jueves, 15 de julio de 2010

Devaneos Idiomáticos (8) por Francisco Vázquez

Variedades

El anglicismo bingo, ya incorporado al diccionario académico, vino a suplantar malamente la palabra lotería. Las pocas diferencias que pueden reconocerse entre uno y otro juego no justifican en manera alguna el reemplazo de la voz castellana por una extranjera.

El monedero que se coloca con una correa en la cintura se ha llamado tradicionalmente escarcela. Al reinstalarse el uso de los mismos en la Argentina hace algunos años, renació con el nombre de riñonera, palabra que no hallo en mis diccionarios. ¿Será que al principio se los usó a las espaldas, para pasar a ocupar después la parte delantera de la cintura? El antiguo dicho “tiene un riñón bien cubierto”, en el sentido de tener el individuo riqueza, ¿no abona, en cierta medida, la nueva voz?

A propósito: locución adverbial con que se expresa que una cosa es adecuada u oportuna para algo: “Esa herramienta es a propósito para golpear”. También locución adverbial con que se expresa que una cosa al ser mencionada, ha sugerido o recordado la idea de hablar de otra: “A propósito de José, ayer lo vi en la iglesia”. De propósito: con intención determinada, voluntaria y deliberadamente: “No lo hiciste sin querer; lo hiciste de propósito”. El uso ha reducido estas locuciones a solo una: a propósito. El diccionario ya da a a propósito como equivalente de de propósito, lo cual no es bueno, porque hemos restado un modo de expresión al acervo lingüístico castellano. Diferenciar funciones con palabras y expresiones diferentes y específicas, enriquece y perfecciona los medios de expresión.

Clima – Tiempo: en castellano distinguimos clima de tiempo. La voz clima es más abarcadora y general: “El clima de la Argentina. El clima de España”. Tiempo es más local y momentáneo: “Hoy tendremos buen tiempo. Se está descomponiendo el tiempo”. Adefesios como “hoy tendremos buen clima, y se está descomponiendo el clima” son propios de las pésimas traducciones televisivas a las que, por desgracia, estamos acostumbrados.

Periódicamente, se pone de moda el uso de aros o brazaletes en los tobillos. En el momento en que esto escribo lo está aun entre los hombres, que con varonil ímpetu han dado en abrazar en los últimos años cuanto uso femenino en el vestido y el adorno se les ponga a tiro. Se les suele llamar a esos adminículos pulseras, denominación incorrecta, pues esa prenda deriva su nombre de pulso, es decir, de la zona del brazo que llamamos muñeca y donde tradicionalmente los médicos han pulsado a sus pacientes. La palabra más correcta para las de los pies es ajorca, teniendo en cuenta que ajorcas se pueden llamar según el diccionario también los aros que se ponen en muñecas y brazos.

Artículo indeterminante: al traducir del alemán al castellano a veces se hace preciso suprimir el artículo indeterminado, necesario, suponemos, en la lengua germana, pero inconveniente en ciertos casos en la nuestra. Veamos ejemplos tomados de la música clásica: “Eine Alpensinfonie” (Ricardo Strauss): mal traducido. “Una sinfonía alpina”; correcto: “Sinfonía alpina” – “Ein Heldenleben” (también de Strauss); mal traducido: “Una vida de héroe”; correcto: “Vida de héroe”. “Ein deutsches Réquiem” (Brahms); mal traducido: “Un réquiem alemán”; correcto: “Réquiem alemán”.

Relámpago – Trueno – Rayo: nadie ignora que en castellano el relámpago es luz, el trueno ruido, y el rayo un disparo que puede destruir, herir o matar.
Vaya a saber por qué indescifrable alquimia, en las traducciones televisivas a menudo vemos que “fulano fue herido o alcanzado por un relámpago”. Ninguna de las acepciones que da el diccionario, ni los usos y costumbres lingüísticos castellanos que conozcamos, abonan, ni han abonado jamás, semejante terminología. Lo que allí corresponde es rayo.

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