martes, 10 de enero de 2012

“Los cuentos siniestros” de Kobo Abe


Kobo Abe es realmente una sorpresa. Uno normalmente no puede conocer demasiados escritores japoneses, más allá de los best seller o tienen una gran difusión, a partir de esos arreglos que los suplementos literarios suelen hacer con ciertos editores.

Kobo Abe (1924-1993), es alguien que nos quedó en el camino a muchos, y eso que se hizo conocido (es una forma de decir), cuando el director de cine japonés Hiroshi Teshigahara (1927– 2001) hizo película su novela, “La mujer de la arena”, en 1964, producción que fue nominada al Oscar, además de recibir el premio especial del jurado en el festival cinematográfico de Cannes. Kobo fue el autor del guión, trabajo que realizó en otras oportunidades con el cineasta mencionado.

Era la época en que el cine, que llegaba de todo el mundo, servía para conocer algo sobre países más o menos exóticos. Así pasó con Rashōmon, del gran director Akira Kurosawa, hoy considerada una obra maestra, que hizo visible en los 50 al autor del cuento “En la arboleda”, en la que se basa Rashōmon: Akutagawa Ryūnosuke (1892-1927). Lo mismo ocurrió con el filme Kwaidan (1964), de Masaki Kobayashi (1916 - 1996), otro Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, que unía cuatro relatos escritos por Lafcadio Hearn (1850- 1904), basados en antiguos mitos japoneses.

Época perimida por completo desde que la industria cinematográfica estadounidense determina sobre lo que se puede ver en gran parte del mundo.

Pero Kobo Abe no estaba ganado por los mitos japoneses. “Los cuentos siniestros” (hasta ahora inéditos) editados por Eterna Cadencia, son una selección de relatos escalofriantes, no porque remitan a los clásicos cuentos de terror japoneses, sino por la sencillez y precisión con que se relatan insólitas situaciones del mundo cotidiano.

Tal vez, como algunos dicen, por haber vivido muchos años en la Manchuria ocupada por Japón, una tierra de nadie en la que fue testigo de varias guerras… o porque fue de niño un gran lector de Kafka, lo cierto es que junto a sus convicciones marxistas y al empuje del existencialismo de la época, en estos cuentos se percibe su gusto por el absurdo y por colocar a sus personajes en situaciones inverosímiles o extremas, producidas por la realidad.

Escritos en los cincuenta y sesenta, impactan por ser actuales, y de cierta manera denunciar un mundo que impone un “progreso” apabullante para el individuo de las grandes urbes. Tal vez no importen tanto los personajes en sí, como las situaciones en que se encuentran, por algo no tienen nombre, solo una inicial que los hacen uno más en el sistema que los aplasta. La selección de los cuentos empieza con la desesperación de quien busca un empleo y cuando cree haber encontrado el ideal descubre una pesadilla; continúa con “El perro” (tal vez uno de los puntos más altos en la medida de lo siniestro), una experiencia terrorífica, donde una inocente mascota puede transformarse en un monstruo egoísta. Otros relatos entran en el territorio de la mejor ciencia ficción, o llevan al extremo problemas como el de la ancianidad, que en cierto momento en Japón fue cuestión de Estado.

En fin ¿Alguna vez usted imaginó encontrarse con un cadáver (no un fantasma sino uno real, con sangre y todo), en su propia casa? ¿O estar dentro de la mente de un boxeador en el momento culminante de su pelea?

El miedo, la soledad, la alienación, son tratados en tono de sátira, de absurdo absoluto, con un estilo que obliga a leer sin descanso, en un vértigo que empuja hacia el final inesperado, pero que suele ser el único posible.


“Los cuentos siniestros” de Kobo Abe
Editorial Eterna Cadencia
Noviembre 2011, 160 páginas.

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