En estos días tuve oportunidad de leer un libro de Daniel Guebel, publicado hace poco por Eterna Cadencia: “El caso Voynich”. Es una especie de investigación histórica que mezcla ficción y realidad a partir de un manuscrito misterioso, que existió realmente y que nunca pudo ser descifrado por todos los científicos y aventureros que lo intentaron.
Daniel Guebel nació en Buenos Aires en 1956, y si bien no es uno de mis escritores preferidos, es imposible de soslayar. Guionista de cine y dramaturgo, periodista y editor, publicó varias novelas, como Derrumbe, La vida por Perón, El perseguido, Matilde, Los Elementales, La perla del emperador (Premio Emecé), entre otras.
Su último libro, Mis escritores muertos, es un texto entre el ensayo y el testimonio personal donde recuerda a Héctor Libertella y Jorge Di Paola. Eterna Cadencia, asimismo, le publicó dos volúmenes de relatos: El ser querido y Los padres de Sherezade. Actualmente se desempeña como editor freelance de libros de investigación periodística.
Pero la novela que quiero comentarles es algo diferente. Guebel mismo asegura haber conocido la existencia del “Manuscrito Voynich” mientras realizaba una búsqueda en Internet. Su nombre se lo debe al ruso Wilfryd Voynich, perseguido por el zar, tal vez conectado con un movimiento revolucionario en su patria, que exilado en Londres, ya dueño de una tienda de libros raros, a principios del siglo XX descubre en un monasterio italiano un curioso manuscrito del siglo XVI. Luego de analizarlo y concluir que está escrito en una lengua desconocida, envía algunas fotografías a diversos especialistas, y allí se desata una inacabable serie de investigaciones e hipótesis acerca de su contenido y su autor.
Guebel reconstruye ese recorrido de investigaciones que hace llegar a la actualidad y a la Argentina. El manuscrito puede ser muchas cosas al mismo tiempo: escrito en un lenguaje indescifrable, con ilustraciones de interpretaciones múltiples, es difícil colegir si tiene que ver con la alquimia medioeval, con un mapa de las constelaciones, un catálogo de semillas arcanas, un experimento para obtener la eterna juventud, o un código cifrado con mensajes extraterrestres o si, simplemente, es un fraude.
Pero con esos interrogantes y con el derrotero del Manuscrito, Daniel Guebel construye una novela donde se funden la realidad y la ficción. Los dibujos y los diagramas que el lector tiene la posibilidad de estudiar por sí mismo (gracias a una edición de fragmentos del manuscrito que acompaña a la novela) ofrecen todas las variantes posibles.
Y esa fusión donde el propio autor ya no reconoce lo propio de lo ajeno, donde se mezclan la ironía y el humor, en la que la realidad es desfigurada con una imaginación desbocada, se realiza finalmente en un texto fantástico y excesivo, que despierta otros textos, otros dilemas, en la mente y la experiencia de cada lector.
Eterna Cadencia
120 págs. + un fragmento del manuscrito
ISBN 978-987-25140-8-2
14 x 22 cm
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