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Gelman y Macarena. |
Cuando al
entrar el verso me disloco
o no cabe un
adverbio y se me quiebra
toda la
música, la forma mira
con su
monstruoso rostro de abortado,
me duele el
aire, sufro el sustantivo,
pienso qué
bueno andar bajo los arboles
o ser picapedrero
o ser gorrión
y
preocuparse por el nido y la
gorriona y
los pichones, sí, qué bueno,
quién me
manda meterme, endecasílabo,
a cantar,
quién me manda
agarrarme el
cerebro con las manos,
el corazón
con verbos, la camisa
a dos puntas
y exprimirme,
quién me
manda, te digo, siendo juan,
un juan tan
simple con sus pantalones,
sus
amigotes, su trabajo y su
condenada
costumbre de estar vivo,
quién me
manda andar grávido de frases,
calzar
sombrero imaginario, ir
a esperar
una rima en esa esquina
como un
novio puntual y desdichado,
quién me
manda pelear con la gramática,
maldecirme
de noche, rechinar
fieramente,
negarme, renegar,
gemir,
llorar, qué bueno está el gorrión
con su
gorriona, sus pichones y
su nido, su
capricho de ser gris,
o ser
picapedrero, óigame amigo,
cambio
sueños y música y versos
por una
pica, pala y carretilla.
Con una
condición:
déjeme un poco
de este
maldito gozo de cantar.
Juan Gelman
Publicado en
"VIOLÍN Y OTRAS CUESTIONES"
(Gentiliza de Juan Disante.)