por el Prof. Francisco Vázquez
Subtitulo es lo que está debajo del titulo. Si pongo a una novela como titulo por ejemplo “Rebeca”, y abajo agrego “historia de una bella mujer”, esta ultima frase será, sí, un subtitulo. Pero no lo es la traducción escrita que se suele poner debajo de las imágenes cinematográficas y televisivas, en español, que se llaman leyendas, o traducciones, pero no subtítulos. Les hubiese bastado a los seudo traductores ir a un buen diccionario para evitar el anglicismo. Ej: Subtitle:… leyenda (en películas). Subtitular… (cinem.): poner leyendas a (películas).- Simon y Schuster’s. International Dictionary.
La palabra inglesa bowl (boul, bol) tiene en castellano equivalentes. Es imposible que un utensillo tan común no posea voz que lo designe en todos los idiomas del mundo, aun los más primitivos. En castellano, naturalmente, las hay: cuenco, escudilla, tazón. ¿Por qué usar la de origen inglés, si existen las dichas, castellanas y, sin duda, más bonitas? El hecho de que la Academia se haya visto forzada a aceptar bowl con la forma de bol no le quita a ésta su condición de anglicismo, aceptado, pero anglicismo al fin. Rescatemos las palabras de rancia prosapia castellana.
En nuestro Delta del Paraná, las posadas se llamaron desde antiguo recreos. Veo hoy ir en regresión la palabra, al irse empleando otras que nunca han sido propias de la comarca: hotel, ríotel, etc. Fuera de desear que la voz tradicional no se perdiese.
Aviso para cocineros, mayormente los que guisan frente a las cámaras de la televisión: en castellano cocinar huevos, sin cáscara, en agua o caldo en lugar de aceite, exige el uso del verbo escalfar. Pochar, y huevos poché, son galicismos fácilmente excusables empleando el verbo castellano correcto: escalfar huevos, huevos escalfados.
La palabra más genuinamente nuestra para señalar a quien encabeza una orquesta es, sin duda, director. Ello no quiere decir que tal cual vez no podamos emplear la voz conductor; pero el abuso de este último vocablo, su uso permanente, obedece, seguramente, a influencia del equivalente inglés, conductor. Su uso frecuente puede ser tildado, pues, de anglicismo.
En una época se intentó erradicar el galicismo marrón, por castaño; una vez más los gramáticos perdieron, desdichadamente, la batalla. Hoy ya luce en el diccionario castellano marrón con sus acepciones de: 1)- Dícese del color castaño, o de matices parecidos. 2) – Dícese de lo que tiene este color. No se aplica al cabello de las personas ni al pelo de los animales, para lo cual, supongo, el diccionario reserva la voz española genuina, castaño. ¿No podría intentarse un rescate de la voz castellana, volviendo a usarla? ¡Entre tanta basura foránea, desconocida, de ignota ortografía y enigmática pronunciación, con tanta facilidad!..
En la computación argentina se usa el anglicismo mouse, prácticamente sin excepción. En otras partes del imperio idiomático castellano, entre otras, España, por lo que he podido ver, se usa la traducción ratón. ¿Por qué no tratar de generalizar la voz española? Con un pequeño esfuercito…
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