viernes, 21 de octubre de 2011

El cuento: origen y desarrollo (95) por Roberto Brey

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Leopoldo Alas
(Clarín) (1852-1901)


Leopoldo Enrique García-Alas Ureña nació en Zamora, de una familia originaria de Oviedo (Asturias), donde estudió Derecho civil y canónico. En su casa, Asturias era el tema predominante y allí escuchó las historias que le gustaba contar a su madre. En 1871 tuvo que ir a Madrid para doctorarse y estudiar Filosofía y Letras. Ese paso fue duro para él, y lo comenta así: “…en aquel Madrid que me parecía tan grande y tan enemigo, en su indiferencia, para mis sueños y mis ternuras y mis creencias, encontraba algo parecido al calor del hogar… en el teatro y en el templo”. Y aclara que el teatro no era cualquiera, sino en el que hubiera poesía, y que en la iglesia “una multitud rezaba lo mismo que mis paisanos”.

Pero pronto pudo acostumbrarse a su nueva vida, se convirtió en periodista, como casi todos los escritores de su época, y al mismo tiempo en novelista, cuentista y crítico, e inició también su carrera docente en la universidad de Oviedo.

Fue considerado una de las grandes figuras de su época; como crítico literario y de costumbres fue demoledor, y por ello temido por sus colegas y los sectores más conservadores. Más allá del envejecimiento de algunos de sus ensayos y artículos, para Azorín (1873-1967), “lo que de Alas quedará incólume son sus novelas y cuentos”. “El cuento ha sido la forma natural de ese espíritu”, agregó.

Pese a los dolores que le trae la tuberculosis, continuó su trabajo sin descanso hasta su muerte, con una obra de la que Pérez Galdós destacó: “el interés profundo, la verdad de los caracteres y la viveza del lenguaje”.

“La Regenta” (1884) fue la más famosa, y más leída, de sus novelas, y también escribió “Su único hijo” (1890), “Cuervo” (1892) y “Doña Berta” (1892). Su gran producción de cuentos fue reunida en varias colecciones: “Pipo” (1886), “El Señor y lo demás son cuentos” (1893), “Cuentos morales” y “Doctor Sutilis” (1896), “El gallo de Sócrates” (1901).

En un artículo titulado «Los periódicos», publicado en El Español el 28 de octubre de 1899, confesaba Clarín: «De mí sé decir, que cuando se me pregunta qué soy, respondo: principalmente periodista» (cit. por Lissorgues, Clarín político I, 1989: 35)».

Cuenta el catedrático mallorquín Joan Oleza (1946), que en 1891 Clarín fue elegido para concejal republicano del Ayuntamiento de Oviedo en sufragio universal. Durante la reunión del acto de nombramiento Clarín permaneció callado, pero sus nervios se dispararon al escuchar de boca de otro concejal que leía el acta, un «haiga». El profesor se echó sobre él con tanta furia dialéctica que el concejal, avergonzado por las risas de sus compañeros y del público asistente, presentó inmediatamente su dimisión. Clarín intervino de nuevo y consiguió que retirase la renuncia.

Para Oleza, siguiendo a Baquero Goyanes, el rasgo más llamativo de Clarín es su dualismo radical “producto de la interacción constante de dos fuerzas: la exigencia de una lucidez crítica llevada hasta sus últimas consecuencias, y el rebrotar irrefrenable de unos impulsos vitales e irracionalistas incapaces de satisfacerse en el puro ejercicio de la inteligencia abstracta”. Su obra, dice, “es un oscilar constante: a un lado Su único hijo, muestra de la más implacable y sarcástica decisión de viviseccionar y desenmascarar hasta el final una sociedad de cartón piedra; al otro, Doña Berta, efluvio sentimental exaltador de los valores tradicionales del individuo frente a la civilización entendida como alienación.”

Mariano Baquero Goyanes (1923-1984 Filólogo, crítico literario y profesor), en un ensayo presenta a Clarín como el creador del cuento español.

“… es el caso típico del hombre que desborda su época, en la que sólo encuentra esquinada incomprensión, envidias, carencia de sensibilidad”, dice, y lo sitúa dentro de los escritores que “discrepando de su siglo, parecen estar de vuelta de todo, avizorando e intuyendo los gustos venideros”, en contraposición a “los escritores más atentos y esclavizados a la fugaz moda de su tiempo…”

Por algo Clarín decía de los siglos, que procuraría “meter la cabeza en el que viene, y si me gusta más que éste, seré del otro…”

Goyanes considera a Leopoldo Alas un precursor del noventaiochismo, y dice que Unamuno (la generación del 98 y sus escritores se verán más adelante), le llamaba uno de los educadores de su mente y creía tener con él afinidades de temperamento y educación. El propio Azorín, dice, “estudia a Alas, como a un escritor excepcional en su época, distinto a sus contemporáneos, a los que superó cualitativamente”.

Claro que «Clarín» sigue siendo un escritor impopular, “lucha contra su tiempo con dos armas que, a veces, se hacen una sola: con la crítica satírica, exenta de toda adulación, violentamente sincera; y con aquella otra parte de su creación literaria, rebosante de humanidad, de comprensión”.

Goyanes considera al cuento como un eslabón entre la novela y la poesía, un “trozo de vida captado con toda su palpitación (…) está libre de los peligros que acechan a la novela, más ligada a lo efímeramente circunstancial”. Y para él

Clarín cumple con esos requisitos, con sus cuentos “predominantemente poéticos”. Elogia particularmente a “El dúo de la tos” (de la serie Cuentos morales) que produce “sensaciones de musicalidad”, donde la tuberculosis, esa trágica enfermedad de la época, es tratada “de la más poética forma posible”: “sin descripción de los protagonistas (…) sin diálogo, con la sola doliente palpitación de las toses enfermas en la noche”.

Goyanes dice que para Clarín los cuentos debían ser objetivos, pero “no era un narrador puro e impasible, sino un intérprete apasionado de la vida, sentida y expresada con violencia, con amor”.

Los cuentos de Clarín son: “el mejor ejemplo de lo que debe ser el cuento español, tierno, pasional y vibrante, pero sin excesos ni efectismos”. Por eso, dice: “el mejor Clarín no es el crítico, ni aun el novelista, sino el creador de unos cuentos que por su belleza, su gracia y su humanidad han de quedar como el mejor exponente de las letras españolas de finales del siglo XIX”.



¡Adiós, Cordera! Se puede leer en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/adios.htm

Benedictino en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/benedic.htm

Dos sabios en;

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/sabios.htm

El dúo de la tos en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/duo.htm

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viernes, 14 de octubre de 2011

El cuento: origen y desarrollo (94) por Roberto Brey

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Emilia Pardo Bazán: realismo y feminismo

Pardo Bazán constituyó un fuerte valor en la literatura española, tanto por su obra como por su labor crítica y social. De entre sus opiniones, es interesante rescatar su exigente visión de la actividad crítica, que desarrolla en el artículo «Ultimas modas literarias», de la revista “La España Moderna”, 1890:


“Crítico desorientado será el que o se empeñe en galvanizar formas caducas, o coadyuve a los errores del gusto público en su época, o sin norma ni ley interior evolutiva, juzgue a capricho, empíricamente; crítico de orientación parcial, el que sienta profundamente un período, un aspecto de la belleza literaria o artística y no pueda entender los restantes, y, por último, crítico, armónico o de orientación total será únicamente el que, remedando uno de los más sublimes atributos de la Omnipotencia, tenga el don de comprender lo pasado, discernir lo presente y augurar lo futuro.”


Decía el crítico Eugenio D'Ors (1882-1952) que Emilia Pardo Bazán “en lo íntimo y esencial de su mente y de su producción, no fue novelista. Fue periodista. Periodista, la más distinguida, en el más excelente sentido del término. Agitadora de ideas, más que imaginadora de fábulas; comentadora de actualidades del espíritu, más que narradora de peripecias de la acción”.

Otra de las características que se marcan en Pardo Bazán es la importante influencia que ejercieron en ella los escritores rusos. Estudiosa y crítica de esa literatura, ella misma cuenta: “Estoy en el corazón de Rusia. Quiero hacer un estudio sobre esa extraña y curiosa literatura (…) En España creo ser una de las pocas personas que tienen la cabeza para mirar lo que pasa en el extranjero. Aquí, a nuestro modo, somos tan petulantes como pueden serlo los franceses…”

Algunos de los escritores que analiza son Turguénev (ver Cap. 23) de quien dice:

“No es mérito exclusivo de Turguénev el poner al lector en contacto con el mundo invisible, pues todos los grandes novelistas rusos poseen esta cuerda en su lira: mas Turguénev lo hace de un modo tan exquisito, con tal poesía, que alcanzando a producir en la imaginación el eretismo indispensable para la visión evocada por el novelista surja, él permanece sereno, en actitud de contemplar el extraño fenómeno psíquico”.

También se refiere a Goncharov, Dostoievski y Tolstoi, a quienes analiza y difunde en España (ver capítulos 68 y 70 a 79).

La estudiosa contemporánea española, Mercedes Etreros, explica: “hay un momento en la obra de Pardo Bazán que la crítica denomina ‘segunda manera’, ‘otra manera’; de hecho está muy claro que, a partir de 1905, año en que publica “La quimera”, doña Emilia escribe dentro de unos cánones que la historia de la literatura francesa conoce como psicologismo, y que antes de 1884, en La Tribuna, por ejemplo, el influjo del naturalismo es decisivo. Sin embargo, existen unas obras intermedias de más difícil clasificación, escritas en unos años que Valera Jácome denomina ‘Período de basculación estética’.”

La misma crítica cuenta en sus estudios que aunque Dostoievski fascina a Bazán, y había leído intensamente a Tolstoi, “en ninguno de ellos atisba el alcance de las innovaciones que sus obras aportan”.

También opina: “lo que doña Emilia asimila a partir de aquellas lecturas es una nueva manera de concebir su relación, en cuanto narradora, con los personajes; y, por otra parte, y como base de lo primero, la importancia del fenómeno psicológico mental como elemento novelable”.

Y finalmente, traza un paralelo con dos declaraciones:

En 1883, Dostoievski escribe en su cuaderno de notas: «Me llaman psicólogo; esto no es cierto; yo soy tan sólo un realista en el sentido superior, es decir, represento las profundidades del alma humana». En la novela rusa de Pardo Bazán se lee: «Hace tiempo que pienso y escribo que el realismo, para realizar debidamente su programa ha de abarcar materia y espíritu, tierra y cielo, admitiendo lo humano y lo sobrenatural». Y hay un momento, tal vez, en que el psicologismo mecánico de las leyes tainianas -herencia y medio- han dejado paso a lo incomprensible y a las respuestas inexplicables de la mente humana.
No sin afán de seguir comparando, la intelectual argentina Alicia Jurado (1922- nieta de Isaac Fernández Blanco), establece otro paralelismo con Victoria Ocampo:
“El asombro que hoy nos produce doña Emilia, condesa de Pardo Bazán, se debe sobre todo al hecho de haber nacido en España y a mediados del siglo XIX, un país y una época en que las mujeres tenían poca instrucción y se les negaba la posibilidad de adquirirla. No puedo dejar de pensar en la similitud de esta escritora ilustre con nuestra Victoria Ocampo: ambas nacidas en familias de linaje y de buena posición, ambas sedientas de conocimientos y autodidactas; ambas vinculadas con los hombres famosos de su época, fundadoras de revistas, grandes viajeras, amantes de la naturaleza, defensoras de los derechos de la mujer, promotoras de cultura, escritoras de primera línea -Victoria, sólo ensayista; Emilia, destacada sobre todo como narradora-, ambas ofreciendo sus casas para realizar tertulias literarias. Una ventaja le tocó en suerte a Victoria, la de entrar en la Academia local de Letras, cosa que le fue imposible lograr a la española.”
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jueves, 13 de octubre de 2011

Primavera independiente, ciclo en Villa Ocampo

Primavera independiente, el ciclo de actividades que se desarrolla en Villa Ocampo, presenta esta semana a la editorial Eterna Cadencia.

Este sábado 15 a las 16: LECTURA con Gabriela Cabezón Cámara, Matías Capelli y Hernán Ronsino, autores de Eterna Cadencia, que leerán fragmentos de sus trabajos y conversarán con Damián Ríos acerca de su actividad literaria.

Además: DEBATE. El mismo día a las 17 habrá una mesa sobre revistas digitales en la que participarán El interpretador, Planta, No-retornable y Cítrica.

 http://www.villaocampo.org/.
Entrada general: $18. Estudiantes: $12

viernes, 7 de octubre de 2011

El cuento: origen y desarrollo (93) por Roberto Brey

Oleo de Emilia Pardo Bazán.
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Otros escritores españoles


Armando Palacio Valdés (1853-1938)

Si bien la obra de Valdés pertenece tanto al siglo XIX como al XX, a él se lo suele ubicar antes de los llamados escritores de la “generación del 98”, que se analizará más adelante. Su estilo realista-costumbrista lo coloca en esta etapa de transición, y su mayor vinculación con los que le seguirán será su preocupación por lo social desde una visión liberal.

Su escritura es reconocida por sencilla y amena, de fino humorismo, con personajes muy bien creados, en particular los femeninos, y con un optimismo no muy frecuente en España.

Entre su Asturias natal y Madrid girará el ambiente de sus obras. Estudiante de derecho, pronto abandonó la carrera para dedicarse al periodismo y en 1876 pasa a dirigir la Revista Europea. Su primera novela, la más floja, “El señorito Octavio” es de 1881 y la más famosa y reconocida es “La hermana San Sulpicio” (1889), que trata de los amores de una joven que quiere ser monja, y transcurre en Asturias. De la novela llegaron a hacerse dos películas, una de 1927 interpretada por Imperio Argentina y reeditada en 1934, y otra de 1952 donde actuaba Carmen Sevilla.

A diferencia de Galdós, Valdés sí escribió numerosos cuentos, siempre dentro del estilo que lo caracterizaba.

Cuentos de Palacio Valdés se pueden leer en: http://www.gutenberg.org/files/30053/30053-h/30053-h.htm

Fernán Caballero (1796-1877)

Era una mujer llamada Cecilia Böhl de Fáber nacida en suiza, con infancia en Alemania. En 1822, ya viuda, se casa y fija su residencia en Sevilla, enviuda nuevamente y vuelve a casarse, para quedar viuda definitivamente y terminar sus días en su amada Sevilla a la que retrató en toda su obra.

Su propósito manifiesto fue pintar la vida y costumbres de España. “La gaviota” (1849), que inicia la novela realista y regionalista en España, relata la triste historia de una chica que termina en la soledad y la miseria.

Dentro de sus obras hay también cuentos para grandes y chicos y una importante recopilación de relatos, adivinanzas, refranes y costumbres populares.

Muchos de estos últimos pueden leerse en:

http://es.wikisource.org/wiki/Cuentos,_adivinanzas_y_refranes_populares



Padre Luis Coloma (1851-1915)

Luis Coloma Roldán nació en Jerez de la Frontera, fue discípulo y biógrafo de Cecilia Böhl de Fáber y muy reconocido en su época, pero está considerado más observador que escritor, con varios relatos históricos, novelas y cuadros de costumbres, teñidos muchas veces de intenciones moralizantes. Su mayor obra, para el profesor Estrella Gutiérrez, es su polémica novela “Pequeñeces” (1891), “en la que describe la sociedad de Madrid y sus vicios”. Emilia Pardo Bazán fue uno de los defensores de esa obra, mientras que Juan Valera la consideraba más un sermón que una novela o una sátira.

A él se le atribuye la popular historia El ratoncito Pérez, nacido cuando escribió un cuento a pedido, por el diente que se le había caído a Alfonso XIII cuando tenía ocho años.

Pequeñeces puede leerse en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p281/02483874212026385976613/index.htm

El ratón Pérez ilustrado en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/p281/12708301125618273432435/index.htm



Emilia Pardo Bazán (1851-1921)

Nacida en La Coruña (Galicia), de origen noble, heredó el título de condesa. Reconocida por su talento precoz, a los 17 años, luego de su casamiento, se radicó en Madrid, viajó por Europa y aprendió varios idiomas que le permitieron leer a los escritores extranjeros. Fue profesora universitaria, defensora de la igualdad de la mujer, periodista (publicó cerca de dos mil artículos) e iniciadora del naturalismo en España. Galicia estuvo reflejada en su obra, en particular en “Los pazos de Ulloa” (1886). La anterior, “Un viaje de novios” (1881), está considerada la primera novela naturalista española.

Su labor intelectual y social fue muy intensa, extendiéndose a una vasta labor periodística con innumerables artículos sobre crítica literaria. Sus cuentos y relatos fueron más de 500, muchos dedicados a la campiña gallega. Llegó a ser consejera de Instrucción Pública y directora de la Biblioteca de la Mujer, una revista de su creación.

Claro que su camino no fue del todo sencillo. Sus artículos sobre Emilio Zola y sobre la nueva novela francesa, en 1882, le trajeron algunos disgustos; se produjo todo un escándalo social, y su propio marido le pidió retractaciones y que dejara de escribir, lo que ella no aceptó, y finalmente se separaron en 1884. Su cercanía intelectual con Pérez Galdós se transformó luego en un romance que duraría alrededor de veinte años, con intermitentes infidelidades, de parte de ella.

De 1891 a 1893 escribió ella sola una revista literaria, El Nuevo Teatro Crítico, pero no se limitó a un tipo de escritura, sino que supo abordar otros estilos ajenos al naturalismo.

Cuentos trágicos (selección) se pueden leer en: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/67926289873469451265679/p0000001.htm#I_2_

Cuentos dramáticos (selección)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01371074988922658540035/p0000001.htm#I_1_

Cuentos de amor (selección)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12148301929030495210435/p0000001.htm#I_1_

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viernes, 30 de septiembre de 2011

El cuento: origen y desarrollo (92) por Roberto Brey

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Benito Pérez Galdós (1843-1920)

Considerado el más grande novelista español del siglo XIX y uno de los mayores del mundo, su estilo realista le dio un impulso especial a la narrativa española. Además, su obra monumental abarca toda la vida social y política de la época como un gran fresco sobre las cambiantes vicisitudes de España y el espíritu de su gente. Toda España y todos sus sectores sociales son representados en sus más de cien obras. La descripción de personajes y situaciones no salían sólo de su imaginación; desarrolló al máximo sus dotes de observador y supo investigar en documentos y en testimonios directos los hechos que relata con fidelidad y realismo en toda su obra, particularmente en los “Episodios nacionales”. Estrella Gutiérrez habla de un “mundo galdosiano”, lleno de personajes verdaderos, con diálogos que parecen copia fiel del natural.

Nacido en las islas Canarias e hijo de un oficial del ejército, desde chico mostró aptitudes literarias, estimuladas tal vez por las historias militares que le contaba su padre.

De muy joven, y como tantos escritores de la época, empezó a colaborar con periódicos de Madrid, adonde se había trasladado para estudiar derecho, publicando poesías, ensayos y algunos cuentos. Poco después viajó a Francia, donde quedó impresionado por la novela naturalista, que lo estimuló para realizar su primera obra de ese carácter: “La fontana de oro” (1868).

El mismo Galdós separó a sus novelas en tres grupos: de la primera época, que incluye la ya mencionada, que relata los episodios de la revolución de 1820 y el trienio liberal, se destacan “El Audaz” (1871), con la misma temática; “Gloria” (1877), la más representativa del grupo; la más famosa “Marianela” (1878), retrato de una pobre, ignorante, fea y desgraciada muchacha.

El segundo grupo responde a “Episodios nacionales”: 46 novelas que relatan en forma amena la historia de España en gran parte del siglo XIX.

El tercer grupo, las novelas contemporáneas, incluye a “Fortunata y Jacinta” (1887), la historia de la mujer y la amante de Juanito Santa Cruz, donde describe a la pequeña burguesía madrileña, su obra maestra, según Menéndez y Pelayo, “por el calor de humanidad que hay en ella; por la riqueza del material artístico allí acumulado”.

También se puede recordar a “Nazarín” (1895), la historia de un sacerdote dispuesto a hacer el bien bajo cualquier circunstancia, aunque los resultados no sean los deseados, inolvidablemente llevada al cine por Luis Buñuel; o “Misericordia” (1897), la historia de una criada que llega a los mayores sacrificios, muestra la vida de los sectores más humildes de Madrid, con una visión crítica de las clases altas y de la Iglesia.

Lamentablemente Galdós produjo muy pocos cuentos, los que acá se muestran y uno o dos más.

Es interesante conocer cómo veía Galdós la situación de España en 1889, en este fragmento de un discurso leído ante la Real Academia Española:


“Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (...). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos.”

Galdós muere pobre y sin recursos el 4 de junio de 1920, luego de haber quedado ciego y habérsele negado el premio Nobel –tal vez por su anticlericalismo- en 1912, pero con el reconocimiento de sus coterráneos demostrado en diferentes homenajes, en la multitud que acompañó su entierro, y en el creciente valor que el mundo le fue otorgando a su obra.

¿Dónde está mi cabeza? (cuento) se puede leer en:

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01361642088915408423802/p0000001.htm#I_1_

El don Juan en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/donjuan.htm

Rompecabezas en:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/galdos/rompeca.htm

La Fontana de Oro en:

http://www.gutenberg.org/cache/epub/11070/pg11070.html

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miércoles, 28 de septiembre de 2011

“Mi generación iba siempre con un libro abajo del sobaco o en el bolso”

Predispuesta a la charla, animada por el afecto y el reconocimiento con que la recibieron los vecinos-colegas de la SADE Zona Norte, el sábado 27 de agosto, Silvia Plager habló con Prensa Libre después del encuentro, y dio precisiones sobre lo que piensa sobre la literatura y los lectores.
-¿En qué sentido dijo que actualmente la literatura es para un grupo?
-La gente habla mucho sobre (Jorge Luis) Borges en su aniversario, pero no lo leyó. Mi generación… cuando yo tenía veinte años íbamos siempre con un libro abajo del sobaco o en el bolso. A eso voy. Hoy ves a los jóvenes en el subte con el celular. Somos un grupo cerrado los que apreciamos la buena literatura. No digo libros de autoayuda, que si tienen un público, o los libros informativos que tienen fecha de vencimiento. Todos quieren saber qué pasó con tal estafa o con tal hecho de corrupción, pero hay libros que no tienen época de vencimiento ¿Qué pasa con el pobre autor que escribe muy bien y no encuentra quién lo publique, porque las editoriales, para publicar, tienen que tener la venta asegurada para poder seguir como industria?

-¿La literatura evidencia algo presente en la sociedad o el escritor se expresa solo a sí mismo?
-Por ejemplo, esta novela (El cuarto violeta), está escrita en nuestro tiempo, se habla de la inseguridad, de una mujer que quiere juntar plata para ir a ver a sus hijos a Canadá porque se fueron; una chica que fue a Ushuaia a probar suerte. En la novela del Greco (Las damas ocultas del Greco) hablo de la inquisición, de las persecuciones religiosas, de las guerras. Cada novela tiene presente su entorno histórico. En la Nostalgia de las islas Malvinas y Vernet Caballero de las Islas hablo de Buenos Aires, de acá de San Isidro, de la casa de Mariquita (Sánchez de Thompson), lo que pasaba con Rosas, la pelea entre campo y ciudad. Siempre existe el entorno histórico y social.
-¿Existe la literatura de género masculino, femenino?...
-No. Yo tengo una novela contada desde la primera persona de un hombre y en la del Greco capítulos enteros que narran desde el lugar del Greco. Yo cuando escribo tomo los personajes masculinos con mi parte masculino, Como decía (Sigmund) Freud tenemos una parte femenina y otra masculina. Cuando yo hago hablar a los hombres en una novela, me pongo en el cuerpo de un hombre. Sobre Madame Bovary, de Flaubert, él dijo Mademe Bovary soy yo. Se hace así. Escribo, según la novela, desde una sensibilidad masculina o femenina.

La vida según Plager
“No hay cosas malas o buenas; hay personas malas o buenas”

“Estamos hechos de olvidos también. Lo que borramos nos constituye como personas. Hay cosas que necesitamos borrar para seguir con la vida”

“A la vida no hay que pasarla de costado, hay que atravesarla”

¿Qué pasa con el pobre autor que escribe muy bien y no encuentra quién lo publique, porque las editoriales, para publicar, tienen que tener la venta asegurada para poder seguir como industria?

“Para escribir se tiene que haber vivido intensamente; no meramente de costado o en diapositivas”.

Por Gustavo Camps

viernes, 23 de septiembre de 2011

El cuento: origen y desarrollo (91) por Roberto Brey

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España

José María de Pereda (1833-1906)


Cuando José María de Pereda y Sánchez Porrúa nace en Polanco (en la entonces Provincia de Santander, hoy Región de Cantabria), el 6 de febrero de 1833, tiene lugar la sucesión al trono de Isabel, la hija de Fernando VII, cuya designación iba a ocasionar la más importante guerra civil de ese siglo en España, y una nefasta herencia que originó el enfrentamiento entre las “dos Españas” con las guerras carlistas.

Los padres del escritor, Juan Francisco de Pereda y Bárbara Josefa Sánchez Porrúa, eran de familia acaudalada, naturales de Polanco él, y de Comillas ella. Según la reseña de Madariaga de la Campa, se habían casado muy jóvenes y se establecieron en Polanco donde mediante el trabajo en el campo y la ganadería pudieron mantener a sus veintidós hijos. El posterior traslado de la familia a Santander (para atender a la educación de los hijos), le permite a José María completar su panorama infantil campesino, con lo urbano y portuario, en su adolescencia. Esa experiencia tal vez sería muy decisiva en su vida de escritor, cuando describe sus ambientes y lugares, aún sus personajes típicos, siempre considerados por los críticos como más importantes que los argumentos, en general simples, o que la trama psicológica de sus obras.

En 1844 inicia estudios de Latinidad y luego de Filosofía en la escuela de Santander, y en 1852 comienza a prepararse para ingresar en la Academia de Artillería de Segovia. Para eso se traslada a Madrid, donde el contacto y el ambiente de la ciudad, lo inclinaron por la vida social, y a hacer abandono de esos estudios, como él mismo diría, “por falta de vocación para ellos".


En Madrid, testigo de la revolución de 1854, estuvo a merced de las balas por el tiroteo en las calles, hechos que relata en detalle en su novela Pedro Sánchez. Por esa época se aficiona a la lectura de novelas. Entonces escribe sus primeras obras que no tienen trascendencia, y regresa a Santander, donde muere su madre, se contagia de cólera y sufre una depresión, por o que su familia lo envía a Andalucía.

Hacia 1858, comienza a publicar sus primeros artículos periodísticos de crítica teatral y sobre la vida local. También escribe sus primeras obras teatrales y algunos cuentos.

Ya volcado de lleno a la escritura, en 1864 logra cierto reconocimiento con su primer libro, de carácter costumbrista, “Escenas montañesas”. (“La leva” es un relato muy elogiado por Menéndez y Pelayo). A partir de entonces, José María de Pereda se consolida como escritor costumbrista, con novelas cortas, bocetos, y relatos caricaturescos.

En su segundo libro, “Tipos y paisajes” (1871), son trece relatos con igual temática, donde se destaca, sobre todo, el titulado "Blasones y talegas".


Luego de su casamiento en 1869, a los veintiséis años, con Diodora de la Revilla, inicia su incursión en la política como diputado carlista con el apoyo del clero y de las familias católico-monárquicas. Esa experiencia le sirvió para su novela corta “Los hombres de pro”, incluida en su libro Bocetos al temple (1876). Su retiro de la política fue explicado por el mismo Pereda:

“Vuelto a mi casa y más enamorado de la paz de mi hogar que de la política y que de la literatura tuve que consagrarme por entero a compartir con mi mujer los cuidados de los niños que a la sazón tenía. Cuatro o cinco años pasaron entonces sin que yo publicara ni escribiera cosa alguna”

Marcelino Menéndez y Pelayo fue uno de los amigos que lo estimuló para volver a la escritura. Inicia así una segunda época caracterizada por sus novelas:

“El buey suelto” (1877), naturalista, algo caricaturesca y humorística; “De tal palo tal astilla” (1879); “El sabor de la tierruca” (1882), considerada una obra maestra del costumbrismo; la autobiográfica “Pedro Sánchez” (1883); “Nubes de estío” (1890), que describe a los veraneantes en Santander, pero donde se cree expresa los síntomas de sus trastornos nerviosos que se iban agravando con los años.

La muerte de su primogénito, Juan Manuel, lo llenaron de complejos de culpa, agravaron sus trastornos y lo trasportaron a una etapa de misticismo, que sólo con el apoyo de su familia y sus amigos le permitieron concluir “Peñas arriba” (1895), que para Estrella Gutiérrez significa la cumbre de su obra.

Finalmente, publica su novela corta “Pachín González” (1896), basada en la explosión del vapor "Cabo Machichaco", atracado en el puerto de Santander con un cargamento de dinamita, en noviembre de 1893.

Prácticamente allí concluye su vida como escritor, en 1904 sufrió un ataque apoplético que lo dejó casi inválido, y finalmente murió el 1 de marzo de 1906.


Como escritor regionalista tuvo sus vicios y virtudes, con menor profundidad en la creación de caracteres que su amigo Pérez Galdós, pero más descriptivo; al decir de Estrella Gutiérrez “supo apresar el alma y el paisaje de un bello rincón de España”. De origen hidalgo por genealogía, Pereda se caracterizó por su espíritu conservador y tradicionalista y fervoroso católico, lo que no le impidió ser gran amigo del liberal, republicano y anticlerical Benito Pérez Galdós, quien destacó "su personalidad vigorosa" y lo singular de su obra literaria que lo hacía diferente a los escritores de su tiempo.

Marcelino Menéndez Pelayo lo consideraba el mejor representante contemporáneo de las letras de su tierra. “Dentro del naturalismo español –dijo- los lienzos de Pereda tienen un valor solamente comparable con el de la antigua novela picaresca”.



Los chicos de la calle: http://es.wikisource.org/wiki/Los_chicos_de_la_calle

Blasones y talegas en:

http://es.wikisource.org/wiki/Blasones_y_talegas

Los hombres de pro (Cap. 1) en: http://es.wikisource.org/wiki/Los_hombres_de_pro:_01

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martes, 20 de septiembre de 2011

Escritores jóvenes argentinos reconocidos en Guadalajara

La Feria del Libro de Guadalajara (México) acaba de anunciar cuáles son los 25 narradores latinoamericanos poco conocidos todavía, pero con un gran potencial.


Entre ellos figuran tres jóvenes narradores argentinos: Fabián Casas (1965), Fernanda García Lao (1966) y Hernán Ronsino (1975).

La FIL de Guadalajara, en su 25º aniversario, presentará 25 formas de leer el continente. Autores cuyo talento se ha consolidado en sus países, pero que aún son poco conocidos fuera de éstos. 25 tesoros literarios a la espera de ser descubiertos.

Justamente, Hernán Ronsino, será reeditado este mes por la editorial Eterna Cadencia. Se trata de la novela Glaxo de 2009.

Así escribe:

“El cañaveral ya no existe, lo han desmontado, y por donde pasaban las vías, ahora, hay un camino nuevo, una diagonal, que parece más bien una herida cerrada. Parece, ese camino, entonces, el recuerdo de un tajo, irremediable, en la tierra”.

A partir del relato de cuatro personajes, situados en diferentes momentos entre 1959 y 1984, y a la luz de un epígrafe demoledor, Hernán Ronsino construye una pieza austera y precisa sobre la traición, la prepotencia del poder y los límites morales, inmersa en un clima de impasibilidad e indolencia apenas resquebrajado por la culpa y el asesinato.

Breve Biografía

Hernán Ronsino nació en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, en 1975. Es sociólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado el libro de relatos Te vomitaré de mi boca (2003), premiado por el Fondo Nacional de las Artes, y las novelas La descomposición (2007) y Glaxo (2009).