte, definen un estilo vigoroso, audaz, que no retrocede ante el realismo lingüístico ni ante el realismo pintoresco. Es el camino que más tarde seguirá el cuento argentino.”
¿Por qué Echeverría no publicó “El matadero” junto con sus obras? Algunos creen que debido a la crudeza del relato y a la posible represión rosista, otros estiman que en realidad el escritor no sabía dónde ubicar una obra que, para ese momento, no respondía a los géneros en boga. Recuérdese que recién muchos años después se lo calificó como cuento, pero también se lo señala como relato de costumbres, alegato político, etc. ¿Es romántico o realista? ¿O en realidad está fuera de toda clasificación?
Carlos Mastrángelo (1911-1983), escritor, crítico y recopilador, en un prolijo análisis explicó por qué a su criterio “El matadero” no es un cuento. Él señala que sólo un fragmento puede considerarse ‘cuento’ y que todo lo demás es una mezcla de géneros (por lo menos de acuerdo a los cánones establecidos por autores como Poe u Horacio Quiroga). Y señala específicamente: “El matadero” se inicia “con una dilatada y pintoresca página muy sabrosa y muy bella, pero cuentísticamente fea y superflua.” Luego de referirse a la inundación, la Iglesia, la cuaresma, el gobierno y la Revolución de Mayo (alrededor de seis o siete páginas sobre un total aproximado de veinte), logra con la descripción de los corrales –en palabras de Mastrángelo- “una imagen maestra, reconocida unánimemente por críticos, ensayistas y cuentistas.” Todavía señala varias páginas (donde el episodio del escape del toro también podría considerarse casi como un cuento independiente), para concluir en las últimas seis con el episodio del apresamiento del unitario, que constituiría específicamente un cuento, con la salvedad, según Mastrángelo, del último párrafo (trece líneas), “afeantes e inútiles desde un criterio cuentístico”.
Mastrángelo –un especialista en el género cuento- no desmerece la obra (que se escribe en una época donde todavía no estaba definido plenamente el cuento como género), sino que no le otorga esa definición y lo ve como una mezcla de géneros, un ensayo en preparación o una novela inconclusa. Finalmente habrá que señalar que la definición última corre por cuenta y riesgo de cada lector.
Como síntesis se podría recordar que la poesía romántica de Echeverría se inscribe en lo americano con fuerte influencia europea, pero que se adelanta al romanticismo español. “El matadero” es el antecedente más cercano a un cuento en el sentido moderno y que su influencia intelectual fue muy grande, en particular con “El Dogma socialista” de inspiración sansimoniana, que influye en “Las bases” de Alberdi y en las ideas educativas de Sarmiento (entre otros) y se inscribe –al decir de Fermín Estrella Gutiérrez- en “el primer estudio social serio aparecido en el país”
El matadero de Esteban Echeverría, puede leerse en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/echeve/matadero.htm
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