jueves, 5 de diciembre de 2013

Eduardo Wilde: en el centenario de su fallecimiento

Por Jorge J. Cortabarría*

Nació como José Eduardo Wilde el 15 de junio de 1844, en Tupiza, Bolivia, donde se exiliaron sus padres tras las derrotas de Lavalle y Lamadrid ante Rosas, y falleció en Bruselas el 5 de septiembre de 1913.

Su abuelo paterno, Santiago Spencer Wilde, fue un inmigrante irlandés, en tanto que su padre, Diego William Wilde, fue médico y militar argentino que guerreó por la independencia. Su tío José Antonio Wilde (1813-1885) también fue médico y escritor, recordado por su libro “Buenos Aires desde setenta años atrás”. Su madre, Visitación García, era tucumana y su hermana de Fortunata García de García, la heroína que retiró de la pica la cabeza sangrante de Marco M. Avellaneda, padre del futuro presidente Nicolás Avellaneda.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, fundado por el general Justo José de Urquiza, donde conoció y se hizo amigo de Julio A. Roca, Olegario V. Andrade, Victorino de la Plaza y otros.
Contrajo matrimonio con Guillermina Oliveira César, cuando ella tenía 15 años y él 40. Ella era hermana de Ángela Oliveira César.
Arribó a Buenos Aires para desempeñarse como profesor de Matemática en la Escuela de Artes y Oficios. Por esa época empezó a colaborar en el diario “La Nación Argentina”, en la sección “Crónica local”. Posteriormente, en 1864, comenzó a trabajar en “El Mosquito”, famoso periódico de sátira política, en que firmó con seudónimos.

En 1864 inició sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, de donde egresó como doctor en Medicina en 1870, con una tesis premiada sobre “El Hipo”. Antes de recibirse interrumpió sus estudios para ayudar contra la epidemia de cólera de 1867-1868 y para desempeñarse como cirujano del ejército en la Guerra del Paraguay.
En 1865, Wilde se sumó a la Redacción de “El Nacional” y posteriormente a otros órganos de prensa.
En 1867 consiguió el puesto de director del “Boletín Oficial”, empleo que perdió tiempo después a causa de sus críticas al gobernador Adolfo Alsina.
En 1871 descolló en la lucha contra la epidemia de fiebre amarilla declarada en Buenos Aires. A causa de su lucha contra ese mal, lo contrajo.
En 1873 fue designado catedrático de Anatomía en la Facultad de Medicina de la UBA y director del diario porteño “La República”, desde cuyas columnas defendió el proyecto de parquización de Palermo. Después fue puesto al frente del Departamento de Higiene y Obras de Salubridad de la Nación. Por esos años, publicó “Lecciones de higiene” y “Lecciones de medicina legal y toxicología”.
Integrante del Partido Autonomista Nacional, en 1874 resultó elegido diputado provincial. Fue diputado nacional entre 1875 y 1879.
Crítico severo y tenaz del general Bartolomé Mitre, en 1880 apoyó la candidatura presidencial del general Julio Argentino Roca. Por ese tiempo colaboró en los diarios “La Tribuna”, “El Libre Pensador”, “El Nacional” y “El Diario”, de Buenos Aires.
En 1882 el presidente Roca le confió el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y bajo su dirección se sancionó, en 1884, la ley 1.420, de educación laica, gratuita y obligatoria, inspirada en la prédica de Domingo F. Sarmiento. Como ministro, creó numerosas escuelas, impulsó la fundación de un Observatorio Magnético en Córdoba y de un instituto de sordomudos, transformó en Hospital Escuela (actual Hospital de Clínicas) al antiguo Hospital de Hombres de Buenos Aires y cooperó en la sanción de los códigos de Minería y Penal.

Durante la presidencia de Miguel Juárez Celman (1886-1890), Wilde fue ministro del Interior hasta que dimitió en 1889 por discrepancias con el jefe del Estado respecto de una intervención federal. En el desempeño de este cargo, combatió la epidemia de cólera de Buenos Aires de 1886, creó el Hospital Fernández y el Instituto Bacteriológico de la Asistencia Pública, y aprobó el proyecto del futuro Teatro Colón, que se inauguró en 1908. En 1887 consiguió que se sancionara su proyecto de obras de aguas corrientes y de salubridad de la Capital Federal.
Intervino entusiastamente en el debate de la, a la postre, Ley de Matrimonio Civil, sancionada en 1888.
Tras su dimisión, Wilde viajó por primera vez al exterior y recorrió Europa (incluso Rusia) y Estados Unidos; publicó sus impresiones en “Viajes y observaciones” (inicialmente en el diario porteño “La Prensa” y después en un libro editado en 1892).

Combatió duramente la política del presidente Luis Sáenz Peña (1892-1895) y se mantuvo fuera del país entre 1892 y 1898, viajando por Europa, China, Japón, África, Chile, Perú, cuyos relatos recogió en su libro “Por mares y por tierras”, de 1899.
Presidió el Departamento Nacional de Higiene desde 1898, durante la segunda presidencia de Roca y, entre otras cosas, organizó una expedición médica dirigida por el doctor Carlos Malbrán al Paraguay para ayudar a combatir la peste bubónica en Asunción.
En 1900 fue nombrado ministro plenipotenciario ante los Estados Unidos y al año siguiente fue enviado a España y posteriormente a Bélgica, donde expiró desempeñando dicho cargo en Bruselas. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta. Alguna vez dijo que a su muerte quería que su esqueleto fuera colocado en una vitrina para poder seguir a través del vidrio la marcha de la vida humana.
Agnóstico, positivista, laicista y librepensador, fue proteccionista en lo económico.
En sus últimos años lo ganó el pesimismo y el escepticismo. Por ejemplo, dijo: “El hombre es un sujeto cuyo destino es ser engañado por las mujeres, por los amigos y por los demás hombres”; “la longitud de la vida se mide por el número de decepciones, sobre las cuales no hay experiencia que valga”.

El Hospital Municipal Dr. Eduardo Wilde, de la ciudad de Wilde (en el partido bonaerense de Avellaneda, y denominada así, se cree, en honor a su tío José Antonio Wilde), lleva su nombre.
Como escritor, Eduardo Wilde fue un fino prosista, pero de textos cortos, por lo que se lo considera uno de los principales exponentes de la “prosa fragmentaria” argentina decimonónica. Entre sus libros literarios se destacan “Tiempo perdido” (1878, que recoge textos médicos, literarios y políticos) y “Prometeo & Cía.” (1899). Entre sus relatos descuellan “La lluvia” (1880) y “Tini” (1881).

En su libro “El lenguaje de los argentinos”, Jorge Luis Borges escribió sobre Wilde: “fue autor de muchas páginas quizá inmortales y hasta de un folleto sobre álgebra y otro sobre gramática; habilidosa y viva universalidad, más parecida a la de Quevedo que a la especulativa de Goethe”. Y agregó: “Hay hombres soslayados y chúcaros… cuya total aventura humana es la de su obra: hay otros de vida cargada, cuya escritura es apenas un rato largo, un episodio de sus pobladísimos días. Wilde fue uno de ellos.” Según Borges, Wilde fue un “prosista criollo” fino y de garra, pero “sin dragonear jamás de paisanos ni de compadres, sin amalevarse ni agaucharse sin añadirse ni una pampa ni un comité”.

* Jorge J. Cortabarría, abogado, doctor UBA, historiador lujanense
[Publicado en
 Agencia ciudadana, de Luján]


No hay comentarios: