Juan Martín Guastavino (43), escritor, vecino de San Isidro, editó en 2010,
El silencio del río, una novela que transcurre, en gran parte, en el
Delta, y con la cual fue finalista del premio Clarín en 2007, y en 2008 obtuvo
una mención en el concurso Letras del Sur. La edición es de la colección Doble
mano, de Ediciones Outsider, que busca que un autor consagrado introduzca, en
pié de igualdad en el mundo literario, a un escritor novel. El consagrado, en
este caso, fue Federico Jeanmaire, además, maestro de Guastavino en un taller
literario de la librería sanisidrense, que publicó en el mismo libro, Los
Zumitas.
La colección Doble Mano tiene una particularidad; sus libros pueden
comenzar a leerse por delante o por detrás, o mejor dicho, no tienen contratapa
sino dos tapas. En una, la novela de un consagrado, en la otra la de un escritor
novel que con el tiempo, sin duda, lo será.
En una tapa está la novela de Juan Martín Guastavino (43), vecino de San
Isidro, El silencio del río. Transcurre, en gran parte, en el delta de
la región norte, y con la cual fue finalista del premio Clarín en 2007, y en
2008 obtuvo una mención en el concurso Letras del Sur.
En la otra está, Los Zumitas, del consagrado, Federico Jeanmaire, además,
maestro de Guastavino en un taller literario de la librería sanisidrense, la
Boutique del Libro. Es de Ediciones Outsider.
Este domingo, 6 de mayo, por la tarde, en la Feria del Libro, Guastavino y
otros colegas (participanEdiciones Ruinas Circulares, Hilos Editora, y Ediciones
Outsiders) leerán parte de sus obras en el puesto del Instituto Cultural de la
Pcia. de Bs As, Pabellón azul stand 402.
En esta nota Guastavino habla de la generosidad del consagrado, de su
propia experiencia literaria en la zona norte, de El silencio del río, y de los
proyectos de un escritor que define la escritura como un oficio que primero le
tiene que agradar a él mismo.
-¿Cómo nace, El silencio del río, usted vivió en el delta?
-No, me llevaban, me invitaba una familia amiga. La que me lleva a escribir
acerca de esto es la artista plástica de Villa Adelina, Beti Alonso. Ella iba a
pintar con sus alumnos y había un isleño que los asistía; un día le dice a Beti,
“sabe, no tengo ninguna foto de mi casa” y ella lo entendió como que el hombre
quería que pintara un cuadro de su casa; bueno, finalmente lo hizo y se lo
regaló. Yo me imaginé esa historia para atrás. Imaginé que ese cuadro ese hombre
lo puso en su casa como algo valioso, y a sus hijos nunca les explicó qué era.
Dos ejes de la novela son el padre, el hombre que recibe el cuadro, y el cuadro
con la firma de B. Alonso.
-¿Desde cuándo escribe?
-Empecé a escribir a los 17, 18 años, diarios de viaje. En 1994 1995 empecé
en un taller literario con Mariana Ginaca. Escribía muchos cuentos y conseguí
que me publicaran en periódicos zonales. Me publicaron uno sobre larelojería
Chedrese, que estaba en la calle 25 de Mayo a media cuadra del CASI. Participé
en un concurso de la provincia de Buenos Aires para jóvenes narradores en
2000-2001 donde saqué una mención y me publicaron; y saqué el primer premio del
concurso 300 años de San Isidro, con el cuento Midnight Rambler, que es el
título de una canción de los Rolling Stone, pero en el cuento el narrador es un
vigilador que trabaja en una garita de seguridad en San Isidro. Un cuento
verdaderamente contracultural.
-¿Lo conocía a Federico Jeanmaire?
-En 1999 comencé un taller en la Boutique del Libro con Federico Jeanmaire.
Él fue muy generoso con todos y conmigo más. Me ayudo mucho en todo momento y
cuando se entera de la colección Doble mano, de Ediciones Outsider, él me llama
a mí para que le lleve la novela al productor. La novela la escribí yendo al
taller y antes de esto fui finalista del Premio Clarín en 2007.
-¿Esperabapublicar con él?
-Es increíble. pero las cosas pasan. Cuando me publica la provincia de
Buenos Aires un cuento en una antología, me llamó alguien del gobierno
provincial, año 1999, el país explota en crisis, y me dice: “tengo la partida
para el libro y lo voy a editar”. Lo editó y me trajeron 10 libros a casa. Lo
mismo en San Isidro y con Outsider. Cuando uno crítica mucho a la Argentina,
pasan cosas también bastante increíbles. Los Zumitas la publica Norma y cuando
se vencen los derechos los Outsiders le proponen a Federico la colección, y sede
sus derechos. Lo hace generosamente porque le gusta el proyecto. Que figure una
obra de él es un bonus. Es la única forma de poder difundir.
-Publicar junto a Jeanmaire lo ubica en la
palestra...
-Escribo para pasarla bien, divertirme y si se consigue la edición, es
fantástico, y si alguien lo lee y le gusta, es espectacular, pero hay que darse
cuenta de que uno escribe para uno, no para otros, si no es soberbia decir “esto
le va a gustar a alguien”. Primero me tiene que gustar a mí y después a los
demás. Algunos dicen “yo escribo para un lector ideal que responde a un
ideario”, pero esa definición termina respondiendo a uno mismo (risas).
-¿Poesía escribe?
-Trabajé poco con poesía, como ejercicios de taller. A veces un verso se te
escapa y lo ponés en una novela. En 2010 terminé otra novela que se llama, Nely
no me mientas, sobre una señora que se involucra en un accidente de tránsito por
acá por la zona, con varios narradores, que también fue finalista del premio
Clarín, en 2010. Yo viví toda mi vida, trabajo y fui a la escuela, a la N° 3 en
el partido. Si uno consigue escribir de lo que sabe es más factible hacerlo. Es
más fácil construir un verosímil acerca de algo que es familiar. En esta
construcción de mundos es más fácil si manejás el micromundo. Aunque esto no sea
estrictamente así, Borges escribió cuentos sobre cuchilleros y él no lo era,
pero bueno (risas).
-¿Usa la PC para escribir?
-Ahora sí, pero escribía a mano. Lo próximo que escriba, lo quiero escribir
a mano. Como un ejercicio. La PC te hace pensar menos, con ese ir, correr, leer,
corregir. Pareciera que es todo menos definitivo. (Juan José) Saer escribía a
mano y luego él lo pasaba a la computadora, y cuando terminó la novela La Grande
tenía siete cuadernos. Ya estaba enfermo. Es cierto que la PC ahorra tiempo,
pero Saer, por ejemplo, ya enfermo escribía a mano en el cuaderno y no tenía
tachaduras ni mucha enmienda, tenía bastante claro el oficio. En este mundo de
imagen e inmediatez la literatura es contracultural, eso le da valor a los
libros.
-¿Tiene contacto con otros colegas? Me refiero a grupos culturales
o algo así...
-Federico nos recomendó que nos relacionemos con nuestra generación de
escritores. Con NachoSampietro, Javier Pascual, otra chica que fue finalista de
Clarín conmigo, nos juntamos una vez por mes, o cada dos meses, nos juntamos en
la casa de alguno y nos leemos, cada uno refuta lo que escribiste, y la verdad
es que ayuda un montón, te dicen opiniones sinceras, sin ser cuchilleros, con
estímulos positivos. Tenemos estéticas realmente diferentes y eso es importante.
-¿Qué le depara el futuro?
-Escribo desde fines de 2010 sobre un señor en segundas nupcias, mayor, que
se engancha con una chica treinta años menor que él. La novela se llama Tiempo
Muerto, el estaba exiliado pero vuelve a la Argentina en 2003 ilusionado con lo
que propone el kirchnerismo, pero no es sobre política la novela. Lleva a jugar
a su hijo y mientras lo espera él escribe. Vuelve a la Argentina a vivir algo
pendiente. Hay contrapuntos, tiene que haber tensión en las novelas. Saer dice,
creo, en uno de sus ensayos, que la novela clásica termina con Madame Bovary (de
Gustave Flaubert), y a partir de allí son relatos con textos fragmentados. Con
la imagen hay que escribir distinto, con una descripción de novela clásica tal
vez te aburras. La búsqueda tiene que ser por otros lugares, recurrir a otros
recursos que duplicar la imagen. Es la pregunta por el arte ¿Vale la pena seguir
pintando después de Van Gogh? Si, definitivamente, vale la pena.
Gustavo
Camps
Link Permanente: http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=4497
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