miércoles, 28 de julio de 2010

Volviendo a las fuentes

Viaje desde el hotel en Porto de Galinhas hasta el Aeropuerto de Recife. Con la intención de entretener a mis dos hijas menores, desempolvo de mis recuerdos canciones de María Elena Walsh. Vamos con “La Reina Batata”. Pienso en definitiva en la crueldad de la letra, de esos versos tipo “limericks” que tanto me hicieron cantar a fines de los ’60.

La Reina temblaba de miedo/ el cocinero con el dedo…
Pensaba la Reina Batata/ ahora me pincha y me mata

Mi hija menor, con la lógica implacable de sus 4 años, no está muy convencida de que lo que escucha le encante. Creo que le produce una soberana desconfianza. Pasemos al “Twist del Mono Liso”

A la orilla de una zanja/ cazó viva una naranja…
Mentiroso el rey promete/ que la tiene el Gran Bonete
Pero a fuerza de tapioca/ la naranja estaba loca/ y este cuento se acabó

Siento que la situación no mejora. La música va bien, pero los versos son indescifrables, habría tanto para explicar, una cadena interminable de nonsense con dobles, triples, múltiples sentidos… Sigo con la “Marcha de Osías”. No me acuerdo de toda la letra, pero entre el mameluco, la calle Chacabuco, la alcancía y los antojos, ya tenemos suficientes preguntas. ¿Y yo qué hacía a los 5 años, cuando chocha de la vida escuchaba “Don Enrique del Meñique”? Repetía todas las rimas felizmente, entendiendo a medias pero disfrutando siempre. Mis hijas, pasadas por la cultura zapping, quizás tengan más problemas para engancharse, pero todas las resistencias mueren cuando llegamos a:

Perro salchicha, gordo bachicha/ toma solcito a la orilla del mar…

Y aunque en nuestro mundo plagado de sushi y yakimeshi mixtos el camarón sea moneda más corriente, la lección es clarísima:

El que se vaya para la playa
Que desconfié de un viaje en avión
Y sobre todo que haga de modo
Que no lo tomen por un camarón.

Moraleja final: todos los cuentos infantiles tradicionales tenían su parte macabra, pero también un final feliz. Y servían para exorcizar nuestros fantasmas de niños. Los versos de María Elena nos hacen volar con la imaginación a mundos increíbles donde todo vale, en una versión menos maniquea de la vida que la que acostumbraban los clásicos. No lo perdamos de vista.

Que terminen bien las vacaciones de invierno.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
tierradelibros@fibertel.com.ar

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