A falta de fotos, buena es la tapa del libro de Marina, una mujer a quien a los 35 años le diagnosticaron Parkinson. Autobiografía novelada, autoexilio, angustia existencial ante la situación límite y reflexiones que ayudan a adaptarse y aceptarse como la propia Marina dice. Un viaje por la vida misma. Imposible no emocionarse. A 7 años de aquel día, Marina encontró en el camino además el oficio de escribir.
El lunes 22 de junio, puntualmente a las 19.30, se llevó a cabo la presentación de “El cuerpo no calla” en Tierra de Libros. Unas 30 personas nos acompañaron y el oficio me jugó una mala pasada. Un nudo en la garganta hizo imposible que contara las intertextualidades de los epígrafes, las elecciones de los títulos de los capítulos, las fotos que hacen juego y juegos al inicio de cada capítulo, en forma casi rigurosa, metódica aun cuando lo que se cuenta pueda surgir de un caos de pensamientos que van y vienen en el tiempo y en el espacio. Por el quiebre de mi voz preferí dejar que las imágenes hablaran por sí solas (la autora con su notebook y un proyector esperaba) y que la voz de Marina, como una letanía, nos desgranara cuadro a cuadro la historia de su vida. Antes, durante y después del Parkinson. Cuando encendí las luces, la audiencia tenía el aliento cortado. Luego vino el tiempo de las preguntas. Más recuperados todos, Marina contestó dudas, comentó planes y nos dio su testimonio el cual, sin duda, no tiene precio.
Como siempre, nadie es perfecto. Brindamos con un Malbec a la salud (nunca mejor dicho) de todos pero nos olvidamos la cámara. Que quede como homenaje la tapa y contratapa de su libro, donde se ve una pintura de otro habitante del país del Parkinson que hizo a una mujer que bien podría ser Marina. Pero no lo es.
Silvina Rodríguez
Tierra de Libros
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