jueves, 17 de marzo de 2011

El cuento: origen y desarrollo (65) por Roberto Brey

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Portugal y Brasil

A pesar de formar parte de la península ibérica, los habitantes de Portugal trataron siempre de mantener su autonomía. Desde la época del dominio romano, los ejércitos extranjeros fueron resistidos por los lusitanos, bajo el mando de un legendario campesino-guerrillero llamado Viriato (-139 a de C), considerado el primer héroe de Portugal, aunque también es reconocido en España, ya que el territorio donde tuvo lugar su lucha abarcó buena parte del territorio español. (En el pedestal de la estatua en honor de Viriato, ubicada en la ciudad de Zamora, España, puede leerse la leyenda TERROR ROMANORUM.)

El dominio romano se extendió por cuatro siglos, y a partir de allí los ibéricos sufrieron diversas invasiones, incluidas las musulmanas, que perduraron en la península hasta 1492.

Sería en 1128 cuando Alfonso Henriques declara al condado de Portugal como principado independiente. Pero la lucha continuó contra las tropas de Alfonso VII de León y Castilla, de quien se había independizado, y contra los moros hacia el sur. En 1139 nace oficialmente el Reino de Portugal y su primera dinastía, con Alfonso I de Portugal como rey.
A medida que se fortalecía el reino hasta convertirse en un imperio hacia el siglo XV, se desarrolló la lengua galaico portuguesa, desplazando al gallego.

El gran crecimiento portugués se da hacia los siglos XV y XVI, con un gran poderío naval, que finalmente es interrumpido hacia 1580, con la anexión a España.
Las manifestaciones literarias más reconocidas de esa época datan del siglo XII, cuando se desarrolla la lírica, reunidas en parte, ya más adelante, en diversos cancioneros publicados hacia fines del siglo XIX.

Aquella lírica primera, influenciada por la italiana, fue compendiada en el “Cancionero General” de García de Rezende, en 1516. Luis Vaz de Camoens (1524-1579) y Sa de Miranda (1500?-1558) -éste traería la influencia de Europa-, serían los máximos representantes de la poesía. Y Gil Vicente (1465-1536?), el dramaturgo de la época.

Sin olvidar a los cronistas de las aventuras marítimas imperiales, el propio Camoens llevó una vida aventurera en las colonias de África y Asia durante muchos años; pasó por cárceles, naufragios y batallas, que lo llevaron a escribir en esos días, y luego publicar, en 1572, “Los Lusíadas”, un largo poema de 1.102 estrofas donde volcó la vida de su país en medio del esplendor imperial. Ello le valió el reconocimiento y la inmortalidad, y la recurrente mención de su épico poema en los momentos de dificultad.

El nombre de Os Lusíadas significa "los hijos de Luso". Según la leyenda, los portugueses descienden de Luso, hijo del dios Baco, que conquistó por las armas el territorio que después será Lusitania, o sea, Portugal. La palabra fue creada por el humanista André de Resende, y Camoens la empleó por primera vez en lengua portuguesa. Este nombre colectivo indica claramente que el sujeto épico del poema no es un hombre concreto, como ocurría en el medioevo, sino el pueblo portugués. “Camoens se muestra orgulloso y prueba de ello, son las constantes y reiteradas alusiones a quien es el verdadero protagonista de la obra”, explica Juan F. Molinera Caracuel, uno de los estudiosos de su obra.

Hacia 1694 se descubrió oro en Brasil, lo que sirvió para recuperar en parte el prestigio portugués, una vez perdido el dominio de los mares a manos de Inglaterra, ahora su aliada contra España. Como señala la profesora Estela dos Santos: “Durante medio siglo vivió exclusivamente de la riqueza brasileña en un delirio de lujo y de fe católica, que le hizo construir conventos inmensos y pagar sumas ingentes a la Iglesia para conseguir favores como el título de ‘Fidelísimo’ para el monarca (…) la riqueza engendró la utopía iluminista (…) trajo sabios y profesores del extranjero, reformó los estudios, limitó los poderes de la Inquisición, modernizó la administración estatal.” Todo ello en medio del terremoto de 1755 que destruyó Lisboa, vuelta a levantar rápidamente gracias al oro brasileño.

En esa época aparecieron las academias, y la de Letras: ‘Arcadia Lusitana’, influyó grandemente entre los escritores, que imitaban a los franceses e italianos. Destacados de esa época fueron Antonio Diniz (1731-1799), que vivió diez años en Brasil y resultó influenciado por su paisaje y Barbosa de Bocage (1765-1805), que trató temas amorosos y satíricos que le dieron gran popularidad.

Otro poco de Historia
Como en todos los países a los que llegó, la Revolución francesa también llevó su influjo y sus ideas a Portugal, en este caso a través de comerciantes extranjeros. Claro que nada tenían que ver las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, de las que estaba imbuido el pueblo francés y hasta los propios soldados franceses, con el ejército imperial comandado por Napoleón Bonaparte, que pasó de libertador a conquistador, lo que le valió el repudio musical de su gran admirador, Ludwig von Beethoven.

Ante el avance militar francés, en 1807 el rey Juan VI, acompañado por sus riquezas y quince mil acompañantes, y protegido por la flota inglesa, abandonó Portugal para instalarse en Brasil.
Pero el pueblo resistió, y la resistencia popular portuguesa se ligó con la española, hasta que tras la derrota de napoleón en Waterloo, a manos de los ingleses, estos pasaron a dominar Portugal abandonado por sus gobernantes. Hasta 1820 Portugal estuvo gobernado por el general Beresford (personaje que ya había participado en la invasión inglesa a Buenos Aires, fue rescatado por los ingleses y pasó organizar un ejército portugués en Río de Janeiro que luego lucharía contra Artigas). En ese momento, aprovechando el viaje que el general realizó a Brasil, hubo una revolución que expulsó a los ingleses, y una asamblea elaboró la Constitución liberal de 1822.

La vuelta del rey Juan VI llevó a Pedro al mando de Brasil, quien proclamó la independencia de la metrópoli al año siguiente. Ello significó una pérdida de ingresos para Portugal que, obligado a valerse por sí mismo, vivió una fuerte crisis, con un enfrentamiento permanente entre liberales y absolutistas, lo que llevó a la intervención de países extranjeros y a la restauración absolutista hacia mediados de siglo.

Los Lusíades, traducido en verso castellano por el Conde de Cheste puede leerse en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/08146185499770562977857/index.htm

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