viernes, 10 de febrero de 2012

El río, las islas delteñas y una civilización extinguida en la Mesopotamia asiática

Dos novelas en un mismo libro, una de un autor consagrado y otra de uno que recién empieza, es la propuesta de la Colección Doble Mano de la editorial Outsider. Una interesante modalidad, que puede leerse en detalle en el reportaje a los responsables de la editorial, publicado en Prensa Libre Literario (http://prensalibreliterario.blogspot.com/2011/09/outsider-una-renovacion-en-la-edicion.html).

El objetivo es que los que están por afuera del mercado publiquen su primera obra como los que ya están en el círculo literario, y que éste, al mismo tiempo, pueda generar un mecanismo de renovación.
En este caso el padrino es Federico Jeanmaire (ganador de los premios Clarín y Emecé) y su novela “Los zumitas”, ya editada en 1999. El nuevo es Juan Martín Guastavino, con su primera novela “El silencio del río” (finalista del Premio Clarín).

De Jeanmaire ya se habló mucho, sus obras publicadas pasan la docena, y Los zumitas tiene el particular atractivo de ser presentada como el resultado de la investigación sobre una civilización de la mesopotamia asiática, pero que en cierta forma parodia y satiriza al mundo real.

La historia, que evoca lejanamente un cuento de Borges, es enviada a un famoso locutor de radio que debería difundirla para que no quede ignorada, ante la próxima muerte de su autor, un hombre de 92 años que añade a ella sus particulares comentarios. Escrita en forma de breves cuentos (o “como entradas de enciclopedia”) describe diversas características y creencias, de una civilización atea, feminista y de vocación pacifista, y con un particular sistema de gobierno, que da para las elucubraciones sociológicas más dispares.

En el caso de “El silencio del río”, es mucho lo que se podría decir. En primer lugar porque más allá de los consagrados Horacio Quiroga, Enrique Wernike y  Haroldo Conti, no son muchos los escritores que tuvieron esa especial visión del río y de las islas del Paraná, de esa forma de vida que llega con sus particularidades hasta nuestros días.

Relatado en una primera persona que parece ir creciendo desde la visión del niño nacido en islas, que recuerda con su mirada los días de la infancia, con sus incomprensiones, con sus misterios familiares, con su entramado sentimental y que, en la búsqueda de una salida a ese mundo cerrado y agobiante, parece ser empujado a un retorno permanente, luego de sus experiencias con la gente de tierra firme.

Desde la mirada infantil de la tradicional procesión náutica con la imagen de la virgen, de esa vida isleña que conforma caracteres y sentimientos, con el avatar del agua y sus caprichos, de la estrecha y particular relación que se va creando entre padres y hermanos, verdaderos y sustitutos, el protagonista profundiza en ese mundo y en él, desde esa visión ingenua y desde la distancia, que le ofrece luego, su vida en la ciudad.

El recorrido que transita a través del relato, que muestra su crecimiento, que intenta profundizar en sus sentimientos y en sus vivencias para entenderse y entender mejor, lo va llevando por una serie de peripecias que, de alguna manera, son como pruebas que aceleran su desarrollo personal y que lo van acompañando en la toma de decisiones en su vida.

En definitiva, imperdible para quienes conocen o han vivido en el clima especial de las islas, porque lo van a ver reflejado con la máxima autenticidad; pero también para todos los que quieran adentrase en mundos originales. Dos novelas, dos visiones de realidades diferentes, originales, pero que implican caminos de conocimiento.

Y como si fuera poco, a un precio de 45 pesos. Como que no hay excusas para llegar a la buena lectura. 

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