viernes, 8 de julio de 2011

El cuento: origen y desarrollo (81) por Roberto Brey


Tostoi cabalgando en sus tierras.
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Tolstoi (2) Las novelas

Poco después de su casamiento, Tolstoi planifica la realización de una gran novela histórica, que sería luego “La guerra y la paz”, y que iba a publicarse por entregas en “El mensajero ruso” durante cuatro años. Su primera parte llevará como título “El año 1805”. Esa novela, que se desarrolla entre 1805 y 1815, con el fondo de la invasión napoleónica, sería una de las obras cumbres del realismo y aportaría la máxima consideración para su autor.

Para los críticos argentinos Luis Gregorich y Jaime Rest, Tolstoi es “el máximo representante del realismo épico y psicológico”, en un país que produjo tantos escritores realistas en todas las variantes posibles; tantos, que algunos de ellos quedaron injustamente relegados, más allá de los que se quiso recordar en este panorama dedicado más que nada al cuento.
Durante los siguientes quince años vivió con su extensa familia, administró con éxito sus propiedades y escribió sus dos novelas principales, La Guerra y la Paz (1869) y Ana Karenina (1877). La primera, considerada una de las novelas más importantes de la historia de la literatura universal. Según Gregorich, a pesar de que se trata de una visión épica de la sociedad rusa, justo antes de la invasión napoleónica, “la obra resulta de una universalidad tan notable que sus elementos locales no entorpecen su lectura en cualquiera de las decenas de lenguas extranjeras a que el libro ha sido traducida”. Por la extensa narración, desfilan 559 personajes, conmemora relevantes batallas militares (“una crónica casi técnica de la campaña del ejército napoleónico en Rusia”) retrata a conocidas personalidades históricas, y particularmente a dos familias aristocráticas, los Rostov y los Bolkonski. Uno de los personajes, el conde Pedro Besújov, es casi autobiográfico, con las vacilaciones y los deseos humanitarios del propio Tolstoi. Entre las características de la novela, según Gregorich, se destaca el “equilibrio narrativo y descriptivo”, con una armonización casi perfecta entre lo subjetivo y lo objetivo. Una de las pocas críticas que se le realizan es la puesta en boca de algunos personajes, las opiniones éticas o filosóficas del autor, que podrían eliminarse sin desmedro para la obra. Para otros críticos, de la novela emana una filosofía extremadamente optimista, que atraviesa los horrores de la guerra y la conciencia de los errores de la humanidad, lo que constituye el mensaje principal de la obra. También se considera que los dos escritos fueron realizados durante un periodo particularmente feliz de su vida.

Si La guerra y la paz es la obra mayor, la novela épica, Ana Karenina, más breve e intimista, constituye el relato de un matrimonio desavenido con una relación adúltera por parte de la protagonista, Ana, en contraste con la pura relación entre los personajes de Kitty y Levin. Ese contraste que también se da entre la ciudad y el campo y sus vericuetos psicológicos, termina por convertir al libro “en uno de los mejores documentos narrativos de la literatura moderna”, como dice Gregorich. Finalmente, y pese a los intentos del autor por poner en palabras de Levin la necesidad de respetar determinados valores sociales, sofrenando personales deseos y el empuje del instinto, la fuerza de la literatura de Tolstoi resalta “la autenticidad del sentimiento que une a Ana y Vronski”.

Su reconocida actividad a favor de los campesinos le valió persecuciones del régimen y también le produjo una profundización en sus ideales religiosos, que lo llevaron a pasar una temporada en un monasterio. Esas inquietudes religiosas se vieron reflejadas en sus obras posteriores. En ensayos como Confesión (1882), se culpa de llevar una existencia vacía, que al final, en su búsqueda de valores morales terminó por encolumnarlo tras los principios evangélicos de amor hacia los seres humanos y resistencia a las fuerzas del mal. Recogió estos dos principios y los desarrolló en elocuentes ensayos, como Amo y criado (1894). Desde el centro de la autocrática Rusia de su época, atacó sin temor las desigualdades sociales y las formas coercitivas del gobierno y de las autoridades religiosas, clamó por una liberación de los odios individuales y por la adopción de modelos de vida dictados por la conciencia de cada uno.

Sus puntos de vista a favor de los campesinos y de la vida campestre, su humanismo, su odio al estado represor y a una iglesia burocrática no lo convirtieron en un revolucionario, sino en un aristócrata crítico. Como diría Arnold Hauser (Historia social de la literatura y el arte), Tolstoi desconoce las causas de la situación, y “es un enemigo declarado de toda actividad revolucionaria (…) (pero) fuesen cuales fuesen los motivos íntimos de su conversión y de su huida final, pertenecen a los fermentos que destruyeron la antigua sociedad y provocaron no solo la Revolución Rusa, sino el movimiento revolucionario anticapitalista en toda Europa.”

En el ensayo ¿Qué es el arte? (1898), condena a casi todas las formas de arte (ni él mismo se salva), porque las considera dirigidas a una elite cultural, y propugna un arte moral, en el que el artista comunique los sentimientos y la conciencia religiosa del pueblo. Si bien sus puntos de vista consiguieron la trascendencia de su fama, y un inmenso cariño de los sectores más humildes que los consideraron casi un profeta, también provocaron su excomunión en 1901.

Su última novela, Resurrección (1899), donde el personaje principal lo personifica en gran parte, plantea la posibilidad de la regeneración moral de un aristócrata inmoral y corrupto.

De Tolstoi ¿Qué es el arte? puede leerse en:
http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/tolstoi1.htm

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