viernes, 8 de junio de 2012

El cuento: origen y desarrollo (124) por Roberto Brey



Ilustración de una maqama S. IX.
124

Literatura árabe (continuación)

Adab y Maqama 

La palabra árabe usada hoy para literatura es adab, que deriva de una palabra que implica matices de cortesía, cultura y enriquecimiento personal. Es considerada entonces una ciencia profana basada en la poesía, oratoria, tradición histórica, retórica, gramática, lexicografía, métrica, etc.; en realidad es la suma de conocimientos que hacen al hombre educado.

Para Mar Gómez Renau el adab comprendía una serie de obras  “que se llamaron ‘collares’ y culminaron, como forma suprema en las ‘makamas’ que (en los siglos IX y X) tuvieron gran influencia en los escritos de prosa andaluces”.
El término en sí fue evolucionando con el correr de los años, reflejando una literatura más elitista, para llegar a una cierta limitación de amenidad, hasta finalmente alcanzar el sentido de literatura en general utilizado en nuestros días.

Según el arabista español Juan Vernet Ginés, el género narrativo de las maqamas se caracteriza por el carácter divertido de los relatos, por la combinación de verso y prosa rimada, y por la abundancia de recursos estilísticos.
“Este género tuvo su origen en el ambiente provocado por la fragmentación del imperio abbasí a partir de mediados del S. IX. Los soberanos locales y las personas importantes procuraron imitar las tertulias científico-literarias de la corte y escucharon con agrado los chismes y anécdotas que sus huéspedes les contaban y que muchas veces estaban protagonizados por personas -de vida fácil- que, por esa época, estaban ya agrupadas, según sus especialidades, en verdaderas cofradías regidas por un jefe (gitdi) que tenía autoridad para zanjar las querellas surgidas entre sus subordinados. Entre estas cofradías descuellan las de los mendigos y los místicos, no mal vistos por la alta sociedad, que se reía de sus picardías, bufonadas e ingenio”. (cfr. la historia del tercer hermano del barbero en Las mil y una noches, noche 32). http://es.wikisource.org/wiki/Las_mil_y_una_noches:59

Un buen ejemplo es una maqama sobre el almizcle, que se propone comparar diferentes perfumes, pero que al final es una obra de sátira política en la que se compara a diferentes candidatos. La maqama hace uso también de la doctrina de badi, esto es, añadir deliberadamente complejidades para poder demostrar la habilidad del escritor con la lengua. Se trata de una forma muy popular de la literatura árabe que llegó a ser una de las pocas formas que continuaron siendo escritas durante el declive de lo árabe en el siglo XVII y XVIII.
Género literario propio de la literatura árabe desde la cual pasó a otras, como la persa, la hebraica y la siriaca. Consiste en una serie de narraciones breves, independientes unas de otras, que tienen un mismo protagonista.

Las historietas que de estos granujas se contaban fueron centralizadas, en cierto momento, en torno de una figura principal, generalmente un gorrón y pícaro a la vez, a la cual se atribuyeron toda una serie de chistes y anécdotas, tal y como ocurre hoy con los cuentos de Yehá en el folklore árabe, turco, italiano o los de Otto y Fritz en el español, etc. Estas historietas no tenían otro nexo que la figura del protagonista, y estar escritas en un árabe clásico impecable, en prosa rimada y con frecuentes incrustaciones en verso. Así nació la maqama (sesión, tertulia, descanso; esta última palabra se emplea en el Marcos de Obregón).

La maqama reúne en sí dos rasgos que aparecen en la prosa corriente: 1) donde el protagonista (beduino, vagabundo o anciano), se encuentra por azar con gentes pudientes, que se admiran con su elocuencia en prosa rimada (say'); y 2) la insistencia por parte del protagonista en predicar las buenas costumbres y la moral más estricta aunque él sea un sinvergüenza. Ese tema y con el mismo nombre es introducido en España por lbn `Abd Rabbihi (m. 940) y se encuentra en toda la literatura árabe.
Pero el primer testimonio escrito lo constituye la obra de al-Hamadáni (V), que tuvo un éxito extraordinario y fue objeto de innumerables imitaciones. Ibn Nágiyá (m. 1092) compuso una serie en torno a distintos narradores y pícaros; gramáticos, teólogos y místicos emplearon estos cuadros para enmarcar algunas de sus producciones. Así, el teólogo Algacel, el filólogo Zamajsari, el místico Suhrawardi, el polígrafo Ibn al Vawzi y muchos otros.

Sin embargo, siempre según Vernet, quien le dio su forma definitiva a la maqama y la vació de todo interés temático, sacrificándolo en aras de una lengua artificial, fue al-Hariri, un filólogo que encerró en su colección las palabras más raras y las construcciones más exóticas de que dispone la lengua árabe. Este nuevo estilo, en que la forma predomina sobre el fondo, tuvo muchísimos imitadores. Algunos de los continuadores de al-Hariri introdujeron nuevos desarrollos: en temas amorosos; en un diálogo o polémica entre flores u objetos simbolizando cualidades opuestas, etc.

Los últimos literatos que han utilizado la maqama son Násif al-Yáziyi (m. 1871), en cuya obra (La confluencia de los dos mares), 1856, saca a colación los inmensos conocimientos que tiene de la lengua árabe, y al-Muwaylihí (m. 1930), quien en 1907 pareció que iba a renovar el género revitalizándolo al prescindir de la obsesión estilística predominante desde la época de al-Haríri. Pero este resurgimiento fue fugaz, ya que las generaciones jóvenes, educadas en Occidente, se sentían cada vez más inclinadas a un género literario desconocido en su sentido moderno en el mundo árabe: la novela.


Ir al capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11/12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68  69  70  71  72  73 74  75  76  77  78  79  80  81  82  83  84  85  86  87  88  89  90  91 92  93  94  95  96  97  98  99  100  101  102  103  104  105  106  107  108  109  110  111  112  113  114  115  116  117  118  119  120  121  122  123

No hay comentarios: