El amigo Francisco Vázquez, estudioso del idioma y vecino de San Fernando, sigue colaborando con sus “grageas idiomáticas”, que bien pueden servir para que empecemos a tratar mejor a nuestro idioma. (Hoy del 51 al 60)
51) crupier: Esta voz que nos mandaron de Francia puede ser reemplazada sin dificultad por otra que al parecer inventamos los argentinos, aunque no del todo: tallador. Y digo no del todo pues tiene base en el diccionario general, en el término tallar, donde leemos la siguiente definición: «Llevar la baraja en el juego de la banca y otros» De esta definición al sustantivo tallador había sólo un pasito que, por lo visto, dimos acá, pues por argentinismo se la presentaba en el diccionario (hoy ya no). Me tomo la libertad de recomendar el uso de la palabra nacida en el seno de la lengua, y no la importada.
52) cúter: Navaja y cortador son dos palabras que se usan y debieran recomendarse en lugar de la que nos vino de fuera, porque significan, precisamente, lo que el anglicismo significa. El hecho de que en el objeto exista alguna pequeña modificación no justifica la mudanza de denominación.
53) desfasaje: Como en español solamente teníamos para designar el hecho las palabras desajuste, desunión, desconexión, disloque, desarticulación, desmembramiento, desquiciamiento, desacople, desarreglo, desconcierto, perturbación y algunas pocas más, para suplir la falta, alguien que sin duda nos tiene rabia, nos trajo esa horrenda palabra desfasaje. Ruego a Dios lo perdone, aunque dudo lo haga.
54) dic jockey o disyóquey: En España lo llaman, o han llamado, pinchadiscos, palabra que en cualquier certamen debiera militar en la primera división. Es gráfica, graciosa, adecuada a esos energúmenos que han llegado a este mundo para destrozar sin piedad los tímpanos del género humano. Existe otro equivalente castellano, montadiscos. Disyóquey, o su original inglés, no tienen ninguna posibilidad de competir con pinchadiscos; carecen de gracia, de ángel, y, para remate, son de origen foráneo. Acepto que la voz pinchadiscos está algo pasadilla de moda teniendo en cuenta que los actuales discos, merced al advenimiento del láser, no son ya “pinchados” por la púa que conocimos en otras épocas; pero es fenómeno que no se da sólo en este término. ¿No seguimos escuchando decir, acaso, «…en medio de la conversación, colgó el tubo», refiriéndose a un coloquio telefónico, a pesar de que desde los tiempos de los bisabuelos la parte del teléfono que se lleva a la oreja no tiene ya forma de tubo, ni se cuelga?
55) echar de menos: En la Argentina la expresión echar de menos ha sido suplantada casi totalmente por el verbo extrañar. En lugar de ‘echo de menos a mi madre’, dicen acá ‘extraño a mi madre’; en vez de ‘echo de menos aquel sueldo tan generoso’, dicen por acá ‘extraño aquel…’ Extrañar en el castellano general significa desterrar, apartar, («fue extrañado a una isla lejana»), ver u oír con extrañeza alguna cosa («extrañó la novedad que le contamos, o se extrañó por la …»), o sentir la novedad de algo que usamos, como si decimos, refiriéndonos por ejemplo a un lecho que no es el nuestro: -No he dormido bien porque he extrañado la cama (la cama en que dormí, no la otra, la que uso habitualmente). El significado que se le da en la Argentina a extrañar ha sido incorporado por la Academia en la acepción 5ª de dicha palabra.
56) escúter: Anglicismo formado de la voz scooter, palabra innecesaria pues tenemos en español motoneta y motociclo.
57) eslogan: No obstante poder hallar este término en el diccionario oficial, no se conforme con ello el hablante y recuerde que en castellano tenemos también los vocablos lema, estribillo, pregón, consigna.
58) esmog: Vocablo adaptado del inglés smog, que en castellano tiene equivalentes en humoniebla y también en polución.
59) esnob: El individuo buscador de novedades y exquisiteces poco comunes. Es voz formada en base a la inglesa snob. Tenemos en castellano, con ese significado, a novelero, y como equivalente de esnobismo, a novelería.
60) estrés: Esta palabra, tan pero tan extendida ya en el mundo de habla hispana (en realidad, en todo el mundo de las distintas hablas), que nos vino (¿cuándo no?) del inglés, bien puede reemplazarse por las voces tensión, cansancio, agotamiento, fatiga, opresión, sobrecarga. La ventaja de las voces castellanas es que ofrecen una variedad de matices, aplicables a distintos casos, similares entre sí, pero no iguales, que se pierde con el uso a troche y moche de la voz proveniente del inglés.
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