martes, 9 de junio de 2009

Menú del sábado: Ian Mc Ewan

Fue una casualidad, esos azares erráticos que para los libreros encierra elegir una novela para leer “perche mi piace”, que “Sábado” haya llegado a mis manos. Una manera de contar particular, distintas líneas que convergen y divergen todo el tiempo, creo que el relato va para allá pero vuelve, se retuerce sobre sí mismo, luego avanza tres casillas y estoy casi como la Walsh en el País de Nomeacuerdo. Y todo pasa en escasas veinticuatro horas, de allí el título, una obviedad. Pero la historia no es obvia, ni tampoco sus personajes. Hay una historia de un hombre, de su familia, de lo que se pierde y de lo que verdaderamente importa. Hay un personaje molesto y todo fluye, confluye, nos lleva irremediablemente hasta que nos encontramos con el anticlímax del final. Como un remanso. O una revelación. En el idioma original, mejor. La alternativa es la edición de Anagrama.

Y ya que estamos sugiero luego pasar a “Chesil Beach”, que es una nouvelle de una pareja de recién casados en los años previos a los de la liberación femenina, el “flower power” y hasta los Beatles. Los queridos ’60 recién empiezan y Mc Ewan cuenta una historia chiquita, de desencuentros, de desamores; hay escenas que son cuadros. No en balde su “Expiación” fue llevada al cine con tanto éxito, logra descripciones en las que nos parece estar ahí, junto a los protagonistas. “Chesil Beach” deja un sabor agridulce, pero vale la pena.

Dos anécdotas sobre su vida, no demasiado divulgadas: al año pasado se encontró un hermano mayor que había sido dado en adopción por su madre durante la guerra. ¿Qué cómo fue? La madre quedó embarazada de su amante mientras su marido estaba en el frente. No puede enfrentarlo cuando vuelva con un hijo que no es suyo. El marido muere…La madre se casa con su amante y tienen a Ian. Cuando la madre adoptiva del hermano muere, éste encuentra en el altillo un pequeño recorte de diario, con un número de una casilla de correo. Devanando el ovillo, una tía le cuenta la verdad. Cincuenta años después o más, los hermanos se reencuentran. Y sí, es como decía Oscar Wilde: “La naturaleza imita al arte”.
La otra habla del costado muy humanitario del escritor, quien le dio cobijo en su casa a Salman Rushdie, el escritor indio, luego de que el ayatollah Komeini dictara la fatwa en su contra. También podría escribirse por lo menos un cuento con este episodio. Los dejo por cuenta de ustedes.

Silvina Rodríguez
Tierra de Libros

http://www.tierradelibros.com.ar/
http://tierradelibrosacassuso.blogspot.com/

No hay comentarios: