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África (continuación)
Sundiata Keita
o Sundjata Keyita o Mari Djata I (1217-1255) era el fundador del Imperio de
Malí y celebrado como héroe Mandinka, gente de África del oeste. (También fue conocido con “Rey
León” y sus hazañas comparadas con las de Alejandro Magno.)
El imperio Mande, Melle o Malí es el formado por el pueblo negro de los
mandingos o malinké que recogió y amplió la herencia de Ghana en el siglo XIII.
Cuenta la investigadora cubana Mirta Fernández Martínez que en sus orígenes no
era más que una especie de confederación de territorios mandados por jefes de
tribus que sirvieron durante mucho tiempo de refugio contra los ataques
exteriores, hasta que, enriquecidos por el oro, las circunstancias históricas
les permitieron la creación de un poderoso Imperio.
Dos dibujos de Sundiata. |
Sundiata Keita de la dinastía mandinga de los Keita, que había sido en su mayor parte exterminada por el Reino de los Sosso, logró hacer cristalizar en torno a su persona las aspiraciones de libertad de los mandingas, lo que le permitió liberarse en 1235 del dominio del rey de Sosso, Sumaoro Kannte, al que dio muerte, y formar un imperio que se extendía desde el océano Atlántico hasta el Níger. Su inmensa popularidad de libertador no sólo se debió a la liberación de parte de los mandingos del poder de los Sosso, sino a su política de reducir al máximo la esclavitud como costumbre existente entre su propio pueblo. Hacia 1240 ocupo Ghana y destruyó su capital no cesando de ampliar sus dominios hasta que una flecha envenenada acabo con su vida en 1255. Su hijo y sucesor, Mansa Ulé (1255-1270), continuó la política paterna, especialmente en los aspectos comerciales con el mundo musulmán.
La épica
Si bien la épica africana tiene ciertas
particularidades, cumple con los parámetros generales del género, tal como se
manifiestan en las epopeyas de otras civilizaciones: largos poemas ritmados o
cantados en versos; producto colectivo y anónimo o producto del genio de un
autor; transmitidos y remodelados a través de los siglos; se centran en
príncipes o reyes y en un personaje que marcó su época; los héroes están
dotados de cualidades excepcionales: “si
se equivocan, se sobreponen a la adversidad e inspiran a los demás y se elevan
por encima de decepciones y servidumbres; son individuos cuya dimensión
extraordinaria les permite cumplir la función de héroes fundadores y/o héroes
que desafían al destino y a la condición humana; los elementos sobrenaturales
intervienen en la acción y son decisivos; el material de la epopeya se extrae
de la tradición y la historia nacional reinterpretada a partir de una visión
mítico legendaria”, explica Martínez.
La especialista Lilyan
Kesteloot, profunda conocedora de la épica africana afirma: "La epopeya emociona más que una novela
de amor. Apasiona más que una novela policíaca, distrae más que un cuento
porque el público que la escucha se siente implicado, ya que sus héroes han
tenido una existencia real". Como dice Martínez, “la épica africana es un género vivo en este continente, que se renueva
y enriquece cada día. Entre las constantes estéticas predominantes en la épica
africana, que la caracterizan se encuentran: la estructura iniciática del
relato, la antropomorfización, la zoomorfización, la utilización casi constante
de la hipérbole,de la enumeración acumulativa, la reiteración, la fabulación
mitológica, el uso de la magia”.
Estas características, también es posible encontrarlas
en otras culturas y religiones.
En África, menciona Martínez a Shaka, “fundador del imperio zulú, designado por
algunos historiadores como "el Napoleón africano" por haber
construido un imperio en menos de diez años utilizando la guerra a muerte y la
masacre contra todos los que se le oponían, es el héroe de la epopeya del mismo
nombre”. Los hechiceros ya habían predicho su destino y le habían señalado
el mejor camino para cumplirlo, y estaba plagado de sacrificios y de sangre
inocente.
Los zulúes estaban concentrados en el sureste de lo que hoy en día es Sudáfrica,
a
principios del siglo XIX. Tenían una cultura propia que los
unía, pero permanecían separados en clanes sin un líder común. En 1816 Shaka
tomó el poder total sobre todos los clanes zulúes,
luego de distinguirse en la batalla, tanto física como estratégicamente. En una
campaña de conquista unió a todos los clanes bajo su gobierno.
Un rígido programa de entrenamiento, nuevas armas estilo espadas que
reemplazaban a las tradicionales lanzas, nuevas formaciones de ataque, un
estricto código de obediencia. Logró en pocos años conquistar los territorios
vecinos incluyendo 200 mil nuevos súbditos. Fue asesinado en 1828. Pero a pesar
a esto, no significó el fin del efecto que Shaka creó en la
historia del sur de África. La novela épica la hizo el escritor inglés Henry Rider Haggard (célebre sobre todo por Las minas del rey
Salomón), que cuenta la historia mítica del pueblo Zulú, con elementos
sobrenaturales (en 1892).
Como en la Iliada de Homero, la epopeya
Sundiata comprende varias partes con una base histórica real. Comienza con la
historia de Sundiata y pasa por la historia de cada provincia del Imperio.
Otros ejemplos son la antigua epopeya de Dinga del viejo imperio de Ghana,
y el Kebra Nagast o libro de reyes de Etiopía.
Este último es considerado por el movimiento rastafari la verdadera historia
del origen de la dinastía salomónica, y su conversión al cristianismo. Se creee
que es una recopilación realizada hacia el año 1300 de tradiciones muy
anteriores, redactado en su origen, según los estudiosos, en árabe.
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