domingo, 17 de noviembre de 2013

Baldomero Fernández Moreno en el aniversario de su nacimiento

Baldomero.
Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre de 1886 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, primogénito del comerciante Baldomero Fernández, natural de Bárcena de Cícero, Cantabria, y de Amelia Moreno, de Bocígano, Guadalajara.

El poeta nacido en Buenos Aires en 1886 y fallecido en esa misma ciudad en 1950, pasó parte de su infancia en Santander, a orillas del Cantábrico. De regreso a la Argentina, obtuvo su título de Doctor en Medicina, ejerciendo su profesión en Chascomús.
A los veintinueve años publicó su primer libro de poesía, al que siguieron luego cinco o seis publicaciones más. En sus poemas se mezcla el erotismo y la espiritualidad, producto de su inspiración  en dos mujeres cuya identidad ha permanecido en el misterio.

Baldomero Fernández Moreno, con su poesía, universal y nacional al mismo tiempo, inmortalizó la geografía íntima de los barrios porteños y la placidez de las provincias y el campo argentino.
El escritor Jorge Luis Borges, por ejemplo, dice: “Yo creo que nadie ha expresado la llanura de la provincia de Buenos Aires como él”, a quien considera: “Uno de nuestros mayores poetas”.
En sus poemas aparece esa otra Buenos Aires, la lírica:

Piedra, madera, asfalto
¡si me enterraran bajo el pavimento!
Piedra, madera, asfalto
¡Y en una calle del centro!
Piedra, madera, asfalto
Casi no estaría muerto

Piedra, madera, asfalto, “Ciudad”

El poeta le habla a la ciudad y le dice:

¡Mira que te soy fiel, oh ciudad mía!
Otra vez en la calle como antes,
silenciosos mis pasos o sonantes
conforme a mi tristeza o mi alegría
Bajo el sol empolvado de tu día,
bajo tus crudos focos centelleantes,
entre el bullicio de tus habitantes,
estoy buscando algo todavía.

“Fidelidad”, en Ciudad

Borges le atribuye la “percepción genial del mundo exterior”; y otro poeta, Leopoldo Lugones, el “don sutilísimo de observación instantánea”.

Campos de mi provincia en el estío.
Infinitos, monótonos, iguales,
Carretadas de pastos naturales
Mas el alambre tenso de algún río.

“Campos de mi provincia”, en Campo argentino

El  propio Borges, considerado por muchos como el fundador de la poesía de Bs. As., asegura que  Baldomero Fernández Moreno es el precursor. Y los saluda como el iniciador del motivo ciudadano en la poesía argentina.

Roberto F. Giusti califica a BFM como el “poeta por antonomasia” de la ciudad. Borges dice: “el diecisiete BFM publicó “Ciudad”, integra posesión de la urbe (…) su visión no está vinculada a  lo tradicional, como la de Carriego: es realidad de vida, hecha directamente realidad de arte.”

Roberto Giusti puso de relieve que es con Baldomero Fernández Moreno que Buenos Aires encuentra su poeta. La novedad aportada por Fernández Moreno, dice, es que Baldomero no se pone frente a la ciudad, sino que escribe desde su interior, compenetrado con ella.

Uno de los que se sintieron inspirados por su obra también fue Mario Benedetti que sin rubor declaró que fue como su maestro aún sin conocerlo, pero su obra se le presentó reveladora para la poesía que él buscaba.
Ocre y abierto en huellas, el camino separa opacamente los sembrados. Lejos, la margarita de un molino, que por su paradigmática y mágica sencillez, nos descubre la provincia y la pampa en breves trazos.

Rebelión del alma insumisa
Que quisiera dar un salto,
Del trampolín del asfalto
Hasta la última cornisa

“Deténme, que me vuelo”, en Ciudad

La torre más alta
-“La torre, madre, más alta
es la torre de aquel pueblo,
la torre de aquella iglesia
hunde su cruz en el cielo.

-Dime, madre, ¿hay otra torre
más alta en el mundo entero?»
-«Esa torre sólo es alta,
hijo mío, en tu recuerdo”.

Amantes
Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.

Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.

Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,

un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.

Algunas de sus obras
·         Las iniciales del misal (1915)
·         Ciudad (1917)
·         Por el amor y por ella (1918)
·         Campo argentino (1919)
·         El hogar en el campo (1923)
·         Aldea española (1925)
·         El hijo (1926)
·         Último cofre de Negrita (1929)
·         Sonetos (1929)
·         Yo, médico; yo, catedrático (1941)
·         Buenos Aires: ciudad, pueblo, campo (1941)
·         Tres poemas de amor (1941)

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