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Literatura,
filosofía, budismo, catolicismo,
rebeliones… (II)
Influencia católica
A principios del siglo XVI llegaron a Pekín misioneros católicos que
trajeron conocimientos científicos de occidente, en especial sobre astronomía, geografía
y matemáticas. Fueron bien recibidos en la corte china, y algunos llegaron a
ser empleados del gobierno en la Oficina de Asuntos Occidentales. Este primer
impacto de occidente amplió el horizonte intelectual de la época.
Por otra parte, determinadas interpretaciones del credo católico,
llevaron a nuevos levantamientos campesinos, ya a mediados del siglo XIX.
Similitudes y
diferencias
Las variables y cambiantes relaciones sociales establecidas por los
chinos, se reflejaron también en el pensamiento filosófico. Cuenta Ku-cheng:
“En la última época de la Edad Media predominó el estudio de li, que,
a grandes rasgos, significa conducta humana. La doctrina de los letrados en Li
consistía en «desarrollar el li celestial y eliminar los deseos
humanos». Su aplicación política significaba que el pueblo debía ser obediente
y soportar el dominio feudal. La voluntad individual no existía. La clase
dominante veía esta filosofía como una herramienta útil para doblegar al
pueblo; por eso la fomentó a través de toda la época. Sin embargo la protesta
no fue, en ningún caso, silenciosa. El gran filósofo Dai Dung-yuan (1722-1777)
condenó el estudio de li, calificándolo de ascetismo de la clase
dominante.
Dijo: «Aquellos que mueren por castigo legal pueden aún merecer lástima,
pero ¿quién compadecerá a aquellos que mueren de li?». Un siglo
antes, el gran historiador y letrado Juang Li-chou (1610-1695) puso en tela de
juicio la autoridad del monarca y lo atacó por considerar el país como su
propiedad privada, al entregarlo a sus descendientes. Dijo: «Hoy el monarca se
comporta como si él fuera el anfitrión, y el pueblo como si fuera el huésped.
Dondequiera que haya contiendas en el mundo, éstas provienen del monarca.»
Predominio comercial
Los terratenientes siguieron constituyendo la clase dominante, pero
desde el fin del primer milenio fueron
los comerciantes los que empezaron a crecer. El desarrollo de la artesanía, en
particular de la tejeduría de seda, con el avance de la minería, la fabricación
y producción de porcelana; el impulso de cultivos comerciales, como algodón y
té; y la expansión del comercio exterior, permitieron a los comerciantes asumir
un papel cada vez más importante. Durante la dinastía Sung el impuesto al
comercio fue una de las fuentes principales de ingresos del gobierno.
“Los comerciantes patrocinaban un gobierno central poderoso que fuera
capaz de proteger sus intereses y fomentar las visitas de mercaderes
extranjeros (relata Ku-cheng). El hecho de que la monarquía a fines de la Edad
Media se hiciera más y más despótica puede considerarse como una consecuencia
de esta demanda económica. Con el objeto de proteger el comercio exterior, bajo
las dinastías Sung y Ming se establecieron administraciones navieras en los
puertos comerciales. Y para facilitar el comercio interno se fijaron normas
uniformes para la acuñación de moneda, para la aplicación de impuestos y para
las medidas”.
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