viernes, 7 de enero de 2011

El cuento: origen y desarrollo (59) por Roberto Brey

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Romanticismo, y del cuento ni noticia…

Como puede verse hasta ahora, poco y nada hay de cuentos, como no sea intentar reconocerlos en las pequeñas historias de las fábulas, o incluidos en las novelas, como se escribió en referencia a Cervantes y otros autores. Pero con las características que le imprimirían Poe, los rusos y franceses primero, y los ingleses o norteamericanos durante el siglo XIX, habría que esperar un poco más todavía, por lo menos hasta Bécquer y sus Leyendas, que se verán más adelante.

El prerromanticismo en España se desarrolla a fines del siglo XVIII. Pueden mencionarse los poetas Nicasio Álvarez Cienfuegos (1764-1809) y Manuel José Quintana (1772-1857) o el sacerdote de origen inglés José María Blanco White (1775-1841), y el sevillano Alberto Lista (1775-1848).

Para comprender mejor este período literario, habrá que tener en cuenta la situación política española, y su repercusión en las colonias españolas de América:

A partir de 1812 Fernando VII y posteriormente su hermano Carlos establecen un sistema que restablece el Consejo de Castilla, las capitanías generales, y destituye a los alcaldes; regresa la Compañía de Jesús, se reaviva la Inquisición y se persigue a los ‘afrancesados’. La nobleza acaparó entonces la propiedad de la tierra, el campesino se convertía en un asalariado más y se beneficia la burguesía. Esta última se alía con la nobleza, y de alguna manera no se termina de concretar la revolución burguesa que se da en otros países de Europa. Luego de marchas y contra marchas y de varias revueltas, que no es nuestro objeto analizar, en 1820 militares liberales encabezados por el teniente coronel asturiano Rafael de Riego (1785-1823) proclaman la Constitución de Cádiz, que es apoyada en diferentes puntos de España, por lo que el rey se ve obligado a aceptarla.

Con la vuelta de los liberales, el rey y sus adeptos se agrupan en el Partido Realista, que en Cataluña establece un bastión para la restauración absolutista.

En el orden jurídico se crea el primer Código penal moderno, se realizó el primer esbozo de división provincial de España y se estableció el servicio militar obligatorio.

En el orden económico se abolieron las aduanas interiores para facilitar el comercio, se eliminaron los privilegios de los gremios favoreciendo la libertad de industria, se desamortizaron bienes de la Iglesia Católica y se reformó la hacienda pública siguiendo algunos de los criterios de la ilustración.

En el orden social se volvió a limitar el papel de la Inquisición que había sido reactivada por Fernando VII y se puso en marcha la educación pública gratuita en tres niveles, incluido el universitario.

Como no podía ser de otra manera, la reacción no se hace esperar. En 1822 la Santa Alianza decide intervenir en España, al igual que había hecho en Nápoles y Piamonte, y el 22 de enero se firma un tratado secreto que permitirá a Francia invadir España.

Es importante destacar que este proceso liberal, que impidió el embarque de tropas españolas para América (pues en su seno mismo se produjo el alzamiento liberal contra el absolutismo), permitiría el desarrollo y consolidación de los movimientos independentistas en América en el plano militar.

El 1 de octubre de 1823, con el auxilio de las tropas francesas y del absolutismo europeo, Fernando VII vuelve a suspender la Constitución de Cádiz y declara ilegales y "nulos y de ningún valor" todos los actos de gobierno y normas dispuestas en el Trienio Liberal. Rafael de Riego, Juan Martín Díez «El Empecinado», Mariana Pineda y otros muchos liberales son ejecutados; el exilio vuelve a ser el camino de muchos de los que habían vuelto de Francia convencidos de las bondades del Trienio Liberal (Goya será el más claro exponente), y la represión alcanza a todos los rincones de la península.

La Inquisición se ve superada por los Tribunales de Fe Diocesanos, instrumento creado por el ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde, para extender la represión a todos los órdenes.

El imperialismo español intentó entonces revertir el resultado de las luchas independentistas en América, y salvo escasas excepciones (Cuba y Filipinas), no lo logra y sus tropas son derrotadas definitivamente por los pueblos americanos.

Hacia 1832 la crisis económica y el problema sucesorio se plantean en toda su crudeza en España. Los intentos por liberar la economía dentro de un régimen absolutista fracasaron. A ello se suma el problema sucesorio. La enfermedad del rey había convertido a María Cristina de Borbón en Regente. Se buscó la alianza con los liberales a cambio de la promesa de que con su hija Isabel se retomaría un rumbo constitucional moderado de corte liberal. La muerte de Fernando VII en 1833, la auto proclamación de Carlos como rey y el mantenimiento de la princesa Isabel como legítima heredera, abrirá el periodo de las Guerras carlistas por la sucesión de la corona, y el fin del período absolutista.

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