La memoria, el olvido y la puesta en palabras de un mundo de recuerdos
A pesar de que siempre fue una escritora considerada por los círculos literarios, parece que Sylvia Molloy se está poniendo de moda. Por lo menos me parece a mí que en los últimos días encontré reseñas de sus libros en varios suplementos literarios y en revistas especializadas, y por lo menos dos de sus libros acaban de ser reeditados.
Uno de ellos es el que leí en estos días y del que quería hablarles, porque me pareció que vale la pena adentrarse en él en una época en que la memoria está en cuestión, por olvido o por recuerdo, y el protagonista, un joven argentino profesional en Estados Unidos, vive esa experiencia, a la vez común y extraña de recordar lo olvidado y olvidar aquello que alguna vez ocurrió en su infancia y en su juventud.
El libro es “El común olvido” y Sylvia Molloy lo escribió en plena crisis argentina (2001) y lo reeditó a fin de este año Eterna Cadencia. Es la historia de quien vuelve para arrojar las cenizas de su madre al Río de la Plata, pero en realidad es un viaje de reconocimiento, de su madre, de su pasado, donde todavía hay mucho por desentrañar y por reconocer. Se suceden los personajes, familiares, amigos y no tanto, que cuentan sus versiones de aquellas épocas cuando creía que era feliz, aunque no tanto, con sus cuestionamientos y sus dudas; con una madre que estuvo alejada de él en los últimos años, pero que empieza a aparecer de otra manera, con una imagen diferente. Y con toda la incertidumbre de querer conocer o no otra verdad, distinta a la que había asumido, al tiempo que trata de confirmar su propia personalidad, sus propios sentimientos hacia los que fueron, hacia su pareja y hacia ese nuevo saber que en parte lo abruma y lo supera.
El recuerdo puede ser diferente según quien lo cuente y la verdad puede ser negación o afirmación, pero es imposible de evadir, al igual que las culpas que el pasado agiganta. Ese viaje al recuerdo también es parte de un viaje autobiográfico de la propia autora, en una novela que se convierte a cada página en más apasionante, donde lo nuevo florece a cada paso, y se vive casi con angustia, en un recorrido por secretos, misterios y amores de sus protagonistas.
Quién fue mi madre, quién era yo, cuánto le debo, cuánto me dieron. La novela parece fijar un momento en la vida literaria de Sylvia Molloy; ya que su fragmentario “Varia imaginación” creado a partir de los recuerdos que sobrepasaron “El común olvido”, y “El libro de los regresos”, otra obra sobre la que trabaja ahora, completan esa serie de anécdotas y recuerdos inacabados que brotan de aquel primero.
“Quería recuperar relatos y, sobre todo, voces, tonos, palabras de distintas épocas de un Buenos Aires que yo había vivido y que se encimaban en mi memoria. Se me ocurrió hacer ese trabajo de recuperación como una especie de arqueología de relatos, a través de un personaje que emprende una búsqueda que termina deparándole un descubrimiento inesperado”, dice en un reportaje realizado en 2006. Porque la novela también es el recuerdo de lugares emblemáticos, de personajes que pueden ser reconocidos. Hechos y modas que sucedieron años atrás, la guerra civil española y sus exiliados, la liberación de París y los cambios políticos y culturales ocurridos en el país. Esa mirada al pasado de muchos, al recuerdo de cada uno, obliga al lector a un recorrido por sus propias vivencias y nostalgias.
Sylvia Molloy nació en Buenos Aires. Además de El común olvido (2002), publicó el libro de relatos Varia imaginación (2003) y las novelas En breve cárcel (1981) y Desarticulaciones (2010). Reconocida por su trabajo de crítica literaria y por sus publicaciones Acto de presencia (1996) y Las letras de Borges (1979). Es coeditora de los libros Women’s Writing in Latin America (1991) e Hispanism and Homosexualities (1998). Actualmente es Albert Schweitzer Professor in the Humanities de la Universidad de Nueva York, donde dirige el programa de escritura creativa en español.
Eterna Cadencia, 352 pág., $ 82
R.B.
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