por
Juan Disante
Suspendamos
la razón
y el brío,
el motivo de las cosas
y aquél viejo edén del gesto.
Suspendamos el por qué,
la culpa
y el tino,
la causa última de cuanto oficio,
el paladar,
el sedimento desbordado de tanta anegación,
el afán,
el desconcierto de la sed,
la onomatopeya del ruido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario