Estaba feliz. Una vieja amiga me mandó el libro desde Inglaterra. Todavía no había sido editado en castellano.
Era el último libro de cuentos de Haruki Murakami. Yo ya había leído otros libros suyos, ya era adicto, y ahora había recibido mi ansiada dosis.
Lo fui leyendo despacio, degusté cada una de sus palabras. Elegía los cuentos al azar, según el día, según mi estado.
Pero había uno en particular que, al hojear el cuento a seguir, me llamó la atención. Y pensé: "Este lo dejo para el final.
"No soy un buen lector, leo muy despacio. Un libro me dura mucho tiempo. Este me llevó unos cuatro meses.
Pero todavía me quedaba el cuento más preciado, ése que había guardado parael final.
Fue una mañana, en el tren, cuando terminé de leer "The Shinagawa Monkey"(El mono de Shinagawa), me puse a buscar el próximo, el último. Pero no lo encontré. Lo busqué y lo volví a buscar. Pero el cuento ya no estaba. Creo que se llamaba "El año del ojo". Pero el cuento había desaparecido del libro.
El último cuento que me faltaba leer estaba perdido.
Martín Wilson
La Lucila
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