Poema de Rodolfo Alonso “¿Te dejé por Tahití, triste madrastra,
para morir soñándote, pintando
tu nevada Bretaña? Al color libre
y salvaje huí, a adormecerme
en los senos cobrizos de Tehura,
al resplandor del tamarindo, lejos
de tus gendarmes. Pero estabas allí:
jueces, archivos, sables, mercaderes.
¿Morí una vez, lejos de ti, ajeno,
y he de verme morir en Mururoa?
¿Volveré a ver morir lo que admiraba
por obra tuya nuevamente, madre
mortal? ¿Qué puede un maorí, qué pueden
brujos sabios contra el hechizo blanco,
seco, ácido, letal, inexorable?
La dulce vida no será la misma.
¿Libertad, igualdad, fraternidad?
La gracia huye espantada, suicidándose,
a arrojarse en el mar. En sus abismos
que alguna vez creímos insondables.
Bajo el altar del atolón, el cáncer
de coral su misa negra extiende.
Francia, nodriza cruel, si quieres luz
cría vida. Si sueñas con abismos
que sean tus abismos, no los de otros,
sino en tu propio suelo. ¿Te arrastrarás,
así, tú misma al muro? ¿Ya ni en la paz
de los abismos crees, reina árida?”
1 comentario:
¡qué poema tan lindo! Gracias por hacérmelo llegar.
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