Término genérico que hace referencia a la idea
de una continuación de la existencia después de la muerte, más allá de este
mundo.
Pero no me refiero a eso.
Filosofar, elucubrar, imaginar, conjeturar
sobre este asunto... sería fácil. Y apasionante quizás.
Pero no me refiero a eso.
Lanzar mensajes al aire, tocar la fibra
sensible, curar de espanto a la muerte... podría resultar ingenioso.
Pero no me refiero a eso.
Mucho más útil considero fijarse en el Más
Allá... de nosotros.
En el espacio ocupado por nuestros amigos,
nuestros hermanos, nuestros hijos... Todo parece perfecto, mundos
complementarios, personajes de un mismo cuento.
Y ahora imagina ese espacio sin nuestros
amigos, sin nuestros hermanos, sin nuestros hijos... Y reduce el “nosotros” a
un “tú y yo”; verás que lo que queda no es otra cosa que la verdad sin remedio,
la luz en la sombra, el punto de encuentro... con el Más Acá.
Personal e intransferible, imposible de
traspasar, prohibido arrendarlo, regalarlo, disfrazarlo... Eso sí que
impresiona: el Más Acá.
“Yo te querré más allá de nosotros”. ¿Y más
acá? Más acá sí que es difícil mantener el tipo. Y más acá estamos todos.
Ahora reduce el “nosotros” un poco más, de un
“tú y yo” a un “tú” y a un “yo”, sin las manos entrelazadas, sin los miedos
compartidos, sin amor-muleta... Y empieza a construir de nuevo el círculo desde
el Más Acá, desde la Fuerza del Individuo, desde la Propia Identidad.
Y aguanta el miedo, asume el riesgo de ser tú
misma y súmate, no te restes, llega al Más Allá desde dentro, el viaje más
largo sin salir de casa, la aventura más hermosa, el ejercicio más difícil... y
completa la ecuación.
Somos capaces de conocer nuestro ADN y pensamos
que eso es lo que somos, como si se pudiera interpretar un cuadro analizando la
composición de la pintura, pero no es así como funciona, el Todo no es la suma
de las Partes, hay algo intangible que es lo que nos da sentido, lo que nos
convierte en únicos a cada uno de nosotros... Y tú te lo estás perdiendo.
Disolverse en el otro nunca fue solución para
mí, tal vez por ello sobrevuelo la felicidad sin llegar a aterrizarla, buscando
un nivel superior de satisfacción: la Coherencia.
- ¿Y la
has alcanzado?
- Tampoco,
hija, esto es un desastre.
- ¿Y
entonces?
- A seguir
sufriendo.
Y procuro disfrutar de un camino en el que me
han acusado de inmaduro, de egoísta, de egocéntrico, de novelero, de inconstante, de piterpán... Y
todo porque yo doy lo que tengo, pero no lo que soy. Lo que soy lo comparto, lo
pongo a disposición, lo contagio alegremente, lo potencio a la enésima, lo
desnudo de pesares... pero luego me lo llevo conmigo y conmigo duerme.
Tú quieres que te lo dé, no sé para qué, pero
intuyo que para nada bueno, así que me retiro a mi Cueva, con mi Lamparita de
Aceite y mi Cadena de Eslabones Perdidos, a seguir buscando ese punto de
encuentro entre el Más Acá y el Más Allá... de nosotros, ese equilibrio entre
la Propia Identidad y Todolodemás.
Y cuando tú seas Tú y yo sea Yo, pasaremos al
siguiente nivel: Nosotros.
Como dijo el sabio Buzz Lightyear: ¡Hasta el Infinito y Más Allá!
Moisés Lechado Hurtado
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