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África (continuación)
Una historia popular del
folclore africano es la de un pequeño animal y los trucos que utiliza para
enfrentarse a criaturas de mayor tamaño. Algunos de estos animales son Anansi,
una araña del folclore de los Ashanti de Ghana; Àjàpá, una tortuga de los
Yoruba de Nigeria; y Sungura, una liebre que aparece en el folclore de la zona
este de África. En realidad, figuran todos los
animales del monte, y estos son similares a los que aparecen en los relatos
europeos que, según algunos especialistas, tienen su origen africano. En Cuba, los cuentos de Amadou Koumba de Birago
Diop, pueden compararse con los de La Fontaine. Amadou Koumba fue un griot
senegalés del pueblo wolof muy destacado y Birago Diop tuvo oportunidad de
asistir durante su niñez a sus sesiones de cuentos y ya en Europa, los refiere
y recrea en lengua francesa.
El antrópologo y pensador cubano Fernando Ortiz, en
Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba,
Letras Cubanas, La Habana, 1981, p. 529, relata:
"Las fábulas de animales son muy numerosas e
interesantes en África, tanto que es verosímil que este tipo de narraciones se
haya originado entre los negros afroocidentales (…). Su primera aparición, dice
Talbot, parece ser en la obras de Hesiodo, que probablemente estuvo en relación
con Egipto. Frobenius y otros han observado que las clásicas fábulas de Esopo
se parecen mucho a las de los negros africanos y hasta se ha dicho que Esopo,
esclavo y feo, fue "de color".
El sabio senegalés Cheikh Anta Diop (1923-1986) explica: "El género de la fábula, típicamente negro –o Kushita, como lo
escribe Lenormand– que consiste en poner animales en escena, fue introducido en
Grecia por el negro egipcio Esopo, inspirador de las fábulas de La Fontaine.”
Estas historias fueron realmente conocidas ya en la época de la colonia en África; y mucho de la forma de darla a conocer, contarla e interpretarla, tiene que ver con las ideas que impulsó la colonización europea.
Estas historias fueron realmente conocidas ya en la época de la colonia en África; y mucho de la forma de darla a conocer, contarla e interpretarla, tiene que ver con las ideas que impulsó la colonización europea.
El mismo Diop escribiría también: “…
el nacimiento de la egiptología se caracterizó por la necesidad de destruir a
toda costa y en todos los espíritus, de la forma más radical y completa, el
recuerdo de un Egipto negro…”
Porque para Diop al continente africano hay que
concebirlo en su integralidad, que deriva de un proceso de formación de miles
de años atrás. Desde la aparición del hombre en el centro mismo del continente
negro.
Para Jacint Creus,
el Romanticismo europeo situó la literatura oral en “aquella idea de que cada
nación tiene su propia cultura popular y la voluntad de recuperarla”. El
desarrollo de esa idea coincidió con el ataque colonial al conjunto del
continente africano.
“En el África subsahariana las recopilaciones etnográficas
corrieron a cargo, esencialmente, de misioneros, de militares y de administradores
coloniales, todos ellos imbuidos por las ideas al uso. La literatura oral
africana, como tantas otras cosas, fue recopilada y estudiada desde parámetros
exclusivamente europeos. «Mostrar cómo eran los africanos» era el objetivo
inmediato de trabajos que siempre fueron pensados, además, para lectores
europeos ávidos de exotismo; y ello implicaba, previamente, determinar también
qué era lo que «valía la pena» ser mostrado, ser transcrito y publicado.
Y aquí, nuevamente, volvería a funcionar como un reloj el
concepto de «autenticidad» otorgado a toda la literatura oral «digna de ser
recopilada».
Sólo que, en esta ocasión, esa «cultura tradicional» que
debía ser objeto de estudio no tenía como finalidad la «recuperación del
pasado»: las sociedades africanas eran percibidas como no históricas; y, en la
Gran Cadena ideada por el evolucionismo cultural, ocupaban «estadios
anteriores» de «civilización»: la literatura oral, pues, podía ser recopilada
«naturalmente» en aquellas sociedades «atrasadas», lo cual podría dar un poco
más de luz a los «estadios anteriores» propios; y, en cualquier caso, ayudar a
la tarea «civilizatoria» que justificaba el proceso de opresión.
Jacint Creus, Departamento
de Antropología Cultural e Historia de América y África, Universidad de
Barcelona.
Literatura precolonial
Es poco lo que se conoce de la literatura precolonial, poco
también ya en época de la colonia, y mucho menos en castellano. Algunos de los
trabajos africanos más conocidos a partir del período de la colonización y del
comercio del esclavo son, por ejemplo, el de Olaudah Equiano (1745–1797), también conocido como Gustavus
Vassa, que escribe una autobiografía: La
narrativa interesante de la vida de Olaudah Equiano (1789), donde relata su
experiencia como esclavo y su vida posterior cuando puede comprar su libertad.
Ya en el período colonial, los africanos expuestos a los
idiomas occidentales comenzaron a escribir en diferentes lenguas. En 1911, José Ephraim Casely-Hayford (también
conocido como Ekra-Agiman) de Ghana,
publica lo que para algunos es la primera novela africana escrita en inglés, Etiopía
desatada: Estudios en la emancipación de la raza. Entre la ficción y el
ensayo político, su publicación en la prensa occidental marca un antes y un
después en literatura africana.
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