sábado, 28 de febrero de 2009

Por octavo año consecutivo una mujer se alzó con el premio Clarín Alfaguara de novela

Un dato anecdótico para muchos, una tendencia en franca subida para otros. La realidad es que no pasa lo mismo con otros concursos, y también es cierto que no existe para quien escribe estas líneas una literatura femenina.
Tal vez lo que resulta interesante es detenerse a pensar en las temáticas de las novelas que ganaron desde 2001, las cuales presentan un fino hilo conductor: todos los personajes sufren la pérdida de un ser muy querido, muy cercano y a partir de este dolor inician un aprendizaje en sus vidas. Atravesadas por los recuerdos de los años de militancia, o los de pizza con champagne en barrios cerrados, por la tortura, el exilio, la locura y en el caso de la ganadora de este año, la anomia (en el sentido más estricto y médico del término, la imposibilidad de ponerle nombre) de la pérdida de un hijo, las autoras recorren caminos literarios que jamás las dejan como en el punto de partida: el crecimiento en todos los casos es evidente y el conocimiento de sí mismas, notable.
Celebramos entonces el hecho de que los jurados elijan escrituras que muestran universos que nos tocan a todos, dejando de lado la incómoda cuestión de género, lo que importa es cómo se escribe y no el sexo de quien lo hace.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
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